La figura de K.V. Iyer es controvertida dentro de la historia del yoga moderno porque para muchas personas simplemente representa la apropiación por parte de un fisio-culturista de ciertos contenidos del yoga para crear un sistema de acondicionamiento físico. Sin embargo, investigadores como Goldberg (2016) o Singleton (2018) han querido “rescatar” sus aportaciones al yoga postural moderno conscientes del gran poder de influencia que llegó a tener su sistema en la sociedad india, pero sobre todo, por ser una figura que estuvo ligada al Palacio de Mysore donde impartió clase en paralelo con uno de los padres del yoga moderno: Tirumalai Krishnamacharya (1888-1989)
Entre las aportaciones más importantes que se puede atribuir a Iyer estarían:
1.- Ser la primera persona que integró el trabajo de fuerza-acondicionamiento físico con el yoga postural en la misma sesión, algo que en su tiempo se consideraba incompatible.
2.- Desarrollar un vocabulario “moderno” de corte “occidental” para describir las acciones en los asanas.
3.- Instaurar en la práctica conceptos como la importancia de concentrarse en la parte del cuerpo que hace la acción en las posturas; la precisión en las acciones; el alineamiento; la búsqueda de la “gracia” en el movimiento de las extremidades; y la aceptación del disconfort y el dolor en el ejercicio intenso manteniendo una expresión serena en el rostro.
4.- Promocionar el yoga y el “saludo al sol” (en su versión modificada) por toda la India y Occidente.
5.- Ensalzar su sistema de acondicionamiento físico y yoga como recurso ideal para combatir el sedentarismo de las sociedades modernas, fortalecer el cuerpo de los ciudadanos y mantener una buena genética contra la visión negativa del cuerpo indio que tenían los británicos.
K.V. Iyer nació en la pequeña aldea de Devarayasamudram en Karnataka. Tras la muerte de su madre cuando tenía 8 años se mudó con su padre a la ciudad de Bangalore donde emprendieron un negocio de restauración. Allí estuvo ayudando en el negocio familiar hasta que en el año 1920 decidió involucrarse seriamente en el fisio-culturismo emulando las ideas de Eugen Sandow (1867-1925) (Goldberg, 2016).
En 1922 su implicación en este ámbito llegó a ser tal que fundó con tan sólo 24 años de edad el Gimnasio Hércules, el primer gimnasio de estilo Occidental de la India con un fin: esculpir un cuerpo musculado bello, fuerte y sano.
Iyer fue un admirador tanto del ideal del cuerpo musculado de las estatuas griegas como de los cánones corporales ligados a la “divinidad” en la antigua india dictados por los manuales Shilpa Shastra o Vastu Shastra para modelar esculturas, pinturas, o tallas de madera sacras.
Por otro lado, no fue nada afín al cuerpo que proporcionaba la preparación física de la lucha libre india ni al “exceso” muscular del fisio-culturista, debido a su entender, a que olvidaban los conocimientos científicos sobre la fisiología del cuerpo y el entrenamiento. Lo importante es que su ideal de belleza corporal masculina se popularizó en la India en los años 1920-30.
Su acercamiento hacia el yoga surgió por dos vías: 1) su interés en desarrollar un sistema de entrenamiento “completo” que potenciase condición física y salud. Iyer vio en el yoga esa fórmula de salud que faltaba en la tradición culturista occidental de modo que introdujo asanas, pranayama, kriyas, bandhas, dieta y “saludo al sol” en sus sesiones, fundiendo por primera vez acondicionamiento físico y yoga en un mismo sistema; y 2) una visión nacionalista de apoyo a la cultura física autóctona.
Su contribución a la construcción del yoga moderno debe estudiarse en tres vertientes. Por un lado, en la capacidad que mostró para promocionar y divulgar su sistema por toda la India y Occidente a través de exhibiciones, ediciones de libros y artículos en las revistas más prestigiosas de cultura física del mundo e incluso el diseño en 1930 de un curso por correspondencia de tres meses para realizar práctica en casa que se acompañaba del manual Muscle Cult. A Pro-em to My System, (reemplazado en 1936 por la nueva edición Perfect Physique -A Proem to My System). Sus seguidores encontraron condición física y yoga postural fusionados en su sistema de entrenamiento.
Esta propuesta impactó sobre los “padres” del yoga postural moderno al poner sobre la mesa el dilema de la compatibilidad trabajo de fuerza y asana, de modo que si él los fusionó en la misma sesión, Swami Kuvalayananda (1883-1966) y Seetharamam Sundaram (1901-1994) consideraron que si bien no existía incompatibilidad entre ambos sí que debían espaciarse, es decir, que debían realizarse en distintos momentos del día o distanciarse con tiempo suficiente, debiendo hacerse las asanas después de haber realizado el trabajo de fuerza y no al contrario.
Por otro lado, Iyer también ejerció cierto grado influencia sobre otro de los padres del yoga postural moderno: Krishnamacharya y sus alumnos. En 1933 el maharajá de Mysore, Shri Nalvadi Krishnaraja Wadiyar, apasionado con el ejercicio físico le contrató para recibir clases personales de acondicionamiento físico y en 1935 le invitó a crear en su Palacio Jagan Mohan una rama de su gimnasio Hércules que Iyer puso bajo la dirección de su alumno H. Anantha Rao. Este gimnasio se ubicó justo bajo la sala de yoga de Krishnamacharya (Goldberg, 2016).
Según Goldberg (2016) la proximidad entre ambos no sólo generó convivencia y experiencia compartida, también estableció cierta “competencia” porque el gimnasio de Iyer, repleto de maquinaria de entrenamiento y fotos de estatuas griegas y famosos fisio-culturistas, se asoció con lo “moderno” y a la “moda” de los nuevos tiempos en el trabajo corporal, mientras que el yoga continuaba viéndose como algo del pasado ligado a los renunciantes. Esta dicotomía fue experimentada por muchos alumnos de Krishnamacharya que también acudieron al gimnasio de Iyer.
Además, si Krishnamacharya hizo exhibiciones por el país y en el Palacio de Mysore para deleitar a los invitados del maharajá, en verdad fue Iyer el que con su personalidad carismática popularizó y promocionó más el yoga en el país.
La tercera aportación de nuestro personaje fue la creación de su propia versión del “saludo al sol” (surya namaskar). Iyer introdujo esta secuencia de posturas en sus sesiones como recurso para calentar y como trabajo independiente de resistencia. Parece ser que Iyer creó su versión después de estudiar el manual de Bhavanarao S. Pant Pratinidhi (1868-1951) y lo dejó inscrita en su obra Surya Namaskar en 1937, reeditado en 1942- 1945 y 1949 y en diagramas en 1934 y 1936.
Aunque Iyer estuvo de acuerdo en los efectos positivos de este ejercicio sobre el sistema musculo-esquelético y el sistema nervioso añadió sus conocimientos anatómicos para perfeccionar las posturas, igual que introdujo el cierre de la garganta en varias posiciones bajo el pretexto de que mejoraba el sistema endocrino (especialmente la glándula tiroides), e incluso añadió un nuevo ejercicio: al empezar llevar los brazos extendidos hacia detrás en hiperextensión de columna defendiendo todas sus virtudes terapéuticas pero sin investigarlas en laboratorio.
En el año 1937, tras un accidente del maharajá de Mysore, Iyer contribuyó a su recuperación aprovechando sus conocimientos fisioterapéuticos. En 1940 pudo construir el gimnasio de sus sueños con el mecenazgo del maharajá como agradecimiento por su ayuda: el gimnasio Vyayam, donde luego realizó muchas exhibiciones que encantaron al maharajá.
Entre los escritos más importantes de este personaje figuran Muscle Cult. A Pro-em to My System de 1930, Chemical Changes in Physical Exercise de 1943.
Referencias Bibliográficas
Goldberg, E. (2016). The Path of Modern Yoga. The history of an embodied spiritual practice, Rochester, Vermont (USA): Inner Traditions.
Ramachandran, A. y Heffernan, C. (2021). Building the Transnational “Body Beautiful”—K.V. Iyer and the Circulation of Bodybuilding Practices between India and the United States, Sport History Review, 52(2), 1-19 pp.
Ramachandran, A. y Heffernan, C. (2019) A Distinctly Indian Body? K.V. Iyer and Physical Culture in 1930s India, The International Journal of the History of Sport, 36(12), 1-5 pp.
Singleton, M. (2018). El Cuerpo del Yoga. Los orígenes de la práctica postural moderna. Barcelona: Kairos.
About Pedro Jesús Jiménez Martín
Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.