B.K.S. Iyengar representa una figura sin precedentes en el mundo del yoga postural moderno. No sólo como ejemplo de resiliencia por haber sido capaz de superar las duras pruebas que le impuso la vida, también como luminaria del yoga postural moderno al ser capaz de elevar la práctica del asana y el pranayama a un nivel sin precedentes en los clásicos del yoga.
Entre las múltiples aportaciones de esta figura se pueden desatacar:
– Establecer las bases precisas para una práctica no lesiva y correcta que ha ganado el respeto mundial y que sirve de fuente de inspiración para el resto de estilos de yoga.
– Afianzar la dimensión terapéutica del yoga no sólo en la prevención de patologías, también en su tratamiento, convirtiendo a esta práctica en una “medicina complementaria” al tratamiento biomédico moderno.
– Introducir en la práctica diferentes “recursos” o “ayudas” (cuerdas, bolsters, cinturones, tacos, sillas, etc.,) que han conseguido acercar los asanas a toda persona independientemente de su edad, condición física o estado de salud.
– Posicionar por “derecho propio” al yoga postural dentro del árbol del yoga.
Nacido en el pueblo de Bellur, en el estado de Karnataka, en el seno de una familia de13 hermanos, con cinco años tuvo que mudarse con toda la familia a Bangalore cuando su padre decidió jubilarse como maestro de primaria. Cuatro años más tarde su padre moriría de apendicitis.
B.K.S. Iyengar se caracterizó de joven por padecer una constitución débil y enfermiza. Su suerte “cambió” en 1934 cuando Krishnamacharya (1888-1989), el profesor de yoga del Palacio de Mysore que se había casado con su hermana mayor Namagiriamma en 1925, le pidió que cuidase de ella mientras realizaba un viaje a Lonavla y Bombay para ver los trabajos sobre el yoga que estaba realizando Swami Kuvalayanda.
Tras su regreso, Krishnamacharya en vez de pedirle que volviese a Bangalore le ofreció quedarse con él aprendiendo yoga para mejorar su salud. El aceptó y con ello y sin ser consciente asumió la disciplina dura y abusiva que le impondría el maestro.
Desde un inicio, la rigidez y el método de enseñanza de Krishnamacharya le llevaron a sufrir mucho dolor y lesiones en los asanas, además de mucho sufrimiento psicológico. En 1935, la cosa se complicó más cuando el alumno favorito de su maestro le abandonó repentina y misteriosamente y la responsabilidad de hacer exhibiciones con asanas de gran dificultad que organizaba Krishnamacharya en el Palacio de Mysore y otras regiones de la India recayó en Iyengar.
La pasión por la enseñanza de Iyengar se despertó en 1936 cuando tuvo que impartir clases de yoga durante un tour de demostraciones en Dharwar. En esta ciudad había muchas mujeres que querían aprender yoga y Krishnamacharya le encomendó a él que les diese las clases como discípulo joven más apropiado para estar con las mujeres, pero sobre todo, porque no era partidario de que hombres y mujeres tuviesen clases conjuntas.
La vida de Iyengar tuvo un punto de inflexión cuando en 1937 Krishnamacharya le envió a Pune a enseñar yoga. Allí encontró su “hogar” para el resto de su vida. Parece ser que un cirujano de esta ciudad V.B. Gokhale, que había asistido a las demostraciones de yoga que organizaba Krishnamacharya, le solicitó que enviase a Pune un profesor. Cómo allí se hablaba un dialecto que no conocían y sólo Iyengar tenía una base de inglés, se le ofreció a él el puesto.
Según Smith y White (2014) Iyengar definió Pune como una ciudad de la lucha libre y mallakhamb, un tipo de ejercicio físico nativo surgido de la lucha libre que se hacía usando postes y cuerdas colgantes.
La relación de Iyengar con Krishnamacharya queda resumida en el dato que aporta Goldberg (2016) de que cuando se terminó el contrato de enseñanza con Gokhale, Iyengar prefirió quedarse en Pune aun viviendo en la pobreza antes que volver con su maestro. Sin embargo, también es cierto que Iyengar siguió manteniendo correspondencia escrita con él durante mucho tiempo e incluso le siguió acompañando en algunas de sus demostraciones.
En Pune, Iyengar comenzó a construir su propio estilo de yoga. Animado por Gokhale y aprovechando los conocimientos de anatomía y fisiología que había recibido de él aplicados a los asanas empezó a utilizar el yoga para tratar patologías comunes: debilidad, dolor de cabeza, asma, dolor lumbar, fatiga, flatulencia, etc.
En esta época, también empezó a utilizar para su práctica privada aparatos (cuerdas, cinturones, piedras, tambores, etc.) que le ayudaban a conseguir los asanas. Estos aparatos los introduciría después en sus clases en los años 70.
Su fama fue creciendo y en 1939, Bhavanarao Pant Pratinidhi, (1868-1951) la persona que contribuyó al resurgir del “saludo al sol” en la India visitó a Iyengar para que le hiciese una demostración. Parece ser que el rajá quedó impresionado y afirmó que Iyengar era la persona que realizaba los asanas de la forma más bella que había visto.
En 1943, cuando tenía 24 años y regresó unos días a Bangalore, Krishnamacharya insistió en que debía casarse. En julio de ese mismo año adoptó matrimonio con Ramamani de 16 años con la que fundó una familia con 6 hijos.
Su vida era pobre y tuvo que pedir dinero prestado a sus alumnos para cubrir los gastos de la boda. Pero ese mismo año su suerte cambió cuando F.P. Pocha, un mercader adinerado, le contrató para recibir clases con su hija en su hogar. Con los ingresos Iyengar pudo elaborar un álbum de fotos donde mostraba 150 asanas, su nueva tarjeta para promocionar su estilo.
A partir de 1948 su fama adoptó una línea ascendente que le posicionó en el contexto mundial. Ese año conoció al famoso filósofo Jiddu Krishnamurti (1895-1986) con el que estableció una relación personal para perfeccionar sus asanas que se prolongó durante 20 años, y a Mehra Jal Vakil que además de convertirse en su alumna con toda su familia le presentó a una persona que se tornaría clave en su vida: el violinista Yehudi Menuhin (1916-1999).
Menuhin introdujo a Iyengar en Gran Bretaña en 1954 donde alcanzó un gran renombre y trabajó con muchos artistas y músicos amigos del violinista. En 1956, fruto de esos contactos, viajó a Estados Unidos con la compositora y escultora Rebekah Harkness (1915-1982). Después de esto y hasta su fallecimiento su estilo se ha implantado en el resto del mundo.
Pero la fecha clave para el mundo del yoga fue 1966 cuando Iyengar editó su libro Luz del Yoga que llegó a ser conocida como “la biblia del yoga” y vendió más de tres millones de copias. Su impacto en los practicantes fue total porque hasta ese momento el yoga que había llegado a Occidente se basaba en pocas posturas (además “fáciles” para acercarlo a la población) y con correcciones básicas.
En su libro Iyengar explicaba sistemática y detalladamente 200 posturas (incluidas variantes) como no se habían explicado antes en ningún clásico del yoga ni libro moderno. Como resalta Goldberg (2016), ni los profesores occidentales más avanzados en la práctica del yoga se imaginaban que pudiese haber tantas maneras de trabajar con su cuerpo. La escuela de Iyengar se diferenciaba del vinyasa fluido de su maestro y compañeros de práctica por su filosofía analítica y la meticulosidad en las posturas.
Goldberg (2016) afirma que Iyengar reveló que muchas de esas posturas (las más difíciles) no procedían de los textos tradicionales sino que las había aprendido con Krishnamacharya. Según los historiadores modernos del yoga postural (Goldberg, 2016; Singleton 2018) su maestro a su vez las había recopilado del mundo “circense”.
El respeto por el estilo de Iyengar en Inglaterra fue tal que en 1969 se introdujo oficialmente su yoga en el currículum educativo de adultos de Londres. Dos últimas fechas clave son 1975 cuando Iyengar pudo abrir su propio centro llamado Ramamani Iyengar Memorial Yoga Institute en Pune y 1977 cunado creó la B.K.S. lyengar Yoga Teachers’ Association.
Entre las variables que caracterizan su estilo quizás la más importante es la correcta alineación postural. Según Goldberg (2016) a partir del año 1975, Iyengar empezó a desarrollar un estudio anatómico-biomecánico de las posturas de otros practicantes analizando sus fotos mediante el trazado de líneas para ver la diferencia con sus posturas.
La “línea central”, el “eje longitudinal” corporal era un buen criterio para Iyengar porque en esa alineación el músculo trabaja menos, el sistema interno no sufre y se puede mantener la postura más relajado. La postura de pie (Tadasana) se convirtió en la referencia para la corrección postural, así como el uso de figuras geométricas en las posturas (triángulos, cuadrados, líneas paralelas).
La “alineación corporal” en los años 80 incluso se elevó para Iyengar en motor espiritual del asana. En esos años surgió la necesidad de conciliar el yoga postural con el yoga meditativo. Si en la tradición las posturas eran un trabajo “preparatorio” para meditar sentado en busca de la “unión”, Iyengar no sólo defendió que la propia postura ya era de por sí espiritual, también y apoyándose en los Yogasutras de Patañjali que la postura era un pétalo más de las ocho vías esenciales del yoga con el mismo nivel de importancia que el resto.
En estas fechas, Iyengar ensalzó la dimensión espiritual del asana y lanzó una importante reflexión: si estar con los ojos cerrados y en silencio es meditación, eso lo hacemos 8 horas seguidas todos los días cuando dormimos. Para él, el “yoga sentado” solía convertirse en la mente de la persona “dormida” mientras que el mindfulness estaba presente constantemente en el asana.
La obra cumbre en la que posicionó al yoga postural dentro del yoga clásico y en su dimensión más espiritual fue El árbol del yoga publicado en 1988.
Iyengar falleció con 95 años en Pune. Entre las obras más importantes que ha legado este maestro figuran además de las referenciadas anteriormente: Luz sobre el Pranayama editado en 1981, El Arte del Yoga editado en 1985, Luz sobre los Yogasutras de Patañjali editado en 1996, Luz sobre la Vida editado en 2005 y los 8 volúmenes de La Esencia del Yoga, Astadala Yogamala editados entre los años 2000-2008.
Referencias Bibliográficas
Bartos, H.K. (2021). Modern transnational yoga: the transmission of posture practice, London and New York: Routledge.
De Michelis, E. (2008). A History of Modern Yoga, London y New York: Continuum.
Goldberg, E. (2016). The Path of Modern Yoga. The history of an embodied spiritual practice, Rochester, Vermont (USA): Inner Traditions.
Newcombe, S. (2014). The Institutionalization of the Yoga Tradition: “Gurus” B. K. S. Iyengar and Yogini Sunita in Britain, En: Singleton, Mark y Goldberg, Ellen (Eds.) Gurus of Modern Yoga, (pp. 147-170 pp), New York: Oxford University.
Singleton, M. (2018). El Cuerpo del Yoga. Los orígenes de la práctica postural moderna. Barcelona: Kairós.
Singleton, M. & Byrne, J. (2008). Yoga in the Modern World. Contemporary Perspectives. London & New York: Routledge Hindu Studies.
Smith F.M & White, J. (2014). Becoming an Icon: B. K. S. Iyengar as a Yoga Teacher and a Yoga Guru. En: Singleton, Mark y Goldberg, Ellen (Eds.) Gurus of Modern Yoga, Chapter 6, (pp. 122-146pp), New York: Oxford University.
About Pedro Jesús Jiménez Martín
Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.