Entre los temas que abordan los textos clásicos y las tradiciones espirituales asiáticas existe uno que particularmente queda un poco descuidado: la dimensión ética en la progresión espiritual del practicante.
En todas las tradiciones religiosas asiáticas existe una alusión explicita a la importancia que tiene el desarrollo moral del practicante en su camino espiritual. El yoga, el budismo, el jainismo, el taoísmo, etc. contienen todo un legado de reglas de comportamiento en este sentido. Reglas que coinciden por otro lado con las que se expresan en las religiones de occidente y que incitan a prestar atención a esta dimensión universal común de todas las tradiciones.
¿Por qué se alude al comportamiento ético estas prácticas? Aunque podríamos pensar de forma utilitaria en la teoría de la reencarnación (karma) tan famosa de oriente, en la que todo efecto viene de causas previas y por tanto, acumular buenas acciones supondría recibir buenas “situaciones” futuras, o simplemente como una fórmula para facilitar la convivencia en las comunidades de practicantes, otra respuesta nos la aporta curiosamente Occidente a través de la teoría cognitivo-estructural del desarrollo moral de Lawrence Kohlberg (1927-1987).
La teoría de Kohlberg es una extensión de los trabajos de Jean Piaget (1896-1980) sobre el desarrollo de la inteligencia y el razonamiento moral. Piaget defendió que el progreso en el razonamiento moral está estrechamente relacionado con la maduración cognitiva alcanzada por la persona en su interacción con el entorno. Una maduración que evoluciona por unos estadios universales independientemente de la cultura en la que nos encontremos.
El motor de la evolución es el conflicto cognitivo. Cuando la persona encuentran puntos de vista distintos al propio aparece un conflicto interno que la obliga a reflexionar y superar el egocentrismo en un proceso de adaptación-asimilación que da como resultado el progreso en el razonamiento del individuo.
Siguiendo la misma noción de estadios universales de Piaget, Kohlberg identifico tres etapas de crecimiento en el razonamiento ético de la persona:
Nivel I Preconvencional. Cuando la reflexión sobre las situaciones están orientadas a satisfacer los propios deseos e intereses personales y evitar el castigo. Este nivel estaría dentro de la moral heterónoma que describió Piaget. Se denomina pre-“convencional” porque la persona no razona desde la empatía hacia el otro y, por tanto, no trabaja desde el pacto social de la convivencia. Dentro de este nivel hay dos estadios:
Estadio I. El absolutismo y la orientación al castigo: Cuando el razonamiento moral se adherirse simplemente a etiquetas o reglas que dice la “autoridad” sin tener en cuenta las circunstancias que rodean a la situación. Cualquier cosa que va contra la autoridad debe ser castigada sin tener en cuenta ni la situación, ni las personas, ni la intención, etc. y todo lo que conlleve un castigo es malo. Es la forma de razonamiento característica en el niño de pequeño: “lo dice mi papa”, “lo dice la maestra”, etc.
Este estadio corresponde a la etapa egocéntrica que identificó Piaget en el niño y en el que este es el centro de referencia (“es mío”) y la conducta se basa en etiquetas o reglas impuestas por la autoridad (padre, profesor) sin tener en cuenta el contexto ni la intención.
Estadio II. El individualismo instrumental. En este estadio la persona ya entiende que cada individuo tiene sus propios intereses y necesidades particulares que pueden no coincidir con los de los demás, pero su razonamiento moral sigue un patrón hedonista ingenuo e individualista de defender los propios intereses y satisfacer las propias necesidades permitiendo que los demás hagan lo mismo bajo lemas como “vive y deja vivir” y “haz a los demás lo que te hacen a ti o esperas que te hagan a tí”. La resolución del conflicto es el intercambio de servicios o favores.
Nivel II Convencional. En este nivel el sujeto se siente parte de la sociedad y entiende que la función de las normas y las leyes sociales nacen para proteger a la sociedad en su conjunto más allá de los intereses particulares. Aquí el razonamiento en las situaciones en no poner en peligro el orden social y el referente del “buen ciudadano”. Este nivel tiene dos estadios:
Estadio III. La moral de la normativa interpersonal. En este estadio el razonamiento moral la persona empieza a adoptar la postura de una tercera persona y toma como referencia al grupo social y se preocupa por mantener su confianza y aprobación. La reflexión se fundamenta en preguntarse qué esperan de mi los demás para poder agradar, en un razonamiento de “haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti si estuvieses en su lugar”.
Estadio IV. La moral de la coherencia y el sistema social. Aquí el razonamiento moral más que buscar la aprobación de los demás se centra en respetar la autoridad del orden social establecido, las leyes de la sociedad. La conducta correcta es la que ayuda a mantener el orden social porque se ha establecido como mejor solución para mediar entre objetivos-conflictos y promover el bien común. Estos estadios corresponden a la etapa de las operaciones concretas que identificó Piaget en el niño y en el que este ya es capad de adoptar un punto de vista externo al propio pero siempre desde lo que experimenta o pueda actuar.
Nivel III Postconvencional. Aquí el razonamiento moral se eleva por encima del grupo social e incluso de su sociedad para reflexionar desde los valores universales lo que es bueno para la humanidad. Se reconoce que hay cosas legales que no son éticas de modo que se acepta o no el orden social establecido dependiendo de que la normativa social no viole los valores universales. Ahora se busca la sociedad ideal basada en esos principios. Dentro de este nivel Kolhberg ubicó dos estadios si bien después dejó solo el quinto.
Estadio V. La moral de los derechos humanos. La reflexión en las situaciones adopta como referente los derechos universales (libertad, igualdad, dignidad, etc.) y juzga la validez de las leyes y sistemas sociales según el grado en que garantizan esos derechos universales. Aquí entiende que las leyes no son eternas sino instrumentos flexibles para profundizar en los valores éticos y pueden y deben cambiarse para mejorarlas. Este estadio corresponde a la etapa de las operaciones abstractas que identificó Piaget en el niño ya puede empezar a razonas con situaciones hipotéticas y abstractas.
Kohlberg también definió un Nivel VI de naturaleza más espiritual que después eliminó. Un nivel que nos lleva más allá del ser humano y que es el motor de todo este proceso de desarrollo. Una fuente más allá de la persona que nos hace sentir que somos parte de un Todo y que tendría una estrecha relación con la mística en cuanto a la conexión con la Fuente o la Última Realidad que soporta todo este proceso.
Aunque la evolución por estos estadios necesita de conflictos cognitivos que nos obliguen a reevaluar nuestros valores, otra de las claves que aporta la teoría de Kolhberg es la necesidad de dialogar o contactar con personas o reflexiones en estadios superiores al nuestro para descubrir cómo razonan en situaciones de conflicto ético. Pero no de cualquier manera, con personas en un estadio inmediatamente superior al nuestro en progresión ascendente.
Después del resumen expuesto se hace más evidente la respuesta que aporta la teoría de Kohlberg a la pregunta que lanzamos al comienzo de este artículo: la elevación en el razonamiento ético discurre en paralelo a la capacidad de la persona de superar su egocentrismo en primer lugar, y después a franquear las limitaciones egoístas en nuestra relación con los demás y las limitaciones que nos impone nuestra cultura para conseguir así una visión de pájaro que supere nuestra especie y piense en el bien de toda existencia. Esta visión casa perfectamente con las etapas del desarrollo espiritual de muchas tradiciones que nos hacen ver la vacuidad del ego, la ilusión de la realidad y el motor del Ser como fuente primera, pero además aporta una forma elevada de estar en este mundo ilusorio.
Una última idea a destacar de esta teoría y que ya apuntó David W. Chappel en 1987, es la riqueza que aporta para comprender las ideas budistas mahayanistas y tántricas en las que se defendía que Buda habló con su público en función de su nivel de comprensión y que por tanto, aportó enseñanzas en distinto nivel de evolución. En la teoría del desarrollo ético de Kolhlberg se hace evidente como una misma palabra, un mismo concepto, una misma acción puede adoptar distintos significados, causas y consecuencias según el nivel de desarrollo moral desde el que esté operando la persona.
Todo ello nos recuerda que la evolución aparece en la capacidad para adoptar nuevas perspectivas, cambiar la forma de comprender las cosas y asumir nuevos puntos de referencia.
En la ciencia actual, Thomas Kuhn nos ha mostrado como un cambio de paradigma, un cambio en la forma de interpretar las cosas conduce no sólo a nuevas fórmulas para tratar la información y trabajar con ella, también la creación de nuevos valores y creencias que pueden cambiar mucho las cosas.
Referencias Bibliográficas
Chappel, D.W. (1987). Is Tendai Buddhism Relevant to the Modern World?, Japanese Journal of Religious Studies, 14(12-3), 247-266.
Kolhberg, L.; Levine, C. y Hewer, A. (1983). Moral Stages: A Current Formulation and a Response to Critics. Karger.
Kohlberg, L. (2010). De lo que es a lo que debe ser. Buenos Aires: Prometeo.
Kolhberg, L., Power, FC. y Higgins, A. (2008). La Educación Moral según Lawrence Kohlberg, Barcelona: Gedisa.
Piaget, J. (2011). El nacimiento de la inteligencia en el niño. Barcelona: Crítica.
Piaget, J. (1971). El Criterio Moral en el Niño. Barcelona: Fontanella.
About Pedro Jesús Jiménez Martín
Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.