Dentro de los relatos mitológicos chinos el cuerpo es presentado como un reflejo del mundo. Un “microcosmos” o representación en miniatura, que contiene en su interior todos los elementos, fuerzas y energías que engloba el universo (macrocosmos).
Esta concepción es la que aparece en relato mitológico de Pangu, el primer ser que nació en la tierra y de cuyo cuerpo, al morir, surgió todo lo que se puede observar en el planeta.
Según recoge García-Noblejas (2004) en el Wuyun linian ji (Crónica de los cinco ciclos del Tiempo) fechado en el siglo III d.C., y en el Shuji ji (Registro histórico de las maravillas del pasado) del siglo IV d.C., cuando Pangu murió su cuerpo se transformó en nuestro Universo.
Su respiración se convirtió en el viento y las nubes, su voz en el trueno, su ojo izquierdo en el sol y el derecho en la luna, las cuatro extremidades y los cinco miembros en los cuatro puntos cardinales y las cinco montañas sagradas, la sangre o sus lágrimas en los ríos Azul y Amarillo, el cabello y el bello en los astros y los planetas, los dientes y los huesos en los minerales y las piedras, etc.
Este relato se asimiló posteriormente dentro del Taoísmo Religioso en varias dimensiones. Por un lado, hubo un proceso de reinterpretación de la misma historia hacia un sistema más complejo de correlaciones con el cuerpo de Lao Zi, y por otro, se desarrolló la visión de que el cuerpo está habitado en su interior por las mismas deidades, energías y fuerzas que gobiernan y componen el universo
Bajo esta última reinterpretación, el cuerpo se transformó no sólo en un templo sagrado poblado con más de 36.000 deidades, también en un marco paisajístico repleto de cielos, estrellas, montañas, ríos, lagos, bosques y palacios por los que el practicante religioso podía literalmente “viajar” a nivel interno, a través de prácticas meditativas de visualización, con el objeto de absorber las energías celestes e incluso alcanzar la unidad con el Tao .
En un inicio se consideró que las deidades del cuerpo tenían libertad de movimiento para entrar y salir del cuerpo, e incluso para comunicarse con el exterior o el interior a través de mensajeros. De hecho, se consideró que la enfermedad era debida a que las deidades habían huido del cuerpo por culpa de los malos hábitos de su portador.
Entre las almas más importantes del cuerpo aparecieron las almas “hun”, conectadas al cielo y asociadas a las virtudes humanas, y las almas “po”, conectadas a la tierra y ligadas al placer sensual.
Del mismo modo, se desarrolló la teoría de que dentro del cuerpo, en el intestino, residían tres “tres gusanos” que eran los que causaban la muerte y la enfermedad.
Podemos ver dibujados estos cuerpos sagrados en los llamados “Gráficos de Luces Internos” o “Gráficos para Visualizar la Verdadera Unidad”. Dibujos que representan tanto a los órganos internos como a diferentes zonas anatómicas, junto a las deidades que los gobiernan o con las que se puede establecer contacto. Dibujos que aluden a una visión “mística” e “interna” del cuerpo. Guías específicas para la visualización en prácticas meditativas.
En el ámbito médico la concepción mitológica del cuerpo también aparece recogida a la dinastía Han, en el Huang Di Neijing (Canon de Medicina Interna del Emperador Amarillo), dentro del modelo teórico de correspondencias que representa la Teoría de los Cinco Elementos.
Un sistema de correlaciones el que los órganos internos aparecen asociados con colores, sabores, formas, sonidos, orientaciones espaciales, estaciones, etc.) y en el que por el principio de “influencia recíproca” se utilizan estos sistemas en los razonamientos de diagnóstico e intervención médica.
La investigadora Elisabeth Hsu (2007) sugiere que la aparición de esta interpretación tiene sus antecedentes en lo que ha identificado como el “Cuerpo Ecológico”. Para ella, antes de la homogenización y estandarización de la medicina china que tuvo lugar en la dinastía Han, había un razonamiento correlación que establecía una clara relación entre las estaciones y la aparición de diferentes enfermedades en las personas.
En este periodo se mantendría una teoría básica de la correlación microcosmos-macrocosmos, entre las cuatro estaciones y sus correspondientes enfermedades basadas en la dinámica del yin y del yang, sin dar especial importancia a los órganos y vísceras internas que se interpretarían como simples intermediarios de manifestación de la enfermedad.
Esta visión desaparecería después por la incompatibilidad del número “cuatro” estaciones con la Teoría de los Cinco Agentes. Esto explicaría por qué el bazo no era citado como órgano anteriormente en los textos.
Según Lloyd (1996) la correlación, es decir, la búsqueda de similitudes, interdependencias y complementariedades entre las cosas es un aspecto distintivo de la cultura china, ya que la cultura griega prefirió explicar la causalidad en base a la noción de simples secuencias de “causa-efecto”. Sin embargo, hay que señalar que dentro de la tradición occidental encontramos ciertos paralelismos de estas ideas en la astrología medieval y el desarrollo de ideas sobre la relación entre las diferentes constelaciones del zodiaco con zonas específicas de nuestra anatomía, así como en la teoría de las gemas o piedras preciosas con carácter curativo, etc.
Referencias Bibliográficas
García-Noblejas, G. (2004). Mitología Clásica China, Madrid: Trotta.
Hsu, E. (2007). The Biological in the Cultural: The five agents and the body ecologic in Chinese Medicine, En: Parking, D. y Ulajaszek, S. (Eds.) Holistic Anthropology: Emergences and Divergences, (91-126 pp), Oxford: Berghahn.
Hsu, E. (2009). Outward Form (Xing) and Inward Qi: The “Sentimental Body” in Early Chinese Medicine, Early China, 32, 103-124.
Ishida, H. (1989). Body and Mind: The Chinese Perspective, En: Kohn L. (Ed.) Taoist Meditation and Longevity Techniques, (41-71 pp), USA: University of Michigan.
Kohn, L. (1991). Taoist Visions of the Body, Journal of Chinese Philosophy, 18, 227-252.
Lloyd, G. (1996). Adversaries and Authorities. Investigations into ancient Greek and Chinese science, USA: Cambridge University.
Maspero, H. (2000). El Taoísmo y las Religiones Chinas, Madrid: Trotta.
Schipper, K. (2003). El Cuerpo Taoísta, Barcelona: Paidos.
Shih-Shan, SH. (2010). Daoist Imagery of Body and Cosmos. Part 1: Body Gods and Starry Travel, Journal of Daoist Studies, 3, 57-90.
Shih-Shan, SH. (2011). Daoist Imagery of Body and Cosmos. Part 2: Body Worms and Internal Alchemy, Journal of Daoist Studies, 4, 33-64.
About Pedro Jesús Jiménez Martín
Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.