El tercer cuerpo que podemos encontrar en la evolución histórica china es el cuerpo ritual elaborado por la tradición confucionista. Un cuerpo “público” que debe enmarcarse dentro de la normativa social, y que debe diferenciar la jerarquía y el orden social establecido.
La tradición del confucionismo diferenció en sus primeros tiempos cinco dimensiones con relación al cuerpo: qu, xing, shen, gong y ti.
El primero se utilizó para designar el cuerpo de las personas mezquinas, que con su falta de valores éticos y su ignorancia respecto a la “Vía”, actúa de tal modo que adelantaban su proceso de defunción.
El segundo sirvió para nombrar la forma corporal en su dimensión más física y elemental, al cuerpo sin más.
El tercero fue el término elegido para definir al cuerpo socializado, el yo construido a través de la dinámica social y que ubica al individuo frente a los demás. El cuerpo que expresa el estatus y la identidad personal.
El cuarto se utilizó para identificar a las formas de presentar el cuerpo en la conducta ritual. El cuerpo que tiene que expresar los valores interiores del cuerpo en las ceremonias. Un cuerpo en cierto modo estereotipado y condicionado por las obligaciones sociales.
Por último, el término “ti” sirvió para designar al cuerpo con una perspectiva simbólica. Tanto el cuerpo individual como el “cuerpo” que unifica una familia, un grupo político e incluso un Estado.
Esta interpretación del cuerpo se puede encontrar en Occidente en nuestra forma de vestir según los contextos sociales en los que nos desenvolvemos, las teorías del lenguaje no verbal en nuestra comunicación con los demás, y todas las teorías sociológicas modernas sobre la manipulación del cuerpo en nuestra sociedad.
La relación del confucionismo con el cuerpo tuvo dos evoluciones posteriores que se pueden entrever en su acercamiento al trabajo corporal y la actividad física. Si por un lado para Confucio la actividad corporal, y en particular, el tiro con arco, fue un ejemplo para mostrar en términos metafóricos su ideal de la conducta ética, también es cierto, que el neo-confucianismo despreció el trabajo corporal como algo “vulgar” e inferior al trabajo intelectual (Ver en este blog “Confucio y la Escuela de los Letrados”).
Sin embargo, el confucionismo marcó, por ejemplo, en el mundo de las artes marciales como la aportación de una serie de principios de conducta y etiqueta en las escuelas: la vestimenta, las interacciones alumno-maestro, los saludos, en la fidelidad al maestro, etc.
Dentro de la medicina china se puede rastrear la influencia confucionista (y legista) en las analogías que se realizaron desde el punto de vista corporal, entre los órganos y vísceras del cuerpo con los funcionarios de gobierno del país. Una imagen elaborada en los siglos III y II a.C.
En el capítulo “De los Tratados Secretos Guardados en la Casa del Tesoro de Libros del Emperador” dentro del Neijing Su Wen, el corazón fue equiparado con el monarca; los pulmones a los ministros que supervisan la política; el hígado al general que planifica; la vesícula biliar a la oficina de toma decisiones y administración de justicia; el bazo y el estómago a los oficiales que controlan los graneros donde se acumulan los víveres; el intestino grueso al oficial de transporte; los riñones a los oficiales de salud; la vejiga a la oficial regional que acumula fluidos…
Según Sivin (1995) y Unschuld (2004), esta visión del cuerpo respondió a una estrategia política que buscaba legitimar la posición de poder de los gobernantes, en acuerdo con los intereses de los funcionarios o intelectuales de la Corte.
Se pueden rastrear los antecedentes de este proceso en las dinastías Shang y Zhou. En aquellos momentos ya se defendió la figura del gobernador como mediador entre el Cielo y la Tierra y cómo autoridad para gobernar por el “Mandato Celeste” (tian ming).
Este proceso se perfilaría con más profundidad en el siglo III a.C., cuando la dinastía Qin logró unificar por primera vez el imperio chino. Ante un vasto territorio de antiguos reinos el gobierno necesitó elaborar un sistema burocrático jerarquizado, centralizado y unificado.
Sin embargo, será finalmente, la siguiente dinastía Han, la que completó la analogía del Estado como un “microcosmos” que resuena con los ritmos del universo.
Los ciclos del Cielo se adoptaron como referente para hacer política y regular todos los aspectos de la vida social y la conducta personal del Emperador y del Imperio. Microcosmos y Macrocosmos pasaron a establecer una unidad.
Fue en este periodo cuando se fomentó la idea de que la armonía de la sociedad y del país estaba condicionada por el comportamiento del Emperador.
El proceso de equiparación fue tan importante que incluso se adoptó el término “zhi” para designar la intervención frente a la enfermedad. EL mismo término que se utilizaba en la época en política a la hora de actuar para reestablecer el orden en el Estado.
Paul Unschuld incluso añade que el nuevo sistema de comunicaciones que se desarrolló para fomentar el comercio en esta época, también serviría de referente a la hora de establecer la teoría de los meridianos de la acupuntura.
Referencias Bibliográficas
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Hsu, E. (2005). Tactility and the Body in Early Chinese Medicine, Science in Context, 18(1), 7-34.
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Sommer, D. (2008). Boundaries of the Ti Body, Asia Mayor, 21(1), 293-324.
Unschuld, P. (2004). La Sabiduría de Curación China. Barcelona: La Liebre de Marzo.
Yu, J. y Bairner, A. (2011). The Confucian Legacy and its implications for Physical Education in Taiwan, European Physical Education Review, 17(2), 219-230.
About Pedro Jesús Jiménez Martín
Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.