Este personaje representa una de las figuras emblemáticas en la creación del yoga postural moderno que conocemos hoy en día. Krishnamacharya enseñó durante 60 años y fue un profesor que supo estar a caballo entre las fórmulas de enseñanza del yoga tradicional y la visión moderna del yoga que se estaba gestando en sus tiempos bajo la influencia de la cultura física occidental. Entre las aportaciones más importantes que hizo se podrían destacar entre otros aspectos:
1) Crear un nuevo sistema de yoga dinámico (e incluso aeróbico) llamado Vinyasa Yoga que englobaba secuencias de asanas realizadas en una progresión fluida-continua a través de movimientos intermedios e incluso saltos y que combinaba asanas tradicionales y contorsionismo junto a la introducción de nuevas posturas no descritas en la tradición textual yóguica.
2) Instruir entre su alumnado a varias figuras claves en la expansión de esta práctica en Occidente y en la construcción del “yoga postural moderno”: Krishna Pattabhi Jois (1915-2009), Bellur Krishnamachar Sundararaja Iyengar (1918-2014), Indra Devi (1899-2002) y su hijo Tirumali Krishnamacharya Venkata Desikachat (1938-2016).
La biografía de este profesor presenta importantes lagunas porque el mismo fue reticente a contar mucho de ella. Muchos investigadores la consideran una creación entre el mito y la leyenda.
Krishnamacharya nació en Muchukundapuram, en la región de Karnataka, en el seno de una distinguida familia Brahmin de tradición vaisnava. Desde muy joven recibió una buena educación además de introducirse en la práctica yoga. Tras el fallecimiento de su padre, cuando tenía sólo 10 años, su madre decidió trasladarse con toda la familia a la ciudad de Mysore donde su abuelo había sido el director del Śrī Parakālamaţha, una institución monástica hindú de carácter vaisnava. En Mysore, Krishnamacharya continuó su formación en diferentes Universidades para profundizar en el sánscrito y la filosofía tradicional india.
Según su hijo (aunque puesto en duda por algunos investigadores), en 1915, cuando tenía 27 años, decidió peregrinar al Himalaya para encontrar un maestro que le ayudase a profundizar en sus estudios de yoga. Parecer ser que viajó hasta el lago Manasarovar, a los pies del monte Kailash, donde encontró en una cueva al que sería su maestro Rāmmohan Brahmacāri que vivía con su mujer y tres niños. Con él estudió siete años y medio y tras su formación le aconsejó regresar a su casa, formar una familia y enseñar yoga. Hoy en día se considera que quizás este maestro estuvo en realidad en la India del sur.
En 1924 regresó a Mysore y al año siguiente comenzó a impartir discursos religiosos en la región de Bangalore. Ese año conoció a su esposa de 17 años, Namagiriamma, la hermana del que luego sería su discípulo B.K.S. Iyengar.
Parece ser que al principio vivieron en la pobreza y que al final encontró un trabajo en una plantación de café en el distrito de Hassan en Karnataka, que compaginó con exhibiciones de yoga donde mostraba su capacidad para detener su pulso, parar coches con sus manos, retorcer su cuerpo en asanas imposibles y levantar objetos muy pesados con sus dientes.
En 1931 empezó a dar conferencias sobre filosofía hindú, y parece ser que su interpretación de los Upanishad llamó tanto la atención de la élite intelectual de Mysore que el propio Maharajá de la ciudad, Shri Nalvadi Krishnaraja Wadiyar (1884-1940), le pidió que impartiese clase de filosofía y yoga en el Colegio de Sánscrito (Pāţhaśālā) de su palacio. Sólo duró dos años en este puesto porque según Goldberg (2016), la estricta disciplina y su “arrogancia” le enfrentaron con su alumnado.
El Maharajá de Mysore era un apasionado de la cultura física y un activo defensor de revivir las prácticas tradicionales de ejercicio físico autóctono. Si entre 1919 y 1930 fomentó en su palacio, a través del profesor M.V. Krhisna Rao, una combinación de ejercicio físico tradicional y gimnástica (paralelas, trapecio, culturismo, lucha india y uso de armas), en 1933 decidió incluir el yoga y reconvirtió el gimnasio del Palacio Jagan Mohan en una sala de práctica recolocando a Krishnamacharya al frente hasta 1950, porque después de la Declaración de Independencia cerró para siempre. En 1952 Krishnamacharya se trasladó a Chenai para impartir clases de yoga en el Colegio Vivekananda de esta ciudad donde permanecería hasta su muerte en 1989.
Como se ha indicado antes Krishnamacharya enseñó durante 60 años, tiempo suficiente para que se produjese una importante evolución en sus enseñanzas que podemos resumir en dos importantes etapas: entre 1933-1950, cuando impartió clase en el Palacio Jagan Mohan para el Maharajá de Mysore y entre 1950-1989, cuando se trasladó al Colegio Vivekananda en Chenai.
La primera etapa de su enseñanza se caracterizó porque en sus clases sus discípulos eran sometidos a una vida austera, a una práctica intensa y a una disciplina diaria severa alejada de las posturas “accesibles” y las “sesiones cortas” desarrolladas por Shri Yogendra y Swami Kuvalayananda.
Se considera que en este periodo Krishnamacharya creó un sistema novedoso y original de yoga que se conoce como Vinyasa Yoga caracterizado por una gran dificultad técnica e incluir una secuenciación de asanas (dividas en iniciación, media y avanzada) en progresión ininterrumpida, supuestamente fundamentado en los escritos de una obra escrita en hojas de palma desaparecida llamada Yoga Kurunta.
Sin embargo, esta “originalidad” ha sido puesta en duda por investigadores como Goldberg (2016) y Singleton (2018) que consideran que en realidad su sistema fue una síntesis o evolución de diferentes corrientes que se estaban desarrollando en su época y la respuesta a la necesidad de tener que adaptar sus clases a la realidad evolutiva de sus alumnos (principalmente niños) y hacer frente a la competencia de las clases de acondicionamiento físico y lucha libre que se impartían también en el Palacio de Mysore.
Goldberg (2016) en particular, alude a que su sistema coincidía con el modelo de práctica que se había extendido en las clases de educación física en los centros educativos indios a partir de la política impulsada por Kuvalayananda de mezclar posturas tradicionales con ejercicios gimnásticos de instrucción militar, igual que cita la influencia del yoga “contorsionista” que estaba en las calles y en el circo como fórmula para captar la atención de los invitados en las exhibiciones que se realizaban en el Palacio de Mysore a interés del Maharajá, e incluso al “saludo al sol” (surya namaskar) en la noción de fluir de manera continua entre posturas.
Este investigador apoya su tesis citando que el propio Kuvalayananda después de una exhibición que realizó Krishnamacharya en Kaivalyadhama, su ashram de yoga en Lonavla, escribió al Maharajá de Mysore para expresar su desacuerdo con la dificultad técnica que implicaba su nuevo sistema así como se adulterase el yoga con posturas que estaban fuera de la tradición del yoga.
Singleton (2018) por otra parte, aunque también menciona algunos de estos aspectos otorga un papel central a la influencia de la Gimnasia Básica Danesa de Dane Niels Buhk (1880-1950) que estaba en la base de la educación física india. Esta gimnástica daba prioridad a la continuidad escalonada de ejercicios, en series de movimiento de naturaleza aeróbica con respiraciones profundas, y al estiramiento intensivo, y en particular, este investigador señala que 28 ejercicios descritos en una obra editada en 1925 por D.N. Bukh son idénticos o muy similares a los que aparecen en el Ashtanga Vinyasa de Pattabhi Jois.
Además, Singleton (2018) también resalta que le llamó la atención saber que Krishnamacharya incluyó más posturas de pie en los años 30 y que esto ocurrió justo después de observar el sistema de instrucción del regimiento de infantería británico.
En cuanto a la segunda etapa de sus enseñanzas en Chenai, se puede destacar que Krishnamacharya maduró y se “relajó” en su enseñanza y se enfocó hacia la dimensión más terapéutica del yoga adaptando sus clases a las limitaciones y capacidades de su alumnado e incluso a las personas discapacitadas.
Aunque no desarrolló un enfoque “científico” de los efectos terapéuticos del yoga como si hicieron Sri Yogendra y Swami Kuvalayananda, en sus escritos queda reflejada su preocupación por la correcta ejecución de las técnicas y la importancia de respetar una progresión por pasos adecuada (vinyasa krama), y lo más importante, el uso de posturas “contrarias” (pratikriyasana) que se realizaban después de las posturas estáticas con menos intensidad con el fin de contrarrestar los posibles efectos negativos y disfrutar de los beneficios que aporta la postura estática.
En esta etapa su sistema se caracterizó por incluir posturas estáticas y secuencias dinámicas de posturas que se realizaban sin interrupción; secuencias de ejercicios destinados a preparar las posturas estáticas; realización de ejercicios respiratorios unidos a las posturas desde un inicio; introducción de música y canto; el uso del mantra junto al pranayama; y la dimensión espiritual de la práctica.
Entre los alumnos más destacados que se formaron con él y que representan hoy en día los creadores-impulsores del yoga postural moderno en el mundo estuvieron: K. Pattabhi Jois (1915-2009) creador del famoso Ashtanga Yoga; B.K.S. Iyengar (1918-2014) creador del Yoga Iyengar; Indra Devi (1899-2002) expansora del yoga en América gracias a sus alumnas de Hollywood Greta Garbo y Gloria Swanson; y su hijo T.K.V. Desikachat (1938-2016), que estudió con su padre 28 años y fundó el Krishnamacharya Yoga Mandiram y la Fundación Krishnamacharya Yoga and Healing en honor a sus enseñanzas.
Entre las obras más importantes de Krishnamacharya se pueden destacar Yoga Makaranda editado en 1935, que viene a recoger según Singleton (2018) el desarrollo experimental e innovativo que estaba realizando este profesor bajo la supervisión del Maharajá de Mysore, en una primera etapa donde no le daba excesiva importancia a seguir un orden en las posturas y Yogāsanagalu editado en 1941, en dónde ya aparecen un sistema más maduro con tablas de asanas y sus enlaces.
Referencias Bibliográficas
Goldberg, Elliott. (2016). The Path of Modern Yoga. The history of an embodied spiritual practice, Rochester, Vermont (USA): Inner Traditions.
Pagés, Fernando (2001). Krishnamacharya´s Legacy: Modern Yoga´s Inventor, Yoga Journal, 96-101, 161-168 pp.
Singleton, Mark. (2018). El Cuerpo del Yoga. Los orígenes de la práctica postural moderna. Barcelona: Kairós.
Singleton, Mark. y Byrne, Jean. (2008). Yoga in the Modern World. Contemporary Perspectives. London & New York: Routledge Hindu Studies.
Singleton, Mark y Fraser, Tara. (2014). T. Krishnamacharya, Father of Modern Yoga. In: Singleton, M. and Goldberg, E. (Eds). Gurus of Modern Yoga, Chapter 4 (83-106), New York: Oxford University.
About Pedro Jesús Jiménez Martín
Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.