Meridianos Maravillosos y Temperamentos

Una de las aportaciones que aporta la fisiología energética de los Meridianos Maravillosos y que debemos investigar en el ámbito de las tipologías corporales es la llamada Teoría de los Temperamentos.

Según esta teoría se puede definir el temperamento como el conjunto de características físicas y psíquicas que marcan a la persona. La teoría médica china tradicional identifica ocho temperamentos básicos en las personas que se corresponden con los ocho meridianos maravillosos y las glándulas endocrinas que los rigen (ver tabla 1). Cada uno de esos temperamentos determinaría una tipo-morfología corporal y un comportamiento propio y diferente de los demás.

La tipo-morfología actuaría como el principio rector que regiría el temperamento de la persona al determinar su estructura física, es decir, lo que no cambia, lo más fijo, su Tierra. El comportamiento sería la expresión del temperamento y lo que le otorgaría su “individualidad” a esa tipo-morfología, su Cielo.

Aunque cada persona nace con una tipo-morfología fija (un cuerpo que condiciona su temperamento), la educación, las situaciones vitales y la experiencia hacen que la persona adopte los comportamientos de otros temperamentos, siempre teñido o canalizado desde el temperamento que domina su tipo-morfología. Esto sería así porque la vida conlleva cambios que muchas veces las personas necesitan compensar “poniéndose una máscara” y porque los ocho temperamentos están ligados al sistema endocrino y todos tenemos sistema endocrino.

La relación entre el temperamento que determina la tipo-morfología y el comportamiento que asume la persona estaría en mayor o menor armonía según se establece en las relaciones entre trigramas que determinan los diagramas del Cielo Anterior (Hou Tou) y del Cielo Posterior (Lou Tou) (ver Tabla 2). Según este sistema de pensamiento esta relación es la base que conduciría también al desarrollo de las patologías que se asocian a cada temperamento.

Según la Teoría de los Temperamentos toda persona debería vivir y actuar de acuerdo con su temperamento original determinado por su tipo-morfología. La razón es sencilla: cuando la persona vive y actúa desde un temperamento distinto al que la define “desgasta” mucha energía al impulsarse desde un lugar que no “le corresponde”. Desde otra perspectiva se diría que la persona ha dejado de reconocerse a sí misma y poco a poco la vida se le va haciendo más complicada.

Conocer nuestro temperamento significa tomar conciencia de nuestras posibilidades y limitaciones de acción en la vida. Cuanto más armonioso o mejor reconocido esté nuestro temperamento más equilibrio podemos alcanzar en nuestras elecciones porque hacemos las cosas partiendo de nuestro “terreno”.

La clave está en el grado de conciencia que ponemos en nuestras elecciones de vida, en la Atención. Estar “aquí y ahora” con vigilancia, consciente a cada instante y situación de lo que se nos está solicitando. No podemos depender de la experiencia de lo vivido para afrontar las situaciones porque en realidad lo vivido sólo tiene valor en el momento en que ocurrió o se vivió, perdiendo después su valor.

Referencias Bibliográficas

Pialoux, M.X. (1999). Le Souffle du Dragon. Du symbolisme corporel à l´ontocinergéthérapie, France: Marc Pialoux.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

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