Primeros años de Kukai

Kukai nació en el año 774 d.C. en Byōbu-ga-ura, un pueblo próximo al distrito de Tado en la antigua región de Sanuki (hoy prefectura de Kagawa) en la isla de Shikoku, si bien, la presente ciudad de Zentsuji también reclama que fue allí su lugar de nacimiento.

Para algunos lugareños, Kukai realmente habría nacido dónde actualmente se ubica el templo Kaigan, a cuatro kilómetros al norte del Zentsū-ji. La razón que se alude es que en su época existió la tradición de dar a luz lejos del hogar y que la casa de los padres de la madre de Kukai habría estado en la vecindad de ese templo.

A día de hoy, su lugar de nacimiento está consagrado en Gotanjō-sho, un espacio sagrado dentro del precinto interior del templo Zentsū en Sanuki. El lugar se conoce de manera formal como Gogaku-zan Zentsū-ji, en honor a las cinco montañas que surgen detrás del templo. Unas montañas en las que, por cierto, está el templo Byōbu-ga-ura Zentsū-ji, desde donde se puede observar la bahía de ese nombre.

La llegada al mundo de este personaje está rodeada, como en muchas otras figuras históricas importantes, de elementos sobrenaturales. Según la tradición Shingon, sus padres tuvieron el mismo sueño justo antes de que naciese. Un sueño en el que se les aparecía un monje indio en su dormitorio, que después desaparecía introduciéndose en el pecho de su madre.

Esta visión hizo creer a sus padres que su hijo iba a ser la reencarnación de un maestro indio. Una idea que después se reforzaría cuando observaron en Kukai, una inteligencia excepcional desde muy pequeño.

En la tradición Shingon se considera que Kukai fue la reencarnación del monje indio Amoghavajra (jap. Fuku Sanzo o Fuku Kongō), un personaje que nació en Ceilán y que se convirtió en el tercer maestro del budismo tántrico que llegó a China. Por eso, esta escuela establece que la fecha de nacimiento de Kukai fue el 15 de junio, la fecha en que murió este monje en China. Sin embargo, hoy en día se observa discordancia de fechas entre ambos eventos.

Respecto a quién fue la familia de Kukai no está del todo claro, si bien, se considera que nació en el seno de una familia noble de rango medio que llegó a disfrutar de cierta posición de privilegio en el Japón de su época.

Esta idea se apoya en argumentos como que: a) su clan habría sido una rama familiar emparentada con el clan Ōtomo, uno de los clanes más influyentes en el gobierno de la época; b) su tío, por parte de madre, habría sido Ato no Ōtari, un personaje que llegó a ser nada menos que tutor del Príncipe Iyo, el tercer hijo del Emperador Kanmu, cuando Kukai tenía 10 años; o en que c) otro de sus supuestos familiares, Saeki Ima-Emishi, fue una figura que llegó a servir a seis Emperadores (Shomu, Koken, Junnin, Shotoku y Kanmu), ayudó a supervisar la construcción del famoso templo Todaiji en Nara, colaboró en el traslado de la capital desde Nara a Nagaoka e incluso fue propuesto para ser embajador en China por el Emperador Konin.

En sus memorias, Kukai afirmó que sus antepasados por parte de su padre Saeki Atai Tasami (Tagimi o Yoshimichi o Saegi Ataegimi), recibieron territorios como premio por los servicios que habrían prestado al gobierno Yamato en la subyugación de los bárbaros del este.

Sin embargo, Ryotaro (2003) llama a la prudencia y sugiere la necesidad de seguir investigando un poco más sobre esta parte de su biografía, ya que el nombre familiar “Saeki” tiene unas raíces confusas y las tierras supuestamente otorgadas, en verdad, no fueron concedidas al clan Saeki, sino a una rama del clan Ōtomo que se instaló en Shikoku.

Este investigador añade que el nombre “Saeki”, en su origen “Saegi” (ayudantes del jefe), fue una denominación genérica que adoptó el gobierno Yamato para identificar al gremio militar que tuvo la responsabilidad de vigilar a los presos que trajo Yamato Takeru de su expedición contra los bárbaros del este y que se distribuyeron por cinco regiones fuera de las zonas centrales, incluido Sanuki.

En particular, la denominación de “Saegi”, pronunciado en chino como “Saeki”, correspondió tanto a los gremios militares de “a pie” con funciones de control como a las autoridades locales que tenían que coordinarlos.

La casa se complica aún más en la región de Sanuki, porque se sabe que en el año 453 d.C., Ōtomo no Wako, representante de una rama armada del clan Ōtomo de la capital, se instaló en esta región para disfrutar de las tierras que había recibido como premio por los servicios prestados en la rendición y subyugación de los bárbaros del este, y que este, para mejorar su imagen en el lugar, decidió que su rama familiar adoptarse el nombre de “Saeki” con el fin de mostrar su poder de jurisdicción sobre los “Saeki” locales.

En resumen, todavía no está claro a cuál de todos los clanes saeki perteneció realmente la familia de Kukai. Lo único que si está documentado es que en el año 861 d.C., 26 años después de la muerte de Kukai, su familia presentó una petición en la Corte para ser reconocida oficialmente como rama del clan Ōtomo, que le fue concedida.

Respecto a la rama familiar de su madre Atō Tamayori, parece ser que esta estuvo emparentada con el clan Ato, una familia de origen chino que se instaló en Japón en el siglo IV d.C. Este clan habría llegado a alcanzar una posición importante en la sociedad japonesa como quedaría demostrado en los puestos oficiales en la corte japonesa que detentaron algunos de sus miembros.

Se piensa que la madre de Kukai pudo haber llegado a Sanuki para casarse por un acuerdo familiar, o como parte de una rama familiar del clan Ato, invitada allí para dar una educación confuciana al jefe de la familia, ya que China era el modelo de referencia en la época.

En la tradición Shingon su madre adquirió con el tiempo diferentes ideales: por un lado, se asoció a Hārītī, la diosa budista protectora de los niños; a Tama-yori-hime, la hija del “Rey Dragón”, que le habría protegido frente a la tempestad que encontró el barco de su hijo en su viaje a China; o Akoya, la Perla de Ostra. Incluso se dice que Kukai gracias a su poder la salvó de la rueda de las reencarnaciones.

Por último, se puede añadir que Kukai recibió el nombre de Mao (Pez Verdadero) en su nacimiento y que tuvo tres hermanos y dos hermanas. Por parte de sus hermanas, la mayor Chiye, fue la madre de Chisen, un hijo que se hizo discípulo de Kukai, del mismo modo, su hermana menor, fue la madre de Enchin (814-891) un personaje que después desempeñó un papel clave en el desarrollo de la escuela Tendai y la creación de la línea Taimitsu.

Respecto de sus hermanos, el más cercano, Shinga, se hizo discípulo de Kukai y asumió el cargo del cuidado de las escrituras del templo Tōji en Kyoto después de que Kukai falleciese, y en cuanto a su hermano más joven, indicar que fue padre de Shinnen o Shinzen (804-891) y que también quedó como responsable del complejo de templos en Koyasan tras la muerte de Kukai.

CONTEXTO POLÍTICO, CULTURA Y RELIGIOSO

¿Cómo era el contexto político, cultural y religioso en el que transcurrieron los primeros años de vida de Kukai? Conocer esta información puede ser muy interesante ya que la influencia social y familiar que recibimos en estos años de vida es capaz de marcar en muchos aspectos la personalidad y las perspectivas de futuro de las personas.

Aunque Kukai es presentado como un personaje en la sociedad Heian (794-1192 d.C.), lo cierto es que los 20 primeros años de su vida transcurrieron al final del periodo Nara (710-794 d.C.).

Para ser más exactos, hay que indicar que Kukai nació durante el periodo de regencia del Emperador Kōnin (r. 770-781), en un momento histórico caracterizado a nivel político, por la rivalidad entre los partidarios de hacer del confucionismo o del budismo la ideología de Estado, y a nivel social, por un periodo de hambruna y epidemias que se extendió desde Shikoku, la isla donde nació, hacia el resto de provincias.

La tensión política que tuvo que solventar el Emperador Kōnin había surgido con los regentes anteriores. Todo empezó cuando el Emperador Shōmu (r. 724-749) amenazó el orden político anterior al tomar la decisión de querer ordenarse sacerdote budista.

La contra hacia este emperador fue sencilla. La familia imperial estaba vinculada en su linaje a la diosa Amateratsu y al culto sintoísta. Si el Emperador se hacía budista rompía con este linaje y así, con la tradición que justificaba su posición como regente.

Ante esta situación, Shōmu decidió abdicar en su hija, la Emperatriz Kōken (r. 749-758). El problema volvió a reproducirse cuando esta emperatriz también decidió hacerse monja budista, y aunque también optó por retirarse, a los 6 años no sólo decidió volver a la regencia bajo en nombre de la Emperatriz Shotoku (r. 764-770), también apostó por rodearse del clero budista como ministros, con el monje Dōkyō a la cabeza.

La regencia de esta emperatriz fue complicada porque puso en peligro el sistema político existente (Ritsuryō) y los intereses de la aristocracia sin aportar una verdadera alternativa. El cambio llegó tras la muerte de la Emperatriz Shōtoku y la subida al trono del Emperador Kōnin. Este, no sólo decidió volver a instaurar el orden político antiguo y revitalizar el Colegio Estatal Confucionista, también puso en práctica una importante medida: mantener en lo posible alejada la influencia del budismo de la política. Una filosofía que también mantendrían regentes posteriores que conoció Kukai en vida, como los emperadores Kanmu (r. 781-806), Saga (r. 809-823), Junna (r. 923-833) y Ninmei (r. 833-850).

La situación política pudo haber dejado una idea clara en la familia de Kukai: La formación confucionista era la vía que podía otorgar a su hijo una posición relevante en el Japón de la época, y aprovechando su posición, le enviaron con 15 años (año 788) a Nara a estudiar con su tío Ato Ato no Ōtari (el tutor del Príncipe Iyo) para preparar su entrada en el Colegio Estatal Confucionista, que por fin tuvo lugar en el año 791, cuando Kukai tenía 18 años.

En el contexto más personal, el conflicto político que afectó directamente a  Kukai y su familia fue el traslado de capitales del país desde Nara a Nagaoka (cerca de Osaka) en el año 784, y después a Heian-Kyo (la actual Kyoto) en el año 794. Sucesos que tuvieron lugar bajo la regencia del Emperador Kanmu (r. 781-806) y cuando Kukai contaba con 10 y 20 años respectivamente.

¿Qué razones pudieron llevar a desarraigar una capital con 200.000 personas, 10.000 funcionarios y a trasladar todas las construcciones de la nobleza, sobre todo cuando Japón parecía haber logrado por fin una nación unificada y una capital supuestamente estable en Nara?.

Aunque existen muchas posibles respuestas a esta pregunta, la que más nos interesan con relación a la vida de nuestro personaje fue, el deseo del Emperador Kanmu de salvaguardarse de la rivalidad que había entre los diferentes linajes y clanes para hacerse con el poder, así como la necesidad de escapar de la influencia y del poder acaparado por el clero budista en Nara. Esta última situación fue lo suficientemente conflictiva como para llevar a este Emperador a prohibir la presencia de ningún templo budista dentro de la nueva capital.

El suceso particular que afectó directamente a la familia de Kukai fue el asesinato de  Fujiwara no Tanetsugu, la persona encargada de construir la nueva capital por el Emperador Kanmu.

Ōtomo no Tsuguto, uno de los rivales políticos de este emperador y una persona que se había opuesto públicamente al traslado, fue declarado culpable del crimen y sentenciado a muerte, igual que muchos miembros importantes de su clan fueron arrestados y exiliados.

El problema salpicó directamente a la familia de nuestro protagonista porque el clan Saeki, como se ha explicado antes, se consideraba una rama familiar del clan Ōtomo, y porque Saeki no Umaemishi (719-790 d.C.), uno de los miembros más importantes del clan familiar, y también, uno de los encargados de dar apoyo al traslado de la capital a Nagaoka, fue también degradado al considerarse que podía haber sido un posible colaborador en el complot perpetrado por el clan Ōtomo.

¿Cómo afectó este conflicto a la vida de Kukai? Pues seguro que truncó muchas expectativas de la familia y quizás de él mismo. Lo que parecía un futuro prometedor para su hijo habiendo conseguido entrar en el Colegio Estatal Confuciano pareció desvanecerse.

Fuera como fuera como vivió la familia de Kukai esta crisis, lo cierto es que en el año 797, Kukai decidió abandonar su brillante formación académica para dar un giro de 360 grados en su vida y decantarse por el budismo. Una decisión que marcó un verdadero punto de inflexión en su vida y que abrió la puerta al “monje” que conocemos hoy en día.

Pero Kukai no se decantó hacia ninguna de las escuelas budistas que dominaban en Nara. En su caso particular, se interesó por el budismo esotérico, una rama del budismo que todavía no se había desarrollado en Japón.

En cuanto al contexto religioso del periodo Nara este se caracterizó principalmente por la convivencia en sociedad entre tradiciones budistas, sintoístas y taoístas.

En este periodo convivieron 6 escuelas budistas (Hosso, Jojitsu, Kegon, Kusha, Sanron, Ritsu) en Nara importadas desde el continente. Pero aunque el budismo había conseguido una importante posición de poder e influencia política en la corte, lo cierto es que todavía representaba una tradición reciente en el país.

Hay que recordar que el budismo se introdujo en Japón en el año 552 bajo la influencia de Corea, y que arraigó en un ambiente de conflicto político entre dos de las facciones guerreras más importantes del país: el clan Soga, defensor de la nueva religión y el clan Mononobe, ligado a los intereses del culto sintoísta.

Aunque el clan Soga consiguió amasar tanto poder que estuvo a punto de eclipsar el poder imperial favoreciendo al budismo, sus planes quedarían truncados con el golpe de Estado efectuado en el año 645 por Naka-no-oe (Fujiwara Kamatari) del clan Nakatome (un linaje emparentado al clan Mononobe). El nuevo gobierno apoyó la Reforma Taika (“Gran Cambio”), y con ello, un movimiento cuyo fin principal fue la restauración de la figura imperial.

El budismo supuso un auténtico reto ante el régimen social vigente en Japón al ser una religión que predica la absoluta igualdad sin admitir distinciones de clase social, ni diferencia entre ricos y pobres. Además, en aquellos tiempos representó una enseñanza compleja para la población en general, de modo que la gente se acercó a ella no tanto en la búsqueda de una ayuda espiritual sino como fuente de poder mágico para prevenir enfermedades, calamidades, epidemias, atraer lluvia o pedir por el bienestar los fallecidos, y atraída por el esplendor de su arte y arquitectura.

El budismo Nara acabó generando serios problemas, no sólo por el gasto de todas las reservas de bronce del país que supuso la construcción el Buda Vairocana del templo Todai en el año 747, también por todas las intrigas políticas en las que participó el clero budista con el sacerdote Dokyo a la cabeza y que se convirtió en motivo para el traslado de la capital desde Nara a Heian (la actual Kyoto).

Como se verá más adelante, Kukai supo por un lado, aprovechar sus contactos y el poder de los templos del budismo Nara cuando fundó su escuela en el regreso de China, al igual que los aspectos que más atraían del mismo a la población: esplendor iconográfico, arquitectura sacra y rituales mágicos, pero por otro, también se supo desmarcar de su hacer, ubicando su templo principal en Koya-san alejado de la capital e interviniendo en el mundo de la política como religión al servicio de sus intereses y gustos artísticos, sin participar en sus intrigas políticas.

Respecto del taoísmo, hay que recordar que el periodo Nara como admirador de la cultura china no sólo importó al país y apoyó, numerosos conocimientos asociados a esta tradición e identificados en Japón bajo el nombre de onmyōdō, los institucionalizó mediante la creación de la Oficina del Yin-Yang (Onmyōryō) encargada de “custodiar” dichos conocimientos para la corte.

Kukai pudo observar una sociedad y una corte, anclada en la superstición y las artes  mágicas de origen chino, en el culto a la adivinación, las nociones del yin-yang, los cinco elementos, los días fastos y nefastos, la numerología esotérica, la astrología, la geomancia, las prácticas de salud y longevidad (yōjō), los exorcismos, etc.

Pero también, pudo reparar en las intrigas en la corte en las que se vieron envueltos los dispensadores de estos conocimientos y como muchas de ellas terminaron en asesinatos, envenenamientos, exilios, etc. en la lucha por defender los derechos de sucesión en la familia imperial.

Aunque Kukai introdujo en el país una nueva religión que integró todos estos conocimientos para dar salida también a los intereses de la corte, se desvinculó del taoísmo y lo estigmatizó como un estadio de la religión en sus primeras etapas evolutivas al centrarse en la búsqueda de longevidad y el ego personal. Una mente infantil y miedosa que no entiende que todo es vacío.

En aquellos tiempos, Kukai no fue consciente de la gran mezcla de elementos taoístas que se habían introducido en el budismo esotérico cuando fue asimilación en China.

En el contexto cultural, Kukai vivió dos tendencias opuestas. Por un lado, la exaltación del modelo chino como referente fundamental para la vida política, social y cultural japonesa, y por otro, asistió al momento en que se inició el proceso de ruptura con el cordón umbilical de China en la búsqueda de una nueva identidad nacional.

Una identidad que dió frutos tan relevantes como la creación de la escritura kana, el primer alfabeto típicamente japonés; el nacimiento del estilo arquitectónico “shinden-zukuri” caracterizado por el uso de madera sin pintar y tejados de paja; o la creación de un nuevo estilo de pintura nacional denominado “Yamato-e” en el que se recogen escenas de la vida local y acontecimientos históricos.

Kukai también supo aprovechar todos estos aspectos y contribuyó en ambas tendencias de manera significativa. Por un lado, se valió de toda la formación que recibió en su formación académica en los clásicos chinos, la poesía y la retórica china para destacar en la corte heian por su capacidad literaria, intelectual y artística; y por otro, aportó referentes nuevos a la sociedad en la escritura, la pintura, la escultura, la arquitectura.

INICIOS DE KUKAI EN EL BUDISMO ESOTÉRICO

¿Cuál había sido la relación de Kukai con el budismo para llegar a tomar la decisión de abandonar su trayectoria académica en el año 797 y con ello cambiar el resto de su vida?

Aunque se considera que Kukai se había sentido atraído por la religión desde su más tierna infancia, y que incluso habría pasado parte de su infancia en el templo budista Kokubun antes de trasladarse a vivir con su tío en Nara, el contacto real con las enseñanzas budistas esotéricas que tanto le atrajeron en vida, tuvo lugar a los 18 años mientras residió en Nara.

El texto clave que sirvió de semilla o iniciación para Kukai fue el “Kokūzo gumonji no hō” (Palabras del bodhisattva Akasagarbha para recordar todas las cosas que se escuchan), una obra traducida al chino por Subhākarasimha (637-735), el primer patriarca del budismo esotérico en China, e introducido en Japón por el monje Dōji (¿?-744) en el templo Daian.

Parece ser que este habría entregado este documento a su estudiante Zengi (728-812), este a Gonzō (754-827) y que este último sería el que se lo habría mostrado a Kukai.

En el sutra se recomendaba repetir un mantra que era capaz de potenciar la capacidad de memorización de los sutras y de otorgar el poder de entender el significado de cualquier escritura sagrada. Era el mantra de Akasagarbha, símbolo de todos los fenómenos del universo, el gran sonido que abarca todo y ayuda a comunicarnos con el universo.

Según los registros, Kukai visitó frecuentemente el templo Daian durante su estancia en Nara por lo que es posible que pudiese efectivamente entrar en contacto allí con dichas escrituras.

De hecho, se afirma que el abad de este templo, el monje Gonzō, le brindó la oportunidad de poder acceder a las bibliotecas de los templos y de entrevistarse con otros monjes, y que fue gracias a esto que Kukai mostró un gran base bibliográfica al escribir sus obras.

El Daianji en su época fue uno de los “Siete Templos” (shichido garan) famosos reconstruido en Nara en el año 742, bajo inspiración del templo Ximing (ubicado en Chang´an) por el monje Dōji y estuvo asociado a la familia imperial.

Lo más destacado de este templo es que acogió al monje indio Bodhisena (704-760). Bodhisena nació al sur de la India y tuvo una inspiración mística con el Bodhissattva Manjusri que le llevó a viajar al monte Wutai en China en busca de la reencarnación de esta deidad. Más tarde, Bodhisena sería invitado a ir a Japón, convirtiéndose en el primer monje de origen indio que llegó al país en el año 736. Este personaje llevó la escuela budista Kegon a Japón, enseñó sánscrito y cultura india, y a su muerte fue consagrado en el tempo Ryusen en las montañas sagradas de Ōmine.

Luego, en las visitas de Kukai a este templo no sólo entró en contacto directo con la cultura india, también empezó a recibir sus primeras enseñanzas esotéricas y, algo más importante, el consejo de retirarse a la naturaleza para encontrar un sitio “adecuado” donde recitar el mantra, el lugar donde “la voluntad del universo pudiese descender”.

Aunque Kukai quiso volcarse hacia el budismo, en paralelo tuvo que seguir librando una batalla contra los intereses de su familia y la presión de sus profesores y familiares de que no abandonase sus estudios.

El modo de hacerlo fue redactando en el año 797, con tan sólo 24 años, la obra “Indicaciones sobre las Tres Enseñanzas”, un escrito en el que un monje budista contra-argumentaba todos los ideales confucionistas y taoístas y que aludía a una biografía de unos 200 tratados y clásicos, chinos y japoneses.

Para muchos autores, esta obra es una autobiografía velada sobre su lucha interior con las ideas transmitidas por estas tres enseñanzas mostrando como era su pensamiento en aquella época de incertidumbre vital.

En la obra se expone que el confucionismo es clave para el éxito en la vida, para hacer carrera en puestos oficiales y para dominar el camino de las relaciones humanas; el taoísmo es el camino que enseña a desprenderse del deseo de ambición y fama mundanal para convertirse en la vía del ermitaño; mientras que el budismo es la escuela que enseña la salvación de uno mismo y de toda la humanidad.

ASCETISMO EN SHIKOKU

En esta fase de su vida Kukai emprendió una etapa de peregrinaciones y prácticas ascéticas por las distintas montañas de su isla natal Shikoku, que hoy en día son rememoradas a través de la famosa peregrinación de los “88 Templos”.

Parece ser que Kukai se decantó por buscar espacios geográficos con un “aura” especial, lugares emblemáticos como el monte Tairyu en Awa, el monte Ōtaki, al oeste de la actual ciudad de Anan o el cabo de Muroto en la prefectura de Kochi. En este último lugar son famosas las cuevas de Mikurodo-kutsu (cocina de los dioses) y Shinmei-kutsu (linterna de dios) en los acantilados al borde del mar.

Según Ryotaro (2003), Kukai aguantó allí sus miedos recitando el sutra del Pavo Real, un símbolo clave en el budismo esotérico en la protección contra las energías negativas, los venenos, etc. que nace de la observación de cómo esta ave, aún viviendo en las selvas de la India, y aún siendo tan llamativa e indefensa, pueda sobrevivir en ese entorno hostil.

En las memorias del propio Kukai, se dice que fue en una de esas cuevas donde un día, gracias a sus prácticas ascéticas realizadas con el mantra de Akasagharbha, fue bendecido por el bodhisattva bajo la forma del planeta venus, que descendió del cielo y entró en su boca.

En la tradición de su época Akasagarbha era una deidad capaz de destruir todos los obstáculos en la realización de la perfección, y el gumonji-ho se identificaba con la meditación de la estrella de amanecer. La práctica recomendaba recitar el mantra durante 100 días aislado del mundo mirando hacia el planeta Venus.

La etapa vital entorno a los 20-30 años de Kukai presenta muchas lagunas informativas. La razón quizás hay que buscarla en que en esta época, las prácticas religiosas con aspectos mágicos y la vida monástica fuera de las estructuras religiosas estaban penalizadas oficialmente.

Según Ryotaro (2003), fue en este periodo cuando Kukai, en sus contactos con el Daianji, llegó a dominar los principios de las seis escuelas principales de Nara, incluida la escuela Kegon que englobaba en su doctrina las enseñanzas del budismo esotérico, y también un momento en que estos conocimientos no debieron satisfacerle por lo que se oriento hacia el budismo esotérico.

Según la leyenda, Kukai en su desesperación por encontrar un camino para progresar en su búsqueda intelectual, tuvo un sueño en el que un hombre le transmitía que la solución a sus inquietudes estaba en el Sutra Mahavairocana.

Esta obra ya había sido introducida en Japón por el monje Genbō (¿?-746) que la había traído en su regreso desde China junto al sutra Vajrasekhara.

Kukai emprendió una búsqueda para dar con el texto y lo encontró finalmente en el templo Kume-dera en Takechi, en la provincia de Yamato. Pero el problema que encontró fue que era un sutra poco trabajado por las escuelas budistas japonesas porque lo que su comprensión respecto a los mudras, mantras y mandalas que explicaba estaba muy limitado. La solución y su meta fue clara: ir a China para encontrar a alguien que le pudiese enseñar.

Referencias Bibliográficas

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Toby, R. (1985). Why leave Nara?: Kammu and the transfer of the Capital, Monumenta Nipponica, 40(3), 331-347.

Watanabe, B. (1999). Attaining Enlightenment with this body. Primacy of practice in Shingon Buddhism at Mount Koya, Doctoral Thesis, Japan, State University of New York.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

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