Periodo Muromachi (1333-1573)

Foto Autor: Ginkakuji (Kyoto)

CONTEXTO POLÍTICO

Este periodo abarca el gobierno del clan Ashikaga en Kyoto durante 230 años, empezando con Ashikaga Takauji (1305-1358) para extenderse durante 15 generaciones.

El mandato no fue sencillo al inicio. La rivalidad con el exemperador Godaigo y sus seguidores cortesanos fortificados en Yoshino, supuso un periodo que se llamó las “Dinastías del Norte y del Sur” que no se resolvió hasta el año 1392.

A nivel político, el objetivo del clan Ashikaga fue resucitar el poder militar en todo el ámbito nacional. Algo que se consiguió ya que el Shogun se convirtió en el único poder efectivo de la nación (pudiendo dictar órdenes en nombre del emperador), y los cortesanos pasaron a depender económicamente de los gobernadores militares a la hora de poder recibir cualquier tipo de ingreso desde las provincias.

Sin embargo, el Bakufu Muromachi mantuvo muchos elementos del sistema administrativo Kamakura. Se mantuvo el sistema de una administración centralizada, si bien se basó en una Junta Suprema gestionada por un sistema tripartito (san-han-rei) de tres clanes familiares.

La administración provincial siguió en manos de la clase militar, si bien el poder quedó exclusivamente en la figura del gobernador militar, y acogió un “sub gobierno” autónomo en Kamakura, cuyos miembros fueron elegidos por la familia Ashikaga, para vigilar las 8 provincias de la región de Kanto.

Esta fórmula administrativa abrió la puerta a que los gobernadores militares se convirtiesen en señores feudales de varias provincias. De hecho, fue aquí donde nacieron los grandes terratenientes militares (Shugo-Daimyo) que caracterizó a la época Muromachi.

Estos señores llegaron a acumular tal fuerza económico-militar que empezaron a distanciarse del Shogunado e incluso a competir con él. Tanto es así que finalmente estalló la Guerra de Onin (1467-1477). Un conflicto que terminó debilitando de tal manera el gobierno centralizado Ashikaga que finalmente el país se sumió en una época oscura de grandes enfrentamientos entre señores “feudales”, conocido como Sengoku-Jidai Y que duraría 100 años. Hasta la entrada de Oda Nobunaga en Kyoto en 1568.

CONTEXTO ECONÓMICO

Durante el periodo Muromachi el país experimentó un importante desarrollo económico favorecido por la mejora en la agricultura, gracias a la mejora en las herramientas de trabajo y en los métodos de irrigación de los campos; un mayor uso de animales de tiro; y la introducción de nuevos productos como como la soja y el té.

Además, también se empezó a desarrollar una especialización laboral que dio lugar a gremios de artesanos, carpinteros, herreros, tejedores, constructores de tejados, etc. bajo la protección de algún templo o familia aristocrática. Comerciantes que ganaron el derecho al monopolio de determinados productos.

Un indicador significativo del crecimiento económico fue el mayor empleo en el uso de la moneda como sistema de valor e intercambio. Moneda que, por cierto, era importado de China.

Con la moneda aparecieron grupos de prestamistas y cambistas y cartas de crédito para manejar grandes sumas de dinero. Pero también, ciudades basadas en el comercio, interesadas en abrir rutas comerciales con el continente. Un interés que pronto se tuvo que enfrentar con la piratería, y con ella, a importantes tensiones con China.

Los últimos años del periodo Muromachi trajeron además los primeros contactos comerciales con Occidente. Portugal desde Macao y España desde Filipinas, se habían abierto a conquistar el Nuevo Mundo.

El primer encuentro directo con Occidente tuvo lugar en 1543, cuando el portugués Antonio Damoa encalló en Tanegashima con un barco de bandera china. En este contacto, los portugueses dieron a conocer a los japoneses las armas de fuego, la pólvora y los métodos para su fabricación.

Más tarde, en 1546, llegarían tres barcos mercantes portugueses a las costas de Kyushu, dando el monopolio comercial de Japón a los portugueses hasta el año 1587, en que llegarían los primeros barcos españoles.

CONTEXTO CULTURAL

El periodo Muromachi representó un momento de notable florecimiento cultural y económico en el país. Los argumentos que explican esto, según Whitney (1993) son:

1) La integración de la clase militar en la cultura de la aristocracia. Esto facilitó el interés entre los bushi por la etiqueta, la poesía, la música y la literatura,

2) La expansión de relaciones entre Japón y el continente chino. Gracias a la construcción de barcos que se produjo para hacer frente al frustrado ataque mongol, Japón pudo desarrollar continuas relaciones con la corte Ming. Relaciones que esta vez estuvieron enfocadas en las artes, la técnica y la religión.

3) El rol de difusión de la cultura y las artes de los monasterios Zen. En el periodo Muromachi, la élite social tomó a muchos monjes zen como sus consejeros y compañeros de inquietudes estéticas. Un ejemplo fue monje zen Muso Soseki (1275-1351) consejero espiritual del Shogun Ashikaga Takauji, y principal benefactor en la construcción del monasterio Tenryu de Arashiyama en 1345.

Este florecimiento cultural y artístico alcanzó su cénit con las figuras de Ashikaga Yoshimitsu (1358-1408), el tercer Shogun del linaje, y Ashikaga Yoshimasa (1435-1490), el octavo Shogun Ashikaga. Con el primero se construyó, en el año 1397, el Pabellón de Oro (Kinkakuji), y con el segundo, en el año 1489, el Pabellón de Plata (Ginkakuji).

Durante el reinado de Yoshimasa en particular, surgió la cultura Higashiyama (1483-1490) en la que floreció la ceremonia del té (Chadō) y su cerámica, el arreglo floral (Ikebana), el teatro japonés (y Kyogen), la pintura china (Sumi-e) y los conceptos de estética sabi, wabi y shibumi.

En la arquitectura se introdujeron nuevas ideas como el empleo de maderas naturales, la fusión con el paisaje, el uso de pilares oscurecidos sin pintar. las paredes blancas, el uso del tatami para recubrir todo el suelo, el tokonoma como sala para mostrar objetos artísticos, y la creación de jardines de musgo y de roca para la contemplación, elementos que se asocian hoy a la arquitectura genuinamente japonesa.

El periodo Muromachi ganó las aportaciones de grandes personajes en la historia de Japón como Zeami Motokiyo (1363-1443) en el mundo del teatro ; Sesshu Tōyō (1420-1506) en el mundo de la pintura china; o Kanō Masanobu (1434-1520) creador de la escuela de pintura Kanō caracteriza por el uso de láminas de oro en los fondos con escenas costumbristas y paisajes.

CONTEXTO RELIGIOSO

En 1386, Ashikaga Yoshimitsu decidió organizar oficialmente a las escuelas del budismo Zen. El sistema consistió en poner en la cima al templo Nanzen como cabeza principal, seguido en planos descendentes por los cinco templos de Kyoto (Gozan, Cinco Montañas): Tenryu, Shokoku, Kennin, Tofuku y Manju; los cinco templos (Gozan) de Kamakura: Kenchi, Engaku, Jufuku, Jochi y Jomyo, y finalmente, los “Diez Filiales” (Jissatsu) que abarcaban 70 templos provinciales y unos 200 templos locales.

Lo más destacado del Zen en esta época es que se desarrolló un importante debate entre los monjes “urbanos” (shukke), recluidos dentro de los monasterios de las ciudades y con una vida implicada con la Corte, y los monjes “puros”, recluidos en la soledad de las montañas (tonseisha).

Para los monjes recluidos, el asilamiento representaba un ideal religioso (de influencia taoísta) en el camino hacia la trascendencia y la iluminación, de modo que rechazaban a los monjes urbanos presos de aspectos burocráticos.

Sin embargo, muchos de los monjes de los templos urbanos rechazaron esta idea como algo simplista, y aludieron a que la verdadera reclusión no tiene nada que ver con el lugar en el que se habita sino con la mente. Para ellos, cuando una persona ha conseguido la paz mental puede mantenerse recluido a nivel mental incluso rodeado por las escenas bulliciosas de la capital.

La visión del “Ermitaño en la Corte” que vive en la capital y participa activamente en la sociedad y la política de la Corte, tuvo sus raíces en China, donde se afirmaba que uno no tenía por qué apartarse a una cueva o vivir en la naturaleza virgen para alcanzar la pureza; y se apoyó en el concepto de “no-dualidad” Mahayana que mostraba que hablar de “sagrado” y “profano” era caer en un dualismo contrario a las enseñanzas.

Tan malo es detestar el mundo como regodearse en la liberación. Un maestro iluminado considera que su iluminación siempre es compatible con el mundo ordinario.

Además del florecimiento de la cultura Zen, los últimos años del periodo Muromachi trajeron también el cristianismo de manos de portugueses y españoles.

El Shogunato Ashikaga fue lo suficientemente tolerante con la nueva religión como para que esta lograse finalmente expandirse por toda la zona occidental y centro-occidental del país (desde Kyushu hasta la región de Kinki).

Pero la expansión del cristianismo entre la población japonesa no fue exclusivamente por motivos religiosos. También fue importante el gran interés que existió entre los grandes daimyo por el beneficio potencial que tenía apoyar a los misioneros para obtener beneficios comerciales, y sobre todo, para tener acceso a las armas de fuego.

Referencias Bibliográficas

Kondo, A. (1999). Japón. Evolución histórica de un pueblo (hasta 1650), Guipúzcoa: Nerea.

Whitney, J. (1993). El Imperio Japonés, Madrid: Siglo XXI.

Parker, J. (1995). The Hermit at Court: Reclusion in Early Fifteenth-Century Japanese Zen Buddhism, Journal of Japanese Studies, 21 (1): 103-120.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *