Kaji. Comunión con la Deidad

Dentro del budismo esotérico Shingon existe un concepto fundamental que ayuda a entender en qué consiste el trabajo con los mudras (gestos de manos y posiciones del cuerpo), mantras (palabras), visualizaciones y con las deidades de los mandalas esotéricos de esta tradición: el kaji.

Kaji, (adhisthana) representa la capacidad del devoto para poder manifestar el poder o la virtud de la deidad a la que invoca al entrar en un estado de comunión con ella.

Kaji se puede interpretar como “entrar en un estado de gracia” por la comunión con la deidad. Un estado en el que la deidad y el cuerpo del devoto se convierten en uno (ahamkara).

Kukai lo describió equiparando “Ka” (añadir o incrementar), al sol de buda que se refleja en el agua de la mente de todos los seres y “Ji” (llevar o aprovechar) el agua de la mente del practicante experimentando el sol de buda.

La noción de Kaji pudo surgir de la propia imagen de la divinidad central de esta religión Dainichi Nyorai (Mahavairocana), ya que Dainichi significa literalmente “el buda del gran sol”, un símbolo que irradia luz y energía.

Kakuban (1095-1143) amplió esta idea aludiendo a que el Kaji es un principio que ayuda a tomar conciencia al devoto de que el Dharma está y es la realidad que nos rodea; que es la clave para generar también la unidad mental con el maestro (sōō) en el aprendizaje (upa guru); y que sirve como puerta para abrir la plena confianza del devoto hacia la eficacia de las prácticas de la escuela.

La noción de Kaji forma parte de la propia filosofía integral que promulga la tradición Shingon y de su convencimiento hacia la unidad cuerpo-mente. Si en otras escuelas budistas la iluminación ocurre sólo en la mente, en la tradición Shingon también se adquiere en el cuerpo.

El Kaji forma parte de la progresión por los tres estados de conciencia que sigue esta escuela en el camino de la iluminación:

1) Rigu- jōbutsu, tomar conciencia de que dentro de uno está la esencia de buda, pero que, por estar presos en la ignorancia, está naturaleza no es realizada. En esta etapa el devoto comprende que las 10.000 virtudes de las deidades que figuran en los mandalas están dentro de él, que su cuerpo son los cinco elementos y que su mente son los seis elementos de la conciencia.

2) Kaji- jōbutsu, contactar con la naturaleza de buda a través del kaji, es decir, conseguir que a través de la práctica el devoto llegue a fusionarse con la deidad que venera en mente y cuerpo. Obtener el samadhi de la unión (yuga-sammai) y sentir la frecuencia de la budeidad.

3) Kentoku- jōbutsu, instalarse la budeidad. Si la unión con la divinidad que facilita el Kaji sólo dura el tiempo que dura el ritual, y cuanto termina, la persona vuelve a su estado ordinario, con la práctica perseverante el devoto consigue instalarse en ese estado permanentemente, siendo uno con la divinidad en todos sus actos.

En la tradición Shingon, este estado de “gracia” es la base para realizar sus rituales. Así el Kaji con diferentes divinidades se utiliza para realizar rituales de curación, protección, exorcismo, infundir poder a objetos (estatuas, altar, incienso, ofrendas, rosario), etc. y para infundir poder al agua (kaji kōzui) y con ella realizar ritos de purificación, bendición, etc..

La técnica del Kaji va unida al uso de mudras, mantras, dharani y visualizaciones con relación a la deidad e incluso la utilización de talismanes de papel o varillas de madera.

En la ceremonia el devoto puede adoptar tres perspectivas: poner en juego los méritos propios alcanzados en las prácticas; canalizar el poder o las virtudes de la deidad adorada invocando el voto realizado por los bosatsu (bodhisattvas) de ayudar a todos los seres para que intervenga; o canalizar la luz del universo como manifestación del buda Dainichi Nyorai (Mahavairocana).

Desde un punto de vista histórico se puede añadir que Kukai introdujo esta práctica como complemento a las técnicas que ofrecía medicina tradicional de su época.

En los periodos Nara y Heian, y bajo la influencia de las ideas del taoísmo popular (Omyōdō), se extendió la creencia de que la enfermedad podía ser causas por espíritus vengativos y que estos podían ser expulsados a través de exorcismos.

Por otro lado, el budismo Nara convirtió Yakushi Nyorai (buda de la medicina) en la figura central que servía para realizar rituales de fe curativos entre la aristocracia y la realeza. En el tratamiento se utilizaba tanto las técnicas de la medicina china como los rituales de fe.

Con la llegada del budismo Shingon, Kukai aportó la idea de que, igual que hay muchas medicinas para tratar las diferentes enfermedades, también hay diferentes budas para rogar por la curación. Con esto el kaji entró a formar parte de la realidad cotidiana de la aristocracia japonesa

Pero Kukai no quiso desbancar a la figura de Yakushi Nyorai. Kukai la integró en su escuela, y así, está figura aparece también dentro del conjunto de deidades que hay en Kōyasan y en el Tōji de Kyoto.

Referencias Bibliográficas

Snodgrass, A. (1997). The Matrix and Diamond World Mandalas in Shingon Buddhism, 1ª Edición 1988, New Delhi: International Academy of Indian Culture.

Winfield, P. (2005). Curing with Kaji. Healing and esoteric empowerment in Japan, Japanese Journal of Religious Studies, 32(1), 107-130.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

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