Entre las primeras interpretaciones que podemos encontrar dentro de la tradición china, está el cuerpo “natural” descrito en los Capítulos Interiores de la obra filosófica Zhuang Zi, datada en el siglo IV a.C. Estos capítulos se consideran actualmente los más antiguos y quizás los más “originales” dentro de la obra.
En ellos, lo primero que llama la atención es su propuesta de aceptar incondicionalmente el cuerpo tal y como es. En sus palabras: el cuerpo otorgado por el Cielo y el aspecto otorgado por el Tao.
Esta aceptación incondicional queda remarcada a través de múltiples relatos de sabios en dónde se expresa cómo la deformidad del cuerpo, la discapacidad o la falta de atractivo no son un obstáculo para alcanzar el conocimiento y fluir con el Tao.
Es más, el autor incluso indica como un cuerpo deforme como el del Maestro Zhili Shu (con un mentón a la altura del ombligo, los hombros más altos que su cabeza, sus nalgas a la altura del costado…), puede incluso aportar beneficios a la persona como no ser reclutado para el servicio militar, estar exento de los trabajos públicos o recibir más ayuda por su condición en alimento y leña.
Zhuang Zi propone el respeto a la ley natural o a los deseos del Tao con respecto al cuerpo. En la pregunta del Maestro Si al Maestro Yu sobre si está enfadado con el Tao por haber deformado su cuerpo es le responde: “¿Por qué iba a odiarle? Mi brazo izquierdo se transformará en un gallo, y así podré cantar para pronunciar la aurora. Mi brazo derecho, en una bala de ballesta, y así podré cazar búhos y asarlos para la cena (…). Además, ganar la vida es pura circunstancia, perderla, un puro conformarse. Cuando uno se acomoda a las circunstancias ni pena ni alegría pueden entrar. (…) Ahora bien, nada se puede contra el Cielo. ¿Para qué iba yo a sentir odio?” (González y Pastor-Ferrer, 2005:120-121).
Otro matiz muy interesante que incluye la obra es la aceptación de la muerte como un proceso natural. Esta visión se ofrece claramente cuando el Maestro Li, en su enfermedad terminal, le dice al Maestro Lai: “Para un hombre, el Yin y el Yang son más que un padre o una madre. Son ellos quienes me han traído hasta el umbral de la muerte. Si lo rehusara, les desobedecería. Además ¿De qué puedo culparles? La Tierra me ha dado mi cuerpo, me ha dado la labor de mi vida, el ocio de la vejez, y el descanso de mi muerte” (González y Pastor-Ferrer, 2005:122).
Por último, también se puede resaltar que Zhuang Zi también muestra cómo en relación con la búsqueda del Tao, el cuerpo debe considerarse simplemente como un medio y no un fin, e incluso lo rebaja de toda importancia. Zhuang Zi dice: “Cuando la Virtud es grande, el cuerpo se olvida”, y en la historia del maestro Zhili Shu indica cómo este pudo “acabar los días que le Cielo le asignó”.
Esta visión del cuerpo contrasta como mínimo, con los fines de inmortalidad y culto al cuerpo que aparecen después en el taoísmo religioso, sobre todo cuando hoy en día muchas personas asocian a Zhuang Zi como unos de los “padres” de esta tradición.
Respecto al “principio vital” del cuerpo, dentro de los capítulos interiores, Zhuang Zi ofrece tres recomendaciones para “nutrir” este “principio vital” que coinciden plenamente con fórmulas que aparecen descritas en los primeros textos médicos encontrados en las excavaciones arqueológicas de Mawangdui: no buscar el conocimiento infinito cuando nuestra vida es limitada, no caer en los convencionalismos sociales y buscar la ley del mínimo esfuerzo máximo rendimiento.
El filósofo nos propone actuar siguiendo el camino de lo “fácil” y lo “simple”, y para ello muestra una bella historia sobre la habilidad de un carnicero a la hora de descuartizar un buey y su capacidad para no estropear el filo de su cuchillo al seguir en el corte el camino natural de las articulaciones, tendones y ligamentos. Esta idea la complementa además con la noción de “Wu-Wei” de aceptar lo que viene, de fluir con la corriente del río, y de no añadir nada a la vida.
Podemos ver en estas palabras que la noción del cuidado de la energía vital en su obra tiene más que ver a seguir recomendaciones para no “gastar” la energía vital, más que para nutrirla. Una noción en línea a la información sobre las prácticas del cuidado de la salud (yang sheng) que había en la época.
Para Zhuang Zi, el hombre realizado (Zhenren), correspondería a una persona exenta de cualquier preocupación moral, política o social, de cualquier inquietud metafísica, de cualquier afán de eficacia, de cualquier conflicto interno o externo, de cualquier carencia y de cualquier búsqueda, alguien con un espíritu libre que vive en perfecta unidad consigo mismo y con su entorno.
Esta visión vuelve a contrastar con todas las prácticas internas del taoísmo alquímico en busca de la inmortalidad y la trascendencia. Para Zhuang Zi el camino de la meditación era simplemente trabajar con constancia una práctica que denominaba “sentarse en el olvido”.
Para terminar este apartado quiero finalmente destacar cómo esta visión del cuerpo establece importantes temas de reflexión frente: al “culto” al cuerpo de nuestras sociedades occidentales; a los objetivos de salud, longevidad y prevención de enfermedades que persiguen los programas de actividad física saludable; a todas las prácticas corporales que ensalzan la importancia del cuerpo; así como con las teorías correctivas posturales.
Referencias Bibliográficas
Billeter, J.F. (2003). Cuatro Lecturas sobre el Zhuang Zi, Madrid: Siruela.
González, P. y Pastor-Ferrer, JC. (2005). Los Capítulos Interiores del Zhuang Zi, Madrid: Trotta.
About Pedro Jesús Jiménez Martín
Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.