Mansión de Kannon / Loto

Situada a la izquierda de la flor central respecto al observador del mandala, constituye la Sección de Loto: las enseñanzas y prácticas del camino de la Gran Compasión (daihi/maha-karuna).

La mansión está constituida por 21 deidades, organizadas en tres columnas de 7 deidades, más 15 asistentes, si bien, en el Sutra Mahavairocana sólo aparecen las 7 deidades de la columna interior pegada a la flor central. El resto habrían sido añadidas siguiendo las ideas del monje Subhakarasimha de englobar todas las cualidades asociadas a esta mansión.

Kanjizia Bosatsu (Avalokitesvara) en el centro, divide la mansión en dos secciones: una inferior, que representa las prácticas que llevan a la toma de conciencia de la “no división” (muken-do), es decir, de que no existe diferencia entre “yo-los demás”, para poder activar la compasión y la empatía que contiene la Percepción Maravillosa del buda Amida; y otra superior, que simboliza las enseñanzas superiores en estas prácticas y el equilibro que deben tener la compasión con las virtudes de otras mansiones del mandala  (shojin-do).

Esta sección aborda cuál es el camino de progreso en la vía de la purificación, es decir, el esfuerzo de eliminar los malos hábitos del ego, vicios, pasiones, sentimientos, pensamientos, etc. (codicia, avaricia, envidia, lujuria, gula, pereza, ira, orgullo, soberbia, etc.) que impiden que brille la pureza innata que hay en nuestro interior y que irradie la luz de la compasión-amor.

Esta mansión es complementaria con la Mansión de Vajrapani, la sección del diamante del Gran Conocimiento (Daichi/Maha-jñana) que ocupa exactamente la misma posición simétrica a la derecha de la flor central y que contiene el mismo número de deidades. Compasión y conocimiento deben estar en perfecto equilibrio.

RENGE (Loto)

Para entender esta sección hay que investigar el propio nombre que la designa: Renge, la flor del loto. Desde un punto de vista general, el loto se asocia con la pureza, la gracia, la santidad, los valores éticos, la virtud no contaminada, el altruismo y la iluminación.

Este símbolo también aparece en otras culturas. En la egipcia representa al sol y a la vida, a la inmortalidad y a la resurrección. En el hinduismo es el lugar sagrado de donde nace la creación y el lugar donde devienen las deidades. En el budismo tradicional es la esencia de la iluminación y el pedestal sobre el que se apoya Buda en medio de las caóticas aguas del universo.

Dentro de la tradición del budismo esotérico en particular, el loto representa:

1.- Las verdaderas enseñanzas, o lo que es igual, las enseñanzas que nos ayudan a conectar con la última verdad. La imagen del loto florecido representa así al que revela las verdaderas enseñanzas o al que está establecido en ellas. El loto que no está abierto indica que todavía se está en el camino de prácticas nutriendo la flor para que madure.

2.- La bodhicitta, chispa inmaculada de la iluminación que está dentro de todos los seres y que se mantiene siempre pura y no contaminada. Igual que el loto no se ensucia en ningún momento, aunque nace en medio de las aguas enfangadas, la naturaleza original que está en nuestro interior siempre permanece pura e indestructible, independientemente de que estemos envueltos en este mundo de ilusión. Si bien, siempre estamos presos de nuestro mal karma, en todo momento existe la posibilidad en nuestro interior de conectar y aspirar a la iluminación.

3.- El órgano sexual femenino. El loto, como flor que es polinizada, se asocia con el sexo femenino. Cuando aparece con el vajra representa el poder creativo que surge de la unión del hombre y la mujer, del Cielo y la Tierra, del yin y el yang.

4.- La regeneración espontánea. Igual que el loto es una flor que se reproduce desde sí mismo y no desde el suelo, la mente iluminada se recrea desde sí misma.

5.- La compasión. El acto de dar a los demás independientemente de quien sea igual que el loto desprende su fragancia para todos.

Saunders (1985) añade que, a nivel iconográfico, las propiedades que se quieren expresar con el loto suelen diferenciarse:

1.- En base al color con el que se representa. El loto rojo con pétalos redondeados y abierto completamente exponiendo su núcleo es el loto florecido en su cenit que ofrece todo su esplendor. El loto azul, con pétalos puntiagudos y elevados ocultando su centro, es un loto que está a punto de abrirse y que representa la práctica que está siguiendo para conseguirlo. El loto blanco simboliza la pureza, la bodhicitta o semilla de la iluminación que está dentro de todos nosotros y que hay que despertar, etc.

2.- En base al número de capullos y tallos que se muestran. El número se debe asociar con el potencial que tienen las prácticas, principios con relación a ese número. Tres capullos representan, por ejemplo, las tres divisiones del mandala matriz (las familias del buda, del loto y del vajra).

3.- Swanson (1991) indica también cómo en el budismo esotérico Tendai el tallo es asociado a la compasión, las hojas a la sabiduría, los estambres a la iluminación, y el florecimiento de la flor a la liberación, igual que sus fases de crecimiento se asocian con los diferentes estadios que se siguen hasta la iluminación, por ejemplo, la salida del agua del loto es la limpieza de los deseos a través de la meditación, el sol la energía necesaria para que se abra la flor, etc.

KANJIZAI BOSATSU (AVALOKITESVARA BODHISATTVA)

Esta deidad, ubicada en el centro de esta mansión, sintetiza el significado de la misma: las prácticas del camino de la compasión, las prácticas para desarrollar nuestra capacidad de empatía y abrir la “flor del corazón”, algo que en su iconografía se expresa con la acción de estar abriendo un loto con sus manos.

El nombre de Kanjizai Bosatsu (Avalokitesvara), engloba los ideogramas “Kan y “Jizai”. El primero alude a la noción de visión-contemplación. Antes de su iluminación, esta deidad se conocía como Fugen-renge, el Príncipe Samantabhadra o el Príncipe del Ojo Universal. Por eso también se nombra como “Diamante del Ojo” (Kongōen) o “Diamante del Ojo Maravilloso” (Myōgen-kongō).

El ideograma “Jizai”, alude aesvara” o “isvara”, un concepto que se asocia a Shiva y a su espontaneidad y libertad. Kanjizai se puede traducir así como: aquel que contempla todos los dharmas y todos los seres del mundo desde la libertad y la espontaneidad.

Otros términos con los que también se reconoce a esta deidad son: “Diamante de la pureza original” (Honjō-kongō) o “Diamante de la Pureza” (Shōjō-kongō) aludiendo a su capacidad para mostrarnos que la compasión nos conecta con la pureza de nuestro Ser; “Diamante del Loto” (Renge-kongō), porque rige el camino de la compasión; y “Diamante de Dharma Correcto” (Shōhō-kongō), porque nos enseña que la compasión debe ser la brújula que nos ayude a seguir el camino, y que todo debería contemplarse desde la pureza de la compasión.

El origen de Kannon hay que buscarlo en la India, y en particular, en el culto a Avalokitesvara. Allí, esta deidad habrá surgido desde los atributos asociados a las figuras de Shiva, Indra o Brahma.

Sin embargo, también hay investigadores que consideran que su origen podría haber estado en una deidad solar iraní de origen zoroastrista por su asociación con la luz.

Avalokistesvara habría sido un sirviente de Buda que pronto evolucionó a través del budismo mahayana en la figura de un bodhisattava. Su nombre designa las ideas de “aquel que ha percibido el sonido”, pero también “el señor que mira desde lo alto” o “el que contempla el sonido del mundo”.

En China se convirtió en aquel que escucha las oraciones (o llantos) de los que sufren en el mundo y salva a los seres vivientes de los infortunios y desastres. Una definición que finalmente unió a esta deidad a la noción de la compasión.

Si en la India esta deidad era masculina, en China pasó a personificarse con el género femenino. La causa se ha puesto en la existencia de dos figuras en la tradición religiosa china que mostraban atributos similares: Shengmu, la diosa que protegía la concepción de los niños y Mazu, la diosa que salvaba a los náufragos en la mar, pero también, en que la compasión es una virtud fácilmente ligada a lo femenino.

En el Sutra del Corazón, Kannon enseña que nada de lo que existe tiene existencia por sí mismo. Todo nace en interdependencia bajo la ley de la causa y el efecto. Una noción que reivindica el “no dualismo”, y con ello, que todo está conectado y todo depende del otro.

Aunque esta deidad aparece representa en la flor central del mandala, aquí simboliza el lado activo de esta deidad a la hora de cumplir este voto de gran compasión de liberar y ayudar a todos los seres no iluminados.

Además del loto, otro de los atributos que se asocian a Avalokistesvara es la jarra del néctar (kundika), un símbolo que habla de la importancia en las prácticas del camino de la compasión de la purificación.

SUTRA DEL LOTO (妙法蓮華経, Myōhō Renge Kyō)

Esta escritura representa uno los textos más importantes del budismo Mahāyāna. Su composición se realizó probablemente entre los años 50 y 150 d.C. en la región india de Gandhara, al noroeste de la India.

Es una obra anónima que consta de 27 capítulos en su forma sánscrita y tibetana, mientras que en las traducciones chinas de Dharmaraksha (233-316) y Kumārajīva (344-413) consta de 28, debido probablemente a que el capítulo 9 del texto original se dividió en dos partes.

Aunque en la India se escribieron muchos comentarios de este Sutra, se han perdido todos excepto el de Vasubandhu (s. IV-V), del que hoy en día se conservan dos traducciones chinas datadas entre los años 509-538, y un tratado de meditación traducido al chino por Amoghavajra (705-774), uno de los patriarcas del budismo esotérico en china, que habría sido compilado entre los años 746-771.

En China la cosa es distinta. El Sutra del Loto llegó a este país entre la mitad del siglo I a.C. y del siglo I d.C., y se hicieron 6 traducciones al chino, si bien, sólo se han conservado las que corresponden a los años 290, 406 y 601.

La traducción del año 290 fue realizada por Dharmaraksha, un monje de raíces iraníes que se había establecido en la China Occidental. La de año 406 corresponde a Kumārajīva, un monje que nació en una familia ilustre india, y es una la traducción que dio a conocer este sutra en China, Corea, Japón.

Entre los comentarios más importantes en chino que se realizaron a esta obra destacan los de Chu Tao-sheng (360-434), un discípulo de Kumārajīva; el de Fa-yűn (467-529); el de Chih-tsang (458-522) el fundador de la secta budista San-lun (jap. Sanron); el de K´uei-chi (632-682) un discípulo del famoso peregrino chino Hsűan-chuang (602-664) y el fundador de la secta budista Fa-hsiang (jap. Hossō).

Sin embargo, uno de los comentarios a destacar fue el que realizó el monje Chih-i (538-597), el fundador de la escuela T´ien-t´ai (jap. Tendai), y que se conoce como Los tres grandes volúmenes del Sutra del Loto.

La importancia de este comentario radica en que su autor buscó conciliar las múltiples escuelas-enseñanzas budistas que había en su época, a través de la noción que aparece en el propio Sutra del Loto de que, cada doctrina representaba una fórmula de enseñanza que utilizó Buda a lo largo de su vida para adaptarse a los distintos niveles de comprensión de las personas que le escuchaban.

Chih-i afirmó además que el Sutra del Loto correspondía a las enseñanzas de los últimos ocho años de vida de Buda y representaban así la síntesis de sus enseñanzas y la doctrina más elevada.

En Japón, el sutra llegó con la introducción del budismo en país en los siglos IV y V d.C. De hecho, el príncipe Shotoku (574-622) redactó un comentario al mismo que luego también sería comentado por los seguidores de la secta budista Kegon en Nara.

Entre los muchos comentarios que se hicieron después a esta obra se deben destacar el de Saicho (767-822), fundador de la escuela Tendai en Japón; Enchin (814-891) monje de la escuela Tendai; Dōhan (1184-1252) monje de la escuela Shingon; Shōkei (1667-1737) monje de la escuela Tendai; Kōken (1652-1739) monje de la escuela Tendai; y Nissei (1623-1668) de la secta Nichiren.

Contenido

El Sutra del Loto es una escritura que resalta que todas las enseñanzas budistas, aunque parezcan diferentes, son en verdad un mismo mensaje. La diferencia entre ellas simplemente estriba en que Buda utilizó diferentes fórmulas de enseñanza para adaptarse a la capacidad de comprensión que tenían las personas que le escuchaban.

La obra ofrece una analogía para mostrar esto comparando las enseñanzas budistas con el agua de lluvia (Indra). El bosque engloba todo tipo de plantas y árboles, cada cual con sus formas y colores. Todas ellas, aprovechando la lluvia y según su fuerza y capacidad, absorben la humedad para después propagarse y dar sus frutos.

Esta idea es muy importante porque instauró la noción de la importancia de tener en cuenta que existen diferentes niveles de compresión a la hora de enseñar y de escuchar las enseñanzas verdaderas y, por tanto, la importancia de desarrollar la sensibilidad suficiente como para detectarlo y trabajar en base a ello.

Además, también fue una puerta que abrió a la jerarquización de las enseñanzas, y algo muy importante, al ideal de “iniciación” en las enseñanzas que define al budismo esotérico.

Esto es así porque en el sutra queda claro que las enseñanzas budistas tienen: 1) un “lenguaje intencional”, hablan desde un nivel de conciencia diferente, que demanda además, el don de la oportunidad o de identificar el momento adecuado para la enseñanza; y 2) una “diversidad metodológica”, de herramientas y técnicas para facilitar la comprensión de las mismas.

Bajo esta perspectiva, el mandala esotérico se convirtió en una herramienta clave para identificar cuál era la enseñanza más adecuada para cada discípulo que respetase su nivel de preparación y experiencia “kármica” y para determinar la deidad le debía tutelarle en el camino de comprensión de las enseñanzas.

La esencia de base que caracteriza al Sutra del Loto, como escritura de origen mahayana, es su explicación de en qué consiste la vía del bodhisattva, y en particular, su deseo de ayudar a los demás para alcanzar la liberación.

Por un lado, la obra muestra que el bodhisattva debe comprender que no se pueden transmitir las enseñanzas sin más, sino que:

1.- Tiene que ser lo suficientemente sensible como para identificar cuál de ellas es la más adecuada. Debe descubrir las inclinaciones, propensiones y caracteres de los seres y disponer de múltiples métodos de auto realización y de argumentos y pruebas para explicar los fundamentos de las enseñanzas.

Para ilustrar mejor estas ideas, la obra ofrece diferentes parábolas, como la de un padre que para salvar a sus hijos de un incendio, al darse cuenta que la información verbal no suficiente para hacerles conscientes del peligro porque simplemente son niños, cambia su estrategia, y partiendo de sus inclinaciones, les dice que fuera de la casa hay juguetes maravillosos y que les dará a cada uno aquél que les interese; o la de un padre que para recuperar a un hijo que se había ido de casa para vivir como un monje mendicante en la pobreza, cuando se hace rico en una tierra y llega su hijo a ella, para ganárselo se dio cuenta que era mejor seguir la inclinación de este hacia lo pequeño (la pobreza), y contratándole para limpiar la basura del palacio con un buen jornal, pudo acercarse a él con ropas humildes y establecer una amistad que le permitió llamarle hijo e incluso enseñarle su oficio de gobernante para que luego le sustituyese tras su fallecimiento.

2.- Las cualidades que deberá desarrollar el bodhisattva para poder tener éxito en su voto de querer ayudar a los demás sabiendo esto:

– La comprensión del surgimiento condicionado o lo que es igual la “no-individualidad”. Comprender que el motor del ciclo de la causa y el efecto está en la ignorancia. Es la ignorancia la que genera los residuos kármicos y estos los que generan nuestro nivel de conciencia. Es el deseo el que genera apego, y este el que genera el nacimiento, la sensación, etc. No hay una naturaleza independiente, todo está conectado y el camino es suprimir la ignorancia de ahí la importancia de las enseñanzas verdaderas.

– El desarrollo de tres virtudes fundamentales (tres tallos o flores de loto): 1) establecerse en la benevolencia-compasión hacia todos los seres; 2) adquirir una gran paciencia y suavidad, porque en el camino de enseñanza encontrará a seres de naturaleza perversa, orgullosa y propensa al engaño; y 3) establecerse en la comprensión de la vacuidad de todas las cosas, para superar el sufrimiento en su corazón bondadoso.

En el capítulo 10, la obra ofrece la analogía de que el camino que recorre el bodhisattva que tiene en cuenta los niveles de comprensión es cómo cavar un pozo en busca de agua en el desierto: aunque parece una locura, al final se encuentra agua; e identifica tres virtudes

– El respeto de cuatro principios fundamentales (cuatro tallos o flores de loto) que deben respetarse para conservar el espíritu de las enseñanzas: 1) buena conducta expresada a través de la calma, el auto-control, la suavidad, la paciencia, la sinceridad, la generosidad, la no crítica y no entrar en disputas; 2) aislarse para conservar la pureza, evitando relacionarse con gente o entrar en espacios cuyo rol está anclado en el ego (el poder, la fama, el vicio, el dinero, el placer, etc.); 3) no apasionarse por nada, no hay buda ni nirvana, son sólo fases que ayudan a la comprensión; y 4) meditar sobre la verdadera naturaleza de la realidad: el vacío. Todo nace y muere, se reencarna y se extingue, existe y desaparece.

– La expresión de cinco conductas fundamentales (5 tallos o flores de loto): no gozar de la vida en sociedad, no deleitarse en vínculos con otros, perseverancia, estar lleno de energía y gozar de la soledad.

En el capítulo 16 describe además múltiples virtudes y perfecciones como: paciente, controlado, concentrado, dotado de disciplina moral, solitario para hacer meditación, sin cólera, carente de sentimientos de enemistad, sin pensamientos maliciosos, sin calumniar, con respeto, sin orgullo, no se irrita ante las preguntas, autoconsciente, lleno de energía y vigor, etc.

– No olvidar además la noción de progresión continua y evitar quedarse anclado en un nivel de comprensión. Conforme se va comprendiendo hay que seguir creciendo hacia otras dimensiones de la realidad espiritual y el Bodhisattva tendrá que entender que hay otras dimensiones que no sabía.

Es interesante anotar además que en el capítulo 11 alude a que este trabajo debe llevarse a los siete planos de conciencia internos de la persona, identificados bajo la imagen de siete piedras preciosas que conforman la estupa sagrada que representa el cuerpo de Buda.

Por último, señalar que en el capítulo 24 se destaca específicamente la figura del bodhisattva Avalokistesvara, como una figura ejemplar cuyas cualidades iluminan este camino: es la deidad que libera cualquier tipo de sufrimiento y de las pasiones que nos escinden de los demás, protector de niños y embarazos, libera del miedo y se convierte en el refugio del dharma.

Referencias Bibliográficas

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About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

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