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La palabra mandara es la traducción japonesa de mandala, un término sánscrito que significa “círculo”, el símbolo de la perfección y la Unidad.
Ishida (1987), matiza que este término está formado por “manda”, esencia o substancia y “la”, conseguir o experimentar, por lo que se podría interpretar como el medio por el que la persona alcanza o experimenta la esencia.
El mandala contiene una connotación espacial como el lugar donde experimentar esa esencia, la iluminación del buda. Por eso, los mandalas también pueden ser representaciones tridimensionales que pueden ser visualizados en formas de templos (como el templo de Borobudur en Indonesia) e incluso transferidos a espacios geográficos (las regiones sagradas de Yoshino y Kumano en Japón).
Para entender mejor cómo se trabaja con los mandalas es importante partir de la idea de que en la tradición esotérica se considera que todo lo que existe es una expresión del buda Dainichi (Mahavairocana) y que en verdad no hay diferencia entre esencia y manifestación.
Bajo esta interpretación un mandala es la representación de las diferentes cualidades-virtudes de este buda en su dimensión corporal, verbal y mental.
Dentro de la tradición esotérica se pueden distinguir así cuatro tipos de mandalas:
1.- El que muestra las imágenes antropomórficas a color de la jerarquía de las deidades llamado gran mandala (dai mandara). Representa la forma manifestada de los seis elementos mediante los colores: tierra-amarillo, agua-blanco, fuego-rojo, aire-negro y espacio-azul. La conciencia no tiene color por ser inmaterial y no es mostrada en el mandala.
2.- El que muestra los sonidos o letras-semilla que son la esencia de las diferentes deidades llamado mandala de sílabas-semilla o mandalas dhrama (Shuji mandara o hō mandara). Aparecen como letras en sánscrito (bonji) y todas nacen del sonido “A”, el sonido que se pronuncia con la garganta y la boca más relajada). Todas las palabras surgen de la A, todas las enseñanzas de buda surgieron de ella.
3.- El que muestra los símbolos-objetos que se asocian a las diferentes deidades llamado mandala convencional (sammaya mandara). Se denomina convencional por que hay un “acuerdo” de que esos objetos expresan las cualidades o virtudes, los votos originales, la forma de eliminar los obstáculos y conducir los seres al despertar de la deidad simbólicamente (espada, loto, lanza, joya, espejo, vajra, etc.)
4.- El que muestra las acciones-mudrā de las deidades mediante imágenes tridimensionales sin color llamado karma mandala (kamma mandara). Las posturas, movimientos y acciones corporales y mentales de todas las deidades. Su comportamiento inspirador-sobrecogedor que genera su karma.
En la tradición esotérica estos mandalas expresan la esencia de los tres misterios (sanmitsu, cuerpo, palabra y pensamiento) con los que trabaja el practicante para elevar su conciencia.
Esto se entiende si se parte de la idea de que, si todo es una manifestación del Buda, en el hombre buda se expresa en su cuerpo, en sus palabras, en sus pensamientos y en sus acciones. El budismo esotérico ofrece un camino al devoto para “pulir” cada uno de ellos en el camino hacia el despertar en esta vida y con este cuerpo.
A nivel corporal el practicante trabaja con los elementos tierra, agua y fuego y con el Karma Mandara a través del mudra. A nivel de la palabra con los elementos del aire y el espacio y con el Shuji Mandara a través de los mantras; y a nivel del pensamiento con la conciencia y con el Sammaya Mandara a través de la visualización.
Referencias Bibliográficas
Ishida, H. (1987). Esoteric Buddhist Painting, Tokyo: Kodansha international and Shibundo.
Snodgrass, A. (1997). The Matrix and Diamond World Mandalas in Shingon Buddhism, New Delhi: international Academy of Indian Culture and Aditya Prakashan.
About Pedro Jesús Jiménez Martín
Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.