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Prácticas de Cuidado de la Salud y Longevidad en Japón

Las prácticas tradicionales enfocadas al cuidado de la salud y la longevidad (conocidas en China como Yangsheng) fueron identificadas en la tradición japonesa bajo el término de Yōjō desde muy temprano.

En este apartado se hace una descripción resumida sobre la evolución histórica de estas prácticas en Japón hasta el periodo medieval japonés según el trabajo realizado por Drott (2010).

La primera referencia escrita en la que se hace mención a la llegada de la medicina continental a Japón aparece en las obras “Crónica de los Asuntos Antiguos” (Kojiki. 712 d.C.) y “Crónicas de Japón” (Nihon Shoki. 720 d.C.). En ellas se menciona la llegada al país de un médico coreano procedente del reino de Silla en el año 414 d.C.

Tras la llegada de aquella persona, Japón pronto acogería a más médicos desde Corea (la mayoría de los cuales pertenecieron al clero budista) e implantaría una política de intercambios con China, en los cuales, los monjes budistas japoneses pronto empezaron a jugar un papel importante en la transmisión de los conocimientos médicos del continente.

Desde un punto de vista estrictamente sanitario, se puede afirmar que, desde los inicios del periodo Heian (794-1185), Japón creó instituciones oficiales para incorporar el conocimiento médico del continente y apostó por establecer la medicina china tradicional como el sistema médico oficial de la corte.

En particular, el sistema legal Ritsuryō prestó especial atención a crear la Oficina Farmacéutica Externa (Geyaku-ryō o Tono-Kusuri no Tsukasa) junto a la Oficina Farmacéutica Interna (Naiyaku-shi o Uchi no Kusuri no Tsukasa) dirigidas al cuidado de la salud imperial, que después serían suplantadas por el Instituto de Medicina (Ten´yakuryō) encargado de formar médicos y dar servicios a la capital.

Otra de las instituciones que también jugó un papel importante en este sentido fue la Oficina Yin-Yang (On´yōryō) en la que se incorporaban conocimientos chinos de geomancia, cálculos astronómicos y predicciones.

Desde el punto de vista la profesión médica, se puede resaltar que a mitad del periodo Heian, la medicina oficial estuvo controlado por las familias Tanba y Wake. Dos familias que guardaron celosamente sus conocimientos y que centraron su atención en la corte imperial y sus aristócratas.

Sin embargo, la medicina también fue ejercida con un importante papel por los monjes budistas. Como se ha indicado antes, los monjes budistas habían sido la primera puerta de entrada del conocimiento continental antes de que surgiese el sistema médico oficial y siguieron guardando este mismo papel cuando se clausuraron las misiones diplomáticas con China en el siglo IX.

Se puede considerar que la asociación del budismo con la salud surgió en Japón desde el primer momento en que se introdujo esta religión en el país en el año 552 d.C. dentro del periodo Asuka (552-710 d.C.).

Tras la llegada de la primera estatua de Buda y de los primeros sutras envidados por el rey de Paekche (Corea) pronto sobrevinieron una serie de epidemias que se asociaron al maltrato a las imágenes budistas y la destrucción de un templo de esta religión por parte de los defensores del culto local Shinto, que veían amenazados sus intereses.

Introducido el budismo, en el periodo Nara (710-794 d.C.), las diferentes escuelas budistas pronto empezaron a desarrollar diferentes formulas de oración (dharani) y encantamientos para ayudar a curar a los enfermos, especialmente de la clase noble o la familia imperial.

En la obra Shoku Nihongi se indica la existencia en este periodo de un total de 126 “maestros meditadores sanadores” (kanbyō zenji) que se reclutaron, por ejemplo, para devolver la salud al Emperadorretirado Shomu. De todos ellos, uno de los más famosos por su papel histórico, fue el monje Dōkyō. Un monje que supo ganarse la atención de la Princesa Shōtoku con sus habilidades médicas y que llegó a acaparar tal grado de poder e influencia que el Emperador tuvo que trasladar la capital del país desde Nara a Heian-kyo (la actual Kyoto) para poder escapar de la influencia del clero budista sobre la corte.

Con la implantación del budismo tántrico en el país en el periodo Heian (794-1185), los monjes de las escuelas Tendai y Shingon empezaron a desarrollar numerosos rituales esotéricos en los que se utilizaba el sonido de tambores, el fuego, los mantras y la imaginería para favorecer la curación y longevidad de sus patrones aristocráticos, además de asegurar la protección del Estado.

En estos tiempos, los monjes que ejercían la medicina empezaron a conocerse como “monjes-doctores” (sōí, isō, ishihōshi) y se caracterizaron por elaborar conocimientos médicos que unían las fórmulas y teorías médicas del continente con las ideas extraídas de las escrituras budistas. Monjes que utilizaban tanto las plantas medicinales, como la moxibustión y la acupuntura, además de conjuros y mantras.

En este periodo, las obras médicas más importantes que nos han llegado en donde se relatan como eran las prácticas de salud y longevidad (yangsheng) en Japón son: el Ishinpō (984), Ton´ishō (1303), Fukudenhō (1362-67), Chōseiryōyōhō (1184) o Kissayōjōki (1212).

El contenido de estas obras no sólo coincide con los temas tratados en el continente: ejercicio físico, ejercicio respiratorio, dietética, hierbas medicinales, meditación, visualización, hábitos saludables de vida, también con la filosofía subyacente que explicaba el proceso de envejecimiento en términos de un “gasto” gradual del soplo vital o la “disipación” de las fuerzas que animan el cuerpo, y que aconsejaba armonizar el yin y el yang dentro del cuerpo; seguir los ciclos cosmológicos, llevar una vida tranquila; ser moderado en las actividades, en el comer y en el beber, en el sexo; y descansar con regularidad.

Ishinpō o Prescripciones Médicas Esenciales

Esta obra, compilada por Tanba no Yasuyori, presta una gran atención a las prácticas asociadas a la cultura Yōjō (yangsheng en chino) utilizando varios capítulos para hablar sobre ejercicios de longevidad, consejos para regular la conducta, o técnicas para preservar la “esencia vital” personal en la alcoba (incluida la retención del semen).

En ella se puede rastrear una fuerte influencia de la teoría médica y las creencias religiosas chinas de la época y así, los órganos internos aparecen asociados a conceptos taoístas como las almas celestes (hun en chino), las almas terrestres (po en chino), el espíritu (shen en chino), o la esencia (jing en chino).

Chōseiryōyōhō

Esta obra se asocia a Rengi, un personaje cuya identidad todavía es un misterio, si bien Drott (2010) afirma que pudo ser el nombre budista que adoptó Tanba no Noritomo, un médico de la corte y hermano menor de Tanba no Shigemoto, la cabeza del Instituto de Medicina.

La obra originalmente comprendía 20 fascículos de los cuales actualmente quedan dos y en los cuáles se habla sobre: técnicas para hacer circular el qi (doin en japonés), cómo preservar los espíritus del cuerpo recitando sus  nombres (shokushin); cómo incrementar la inteligencia y potenciar los sentidos; métodos para eliminar los tres agentes que traen la muerte; instrucciones sobre cómo perfumar la ropa y a uno mismo; y consejos sobre cómo arreglar el hogar.

Este documento hace referencia a la obra china Yanshou Chishu (Enjusekisho en japonés) y su filosofía muestra grandes paralelismos con las prácticas de visualización del movimiento taoísta de la Gran Claridad (Shanqing), animando a recitar los nombres de los seres espirituales que residen en el cuerpo a diferentes horas del día (medianoche y entre las 3 y las 5 de la mañana particularmente) para convocarlos o impedir que abandonen el cuerpo, y así curarse o evitar la enfermedad.

Kissayōjōki

Esta obra se atribuye a Myōan Eisai, y en ella, su autor hace una recopilación de todas las técnicas terapéuticas que recopiló en sus viajes a China en 1168 y 1187. En ella se desarrollan prácticas de corte exclusivamente budistas paralelas a las fórmulas clásicas de la medicina tradicional china.

Prácticas supuestamente en línea con los textos esotéricos traducidos por Subhākārasimha (Zenmui japonés) en los que se utilizan mantras y oraciones (dharani) para purificar el karma y obtener poderes (siddhis en sánscrito, shijji en japonés) que ayudaban supuestamente a evitar las calamidades, la enfermedad y prolongar la vida.

Aunque Eisai es conocido por introducir en el país las escuela Rinzai del budismo Zen, su asociación con el budismo esotérico parte de que este había sido primero ordenado monje Tendai y por tanto, había recibido numerosas iniciaciones esotéricas, llegando incluso a crear su propio linaje que llamó Yōjō Ryū.

El trabajo contiene dos secciones. En ellas se ensalzan los poderes terapéuticos del té y su supuesta capacidad para potenciar la longevidad (al nutrir al corazón, el órgano más importante y hogar del espíritu); la eficacia de los preparados con plantas medicinales, con especial mención al jengibre y la morera; y se indican las correspondencias entre las cinco vísceras internas y elementos de la cosmología budista esotérica como los cinco budas de la sabiduría, los bodhisattvas, sus mudras y sus mantras semilla.

Es interesante observar cómo:

Víscera Dirección Buda Bodhisattva Kongokai Mudra Mantra
Hígado Este Ashuku (Aksobhya) Yakushi Diamante dōko A
Corazón Sur Hōshō (Ratnasambhava) Kyokūzō Joya hōgyō Trāh
 Pulmón Oeste Muryōju (Amida) Kannon Loto hachiyō Hrih
Riñón Norte Shakamuni Miroku Karma katsuma Ah
Bazo Centro Dainichi Nyorai Hannaya Buda goko Vam

Eisai diferencia entre la técnica kaji, como un método esotérico de trabajo interno para curar, en la que se utiliza cuerpo, mente y palabra para experimentar la resonancia personal no dual de los órganos con las deidades del Mandala; y el uso de los sabores de los alimentos (dulce, ácido, picante, salado) para reestablecer el equilibrio en los órganos como una forma externa e inferior de terapia.

Es interesante anotar que con la técnica del Kaji ya no se busca convocar a los budas o invitarles a continuar residiendo dentro del cuerpo, sino que servía para revelar al practicante la unión entre el cuerpo y los budas y permitir al practicante sentir la resonancia que existen entre ellos.

Gorinkuji Myō Himitsu Shaku

Aunque el “Comentario Esotérico sobre la Sabiduría de los Sonidos de los Cinco Mandalas y las Nueve Sílabas”, elaborado por Kakuban en el año 1142 dentro de la tradición del budismo esotérico Shingon, no tiene carácter médico, se debe hacer mención de él porque representa un texto clave en la descripción del cuerpo “interno” de la época en dónde se explica cómo trabajaban los monjes en sus prácticas.

En la obra se pueden establecer coincidencias con las ideas de Eisai, en cuanto a que se trabaja a nivel “interno” con la correlación entre las cinco vísceras, los cinco budas, los cinco sentidos, colores, direcciones, estaciones, elementos, etc., (si bien, con una ordenación diferente a la que estable Eisai en algunos casos), si bien con un objetivo diferente al terapéutico: “convertirse en un buda en esta vida y con este cuerpo”, según las enseñanzas esotéricas del monje Amoghavajra (Fukūkongō en japonés) y el fundador del budismo Shingon, Kukai.

Aquí el cuerpo se convertía en un Mandala, en un microcosmos que resuena con la sabiduría iluminadora de Dainichi Nyorai, sobre el que se trabajaba a través de mantras y visualizaciones para alcanzar la iluminación en esta vida.

Referencias Bibliográficas

Drott E.R. (2010). Gods, Buddhas, and Organs. Buddhist Physician and Therories of Longevity in Early Medieval Japan, Japanese Journal of Religious Studies, 37/2. 247-273.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.