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Experiencia Somática. Peter A. Levine

Peter A. Levine es doctor en biofísica médica y psicología y su sistema es el fruto de una amplia trayectoria investigadora interesada por conocer mejor las bases neurofisiológicas y psicológicas del trauma y por crear una psicoterapia corporal capaz de sanarlo.

En su trabajo, Levine ha incluido tanto conocimientos de fisiología, neurología, psicología, etnología y antropología, como la reflexión sobre los trabajos corporales de Wilhelm Reich, Ida Rofl, Eugene Gendlin o Matthias Alexander, así como las técnicas ligadas al mindfulness, el estudio de las técnicas sanadoras de los chamanes y las filosofías orientales.

Podemos afirmar que la Experiencia Somática es una terapia que responde a su compromiso con la noción moderna de “embodiment” en la que se defiende que nuestra cognición, nuestro aprendizaje y nuestra vida parte desde nuestro cuerpo.

BASES DE LA EXPERIENCIA SOMÁTICA

La Experiencia Somática se enfoca en el tratamiento de las experiencias traumáticas a través de la corporalidad de la persona. En esta terapia se considera que la simple reflexión es insuficiente para sanar el traumar por lo que es necesario trabajar desde lo corporal.

Según su teoría, las experiencias emocionales fuertes y estresantes son capaces de que quedar “enquistadas-congeladas” en nuestro cuerpo cuando no somos capaces de liberar las energías que ponen en juego.

Para explicar cómo se instala el trauma en el cuerpo, Levine recurre a dos nociones fundamentales: los modelos de reacción que muestran los animales ante los ataques de los depredadores y las bases estructurales de nuestro sistema nervioso.

Cuando un animal es atacado por un depredador, la víctima suele mostrar tres reacciones fundamentales: la defensa activa (enfrentarse al atacante), la huida o la inmovilidad (hacerse el muerto). Para Levine, la reacción más importante con relación al trauma es la última: la “inmovilidad tónica” que expresa el animal.

Si el animal es capaz de superar su inmovilidad rápidamente sacudiendo su cuerpo y de volver rápidamente a la normalidad, en las personas, cuando están muy asustadas y sienten a la vez atrapadas y restringidas físicamente, se puede producir un colapso.

En este caso, la energía que se liberó con la experiencia estresante queda bloqueada en su cuerpo y crea una parálisis que pasa a dominar su vida y una reactividad emocional, con sentimientos de temor, repugnancia, miedo e impotencia, frente a cualquier situación que vuelva a reactivar una sensación de inmovilidad.

Levine añade, citando los trabajos de Ivan Paulov, que los animales pasan además por tres fases cuando son sometidos a una situación de estrés prolongada.

En la primera fase, el animal emite la misma respuesta tanto a estímulos débiles como fuertes. En las personas esto es equivalente a la reactividad que mostramos cuando somos privados de sueño. En esta situación podemos responder gritando tanto a una pregunta inocua como a una provocación significativa.

En la segunda fase se produce una inversión de las respuestas, es decir, se responde de manera más acusada a los estímulos débiles que a los fuertes. En las personas con traumas queda reflejado cuando el sonido de un tubo de escape puede despertar el terror en un veterano de guerra.

Por último, en la tercera fase, se produce el colapso y el animal se apaga, no responde. Los perros se vuelven inertes e insensibles porque han desconectado de su cuerpo.

Cuando los animales y las personas empiezan a recuperarse de esta última fase muestran comportamientos extraños. Los perros agresivos se vuelven dóciles y lo contrario. La persona cambia erráticamente del terror a la rabia descontrolada.

Desde un punto de vista del sistema nervioso, Levine explica el funcionamiento del trauma en el cuerpo recogiendo las ideas expresadas por Stephen Porger en su Teoría Polivagal.

Según Porger, nuestro sistema nervioso está conformado por tres sistemas básicos:

El primer sistema, el más primitivo filogenéticamente hablando, corresponde al sistema vago primito no mielinizado. Este sistema actúa sobre nuestros órganos internos con una función de inmovilización, conservación metabólica y apagado.

El segundo sistema corresponde al sistema nervioso simpático e interviene prioritariamente sobre las extremidades corporales activando el cuerpo para la lucha o la huida.

El tercer sistema, es el más reciente en su constitución y corresponde al sistema vago mielinizado que actúa como mediador para las conductas sociales. Este sistema conecta con el rostro, la garganta, el oído medio, el corazón y los pulmones, y se asocia a la expresión facial, a vocalización y la inteligencia emocional.

Cuando nos sentimos amenazados, la persona pasa por tres fases nerviosas: primero, intenta contactar con los rostros y voces de otras personas para entender qué pasa o comunicar las propias sensaciones a través del sistema vago mielinizado. Si este no funciona, se activa el sistema simpático para pasar a la lucha o la huida, y si este tampoco funciona, se activa el sistema vago no mielinizado de la inmovilidad. Cuanto más primitivo es el sistema que se activa, más poder tiene este para asumir el mando de todas las funciones del organismo.

El trauma se asocia con la activación y estancamiento de la energía nerviosa en el sistema vago mielinizado ligado a las vísceras.

MÉTODO DE TRABAJO

La intervención en la Experiencia Somática se centra en conseguir que la persona pueda dejar salir de su cuerpo la energía que quedó “congelada” por la experiencia traumática.

La idea es revertir progresivamente el proceso que llevó al colapso a la persona para superar, en un primer lugar, la insensibilidad y la desconexión corporal que implica la fase de inmovilidad a través del sistema vago mielinizado; después, la hipersensibilidad que implica la actividad simpática y que conecta con los instintos de lucha o huida; para terminar finalmente, estableciendo el equilibrio, la relajación y tranquilidad del sistema vago no mielinizado que devuelve a la vida social normal al individuo.

La intervención pasa por 12 fases. Las tres primeras son preparatorias y tienen como objetivo conectar a la persona con su cuerpo para superar la insensibilidad que se instaló con el trauma para no sentir dolor ni sufrir por la situación estresante. En esta etapa se anima al paciente a conectar con sensaciones corporales agradables para ofrecerle la seguridad de que la sensación corporal no es peligrosa.

Las tres siguientes lo que buscan es que la persona empiece a entender el lenguaje de sus sensaciones corporales internas, y que aprenda a diferenciar entre pensamiento, emoción y sensación corporal.

Las fases siete, ocho y nueve, se adentran en el trabajo con la reactividad emocional a través de la activación de patrones de lucha y la huida, mientras que las últimas tres fases se adentran en devolver a la persona al equilibrio, a la calma y a la vida social.

Fase 1.- Conectar con el cuerpo y sus sensaciones en un entorno agradable. Para facilitarlo, se introducen ejercicios sencillos como tomar una ducha de agua caliente y tocarse todo el cuerpo para sentirlo; hacer golpecitos suaves con la yema de los dedos sobre todo el cuerpo; presionar con la mano las extremidades corporales para notar como están los músculos o recorrer con una cuerda el perímetro corporal para sentir sus límites.

Fase 2.- Tomar tierra y centrarse. Aquí se incluyen ejercicios de enraizamiento al suelo en la posición de pie desde el centro de gravedad corporal o sentarse en una pelota grande de aire que obligue a trabajar con el cuerpo para reequilibrarse.

Fase 3.- Acumular recursos. Siguiendo las ideas de la Terapia de aceptación y compromiso y la Terapia dialéctico conceptual anima a establecer un listado de los recursos que ha utilizado la persona para seguir adelante después del trauma.

Fase 4.- Sentir y no imaginar que siente tu cuerpo. Aquí se anima primero a identificar el vocabulario que ayuda a tomar conciencia de lo que se siente identificando el tamaño, la forma y la cualidad de cada sensación (pesado, fluido, tenso, doloroso, sofocante, anudado, bloqueado, desconectado, helado, hueco, apretado, expandido, flotante, eléctrico, burbujeante, calmado, ligero, etc.),

Fase 5.- Investigar cómo los pensamientos, recuerdos, emociones, imágenes, etc. tienen una realidad corporal. En esta fase la persona aprende a diferenciar en su cuerpo entre sensaciones, imágenes y pensamientos nombrándolos según aparecen en la mente. La persona aprende a no imaginar su sensación sino a experimentarla de verdad.

Fase 6.- Notar como cambia la sensación en el cuerpo cuando se pone simplemente la atención en ella. Notar que cuando al fijar la atención en una sensación corporal esta cambia expandiéndose y disminuyendo como una pulsión que cada vez se va haciendo más ligera. Aquí introduce un ejercicio de vocalización animando a la persona a utilizar el sonido “vuuuuu” (como si fuese la sirena de un barco que resuena en la noche de niebla para informar de su posición) en la expiración para relajar las tensiones viscerales internas. En esta fase la persona aprende a ver su reactividad emocional como un espectador.

En estas seis primeras fases, que están enfocada a superar el estado de inmovilidad, Levine recomienda trabajar desde la experiencia corporal y no hablar. La razón la justifica aludiendo a que en las investigaciones se ha visto que cuando la persona activa la amígdala, asociada al miedo, se inhibe el área de Broca ligada al lenguaje. Levine afirma que en el trauma hay terror sin palabras. Será posteriormente, cuando se entre en el estado de activación simpático cuando la palabra ganará protagonismo.        

Fase 7.- Trabajar desde la respuesta de lucha. Aquí se adentra en el trabajo de desbloqueo sobre la activación simpática e incluye ejercicios como en empujar la mano del terapeuta desde el centro del cuerpo mientras que este le devuelve una ligera contra-resistencia; empujarse espalda contra espalda sintiendo que el empuje surge desde los pies; o provocar bostezos abriendo la boca.

Fase 8.- Trabajar desde la respuesta de huida. Aquí se incluye un ejercicio que consiste en correr sobre un cojín estando sentado en una silla, pero también realizar movimientos amplios que exageren las reacciones de protección o de agazaparse.

Tanto en esta fase como en la anterior se anima a la persona a reproducir los gestos y movimientos que su cuerpo querría haber hecho en la situación traumática (agazaparse, retorcerse, correr, encogerse, etc.)

Fase 9.- Actuar frente al colapso y la derrota. Aquí anima a entrar y salir de la postura que refleja el colapso. Plegarse hacia delante y enderezarse vértebra a vértebra hasta llevar la cabeza a la vertical.

Fase 10.- Desvincular el miedo de la sensación de inmovilidad. En esta fase, la persona aprende a contactar voluntariamente con las sensaciones físicas intimidantes que le despierta el trauma durante un tiempo suficiente como para que cambien. La persona conecta con su miedo y con la inmovilidad misma, para explorar progresiva y conscientemente las sensaciones que surgen, texturas, imágenes, pensamientos asociados…

Fase 11.- Pasar del entorno interno al externo y la vinculación social. Al abrir los ojos después de estar dentro dejar que vayan donde quiera, donde tengan curiosidad, donde quieran explorar. Es una fase de despertar en la persona la búsqueda de objetivos y metas.

Fase 12.- Asentarse e integrar. Aquí introduce un ejercicio de Shin Jin Jitsu que consiste en poner las manos en dos segmentos corporales para “conectarlos”:

En esta última fase se presenta un trabajo espiritual en los pacientes que les vuelva a conectar con la voluntad de vivir, con lo sagrado de la vida.

Es importante apuntar que en el proceso el terapeuta trabaja desde cinco aspectos fundamentales que tienen como objetivo desconectar poco a poco las asociaciones mentales y emocionales que ha establecido el trauma con la sensación corporal:

1) la sensación corporal (kinestesia, propiocepción y sensación visceral); 2) las percepciones subjetivas que surgen a nivel visual, auditivo, táctil, olfativo y gustativo con relación a los recuerdos asociados al trauma; 3) la expresión corporal que constantemente expresa el paciente (posturas, gestos, patrones de tensión, movimientos involuntarios, patrones respiratorios, micro-expresiones de la cara); 4) las emociones y sentimientos que surgen o entran en juego en el trabajo de desbloqueo; y 5) el significado o las “etiquetas” que el paciente introduce en su conversación.

Estas cinco dimensiones ayudan al terapeuta a detectar cuál de los tres sistemas nerviosos se ha activado en el paciente en cada momento y así, a poder decidir mejor desde que fase o ejercicio trabajar. Por ejemplo, en el estado de inmovilización la persona apenas se mueve, la voz se muestra ahogada, los ojos fijos o perdidos, la respiración y el ritmo cardiaco reducidos, la piel blanquecina y las pupilas contraídas. En la activación del simpático, la persona mueve rápido los ojos, el corazón y la respiración están aceleradas, y hay nerviosismo y tensión muscular generalizado. En el estado del compromiso social, la persona está relajada, con una respiración lenta, profunda y tranquila, las manos calientes y las pupilas dilatadas.

Levine advierte que en la intervención terapéutica pueden aparecer reacciones corporales y emocionales relacionadas con el proceso de liberación de la energía bloqueada en el plano corporal como temblores y espasmos musculares, estremecimiento corporal involuntario, rabia y agresividad contenida. Para Levine las primeras son reacciones naturales que utiliza el sistema nervioso para reestablecer su equilibrio, y las segundas, las consecuencias de la canalización de las emociones de vergüenza, depresión y odio generados hacia uno mismo y la situación que causó la experiencia.

Por último, hay que añadir que, en la intervención, Levine aconseja ir poco a poco. Contactar con la gota más pequeña de activación basada en la supervivencia para evitar re-traumatizaciones.

Referencias Bibliográficas

Levine, P.A. (2013). En una voz hablada. Cómo el cuerpo libera el trauma y restaura el bienestar, Buenos Aires: Alma Lepik.

Levine, P.A. (2013). Sanar el Trauma. Un programa pionero para restaurar la sabiduría del cuerpo, Madrid: Neo Person.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

Cuerpo y Emoción

Uno de los neurocientíficos más destacados en la actualidad, en la defensa de la unidad cuerpo-mente y en el estudio de la relación entre el cuerpo y la emoción, es Antonio Damasio.

Para este investigador sin cuerpo no hay mente, y lo considera así, porque en su opinión, la mente se ha construido desde lo corporal a través del largo proceso del desarrollo evolutivo de nuestro organismo.

¿Qué pasaría si pusiéramos un cerebro en un baño de nutrientes que lo mantuviese con vida y se extirpasen todos los nervios que le cuelgan? ¿seguiría el cerebro teniendo experiencias mentales normales?.

Este científico no sólo nos dice que la mente depende de los circuitos neuronales que se han moldeado en el proceso evolutivo del organismo, también que la mente necesita para su normal funcionamiento ser supervisada por el cuerpo en acción.

Antonio Damasio ofrece tres importantes argumentos para apoyar sus hipótesis:

1) Nuestros cerebros se han hecho cada vez más complejos como respuesta a las necesidades de adaptación del organismo al entorno y su supervivencia.

2) Si supervivencia y adaptación son el condicionante evolutivo, es lógico pensar que las representaciones mentales primordiales del cerebro estén asociadas al cuerpo, en términos de su estructura y sus estados funcionales. No habría sido posible regular y proteger el organismo sin representar su anatomía y su fisiología en detalle.

3) La adaptación del organismo a su entorno habría empezado con la construcción de imágenes del cuerpo en funcionamiento, es decir, en un plano externo, de nuestra estructura anatómica, y en un plano interno, en la regulación del estado visceral.

La dependencia corporal no es sólo para la mente, también lo es para el sentimiento y la emoción. Para este científico, cuerpo y cerebro son inseparables y necesarios para poder experimentar los sentimientos. Algo que ha podido constatar al observar que aquellas personas que presentan lesiones cerebrales en las zonas que “representan” el cuerpo, pierden su capacidad para sentir sus sentimientos.

Damasio nos recuerda que la asociación entre los sentimientos y la corporalidad también ha sido mostrada por Ekman, al descubrir que cuando las personas simplemente adoptan expresiones faciales asociadas a los sentimientos son capaces de experimentarlos, con la única diferencia de que al ser una situación “simulada” la persona no es arrastrada por el sentimiento, sino que lo “observa” como un espectador.

Las emociones universales son la felicidad, la tristeza, la ira, el miedo y el asco. El resto son variantes de estas cinco emociones principales: euforia y éxtasis de la felicidad, melancolía y nostalgia de la tristeza, pánico y timidez del miedo, etc.

Antonio Damasio ha desarrollado la teoría de que los sentimientos y emociones no sólo van ligados a “perfiles corporales”, también que estos perfiles saltan a un primer plano cuando se experimenta cada sentimiento en particular.

Bajo esta perspectiva, considera que dentro de nuestro organismo existe una tonicidad corporal de “fondo” predominante, que define nuestros estados emocionales de “fondo”.

Esta tonicidad corporal, que corresponde principalmente a la tonicidad visceral, constituye para él la base de los sentimientos que nos caracterizan, sin embargo, también dice que cuando somos asaltados por una emoción, ese “sentimiento de fondo” es reemplazado por un sentimiento emocional temporalmente.

Esta perspectiva nos anima a considerar que los sentimientos pueden ofrecernos información del estado visceral y muscular de nuestro cuerpo y viceversa.

Damasio también demuestra que cuerpo y sentimiento, además de la razón, condicionan aspectos mentales tan importantes como la toma de decisiones.

Lo explica afirmando que todas nuestras decisiones van acompañadas de un sentimiento agradable o desagradable en las “entrañas”. El proceso funcionaría como si tuviésemos un cerebro abdominal que nos avisa de que determinadas opciones pueden tener penosas consecuencias.

Los marcadores somáticos asociados a los sentimientos ayudarían a aumentar así la precisión y la eficacia en el proceso de toma de decisiones.

El cuerpo tendría una especie de “memoria corporal” que ayudaría a tomar decisiones rápidamente. Unos “marcadores somáticos” que producirían una serie de tensiones internas que nos harían aceptar o descartar una elección por considerarla peligrosa. “Predictores corporales” que predispondrían la toma de decisión y cuyo origen habría que rastrearlos en la infancia con relación a los castigos y recompensas.

Referencias Bibliográficas

Damasio, A. (2011). El Error de Descartes. La emoción, la razón y el cerebro humano, Barcelona: Destino.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

El Cuerpo “Instrumental” en el Contexto Físico-Deportivo

Esta interpretación del cuerpo corresponde a la China Moderna y nace en el contexto de las humillantes derrotas que sufrió el país a manos de las potencias imperialistas extranjeras, a finales de la dinastía Qing (1644-1911), desde dos vertientes: el deporte y la educación física.

La existencia de esta perspectiva corporal se podría rastrear en las primeras dinastías chinas. Por ejemplo, en el periodo de los Reinos Combatientes ya existía la celebración de un festival llamado “Jueli” que incluía pruebas de levantamiento de pesos, tiro con arco, lucha, conducción de carros y un violento juego parecido al fútbol (cuju), que servía como fórmula para el mantener la condición física para la guerra y subir el ánimo en las tropas campesinas militares.

Este festival evolucionaría en el tiempo hasta convertirse, en la dinastía Han Occidental, en un macro festival más complejo, denominado “Juedixi”, que añadió acrobacias, danzas, canto, magia, etc., y que pasó a ser entonces utilizado como herramienta diplomática para impresionar a aliados y enemigos y engrandecer la imagen de poderío del imperio chino.

Sin embargo, estas y otras prácticas físicas no pueden catalogarse como “deportes” según su definición moderna, ya que se realizaban en un contexto ritual, ceremonial o militar muy alejado del simple hecho de la competición deportiva.

CUERPO RENDIMIENTO

Se puede afirmar que los condicionantes que han marcado el desarrollo de la visión del cuerpo “deportivo” chino con relación al alto rendimiento, ha estado marcado por dos importantes condicionantes:

1) Estereotipos raciales que definieron inicialmente al ciudadano chino como “el hombre enfermo de Asia” y, después, como una raza genéticamente “inferior” para muchas pruebas deportivas

2) Conflictos políticos internacionales por la rivalidad con Taiwan, nada menos que hasta el año 1981, para que su CNAAF fuese reconocida como la única entidad representante de China en los Juegos Olímpicos.

A esto se tiene que añadir que, el caballo de batalla del deporte en China, desde sus inicios, ha sido demostrar al mundo su legitimidad y sus progresos como nación.

La llegada del deporte occidental a China llegó con la presencia de los extranjeros en sus ciudades portuarias. Sin embargo, los historiadores han ofrecido diferentes alternativas respecto a cuál fue el primer acontecimiento que se puede asociar oficialmente a la entrada del deporte en China:

1) La creación de un equipo de béisbol en la academia misionera canadiense “Phillips Andover” en 1872, en el que se integraron Tang Shaoyi (futuro primer ministro en la República), Han Tianyou (famoso ingeniero de la época) o Liang Cheng (último embajador del gobierno Qing en Estados Unidos); 2) el regreso de los estudiantes chinos que se habían formado en el extranjero y que a su regreso trajeron balones de fútbol y materiales de otros deportes abriendo su práctica a círculos cerrados de amigos; 3) la primera competición deportiva de la Universidad St. John en Shanghai, organizada por el misionero S.E. Smalley en 1890; o 4) la llegada de la YMCA (Youth Men´s Christian Association) a Tianjin en 1895 y la organización de los Primeros Juegos Deportivos en 1910 en Nanjing.

Para Jarvie, Hwang, Brennan (2008) y Speak (2000) el acercamiento real del deporte a la población china lo facilitaron finalmente los misioneros y, en especial, de la YMCA a través de sus centros educativos.

Es más, se considera que fue especialmente la YMCA la que expandió el mensaje de que el deporte podía ser una fórmula privilegiada para transformar China tanto a nivel interno, mejorando la salud y la condición física de sus ciudadanos, como a nivel externo, actuando como un recurso para que China fuese reconocida como nación por las potencias Occidentales.

La YMCA fue la institución de referencia del país en el ámbito deportivo hasta 1924, y hasta esta fecha actuó como consejera en el diseño de programas deportivos, en la formación del profesorado en el país, en la creación de los departamentos de Educación Física las Universidades, en la organización y gestión de las primeras ediciones de los Juegos Nacionales deportivos del país (1910-1924); y en la creación de los Juegos del Lejano Oriente (los llamados hoy Juegos Asiáticos).

A partir de esta fecha China desarrolló desde Shanghai y la Asociación Atlética China un movimiento autóctono que le ayudó a hacerse finalmente con el control de la gestión deportiva del país.

Mao Zedong también estuvo también a favor del deporte y pronto descubrió en él una herramienta para potenciar la productividad y cultivar alianzas políticas. De hecho, es famosa la política que desarrolló a través del tenis de mesa en 1972, para acercarse a Estados Unidos, y facilitar sus objetivos de alejarse de la Unión Soviética. Finalmente, Deng Xiao Ping puso las bases finales para modernizar el sistema deportivo del país y ubicar a China en el marco deportivo internacional en igualad de condiciones que Occidente.

Se puede afirmar que China mostró desde un primer momento un gran interés por querer participar en la competición deportiva internacional como medio para aumentar su prestigio a nivel mundial, y lo hizo embarcándose en dos frentes: Los Juegos Olímpicos y los Juegos del Lejano Oriente.

Indicar, como datos asociados a los Juegos Olímpicos, que: en 1921 la China National Amateur Athletic Federation (CNAAF) fue reconocida por el Comité Olímpico Internacional como el representante oficial del Comité Olímpico Chino; en 1932, China mandó su primera delegación de deportistas a unos JJ.OO.; en 1984 consiguió 15 medallas de oro, 8 de plata y 9 de bronce; y que en 2008 organizó sus primeros Juegos Olímpicos.

CUERPO CODIFICADO

La introducción de la gimnástica occidental en China fue paralela al desarrollo de la cultura deportiva, pero en su caso, llegó de manos de la gimnasia sueca y alemana en la “instrucción militar”.

Tras la derrota contra Occidente y la interpretación de que los sistemas de artes marciales autóctonos no habían estado a la “altura” de las circunstancias, el gobierno Qing decidió adoptar en su ejército los modelos de instrucción militar occidentales con el fin de fortalecer y asegurar la supervivencia como nación.

El sector que mayor transformación sufrió bajo la influencia de la gimnástica occidental fue el de las artes marciales (wushu). Como estas parecían destinadas a desaparecer porque habían sido estigmatizadas como algo “feudal” y “supersticioso” del pasado por los intelectuales que promovieron la modernización del país, los maestros y practicantes, de forma particular y organizada a través de asociaciones, se embarcaron en un importante proceso de “deportivización” de las artes marciales para asegurar su salvación y un lugar en el proceso de construcción de la “Nueva China”.

Este camino les llevó entre otras cosas a:

– Implantar las metodologías de enseñanza occidentales en sus escuelas y diseñar tablas y formas con secuencias reducidas, sencillas y fáciles de aprender y de trabajar en grandes grupos, así como exámenes.

– Introducir los conocimientos occidentales en materia de fisiología, anatomía, biomecánica, pedagogía, kinantropometría, etc. en sus explicaciones.

– Alejarse del “secretismo” que caracterizaban las escuelas marciales editando manuales con fotos en los que se ofrecían todo tipo de explicaciones para llegar a cualquier persona, independientemente de su género, origen y estatus económico.

– Adoptar terminología extranjera y transformar “antiguos nombres poéticos” por nombres más científicos y modernos.

– Ensartar el modelo de la competición deportiva en las artes marciales desarrollando reglamentos, categorías, formas de puntuación y penalización, etc.

–  Desarrollar la noción de franquicia para expandir academias por el país y el sudeste asiático.

Todas estas estrategias tuvieron su éxito porque consiguieron que al final las artes marciales estuviesen presentes en los grandes eventos deportivos, en la instrucción militar del ejército, e incluso dentro del currículum de la Educación Física, y condicionaron el modelo actual que conocemos en muchas de las artes marciales chinas.

Referencias Bibliográficas

Boucher, A. (2008). The Introduction of Sports in China. China Perspectives, 1, 48-51.

Brownell, S. (2012). Wushu and the Olimpic Games. Combination of East and West or Clash of Body Cultures?. En: Lo, Vivienne (Ed.). Perfect Bodies. Sports, Medicine and Immortality. London: British Museum. 59-69 pp.

Jarvie, G.; Hwang, D.J. y Brennan, M. (2008). Sport, Revolution and the Beijing Olimpics, New York: Berg.

Guoqi, X. (2008). Olimpic Dreams. China and Sports, 1895-2008, USA: Harvard University.

McCurley, D. (2005). Juedixi: An Entertainment of War in Early China, Asian Theatre Journal, 22(1), 87-106.

Morris, A. (2004). Marrow of the Nation. A History of Sport and Physical Culture in Republican China, London and Los Angeles: University of California.

Morris, A. (2000). To Make the Four Hundred Million Move. The Late Qing Dynasty Origins of Modern China Sport and Physical Culture. Comparative Studies in Society and History, 42(4), 876-906.

Morris, A. (1999). I Can Compete” China in the Olympic Games, 1932 and 1936, Journal of Sport History, 26(3): 545-566.

Speak, M. (1999). China in the Modern World: 1840-1949. En: Riordan y Jones (Eds). Sport and Physical Education in China, (70-89 pp). London: International Society for Comparative Physical Education and Sport (ISCPES). 

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

El Cuerpo “Alquímico” en el Taoísmo Esotérico y Religioso

Esta visión del cuerpo hay que enmarcarla dentro de las prácticas de inmortalidad y adquisición de poderes “sobrenaturales” que se desarrollaron en China en el contexto esotérico y religioso.

Los antecedentes de este cuerpo hay que buscarlos en el culto “xian” o el culto a la búsqueda de la inmortalidad que se desarrolló a partir de la dinastía Qin (221-206 a.C.).

Parece ser que el Primer Emperador que unificó el país, Qin Shi Huang Di (reinado 221-210 a.C.), cuando estuvo próximo a su muerte, se obsesionó por la inmortalidad y atrajo a su corte a numerosos representantes de estos conocimientos: los fangshi (Señores de las Recetas).

Aunque en un momento dado estos fangshi llegaron a agotar la paciencia del Emperador por la “falta de resultados”, y este decidió enterrar vivos a 460 de ellos alegando que si tenían esos poderes fácilmente resucitarían, hubo uno en particular, Xufu que ganó la confianza del Emperador.

Xufu aseguró que existía una “píldora” mágica que permitía vivir al hombre eternamente. Una fórmula que se encontraba más allá de los mares orientales, en tres islas sagradas (Penglai) habitadas por inmortales, pero a las que sólo hechiceros cualificados y jóvenes puros y vírgenes podían llegar.

El Emperador, sin dudarlo, envió al mago al mando de una flota con mil jóvenes vírgenes para encontrarlas, si bien al final, parece ser que Xufu se quedó en las islas de Japón donde nunca regresó y dejó al Emperador sin las supuestas píldoras de la inmortalidad.

Un segundo emperador que también se acercó a los seguidores del culto a la inmortalidad fue Wu Di (reinado 141-87 a.C.). Parece ser que su interés surgió en su necesidad de buscar cómo realizar correctamente el “fengshan”, el sacrificio más solemne de los rituales imperiales y establecer el nuevo calendario para el Imperio.

Entre los personajes que más influencia tuvo en este emperador está Li Shaojun (aprox. 133 a.C.). Parece ser que este personaje le dijo al Emperador que era una “inmortal” y que le enseñaría a cómo llamar a los espíritus, y cómo convertir el cinabrio en oro para hacer cuberterías en las que al comer y beber aumentaría su longevidad. Además, también le animó a realizar el ritual “fengshan” en Penglai, la isla de los inmortales, para que se pudiese convertir él mismo en un inmortal. El Emperador Wu Di, también llegó a enviar una flota en busca de la isla de los inmortales (Penglai),

Como se puede observar, en estos tiempos la inmortalidad era buscada a través lo que se puede denominar como la “alquimia externa” (waidan), si bien, todavía sin hacer un uso de ningún tipo de ejercicio corporal ni meditativo, ni la ingesta de ninguna píldora de la inmortalidad.

No será hasta la aparición de la obra “Discusión sobre la Sal y el Acero” (Yantie Lun) en el año 60 a.C. cuando se empiece a hablar de las píldoras de la inmortalidad (Tan) y se empiecen a crear “laboratorios” en los que se combinará el uso de minerales (plomo, mercurio, oro, plata, lapislázuli, jade, etc.) y plantas medicinales principalmente.

Aunque esta línea de investigación fue patrocinada por muchos Emperadores a lo largo de las diferentes dinastías en China, lo cierto es que las consecuencias finales fueron en la mayor parte de los casos “nefastas”. Al final, numerosos emperadores murieron envenenados por la toxicidad de los ingredientes utilizados (cinabrio, arsénico, oro, plata, plantas medicinales, etc.) para elaborar aquellas “píldoras”.

Por ejemplo, en la dinastía Tang (618-907), la época dorada de los elixires externos de la inmortalidad, la “píldora de la inmortalidad” a causó la muerte, la obsesión y la locura de los emperadores Taizong (reinado 627-49) Xianzong (reinado 806-20), Muzong (reinado 821-24), Wuzong (reinado 841-846) y Xuangzong (Reinado 847-59); en la dinastía Ming (1368-1644), la muerte del emperador Jiajing; y en la dinastía Qing (1644-1911), la muerte del emperador Yongzheng (reinado 1722-35), el último emperador que patrocinó esta práctica.

En paralelo al “Waidan”, y al margen inicialmente del taoísmo religioso, surgieron personajes que decidieron retirarse a las montañas y bosques para transferir las ideas de la alquimia externa en alquimia interna. Así, las prácticas respiratorias, la visualización y la canalización de la energía, pasaron a convertirse en instrumentos para crear una píldora interna de la inmortalidad en base a un trabajo esotérico.

Por ejemplo, el fuego intenso que se necesitaba al principio para empezar la cocción de la “medicina” dentro del “caldero”, y que después disminuía cuando el “Tan” estaba casi elaborado, se identificó con el control de la respiración y el objetivo de instalar una respiración como un “hilo de seda”, e incluso la “ausencia de respiración”, como condición para elaborar la “píldora” en el “Tantien” interno.

Sin embargo, también hay que señalar que hubo una corriente que no buscó una píldora de la inmortalidad, sino crear en el interior del cuerpo otro cuerpo inmortal que a la muerte se liberaba del “cadáver” (como una mariposa sale de su crisálida), para pasar a vivir entre los inmortales o entre los hombres en el anonimato. Este cuerpo inmortal se iba nutriendo como un embrión a lo largo de la vida a través de prácticas alquímicas, dietéticas, gimnásticas y respiratorias.

Toda esta corriente se identificará bajo el nombre de “alquimia interna” (Neidan) y tendrá entre sus más famosos precursores a Wei Boyang, un personaje que habría vivido enla dinastía Han Oriental (147-167 d.C.) en la actual región de Zhejiang y que registró sus conocimientos crípticamente en sus obras “Zhou Yi Can Tong Qi”(El Sello de la Unidad de los Tres de acuerdo al Libro de los Cambios) y “Wu Xian Lei” (Obras en las que se interpretaban y utilizaban los trigramas y hexagramas del I Ching para ofrecer la información alquímica).

Actualmente existe cierta polémica sobre el contenido del ZhouYi Can Tong QI y se considera que en realidad fue un documento que se enfocó en el estudio del “Libro de los Cambios” (actual I Ching) y que pudo tener una orientación más centrada en la alquimia externa (waidan) y el consumo de elixires que en otras cosas.

La obra que conocemos en la actualidad en realidad habría sido elaborada a finales del siglo VII d.C., bajo la influencia de la escuela taoísta religiosa Shangqing (Gran Claridad) tomando prestados términos y conceptos de obras como el Huangting Jing (Escritos de la Corte Amarilla) o el Huangdi Juiding Shendan Jing (Escritura sobre los Elixires Divinos de los Nueve Trípodes del Emperador Amarillo o Escritura de los Nueve Elixires).

Según Nathan Sivin (1968), el desarrollo inicial del cuerpo alquímico no se asoció inicialmente a ninguna religión. Ge Hong o Ko Hung (283-343 d.C.), el autor del Baopuci (Pao p´u tzu), otra obra fundamental para la alquimia interna china, no perteneció a ninguna secta “taoísta” en su tiempo. De hecho, este personaje sólo consideró como su única fuente de autoridad espiritual a su maestro Cheng Yin del que recibió numerosos textos.

Según este mismo autor fue después, cuando los monasterios y templos empezaron un proceso de recopilación bibliográfica sobre todo tipo de libros que les interesaban (medicina, plantas, alquimia geomancia, prácticas físicas terapéuticas, etc.), cuando incorporaron estas ideas al contexto religioso.

Se puede afirmar que las prácticas de la alquimia interna evolucionaron hacia la cultura del “Tantien”, el cultivo de la “energía interna”, y que esta tomó como referencia la Teoría del Jing-Chi-Shen. El camino para la inmortalidad se interpretó como “la transmutación del Jing en Chi”, es decir, los líquidos “esenciales” (semen, sangre, médula, saliva) en “Vapor Vital”, y “el Chi en Shen”, es decir, el “Vapor Vital” en “Espíritu” para poder volver al “estado Original” y poder “vivir en el Cielo como un Inmortal”.

Las teorías del “Neidan” alcanzaron su máximo esplendor en la dinastíaSong(960-1279), siendo la obra más importante “Despertar a la Realidad” (Wuzhen Pian) de Zhang Boduan (987-1082), el patriarca de la Escuela Nanzong.

En ella se compilaron, bajo estilo de poemas, las teorías sobre cómo cultivar el TanTien y se destacó la importancia en el proceso de armonizar el Yin y el Yang. 

Para cerrar este apartado simplemente indicar que Francois Jullien (2007) considera que las bases que contribuyeron al desarrollo de estas teorías hay que asociarlas al hecho fundamental de que dentro del taoísmo original no existió la concepción de la una vida después de la muerte.

No se definió un Olimpo como los griegos, ni un paraíso como los cristianos, ni una Tierra Pura como los budistas, ni la reencarnación hinduista. Tan sólo se consideraba que al morir se separaban las energías que habían creado a la persona y nada más.

Si no hay nada después de morir, es normal que se desarrolle la necesidad de buscar prácticas que ayudasen a vivir el máximo de tiempo posible, e incluso que se llegase a desarrollar la idea de buscar la inmortalidad, incluyendo al cuerpo físico de la persona.

Referencias Bibliográficas

Clements, J. (2009). El Primer Emperador de China, Barcelona: Crítica.

Jullien, F. (2007). Nutrir la Vida. Más allá de la Felicidad, Madrid: Katz.

Lloyd, G. (2008). Las aspiraciones de la Curiosidad. La comprensión del mundo en la Antigüedad: Grecia y China, Madrid: Siglo XXI.

Maspero, H. (2000). El Taoísmo y las Religiones Chinas, Madrid: Trotta.

Pregadio, F. (2012). A Historical Overview of Taoist Alchemy, Golden Exilir Press.  

Pregadio, F. (2002). The Early History of the Zhouyi Cantong Qi. Journal of Chinese Religions, 30, 149-176.

Schaab-Hanke, D. (2002). The Power of and Alleged Tradition: A Prophecy Flattering Han Emperor Wu and its Relation to the Sima Clan. Bulletin of the Museum of Far Eastern Antiquities, 74, 244-91.

Schipper, K. (2003). El Cuerpo Taoísta, Barcelona: Paidós.

Sivin, N. (1968). Chinese Alchemy: Preliminary Studies, USA: Harvard University.

Yangzheng, L. (2009). History of Chinese Taoism, Beijing: Foreign Languages Press.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

El Cuerpo “Energético” del Contexto Médico

Este cuerpo corresponde al cuerpo de meridianos, puntos y correlaciones energéticas que conocemos gracias a la acupuntura y que se construyó principalmente en la dinastía Han (206 a.C.–220 d.C.).

Los antecedentes de esta visión corporal hay que buscarlos, según Elisabeth Hsu en el periodo de los Reinos Combatientes y, en particular, en la noción de un “cuerpo sentimental” que se desarrolló en esta época. Un cuerpo afectado principalmente por la respiración, los sentimientos y las emociones.

Este cuerpo sentimental aparece descrito en dos textos: el Yin Shu (siglo II a.C.) y el Nei Ye (siglos IV y III a.C.). En el primero, el cuerpo es concebido como una realidad polarizada de Yin y Yang, bajo la armonía de dos emociones fundamentales: la alegría y el enfado. La parte alta del cuerpo se asocia con el yang y la emoción de la alegría, mientras que la parte baja se asocia al yin y a la emoción del enfado. En el Nei Ye, sin embargo, el cuerpo aparece diferenciado en dos dimensiones, una externa ligada al cuerpo y la piel que sirve que salvaguarda la esencia interna, y otra interna gobernada por los sentimientos. Es decir, se diferencia entre el cuerpo visible y el invisible.

En el Yin Shu en particular, se identifican además 11 conductos (mai), 6 en las piernas y 5 en los brazos, que podrían ser los antecedentes de los actuales meridianos modernos (Jing), pero que se caracterizan por ser descritos como conductos independientes capacidades de externalizarse e internalizarse en el cuerpo.

Según Elisabeth Hsu (2005, 2009), en estos tiempos el referente de un cuerpo saludable era aquel que mostraba la firmeza y la textura de los tallos tiernos de las plantas, pero también la solidez y la tonicidad del jade. Por eso, en el diagnóstico que se hacía a través de los “mai”, lo correcto era que estuviesen llenos, firmes y flamantes.

Pero lo que resulta más interesante es que en ambos textos no se hace ninguna referencia ni a los órganos ni a las vísceras, ni se enumeran las cinco emociones de la medicina tradicional china oficial, ni se explicita que exista ningún tipo de sustancia vital (qi) que fluya por los mai. La noción de qi simplemente aparece asociada a procesos corporales como la respiración o el vapor de los alimentos.

Respecto a la noción de energía vital (qi), hay que señalar que, en los textos pre-han, este concepto aparece nombrado en los registros más antiguos como verbo y no como sustantivo, y siempre, bajo el referente de “viento” o “respiración”.

Será después, cuando aparecerá nombrada como un constituyente más del cuerpo junto a los huesos, tendones, sangre, venas y la carne. Un componente que se describe como un componente “psicológico” dado que se considera que las alteraciones del qi afectan a las emociones internas (y no a los órganos y vísceras).

La primera referencia que se tiene del qi como un aspecto ligado a los “mai”, aparece en el texto Chunyu Yi, y aquí, guarda una connotación de tipo táctil, de impulsión o irrigación en el mai.

La siguiente interpretación sobre el cuerpo que se introduciría en la medicina fue el “cuerpo ecológico” que hemos explicado en el cuerpo sagrado de este blog, una visión del cuerpo que habría aparecido en la dinastía Qin y principios de la dinastía Han.

No será hasta finales de la dinastía Han cuando se cree la noción del cuerpo energético que se enseña en la medicina tradicional china actual. Una nueva interpretación del cuerpo que nació como fruto de un proceso de estandarización y homogenización oficial de la medicina en base a la Teoría de los Cinco Agentes (Wuxing) y quedó recogida en el Huangdi Neijing (El Canon de Medicina Interna del Emperador Amarillo).

En este momento, y para salvaguardar la dificultad de conseguir casar las cuatro estaciones con los cinco agentes, se introdujo una quinta estación; se cambió la prioridad de la estación climática por las direcciones espaciales que ayudan a “casar” mejor la teoría, y los órganos y vísceras del cuerpo pasaron a asumir todo el protagonismo.

Lo primero que hay que habría que destacar de la visión del cuerpo construida en esta época es que fue muy polifacética ya que se intentó aunar las diferentes concepciones médicas que circulaban en la época.

Por eso, el cuerpo es interpretado por un lado como un organismo conformado por meridianos (jing) que conectan con los órganos internos y por los que circula la energía; pero también como un cuerpo estructurado anatómicamente según las nociones del yin y yang; un cuerpo de correspondencias en base a la Teoría de los Cinco Agentes; e incluso un cuerpo influenciado por el clima.

En el Huangdi Neijing aparece ya conformada la noción de energía vital (qi) como fuente de vitalidad, y como realidad que se expresa en cuatro aspectos: 1) Energía ancestral (yuan qi) la energía que recibimos en herencia de nuestros padres. Se ubica en los riñones y representa nuestro “capital” de vida desde el nacimiento; 2) Energía compleja (zhong qi), la energía que se absorbe con la respiración; 3) Energía nutritiva (ying qi) la energía que recibimos de los alimentos; y 4) Energía defensiva (wei qi), que protege al cuerpo de las agresiones externas. Además, se considera que estas energías pueden sufrir importantes modificaciones: insuficiencia, estancamiento o rebeldía dando lugar a diferentes patologías.

La circulación de estas energías toma lugar en el organismo a través de una extensa red de canales, con trayectos definidos, que reciben el nombre de meridianos (Jing). Unos canales que ayudan a conectar todas las estructuras del cuerpo tanto en el interior (órganos-vísceras) como en el exterior (piel, huesos, músculos, pelo, etc.).

Estos meridianos se clasifican en: 1) Meridianos principales, 12 canales que circulan por el cuerpo uniendo la superficie con los órganos y vísceras internas; 2) Meridianos Luo, “ramificaciones” de los meridianos principales que ayudan a conectar un meridiano yang con uno yin (12 Luo transversales) o los órganos y las vísceras (15 Luo longitudinales); 3) Meridianos tendino-musculares, otras 12 ramificaciones de los meridianos principales que se extienden hacia los tendones, ligamentos y músculos; 4) Meridianos curiosos, maravillosos o extraordinarios, 8 canales que aunque son “independientes” se entrelazan con los meridianos principales para regular en ellos el exceso o defecto de energía; y 5) Meridianos distintos, 12 meridianos que se ramifican desde el meridiano principal para conectar con los órganos y vísceras internos.

Cada meridiano se compone a su vez diferentes puntos (shu xue) o los lugares específicos en donde se manifiesta, concentra y transmite la energía de los órganos-vísceras hacia el exterior. Estos puntos están ubicados a diferentes profundidades dentro del cuerpo y se utilizan para el tratamiento de diferentes patologías. Actualmente existe un total de 361 puntos, pero en el Huangdi Neijing de la época el número era de 160.

Dentro de la teoría médica se considera también que los órganos y vísceras del cuerpo pueden ser afectados por factores climáticos (xie qi): viento, frío, calor húmedo, humedad, sequedad y calor; agentes patógenos (li qi); y por emociones internas (qi qing): alegría, enfado, tristeza, ansiedad y miedo.

A su vez, y como se ha indicado anteriormente, el cuerpo aparece descrito como una expresión del Yin-Yang. Aquí se considera que cada estructura y cada función del organismo puede clasificarse con una naturaleza yin o yang. Por ejemplo, dentro del cuerpo, los seis órganos (zhang): corazón, pulmón, hígado, bazo, riñón y pericardio, son clasificados como yin al ejercer una función de conservación, producción y reserva de la energía, mientras que las seis vísceras (fu): intestinos delgado y grueso, estómago, vesícula biliar, vejiga y triple recalentador; y las entrañas extraordinarias (cerebro, útero, huesos, médula, vasos sanguíneos), son consideradas yang por su función de transformar, transportar y evacuar la energía.

Del mismo modo, la parte superior del cuerpo es considera yang y la parte inferior yin, la parte posterior del cuerpo es considera yang y la anterior yin, la parte externa de brazos y piernas son considerados yang y las internas yin, etc.

Esta visión cosmológica recoge simbólicamente las teorías de dualidad-complementariedad antiguas que interpretaban el mundo como polaridad de de: luz-oscuridad, día-noche, hombre-mujer, frío-calor, arriba-abajo, activo-pasivo, móvil-inmóvil, cielo-tierra, agua-fuego, excitación-inhibición, inspiración-espiración, verano-invierno, contracción-relajación, etc.

Desde el corpus médico, esta concepción llevó a la interpretación de que el yin y el yang dentro del organismo están interactuando constantemente, pero intentando mantener un relación de equilibrio. Cuando se produce un predominio o debilitamiento en uno de ellos aparece la patología. La ley sería: El exceso de yin daña al yang, el exceso de yang daña al yin. Cuando hay un exceso de yang se produce calor y cuando existen un exceso de yin se produce frío, El yin extremo se convierte en yang y el yang extremo se convierte en yin. La habilidad en el diagnóstico se definió como la capacidad para saber distinguir este equilibro entre el yin y el yang a través de la inspección y la palpación de los pulsos.

Finalmente, y con respecto a la Teoría de los Cinco Agentes, el interior del cuerpo también fue concebido como un instrumento de resonancia con el universo, según el cual, todo lo que existe en el universo se correlaciona con el interior del organismo en base a cinco dinámicas o movimientos que responden a los nombres de los elementos madera, fuego, tierra, metal y agua.

Un proceso explicitado en tablas de correspondencias donde aparecen clasificados por elementos sus colores, climas, estaciones, direcciones espaciales, sabores, olores, notas musicales, animales, planetas, emociones, movimientos, números, tejidos, sentidos, etc. afines.

¿Qué factores contribuyeron a que en la medicina china se adoptase un modelo de cuerpo basado en lo sutil y no en lo anatómico como ocurrió en Occidente?. Para Lloyd (1996) y Kuriyama (2005), las causas se encuentran en el rechazo hacia la disección del cuerpo humano que había en la época.

Según Confucio toda mutilación debería considerarse como un acto impío y la disección era entendida como un formato de mutilación. Esta importante restricción habría forzado a la medicina en China a estudiar del cuerpo a través de la “escucha” de la información sutil y el razonamiento sistémico.

Elisabeth Hsu (2005) puso en duda esta explicación al constatar cómo en diferentes fuentes textuales de la época de los Reinos Combatientes se confirma que la práctica de la disección se realizaba en China con presos y prisioneros y como fórmula forense.

Para esta autora, las causas que llevaron a elaborar este modelo sutil del cuerpo deben buscarse en el predominio de una cultura táctil o de palpación sobre los cuerpos vivos que tuvo lugar durante los siglos III y II a.C. en la dinastía Han (206 a.C.–220 d.C.).

En los textos médicos de encontrados en las tumbas de Mawangdui, en el Shiji y en algunos pasajes del Huang Di Nei Jing: 1) se habla del uso de tres métodos de exploración táctil en el diagnóstico médico en aquella época. Sobre las extremidades, en busca de los puntos o zonas con dolor; sobre el pulso, en diferentes zonas anatómicas del cuerpo para interpretar la calidad del qi en los órganos y vísceras del cuerpo; y sobre el abdomen, para acceder directamente a la calidad de los órganos; y 2) se introduce una gran riqueza de vocabulario para describir el dolor, la calidad del pulso, la firmeza y plasticidad de la piel, que evidencian esta gran sensibilidad táctil a lo sutil en la antigua medicina china.

Referencias Bibliográficas

Hsu, E. (2005). Tactility and the Body in Early Chinese Medicine, Science in Context, 18(1), 7-34.

Hsu, E. (2007). The Biological in the Cultural: The five agents and the body ecologic in Chinese Medicine, En: Parking, D. y Ulajaszek, S. (Eds.) Holistic Anthropology: Emergences and Divergences,(91-126 pp). Oxford: Berghahn.

Hsu, E. (2009). Outward Form (Xing) and Inward Qi: The “Sentimental Body” in Early Chinese Medicine, Early China, 32, 103-124.

Kuriyama, S. (2005). La Expresividad del Cuerpo y la Divergencia de la Medicina Griega y China, Madrid: Siruela.

Lloyd, G. (2006). Principles and Practices in Ancient Greek and Chinese Science. Great Britain: Ashgate.

Lloyd, G. (2008). Las aspiraciones de la Curiosidad. La comprensión del mundo en la Antigüedad: Grecia y China. Madrid. Siglo XXI.

Ping, L. (2000). El gran libro de la Medicina China. Barcelona: Martínez Roca.

Sans, T. (2003). Su Wen. Huang Di Nei jing So Ouenn. Madrid: Dilema.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

Bioenergética. Alexander Lowen

Alexander Lowen (1910-2008) nació en Estados Unidos y se formó en derecho y medicina. Según Miller (2010) su interés por las técnicas corporales surgió de su propia vida personal. En una familia conflictiva y en medio de la gran depresión norteamericana de 1930, Lowen encontró en el ejercicio físico un medio para poder escapar de los sentimientos depresivos.

Alexander Lowen empezó su recorrido sólo, pero cuando Wilhem Reich llegó a Estados Unidos huyendo de la persecución nazi, pronto se decidió a estudiar con él, manteniendo el contacto entre 1940 y 1952.

De Reich asumiría cuatro importantes ideas: la terapia exclusivamente verba es insuficiente y la defensa de la interdependencia entre cuerpo y psiquismo (defensas psíquicas y coraza muscular); la interpretación de las actividades mentales y psíquicas en términos de procesos energéticos; el importante papel de la respiración y la sexualidad en la salud; y la noción de que el ser humano está conformado por una serie de capas superpuestas, en donde la parte más externa se corresponde a la parte más dependiente de la adaptación social y la más profunda a la parte más espontánea, natural y primaria, quedando en medio un estrato de defensas musculares.

Sin embargo, en 1956 empezó a recorrer un nuevo camino junto a John Pierrakos (1921-2001) creando juntos el Instituto de Análisis Bioenergético. Con la deriva que habían tomado los estudios de Reich en Estados Unidos, Lowen pronto quiso alejarse de él y empezó a mostrar las diferencias de su método.

Entre las más importantes figuran: la noción de “enraizamiento” (sentir los pies en el suelo) y el trabajo de pie, como fórmula para dar seguridad a la persona en el trabajo que se estaba desarrollando; la importancia del placer en sentido amplio en vez de asociado exclusivamente a la sexualidad; la noción del movimiento de la energía desde el corazón hacia el resto del cuerpo en vez de la cabeza a los pies; el desarrollo de sus propias tipologías corporales en base a los bloqueos musculares; el énfasis en los trabajos respiratorios; y la afirmación de su capacidad de poder leer el cuerpo y saber a qué edad la persona quedó bloqueada.

John Pierrakos se separó de Lowen en los años 70, cuando empezó a mostrar interés por investigar sobre aspectos más espirituales y sobre las fuerzas transpersonales en el trabajo corporal. Pierrakos crearía su propio método conocido como Core-Energética.

BASES DE LA BIOENERGÉTICA

La bioenergética se enmarca dentro de las teorías psicoanalíticas que incluyen el trabajo corporal en el tratamiento del paciente. La idea de base es intervenir a nivel corporal para ayudar a tomar conciencia de los traumas y represiones, y después, tratarlos psicoanalíticamente.

En la bioenergética se considera que el cuerpo es como un “diario inconsciente” en el que quedan inscritos los conflictos más relevantes de la persona desde el punto de vista emocional.

Lowen diferenció cuatro capas la persona: 1) la capa del “Ego”, la más superficial, que muestra las defensas emocionales a través de la negación, la proyección, el reproche, la desconfianza, la racionalización o la intelectualización; 2) la capa “Muscular”, en un plano intermedio, es la “armadura” que protege a la persona de los sentimientos reprimidos que no se atreve a expresar; 3) la capa “Emocional”, interna, tiene que ver con las emociones y conflictos reprimidos con relación a la cólera, el pánico, la desesperación, la tristeza y el dolor; y 4) la capa del “Corazón”, el núcleo central de la persona en lo más profundo.

Para Alexander Lowen, el corazón representa el lugar más profundo de la persona, y nos recuerda expresiones de la vida cotidiana que dan evidencia de ello: “ir al corazón del asunto”, “me ha llegado al corazón”, “con el corazón en la mano”, etc.

El sentimiento que ve asociado al corazón es el amor, la alegría de vivir y la franqueza.  En el trabajo bioenergético se irá “desbloqueando” capa a capa el cuerpo, para que el corazón de la persona se vuelva a expresar y pueda volver a sentir placer por la vida, espontaneidad y vitalidad.

NOCIÓN DE ENERGÍA

Se puede definir la bioenergética como el estudio de la personalidad humana en función de los procesos energéticos del cuerpo.

El primero en hablar sobre los procesos bioenergéticos en el cuerpo fue Wilhem Reich. Para Reich, toda persona, al igual que el universo, está dotada de una energía universal que identificó bajo el nombre de “orgón”.

La cantidad de energía que tiene un individuo y la forma de canalizarla configura su personalidad. La regla es que todo exceso de energía produce una tensión que debe liberarse para recobrar el equilibrio inicial. Cuando no se puede liberar el exceso de energía, la tensión que se genera en el cuerpo se expresa en forma de “coraza” o “armadura” muscular.

MÉTODOS DE TRABAJO

Los métodos prácticos que propone la bioenergética para poder liberar los nudos y las tensiones anclados en el cuerpo por el exceso de energía y favorecer el libre flujo de la energía en el cuerpo son principalmente: el enraizamiento, el movimiento, la respiración, la expresividad, la manipulación.

– El Enraizamiento. Estos ejercicios tienen como objetivo “anclar”, “dar apoyo” a la persona, “asentar” al individuo sobre la tierra a través de sus pies para ofrecerle seguridad frente al proceso en el que se ha embarcado y superar su ansiedad de caer o fracasar.

Para Lowen, nuestro contacto con la tierra habla de nuestra capacidad para estar conectados a las realidades básicas de la vida, sobre la firmeza del carácter y la sensación interna de seguridad. Tener una postura bien enraizada al suelo es el reflejo de una personalidad estable.

Un buen enraizamiento es aquel que permite que la onda de excitación descienda por el cuerpo hasta las piernas y los pies  e invierta su dirección hacia arriba como si la tierra nos empujara para sostenernos erguidos.

– El Movimiento. Los ejercicios enfocados a buscar posturas “estresantes” que tienen como objetivo producir un espasmo vibratorio liberador del flujo energético. El modelo de referencia es el “orgasmo”, la forma natural que tiene el cuerpo de liberar la energía.

Reich identificó el orgasmo como una reacción involuntaria del cuerpo que se manifiesta en forma de movimientos rítmicos convulsivos. En la bioenergética se diseñaron ejercicios y posturas para ayudar a generar movimientos corporales involuntarios y espontáneos. La idea es potenciar espasmos vibratorios espontáneos, equivalentes a la función del orgasmo.

En la bioenergética se considera que la vida emocional del individuo depende de la movilidad de su cuerpo, y que la clave de trabajo recae sobre aquellas áreas en donde la movilidad corporal está reducida, hay insensibilidad o tensiones musculares crónicas.

– La Respiración. Los ejercicios respiratorios tienen como objetivo proporcionar una respiración plena y profunda para activar la energía y desbloquear emociones.

La vida está íntimamente asociada a la respiración. Reich descubrió que la respiración genera un movimiento “ondulatorio” en el cuerpo que identificó como “reflejo del orgasmo”. Con la exhalación, la pelvis se mueve espontáneamente hacia adelante y con la inhalación hacia detrás, mientras que la cabeza ejecuta los movimientos contarios. Esta ondulación la denominó la “ola respiratoria”.

Además, la respiración se asocia con el nivel de energía de la persona y el bloqueo emocional. La falta de aire disminuye la energía del cuerpo, por lo que es importante potenciar una respiración plena y profunda; del mismo modo que las personas bloquean su respiración frente a conflictos emocionales contrayendo el abdomen.

– La Expresividad. Los ejercicios de expresividad tienen como objetivo ayudar a la persona a conectar con su espontaneidad interior. Los canales de la auto expresión para la bioenergética son principalmente tres: la voz, los ojos y el movimiento.

Respecto de la voz, considera que las tensiones en nuestra cara modifican nuestra voz. El ideal es reencontrar una voz viva y espontánea a través de la emisión de sonidos espontáneos e incluso el grito para liberar las cuerdas vocales. Respecto de la mirada, la bioenergética considera que expresa seis calidades energéticas: Atracción, deseo, atención, desconfianza, erotismo, odio o confusión. Cada una de ellas sirve para establecer un diagnóstico del bloqueo de la persona a trabajar.

Para Lowen, la emoción que más bloqueos genera es el enfado, y por ello, en su método anima muchos a expresar o sacar las frustraciones y el enfado de forma controlada.

– La Manipulación. El masaje e incluso el contacto con la mano con el paciente son también fundamentales para poder desbloquear las tensiones musculares y ayudar a salir a determinados sentimientos.

Para la bioenergética, los traumas quedan enraizados en la musculatura corporal. De hecho, con el tiempo esas tensiones musculares se congelan para evitar sentir las verdaderas emociones que nos incomodan por dentro. Esto quiere decir, que para la bioenergética existe una “memoria emotiva corporal” que recuerda orgánicamente las decisiones biológicas adoptadas ante situaciones y experiencias especialmente decisivas de la persona desde un punto de vista emocional.

La bioenergética va a introducir el movimiento, la postura, la expresión y la manipulación como formas de desbloquear la musculatura y favorecer en el “aquí y ahora”, el acceso a las emociones y recuerdos emocionales reprimidos del pasado para poder liberarlos. Un trabajo que no se apoya en la voluntad sin en dejar que el cuerpo se suelte, de entrega a los procesos naturales y espontáneos del cuerpo y la vida que generan los ejercicios

CODIFICACIÓN DEL CUERPO

Otro aspecto que también caracteriza a la bioenergética es la asociación de las diferentes zonas corporales de nuestro cuerpo con la expresión del carácter. Una especie de “codificación” de las zonas anatómicas de nuestro cuerpo con respecto a las emociones y actitudes psicológicas en la persona, que permite identificar mejor los bloqueos energéticos.

La identificación de estas asociaciones parte tanto de una lógica funcional, de la observación del cuerpo a la hora de expresar sus emociones, como del saber popular que contienen muchas expresiones cotidianas.

Ejemplo del primer referente es la asociación del corazón con la boca, los brazos y las manos y los genitales. El primero sirve para besar, el segundo para acariciar y abrazar y el tercero para expresar el deseo sexual. Ejemplo del segundo, es observar cómo en la ira los hombros se ponen tensos, se muestran los dientes, se fruncen las cejas, etc. Por último, ejemplos del tercer referente son expresiones del tipo: “tener la cabeza muy alta”, “pisar fuerte”, “decir las cosas con la boca chica”, “ser un bocazas”, “poner un candado a la lengua”, “taparse la cara”, “luchar con uñas y dientes”, “echarse a la espalda una responsabilidad”, “abrirse camino a codazos”, etc.

Referencias Bibliográficas

Gimeno-Bayón, A. (2013). Un Modelo de Integración de la Dimensión Corporal en Psicoterapia, Milenio: Lleida.

Lowen, A. (2004). Bioenergética, (1ª Edición 1977), México: Diana.

Lowen, A. (2000). La Espiritualidad del Cuerpo. Bioenergética, un camino para alcanzar la armonía y el estado de gracia, (1ª Edición 1990), Barcelona: Paidos.

Miller, J.A. (2010). Alexander Lowen (1910-2008): reflections on his life, Body, Movement and Dance in Psychotherapy, 5(2), 197-202.

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About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

Enacción y Meditación

Dentro las tradiciones de meditación orientales, algunas escuelas afirman que el “yo” y el “mundo” son una ilusión. Una creación mental que nos atrapa (māyā), un espejismo del que hay que liberarse para conseguir la liberación. 

¿Hasta qué punto el “yo” y el “mundo” son una ilusión creada por nosotros o una realidad independiente? Franciso J. Varela, Evan Thompson y Eleanor Rosch, desde las perspectivas cognitivistas más actuales, ofrecen una interesante reflexión sobre esta problemática en su libro “De cuerpo presente. Las ciencias cognitivas y la experiencia humana”.

En la obra, estos investigadores muestran como la meditación representa un recurso muy interesante a la hora de indagar en qué consiste la cognición humana, porque el meditador experimentado es una persona capaz de convertirse en un observador de la mente desde el estado de “silencio”, y con ello, acceder a la naturaleza y el funcionamiento de esta.

En este texto se van a describir los paralelismos que establecen estos autores entre la doctrina del “no-yo” budista y la noción de “conectividad” del cognitivismo, y entre el “no dualismo” y la “en-acción”, que establece que las bases del conocimiento hay que ubicarlas en la corporalidad y no en la mente exclusivamente.

NO-YO” Y CONECTIVIDAD

En el cognitivismo se considera que la persona nace en una realidad que no ha creado y que despierta a ella y a sí misma mientras va madurando con la edad, pero también, que lo que capacita a esa persona para aprehender ese mundo es su estructura perceptiva.

¿Cómo se produce la cognición? Las primeras teorías cognitivas consideraron en un inicio, que la cognición era una “representación mental” que se produce en nuestro interior a partir de la manipulación de símbolos que “representan” rasgos del mundo y que nos hacen ver la realidad como si fuera de una determinada manera.

En estas primeras interpretaciones se consideró que cada función cognitiva estaba basada en un componente interno que le daba vida, igual que un ordenador tiene un botón para cada función. El misterio por resolver era descubrir las reglas que condicionan la generación de las cogniciones.

Lo importante de esta perspectiva es que, si cada aspecto cognitivo se procesa en una neurona o en un lugar del cerebro, el “yo” podría ser un proceso mental más entre muchos otros y en sí algo fragmentado, no unificado, igual que mente y conciencia no serían lo mismo. Esta visión compartimental mostraría que el “yo” es una ilusión, e incluso algo más importante, que el “yo” ni siquiera sería necesario para la cognición.

Estas ideas ayudarían a entender como el “yo” es algo que cambia constantemente en función de cada situación. Pero aparece una duda, ¿por qué estamos tan convencidos de que tenemos una identidad, un “centro” coherente desde el cual experimentamos el mundo? Esta percepción no sería posible si no estuviera arraigada en un “yo” o en un “ego” singular e independiente, dotado de existencia real.

La dualidad entre la experiencia común de un “ego” y la incapacidad para encontrar un “yo” dentro de nosotros cobró una importancia central en las tradiciones meditativas del budismo y el hinduismo. De hecho, para estas religiones el origen del sufrimiento humano surge precisamente de nuestra tendencia a aferrarnos y construir un yo donde no hay ninguno.

En meditación, la relatividad del “yo” se puede vivenciar cuando se observa cómo las experiencias internas no son permanentes y se aprecia cómo, momento a momento, van surgiendo y despareciendo nuevas experiencias en la conciencia, como un “rio” cambiante de acontecimientos mentales momentáneos. Este fenómeno se identificó como la no existencia del ego.

El entrenamiento en el meditador está en agudizar su percepción a medida que surgen los contenidos de la experiencia (pensamientos discursivos, tonos emocionales, sensaciones corporales), pero no para interesarse por los contenidos de los pensamientos o en la sensación particular de un “yo pensante”, sino para tomar conciencia del propio acto del pensar, del incesante proceso de esa experiencia.

Cuando se tiene esta experiencia pronto llamaba la atención cómo las personas, en vez de asimilar esa carencia de ego, viven en un total egocentrismo, y constantemente piensan, sienten y actúan como si tuviesen un yo real que tienen que proteger y preservar.

La identificación como “sin substancia” de los llamados “cinco agregados” de la mente que identifica la tradición oriental (formas, sensaciones, percepciones, disposiciones y conciencia), es equiparada por Varela, Thompson y Rosch (2011) a los “símbolos” o “neuronas” con los que se producen las representaciones mentales y la cognición. Todos son caducos, todos cambian constantemente y, por tanto, todos son transitorios e impermanentes y, por tanto, ninguno se puede identificar a un yo.

Pero todavía queda por resolver la pregunta sobre ¿cómo se explica la sensación de la existencia de un ego? La respuesta llegó con las nuevas teorías cognitivistas y su nueva interpretación de que la cognición, es un proceso “emergente” que surge a partir de un conjunto de sistemas, integrados por redes de componentes que, en su interacción, hacen emerger propiedades globales asociadas a cada función cognitiva.

Una perspectiva novedosa que desestima las primeras interpretaciones de que la cognición tenga lugar en lugares precisos del cerebro, para considerar que el cerebro opera más bien de forma “distribuida”, es decir, a partir de “interconexiones” masivas entre neuronas que incluso pueden cambiar como resultado de la experiencia.

Según el nuevo enfoque, la clave de la cognición estaría en laconectividad” entre las neuronas. Una conectividad que, por otro lado, es inseparable de la experiencia de la persona.

Para el cognitivismo, la “conectividad” y la “emergencia” serían las claves que ayudarían a explicar cómo se produce esa “coherencia” o sensación de permanencia de un “yo” a través del tiempo a pesar de no haber un yo real. Su respuesta (como en el budismo madhyamika) es el origen codependiente.

Las nociones de “conectividad” y “emergencia” del cognitivismo se pueden comparar, según Varela, Thompson y Rosch (2011), con la noción del karma (ley de la causa-efecto) del hinduismo y budismo.

La acumulación de vivencias, la conformación de hábitos y su perpetuación en el tiempo, serían las raíces que brindan la experiencia de continuidad del yo. Nuestras intenciones y sentimientos son los que perpetúan el condicionamiento kármico (el budismo se enfocaría en su momento en mostrar cómo se puede romper este proceso o condicionamiento automático).

En resumen, la experiencia de un “yo” en el tiempo tendría que ver simplemente con una serie de acontecimientos y formaciones mentales y corporales que mantienen una coherencia causal e integridad en el tiempo.

CORPORALIDAD Y ENACCIÓN

Otro concepto muy importante que aportan las nuevas teorías cognitivas es la noción de “enacción”.

Actualmente existe una importante rama dentro de las corrientes cognitivas que considera que hasta el acto cognitivo más simple requiere una cantidad de conocimientos aparentemente “infinita”. Aunque para nosotros esta realidad es invisible, porque los procesos ocurren de manera inconsciente, tomamos conciencia de ello en la inteligencia artificial.

Si tuviésemos que conseguir que un robot pudiese conducir por una ciudad, las variables que habría que introducir en el programa serían casi infinitas. El robot, además de atender al acto de conducir debe prestar atención al resto de vehículos, a los peatones, a las condiciones meteorológicas, a las señales, a los hábitos del país donde se conduce, etc.

El mundo de la conducción no “termina en alguna parte”. Tiene una estructura de incesantes niveles de detalle que se funden con un trasfondo no específico de alternativas y posibilidades (de aquí la idea de “infinita”). Se puede afirmar entonces que el éxito de la conducción depende de multitud de habilidades motrices adquiridas y el uso continuo del sentido común, de algo que se define en las teorías cognitivas como: “saber cómo” (know-how).

La enacción rompe con la dualidad “cuerpo-mente” y postula que nuestro conocimiento, nuestra cognición, es algo que “emerge” desde nuestra “corporalidad” como resultado de un “actuar en” el mundo. El mundo es una creación que surge a partir de la inmensa variedad de acciones corporales que realizamos en él, si bien es verdad que esas vivencias están encastradas en un contexto biológico, psicológico y cultural más amplio.

Con el término “acción” de en-acción, lo que se quiere enfatizar es la importancia capital que tienen los procesos motrices y sensoriales, la percepción y la acción, como fundamento inseparable de la cognición.

Esta interpretación está en estrecha concordancia con el trabajo sobre el desarrollo de la inteligencia en el niño aportado en su momento por Jean Piaget. Este demostró como el recién nacido sólo tiene su propia actividad para conocer el mundo, y como el acto más sencillo de reconocimiento de un objeto ocurre exclusivamente en base a su propia actividad mediante patrones repetitivos (reacciones circulares) de acción sensorio-motriz.

La experiencia corpórea, por otro lado, está condicionada por los límites perceptivos y operativos que ha establecido en nuestra biología todo el proceso evolutivo de millones de años de nuestra especie, y que condicionan nuestra forma de ver y estar en el mundo.

Los conceptos de emergencia, conectividad y enacción, nos dicen que el mundo que conocemos no es “pre-dado”, en cuanto a la idea de que el mundo no es algo independiente del conocedor. El conocedor y lo conocido, la mente y el mundo se relacionan mediante una especificación mutua o un coorigen dependiente.

Dentro del budismo mahayana, la escuela Madhyamika representada por Nagarjuna elaboró una filosofía coincidente con las nuevas ideas que defiende la enacción. Para esta escuela las cosas “ni existen ni dejan de existir”, simplemente surgen por codependencia (y así existen), pero carecen de fundamento (en realidad no existen porque los agregados de la mente son sin substancia).

Según Nagarjuna, nada tiene naturaleza propia, todo es codependiente. Si la mente se examina a sí misma encuentra que dentro de la persona no puede agarrarse a algo que sea su “yo”. Si no hay “yo”, las experiencias internas no están “separadas” del mundo. Pere como no podemos acceder a la Realidad por las limitaciones de nuestros sentidos, conocer al final es como mirar un espejo: puro, radiante, pero sin realidad adicional fuera de sí mismo.

Nagarjuna decía que mientras la “mente/mundo” continúa aconteciendo en su continuidad interdependiente, no hay nada adicional para conocer o ser conocido, ni del lado de la mente ni del lado del mundo. La senda surge al andar.

Referencias Bibliográficas

Varela FJ, Thompson E, Rosch E. (2011). De cuerpo presente. Las ciencias cognitivas y la experiencia humana. Barcelona: Gedisa.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

Corporalidad y Psicoterapias

Actualmente existen multitud de técnicas de intervención psicoterapéuticas que ponen el acento en la corporalidad y en la meditación como base para el cambio psicológico. 

Técnicas que trabajan desde el cambio en la estructura corporal (muscular, articular, energética, hormonal); o que utilizan el cuerpo como medio para la toma de conciencia y la resolución de conflictos psíquicos, sin pretender el modificar la estructura corporal.

Para orientarse frente a la gran variedad de prácticas terapéuticas corporales que se pueden identificar hoy en día, Ana Gimeno-Bayón (2013) propone diferenciar entre “psicoterapia corporal”, “método psico-corporal” o “intervención corporal”.

Las condiciones para que una técnica corporal pueda ser clasificada como “Psicoterapia Corporal” son:

1.- Tener como objetivo final el cambio psíquico (cognitivo, emocional, relacional, existencial, etc.), respecto al cual, el cambio físico, si lo hay, es un medio.

2.- Su método de cambio debe estar basado, bien en la modificación de algún aspecto de la dimensión corporal que se supone directamente relacionado con el cambio psíquico; o bien, en la utilización de intervenciones en las que el cuerpo tiene un papel relevante con el fin de proporcionar experiencias de contenido psicológico.

3.- El cambio físico o la implantación corporal durante el proceso van unidos a una toma de conciencia del proceso psíquico inscrito en ellos.

Una técnica corporal se identificará como “Método Psico-corporal” cuando ha desarrollado una serie de estrategias sistematizadas y coherentes que pueden contribuir al cambio psicoterapéutico, pero carece de una base teórica sólida. Técnicas que se han especializado en el tratamiento de una determinada patología principalmente.

Por último, se hablará de “Intervenciones Psico-corporales” para referirse a todas aquellas técnicas que añaden ejercicios corporales a su trabajo como complemento.

BASES ORIENTALES EN LA PSICOTERAPIA CORPORAL

La influencia de las teorías terapéuticas orientales en el desarrollo de las psicoterapias corporales occidentales se debe rastrear en Estados Unidos, en los primeros seminarios realizados por Eric Fromm y que se recogieron en la obra “Budismo Zen y Psicoanálisis” a finales de los años 50.

Una de las instituciones que tuvo un rol especial en todo este proceso fue el Instituto Esalen ubicado en Big Sur (California) al convertirse en los años 70 en un punto de encuentro entre maestros orientales de diferentes tradiciones espirituales, premios nóveles y eminentes figuras del ámbito de la psicología humanista.

A partir de este momento se puede afirmar que muchos métodos y conceptos de las tradiciones religiosas del hinduismo, el budismo y el taoísmo, concebidos en su esencia para el desarrollo espiritual, se empezaron a introducir en diferentes métodos psicoterapéuticos con el fin de potenciar el cambio psicológico inicialmente y, en los últimos tiempos, la transformación espiritual.

Sin embargo, hay algo importante que matizar. Que estas prácticas de las tradiciones orientales se importasen a Occidente, no quiere decir que haya que considerarlas en su origen como psicoterapias corporales. Las técnicas del hinduismo, el budismo y el taoísmo surgieron con fines espirituales y de trascendencia, si bien es verdad, que tangencialmente, trataron el aspecto psicológico de la persona y su corporalidad.

EVOLUCIÓN DE LAS PSICOTERAPIAS CORPORALES EN OCCIDENTE

Según Gimeno-Bayón (2013) la evolución de las psicoterapias corporales se puede investigar según cinco etapas, si bien añadimos una más para referirnos al momento actual:

1.- Etapa del Cuerpo Funcional (1920-1940). Esta etapa constituye el motor de arranque para las Psicoterapias Corporales modernas y se va a impulsar desde dos ámbitos: el contexto psicoanalítico, bajo las figuras de Sandor Ferenczi y Wilhem Reich, y el contexto psicosocial, con Jacob Levy Moreno.

– Sandor Ferenczi (1873-1933) incorporó la “dramatización” en su consulta animando a sus pacientes a expresarse con su cuerpo cuando se quedaban bloqueados verbal o emocionalmente. Desde su punto de vista, la dramatización del “recuerdo traumático” podía liberar toda la carga emocional retenida y actuar terapéuticamente. También utilizó el contacto de la mano con el paciente para facilitar el proceso terapéutico.

Este personaje fue fuente de inspiración para el desarrollo posterior de nuevos métodos como la Psicoterapia Centrada en el Cuerpo de Yvonne Maureer; el Psicoanálisis Dinámico de Jean Sarkissoff; el Somatanalyse de Richard Meyer; o  la Psicoterapia Analítica con Medicación Corporal de Sander Kirsch.

– Wilhem Reich (1897-1957) identificó las “corazas musculares”, grandes bloques de músculos rígidos que caracterizan la tonicidad de la persona, como corazas protectoras. Desde su interpretación, la toma de conciencia no es suficiente hay que realizar la transformación terapéutica, también hay que realizar un trabajo corporal que libere de las corazas. Reich también se interesó por lo que denominó la energía biológica universal (orgón) y concedió una importancia especial a la recuperación de la función del orgasmo.

Wilhem Reich fue fuente de inspiración para Alexander Lowen, creador de la Bioenergética; Gerda Boyesen, creadora de la Vegetoterapia; David Boadella creador de la Biosíntesis; John C. Pierrakos, creador del Core-Energética; Luciano Rispoli, creador de la Psicoterapia Funcional Corporal; o Charles R. Kelly creador de la terapia Radix.

– Jacob Moreno (1892-1974), fue el creador de: las terapias de grupo bajo la filosofía de que el proceso terapéutico se produce en el encuentro genuino entre personas; la sociometría como instrumento para la medición de las interacciones sociales; y el Psicodrama en el que se promulgaba el poder terapéutico de la teatralización (rol playing, inversión de roles, resonancia grupal, etc.). Moreno mostró la importancia del cuerpo en interacción como medio para implicar emocionalmente a la persona.

Su modelo fue fuente de inspiración para Kurt Lewin, creador del Training Group y Fritz Perls, creador de la Terapia Gestalt.

Desde el punto de vista de los Métodos Psico-Corporales, en este tiempo se desarrollan diferentes sistemas enfocados principalmente en la mejora de la postura corporal, el tono muscular, la relajación y el movimiento.

Respecto a la postura y el tono muscular son referencia el método de la Eutonía de Gerda Alexander; el Método Alexander de Matthias Alexander; el Método Pilates de Joseph Hubertus Pilates. Respecto del movimiento corporal son referentes el Método Feldenkrais de Moshe Feldenkrais, el Método Mezieres de François Mezieres; la Terapia de Concentración en el Movimiento de Helmut Stolze. Respecto a la relajación son referencia el Entrenamiento Autógeno de Johannes Heinrich Schultz; la Relajación Progresiva de Edmund Jacobson; el Método Ajuriaguerra de Julián de Ajuriaguerra; y también la Relajación Energética de Ernest Eeman.

Esta etapa se vio reforzada por coincidir con un momento de gran interés a nivel mundial en revalorizar el cuerpo desde diferentes ámbitos sociales. Una corriente que se ha sintetizado bajo el nombre de “movimiento corporeista”.

En el ámbito escénico, por ejemplo, surgieron nuevas tendencias como la Euritmia de Rudolf Steiner o la nueva visión de Constantin Stanilslavski en su técnica de la “creación” del personaje, En la danza surgen también nuevas tendencias creativas que llevan a nuevas expresiones corporales a través de Isadora Duncan, Rudolph von Laban o Martha Graham. En el ámbito de la educación física aparecen nuevos movimientos como la Antigimnasia de Therese Bertherat, el Movimiento Funcional de Elsa Gindler, etc.; y en la propia psicología se desarrollaron nuevas escuelas como la Psicología Analítica de Carl G. Jung o la Psicoterapia Individual de Alfred Adler.

2.- Etapa del Cuerpo Emocional (1960-1970). Esta etapa se caracteriza por el desarrollo de métodos que buscan la liberación de las emociones reprimidas a través del grito y la voz como el Grito Primal de Arthur Janov; la Terapia por el Grito de Daniel Casriel o la formación del Roy Hart Theatre de Roy Hart. El grito, despojado de todo contenido verbal para expresar emociones reprimidas, para volver a conectar con los sentimientos.

En esta misma línea también se desarrolla dentro del ámbito de la psicomotricidad la Psicomotricidad Relacional de André Lapierre y Bernard Aucoutourier, un método que busca a través de situaciones motrices liberar la energía mediante el desbloqueo del cuerpo en las zonas reprimidas en la infancia a través de gritos, movimientos y contacto.

Respecto a los continuadores de las ideas de Wilhem Reich surgen la Orgonterapia de Elleswort Baker; el método Radix de Charles L. Kelly; el Análisis de la Acción de Otto Muehl; el Core Energetics de John Pierrakos; la Vegetoterapia de Gerda Boyessen; la Somatopsicoterapia de Stanley Keleman; la Biosíntesis de David Boadella; la Bioenergética de Alexander Lowen, etc., y con una estrecha relación también con esta corriente el Rolfing de Ida Rolf.

Otros Psicoterapias Corporales que también surgen en esta etapa son la Terapia Gestalt de Fritz Perls, Laura Perls y Paul Goodman; la Danza Terapia de Laura Sheleen; el Focusing de Eugene Gendlin; o la Psicosíntesis de Roberto Assagioli.

3.- Fase del Cuerpo Sensual (1965-1970). Esta etapa se asocia con el nacimiento de psicoterapias y métodos basados en el contacto físico, en paralelo al crecimiento de psicoterapias que venían de la etapa anterior.

Aquí se fecha la creación del Masaje Sensitivo de Claude Camilli; el Masaje Californiano de Bernard Gunther y Molly Day; la Haptoterapia de Frans Veldmann; o la Sexoterapia de Masters y Johnson.

Se puede decir que, tras el reencuentro con emoción despertado en la fase anterior, en esta el interés se volcó en el desarrollo de la sensualidad, en la preocupación por el bienestar, el deseo y el disfrute corporal y en los medios para la expresión del afecto y el amor.

También, y desde otra perspectiva, es el momento en que se desarrolla el Somatanalyse de Richard Meyer. Un enfoque psicoanalítico de intervención corporal que sintetizó las ideas de muchas otras técnicas psicoterapéuticas y que concede una gran importancia al tacto en el trabajo individual y la emoción en el trabajo grupal.

4.- Fase del Cuerpo Transfuncional (1975-1980), En esta etapa se añade una nueva dimensión al trabajo de las psicoterapias corporales: la visión del cuerpo como experiencia espiritual, al amparo del desarrollo de la Psicología Transpersonal y la Psicología Humanista. El primero centrado en el desarrollo de la dimensión más espiritual y trascendente de la persona, y el segundo, el desarrollo de la personalidad y el potencial interno del individuo.

Corresponde a un periodo muy creativo en donde se investiga sobre los estados alterados de conciencia, el trance, el éxtasis, las experiencia mística, los caminos espirituales o la meditación, y son fuente de inspiración los trabajos de Aldoux Huxley, Abraham Maslow, Carl Rogers, Julian Huxley, James Fadiman,  Ken Wilber, Fritzjof Capra, Carlos Castaneda, Wilson Van Dusen, Rogers Walsh, Frances Vaughan, etc.

Aquí hay que destacar las investigaciones con LSD y la Respiración Alotrópica desarrolladas por Stanislav Grof; la Respiración Consciente de Leonard Orr (conocida inicialmente como Rebirthing); o la Palingenesis de Richard Meyer; en dónde a través de la hiperventilación y secuencias respiratorias se busca la modificación del estado de conciencia.

A nivel de Psicoterapias Corporales de influencia psicoanalítica surge la Biosíntesis de David Boadella; la Psicoterapia Funcional de Luciano Rispoli; el Psicoanálisis Dinámico de Jean Sarkissof; la Psicoterapia Analítica de Mediación Corporal de Sander Kirsch; o el Análisis Psicoorgánico de Paul Boyesen.

Por último, también se puede destacar la creación de numerosos métodos inspirados en la meditación oriental como la Reintegración Postural de Jack Painter; Leibtherapie de Karlfried Graf Durckheim; la Terapia de Polaridad de Randolph Stone; la Presencia Justa de Richard Meyer; o la Psicoterapia Centrada en el Cuerpo de Yvonne Maurer.

5.- Etapa del Cuerpo Consumo (Años 1980-2010). En esta etapa hay un “boom” y surgen multitud de psicoterapias y métodos psico-corporales. Según Gimeno-Bayón (2013) se puede considerar un periodo de banalización y fragmentación en la que se consumen técnicas, escuelas, filosofías, a gusto de supermercado.

Se puede considerar un periodo de florecimiento, pero a la vez, de gran crisis dentro de este sector ya que es una etapa “superficial” de creación de métodos “inmediatos”, de alegrías “eternas”, de promesas de curación psíquica y corporal sobre de todo tipo de enfermedades, que promete la consecución de todos los deseos.

Es un momento en que se difuminan los límites entre el terapeuta y el maestro espiritual, entre la práctica de actividad física saludable y las medicinas alternativas y complementarias y la psicoterapia; de confusión entre el lenguaje científico y el lenguaje místico, entre el ámbitos psicológico y transpersonal. Un periodo “narcisista”, del “yo mismo”, que lleva a una gran competitividad entre técnicas y escuelas por mostrar su “superioridad” y por hacerse con el “mercado”.

Pero a la vez, un momento en que se rescatan las tradiciones corporales de culturas primitivas y grupos étnicos minoritarios, de énfasis en las dimensiones energéticas del cuerpo, de gran capacidad de organización y difusión a través de la creación de institutos, centros de investigación, congresos, revistas, etc.

6.- Etapa del Cuerpo Científico. Actualmente estamos asistiendo a una etapa en la que se está desarrollando todo un corpus crítico contra muchos de los abusos que se han producido en la etapa anterior y que intentan ordenar, desmitificar y aclarar los límites y el potencial de las terapias psico-corporales y métodos psico-corporales.

Trabajos e investigaciones como las que están realizando Barbara Ehrenreich sobre las psicoterapias; Miguel Farias y Catherine Wikholm sobre la meditación; o Edzard Ernst con relación a las medicinas alternativas y complementarias, etc.

Referencias Bibliográficas

Gimeno-Bayón, A. (2013). Un Modelo de Integración de la Dimensión Corporal en Psicoterapia, Milenio: Lleida.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.