La palabra haṭha significa literalmente “fuerza” y por ello se considera que este término hace referencia a algún tipo de esfuerzo que debe ponerse en la práctica para alcanzar los beneficios esperados.
En los siglos XIX-XX Occidente asoció erróneamente ambos términos con conceptos tan despectivos como “ascetismo extremo”, “disciplina extenuante de auto-tortura” o “disciplina de métodos violentos hacia a uno mismo” debido a una mezcla de ideas equivocadas respecto a las prácticas de los sādhus y sannyāsins. Esta interpretación, como bien aclara Birch (2011), contrasta notablemente con el contenido de los primeros textos ligados a esta tradición donde se habla más bien de actuar con cuidado y diligencia, no forzar y seguir una progresión gradual e incluso lenta, y donde la extenuación se identifica como el enemigo de la práctica.
Este mismo investigador revela que en los textos antiguos la noción de “fuerza” se expresó como la acción de retener la esencia sexual (semen), empujar el aliento vital dentro del canal central del cuerpo (suṣumnānādi) para ayudar a esta esencia a subir hasta la cabeza contra la fuerza de la gravedad o despertar la kuṇḍalinī dormida en la base de la columna para que ascienda por los chackras hasta la cabeza.
Una segunda interpretación más “esotérica” que se ha otorgado a este término es la que define el significado de esta palabra como la unión del sol (ha) y la luna (ṭha) en nuestro interior. Esta asociación no es casual porque aparece “circunstancialmente” citada en el primer texto que se asocia con la tradición del haṭhayoga, el Amṛtasiddhi, donde se define el yoga como la unión del sol y la luna, si bien es verdad que no se utiliza en ningún momento el término haṭha en el mismo.
Más tarde se puede rastrear esta misma asociación de los cuatro términos en otras obras tántricas como el Jayadrathayāmala o el comentario de Ksemarāja del Netratantra donde la palabra ṭha se une con la luna; en el texto vaisnava Pāñcarātra donde el sol se une con el aire inspirado y la sílaba ha; o en el saivismo cachemir en la obra Tantrāloka de Abhinavagupta donde sol y luna se equiparan al aire inspirado y expirado. Curiosamente, en los textos más directos de la tradición del haṭhayoga sólo se aparece en el Yogabīja redactado entre los siglos XIV-XV.
NACIMIENTO DEL HAṬHAYOGA
Podemos definir el haṭhayoga como un conjunto de prácticas innovadoras, predominantemente físicas, que surgieron en el siglo XI en la India y que se codificaron en el año 1450 como un sistema completo y con sentido en sí mismo en la obra Haṭhapradīpikā dentro de la tradición saiva.
Sin embargo, las raíces de esta tradición yóguica pueden rastrearse más atrás en el tiempo en las prácticas ascéticas que realizaban los renunciantes (śramaṇas) en la India antigua para producir tapas (calor espiritual) y que incluían técnicas respiratorias, pero también, y como veremos después, en el budismo.
Según Mallinson (2020) y Singleton (2021), la primera mención que se ha encontrado del término haṭhayogaaparece en un texto de la tradición budista mahāyāna yogācara redactado entre los siglos III-IV e.c.bajo el título Yogācārabhūmiśāstra, si bien no se define dentro del mismo su sentido. Sólo se utiliza para aclarar que el estado de Bodhisattva no se adquiere utilizando haṭhayogena, es decir, sin forzar.
Más tarde, en el siglo VIII, volverá a aparecer este término en la obra Guhyasamājatantra, ligado a la tradición budista tántrica vajrayāna, como un método secundario o de ayuda cuando el alumno no es capaz de tener una experiencia mística, si bien tampoco se explica en ella en qué consiste esa práctica.
A partir de esta fecha y hasta el siglo XII, el término se cita en diferentes textos de la tradición budista vajrayāna con referencias confusas a que esta práctica estaba asociada a la retención del semen y el control del aliento vital para moverlo al canal central sutil del cuerpo, obras como el Caryāmelāpakapradīpa, Abhidhānottaratantra, Sampuṭatilaka, Sekanirdeśa, Caturmudrānvaya, Laghukālacakratantra, Vimalaprabhā, Ṣaḍaṅgayoga de Anupamarakṣita, Sekoddeśaṭīkā, Sekanirdeśapañjikā, Ḍākārņavatantra, Gūḍhapadā, Guņabharaņī, Amṛtakaņ o Yogimanoharā.
Las investigaciones más recientes indican que el haṭhayoga en el budismo vajrayāna tenía que ver más específicamente con la tercera y cuarta etapa de las fases de éxtasis experimentadas en el rito sexual budista (ānanda, paramānanda, sahajānanda y viramānanda) cuando el practicante retenía la esencia sexual y aumentaba la experiencia de éxtasis interna.
Según Birch (2011, 2020) dentro de los textos citados anteriormente, el primero que aporta una descripción explícita del significado que englobaba el término haṭhayogaes el comentario de Puṇḍarīka al texto Laghukālacackratantra titulado Vimalaprabhā (siglo XI) y lo hace en términos de hacer fluir el aliento vital (prāņa) en el canal central (madhyamā, equivalente a suṣumnānādi), una práctica que engloba un trabajo de resonancia interna (nāda) y la retención del semen (bindu).
Por otra parte, Mallinson (2011) y Singleton (2021) también señalan que el primer texto en el que aparece la descripción de prácticas corporales que luego van a formar parte de la tradición del haṭhayoga (aunque no utilice este término como tal en ningún momento en su contenido) es el Amṛtasiddhi de Virupaksa. Un texto del siglo XI ligado también a la tradición vajrayāna en el que se citan tres técnicas corporales (mudrā, literalmente “sellos”) y cuatro niveles de práctica (comienzo (ārambha), acción (ghaṭa), acumulación (paricaya) y terminación (niṣpatti) y cuatro tipo de aspirantes (flojo (mṛdu), mediocre (madhya), excelente (adhimātra) y muy excelente (adhimātratara) cuyo objetivo sigue siendo retener el semen o introducir el aliento en el canal central del cuerpo para ayudar a ascender la esencia hacia la cabeza.
El trabajo con la esencia sexual evolucionó con el tiempo en dos técnicas principales: adoptar una posición corporal invertida para facilitar que la fuerza de gravedad lleve la esencia hasta la cabeza o el uso de técnicas respiratorias para forzar que el aliento penetre dentro de un canal central del cuerpo para forzar el ascenso de la esencia sexual desde la base de la columna a la cabeza.
Más tarde, según se describe en la obra Kubjikāmatatantra del siglo X, la escuela Kaula de la tradición tántrica saiva transformó esta visión a la noción de hacer ascender la serpiente kuṇdalinī (manifestación de la deidad Kubjikā), enroscada y dormida en la base de la columna vertebral, por ese canal central en el centro de nuestro cuerpo hasta la cabeza visualizando en su recorrido en la meditación diferentes puntos llamados chakras.
Los primeros textos no budistas en dónde se exponen también prácticas ligadas al haṭhayogason el Dattātreyayogaśāstra de la tradición vaisnava yel Amaraughaprabodha de la tradición saiva, redactados entre los siglos XII-XIII y XIV-XV respectivamente, dentro de los cuales se reproducen por cierto las ideas del Amṛtasiddhi.
Otros textos importantes de esta época que también contribuyeron a aportar contenido al haṭhayoga aunque no se autodefinieron como tal, son el Vasiṣṭhasaṃhitā de los siglos XII-XIII; el Khecarīvidyā y el Yogayājñavalkya de los siglos XIII-XIV, el Śārngadharapaddhati del siglo XIV, el Vivekamārtaṇḍa del siglo XIV y el Gorakṣaśataka del siglo XV.
Podemos concretar que si hasta el siglo XI-XII los textos vajrayāna habían considerado estas prácticas como un sistema “inferior”, “complementario” o “secundario” aconsejado para los practicantes con “menor capacidad”, con el Dattātreyayogaśāstra pasaron a identificarse como una modalidad más y a la par dentro del yoga, hasta que en el siglo XV, la obra Haṭhapradīpikā lo elevó a un sistema completo capaz de conducir a los estados más elevados del yoga.
HAṬHAPRADĪPIKĀ
El Haṭhapradīpikā fue un texto elaborado por Svātmārāma en el que se recopilaron las ideas y técnicas corporales descritas en muchos de los textos mencionados anteriormente para reagruparlas bajo un sistema de práctica identificado formalmente como haṭha.
En sí es una obra de 392 versos en dónde se citan: 15 posturas corporales (āsana), de las cuales 8 no son sentadas rompiendo con la tradición de buscar posturas estables y confortables para la meditación y cuyo fin tampoco es la meditación sino manipular los fluidos y vientos internos o curar la enfermedad; 8 técnicas de retención de la respiración (kumbhakas), 4 de ellas tomadas directamente de la obra Gorakṣaśataka, que luego se han convertido en técnicas “clásicas” para el trabajo con la respiración (praṇāyāma); 11 acciones corporales de sellado (mudrā)cuyo fin es potenciar la salud y ayudar al ascenso de la kuṇḍalinī; y un trabajo de concentración en el sonido interno (nādānusandhāna) en donde el yogui bloquea los órganos de los sentidos para escuchar sonidos sutiles internos. Además, esto se complementa con limpiezas corporales (ṣaṭkarma) para eliminar el exceso de grasa y mucosidad en el cuerpo.
Esta obra fue el referente del que después surgieron nuevos textos que ampliaron y profundizaron aún más en las técnicas y la teoría del haṭhayoga generando sistemas más elaborados de práctica como el Haṭharatnāvalī, Haṭhayogasaṃhitā y Yogacintāmaņī (este último con 3423 versos)de los siglos XVI-XVII y el Haṭhabhyāsapaddhati, Haṭhayogamañjarī, Haṭhatattvakaumudī (con 1680 versos), Haṭhapradīpikā, Gheraṇḍasaṃhitā y Siddhāntamuktāvalī (con 1553 versos) de los siglos XVII-XVIII.
A partir del siglo XVII-XVIII surgieron en paralelo a la línea iniciada por el Haṭhapradīpikā manuales en los que se profundizaba en técnicas específicas del haṭhayoga como el Kumbhakapaaddhati (siglo XVII), el Satkarmasaṅgraha y el Yogāsanamālā (siglo XVIII) y el Yogāsana (siglo XIX); pero también numerosas publicaciones donde el haṭhayoga fue asimilado dentro de otras tradiciones espirituales floreciendo nuevas interpretaciones como el Yogacintāmaņi de Godāvaramiśra, el Yogapañcāśikā y el Upāsanāsārasaṅgraha (siglo XVI); el Yogacintāmaņi de Sivānandasarasvatī y el Yuktabhavadeva (siglo XVII) de la tradición Pātañjalayoga; el Tattvabinduyoga de Rāmacandra (XVII-XVIII); el Haṭhasaṅketacandrikā, el Haṭhatattvakaumudī, el Yogasārasaṅgraha y el Yoga Upaniṣads (siglo XVIII); el Rājatarala (siglos XVIII y XIX); el Yogasandhyā y el Gorakṣasiddhāntasaṅgraha (siglo XIX), así como el Triśikhibrāhmaṇopaniṣad, el Varāhopaniṣad, el Yogakuṇḍalalyupaniṣad y el Yogatattvopaniṣad dentro de la tradición Advaitavedānta; o la obra Śivayogadīpikā en la tradición Bhakti y Pūja.
EVOLUCIÓN EN LAS POSTURAS CORPORALES (ĀSANAS)
Uno de los cambios más importantes que conllevó la evolución textual del haṭhayoga fue el incremento en el número de posturas corporales (āsanas) descritas en su contenido. Si tradicionalmente sólo se había hecho alusión a una o dos posturas y referidas básicamente a posturas sentado (como la postura del loto (padmāsana) en el Vasiṣṭhasaṃhitā (siglo XIII) ya se describen 10 posturas (2 no sentado: mayūrāsana y kukkuṭāsana), en el Yogayāsaṃhitā (siglo XIV) 8 posturas y en el Śivasaṃhitā (siglo XV) 6 posturas (una no sentado: paścimottāsana).
Si bien es verdad que en el Dattātreyayogaśāstra (siglos XII-XIII) o en el Vivekamārtaņḍa (siglo XIV) se cita que había “ocho millones cuatrocientas mil posturas” y que Śiva había enseñado 84, lo cierto es que cuando se edita el Haṭhapradīpikā sólo se sigue describiendo 15 āsanas.
Después del Haṭhapradīpikā sin embargo el número crece de manera muy significativa y así, en el siglo XVII en el Yogacintāmaņi se alude a 34 posturas, en el Haṭhayogasaṃhitā a 32, en el Haṭharatnāvalī a84 posturas (de las que sólo describe 36)y en el Yogacintāmaņi de Sivānandasarasvatī a 118 posturas (de las que sólo describe 62). En el siglo XVIII el Gheraṇḍasaṃhitā describe 32 posturas, en el Jogapradīpyakā 90, en el Haṭhapradīpikā 96, en el Yogāsanamālā 110y en el Haṭhabhyāsapaddhati 112 posturas que incluyen posturas dinámicas, secuencias de posturas y el uso de cuerdas y pelotas.
¿Qué llevó a este incremento en el número de āsana? Para Birch (2020) la razón puede explicarse en la propia competencia que pudo establecerse entre escuelas para ganar estatus una vez aceptado el haṭhayoga como una práctica completa y reconocida para decir que la suya disfrutaba de más posturas, o bien que ya había muchas āsanas fuera de la tradición textual y que poco a poco se fueron introduciendo en los textos… algo que indicaría que si antes muchas posturas se consideraban “superfluas”, a partir del siglo XVI empezaron a valorarse como algo importante.
Como señala Birch (2020) sería interesante investigar cuál fue la influencia que recibió el haṭhayoga de la tradición textual, las posturas marciales de la época y la influencia de la gimnástica y la educación física que llevaron los británicos a la India para poder definir claramente tradición y modernidad.
En resumen y como señala Birch (2011) se deben distinguir tres fases en la evolución del “Yoga”. Una primera que culminó con el Yogasūtra de Patañjali en la que se compilaron las prácticas del yoga que englobó el budismo primigenio, los Upaniṣads y la literatura épica como el Mahābhārata. Un sistema coherente de filosofía y práctica que permitió que después el Yoga fuese considerado una de las seis escuelas filosóficas de la India; una segunda etapa ligada a la tradición tántrica que quizás tuvo sus orígenes en la secta Pāṣupata, y que nació como una tradición independiente de la tradición comentada de Patañjali (aunque si fue influenciada por el Pātañjalayoga) y que culminó con la obraHaṭhapradīpikā de Svātmārāma en el siglo XV. Una nueva tradición que eclipsó al resto de los yogas y convirtió el término haṭhayoga en un concepto asentado dentro de la tradición india; y una tercera fase que arrancó en el siglo XVI y que comprendió la integración del haṭhayoga en otras tradiciones del Pātañjalayoga, el Āyurveda, el Advaita vedānta, el Bhakti y la Pūja, etc.
Es interesante destacar que:
– Las primeras menciones al haṭhayoga proceden del budismo vajrayāna y no de las tradiciones tántricas saiva y vaisnaba como se podría haber creído. Se está investigando la relación que se produjo entre estas tradiciones ya que el haṭhayoga se impulsó después desde la tradición saiva principalmente.
– Las prácticas iniciales ligadas al haṭhayoga tenían que ver más con la retención del semen, forzar la entrada del aliento vital en el canal central de cuerpo o despertar la kuṇdalinī y hacerla subir hasta el cerebro que con el tipo de práctica de yoga postural moderno que predomina hoy en día.
-Inicialmente en el haṭhayoga las prácticas más importantes fueron aquellas que tenían que ver con sellados (mūdra) con el cuerpo más que el uso de posturas: retención de la respiración, apretar el perineo con el talón del pie, contraer el ano, chocar las nalgas contra el suelo, introducir la lengua a la garganta, etc.
Los primeros mudrās referenciados son el mahāmudrā, mahābandha y mahāvedha en la obra Amṛtasiddhi del siglo XI. Luego se añaden a estos el khecarī (introducir la lengua en la cavidad nasofaríngea para acceder el amṛta), viparitakaraṇī, tres bandha (cierres): jālandhara, uḍḍiyāṇa y mūla, y tres variantes del vajrolimudrā (retención del semen por succión en la uretra) en la obra Dattātreyayogaśāstra del siglo XIII. Después, en el siglo XV, la obra Haṭhapradīpikā añadió el yonimudrā (presionar el perineo), el śāmbhavīmudrā, el khecarīmudrā (poner la atención en el entrecejo) y una forma sencilla del ṣaņmukhīmudrā, bloquear los oídos con las manos para poner la mente en la “resonancia interna” (nādānusandhāna) en el canal central (Birch, 2020).
– Hay que diferenciar la tradición del Yoga ligada a los Yogasūtras de Patañjali de la tradición tántrica del haṭhayoga, si bien se unieron después.
Referencias Bibliográficas
Birch, Jason (2020). Haṭhayoga´s Floruit on the Eve of Colonialism. En: Goodall D, Hatley S, Isaacson H y Raman S. (Eds.) Śaivism and the Tantric Traditions, Essays in Honour of Alexis G.J.S. Sanderson, Chapter 19 (pp. 451-479), Leiden & Boston: Brill.
Birch, Jason. (2018). The Proliferation of Āsana-s in Late- Mediaeval Yoga Texts. En: Baier K., Maas P.A. and Preisendanz K. (Eds.), Yoga in Transformation: Historical and Contemporary Perspectives, (pp 101– 180). Vienna: Vienna University.
Birch, Jason (2013). Unpublished Manuscript Evidence for the Practice of Numerous Āsanas in the 17-18TH Centuries, International Conference “Yoga in Transformation”, University of Vienna, 19-21 September.
Birch, Jason. (2011). The Meaning of haṭha in Early Haṭhayoga, Journal of the American Oriental Society, 131(4), 527-549.
Mallinson, James. (2020). Haṭhayoga´s Early History: From Vajrayāna Sexual Restraint to Universal Somatic Soteriology. En Flood Gavin (Ed.), Hindu Practice, Chapter 6 (pp. 177-199), Oxford: Oxford University Press.
Mallinson, James. (2011). Haṭhayoga. En: Jacobsen et al. (Eds), Brill´s Encyclopedia of Hinduism, Vol. 3 (pp. 770-781), Leiden: Brill.
Singleton, Mark. (2021). Early Haṭhayoga. En: Newcombe S. y O´Brien-Kop K. (Eds.) Routledge Handbook of Yoga and Meditation Studies, (pp 120-129), London & New York: Routledge.
About Pedro Jesús Jiménez Martín
Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.