#hoyleemos: El exilio interior. La vida de María Moliner, de Inmaculada de la Fuente

Hoy compartinos en NoSoloTécnica un nuevo podcast de nuestros compañeros de la Biblioteca de Industriales. Podéis seguirles en su blog “La silla de parar las prisas“.

El exilio interior : la vida de María Moliner en la Bibioteca UPM
Inmaculada de la Fuente en la Biblioteca UPM

María Moliner nació en 1900, estudió una carrera a pesar de las estrecheces económicas de su familia, ganó una oposición, se casó, tuvo cuatro hijos, cambio de residencia varias veces, se jubiló como bibliotecaria y murió en 1981. Nunca recibió un premio, ni una medalla. No entró en la Real Academia de la Lengua.Nadie hubiera supuesto que esa “señora recoleta” hubiera encontrado tiempo, fuerzas y ambición para emprender una de las obras fundamentales de la cultura española en el siglo XX: el Diccionario de Uso del Español.

Voces, edición de audio, fotografía: @bibliotecaetsii

El exilio interiorLa vida de María Moliner / Inmaculada de la Fuente — Turner
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Cuentos, jaques y leyendas. Manuel Azuaga

Sevilla: Renacimiento, 2021

Aunque el posible lector de la presente obra, que tiene al ajedrez como tema principal, no sepa mover sus piezas con el mejor de los criterios, o no sea capaz de imaginar planes ganadores para sus partidas, o simplemente no haya jugado una partida en su vida, el disfrute que puede obtener de las historias que en ella se cuentan puede ser igual al de los más diestros jugadores. Pues en estas páginas no hay anotaciones, ni partidas, ni combinaciones, ni terribles diagonales, ni redes de mate. Lo que hay son historias, nada más y nada menos, historias que Manuel Azuaga, que es un gran conocedor de la historia del ajedrez, ha contado, y sigue, tanto en el delicioso podcast El rincón del ajedrez como en las páginas de Diario Sur.

La obra se compone de treinta historias sobre grandes jugadores y jugadoras de ajedrez (no quiero dejar de mencionar el especialmente emotivo artículo sobre la ucraniana Liudmila Rudenko, segunda en la historia del ajedrez en ser campeona del mundo, y que salvó a 300 niños del horror nazi en Leningrado), pero también habla sobre artistas, cantantes, actores, directores de cine que han tenido una relación estrecha con este juego-ciencia, personalidades tan populares como Stanley Kubrick, Enrique Morente, Chaplin o Nabokov. Yo me he quedado a cuadros (blancos y negros) al saber que el final de Casablanca estuvo a punto de ser diferente a causa de la tremenda afición que Humphrey Bogart profesaba por el ajedrez.

Además, los relatos están contados con un estilo ameno y con habilidad para llevarte en unas pocas líneas y sin que lo notes al momento histórico apropiado o a las circunstancias que envuelven a cada uno de los protagonistas retratados, de modo que una vez que empiezas, ya no vas a poder parar de leer.

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La cubierta -también los artículos publicados en Diario Sur- está ilustrada por el reconocido artista madrileño Sr. García. En sus collages hay algo de humor, algo de surrealismo y mucho de imaginación y asociaciones inesperadas.

Ajedrez en Biblioteca UPM

Lillian Hellman, una mujer inacabada

Lillian Hellman, una mujer inacabada

JC EDICIONES, 2005

Retrato de Lillian Hellman

¿Qué nos impulsa a adentrarnos en un personaje desconocido? A veces el interés proviene del atractivo de un libro. En esta autobiografía Lillian Hellman (1905-1984) hace un repaso de su infancia y agitada juventud; de su radical ansia de libertad y participación en actividades políticas; de su recorrido como dramaturga y guionista de cine; de su amor y tormentosa relación con Dashiel Hammet.

Lillian Hellman estuvo en España durante la guerra civil donde coincidió con Ernest Hemingway. En Madrid en pleno bombardeo realizó arriesgadas retransmisiones, y recorrió parte de la geografía española como documentalista. Visitó también en varias ocasiones la Rusia estalinista, y allí estuvo en contacto con el mundo literario: adaptaron y representaron algunas de sus obras de teatro.

carátula del libro
Lillian Helman y Dashiel Hammet

Lillian Hellman sufrió en carne propia la inquina del Comité de Actividades Anti-americanas ante el que se negó a testificar, y vio como Dashiel Hammet era encarcelado en 1951 en la más intensa época del macartismo.

“Yo no puedo y no recortaré mi conciencia para adaptarla a la moda de este año.”

(“I cannot and will not cut my conscience to fit this year’s fashions“)

Lillian Hellman en la Biblioteca UPM

Como yo los veía. Mary Catherine Bateson

Como yo los veía: Margaret Mead y Gregory Bateson recordados por su hija

Mary Catherine Bateson

Ed. Gedisa

Como yo los veía es un libro autobiográfico. Siendo los padres de la autora dos antropólogos renombrados y muy activos, el libro resulta un atribulado confín de idas y venidas e interacciones sociales con científicos de la época.

Margaret Mead y Gregory Bateson trabajando en campo

Comienza con los primeros trabajos de campo de ambos en los pueblos remotos de Nueva Guinea, sociedades que en los años 20 del siglo XX apenas habían tenido interacción con las sociedades occidentales. En aquel momento la antropología era más un arte que una ciencia, y ambos sentaron las bases de la antropología experimental desde una formación previa complementaria: psicología en el caso de Margaret Mead y Biología por parte de Gregory Bateson.

Cuando comienza la segunda guerra mundial, una parte del trabajo de George Bateson (a instancias de la CIA) se enfocó al desarrollo de mensajes capaces de desalentar a los militares japoneses analizando el efecto del contexto en la decodificación de la información.

Margaret Mead aportó su visión en el análisis de las cuestiones de género al campo de la antropología. Impresiona el impacto que alcanzó en los medios de comunicación de masas. Ambos se convirtieron en leyendas en vida.

La hija de ambos, Mary Catherine Bateson, desde una trayectoria nada convencional, no se centra en legitimar las teorías de sus padres, sino que aporta un poco de luz al transcurso vital divergente de sus progenitores. Ella a su vez se acerca a la antropología desde una formación en la ciencia lingüística, y revela unos procesos de inmersión intercultural nada desdeñables.

Tanto Gregory como Margaret combinaron sus esfuerzos para comprender los procesos biológicos y sociales con aquellos dirigidos a conocerse a sí mismos… Interesados en conocer la naturaleza del aprendizaje, aportaban un gran cuidado y elegancia al acto de enseñar

Margaret Mead en la Biblioteca UPM

Gregory Bateson en la Biblioteca UPM

Arturo Barea. La forja de un rebelde.

Arturo Barea. La forja de un rebelde. Ed Debolsillo, 2006.

La forja de un rebelde es una obra autobiográfica novelada del escritor español Arturo Barea Ogazón (Badajoz, 1897-Faringdon, 1957), publicada en el exilio entre 1940 y 1945 en Inglaterra. La componen tres volúmenes.

En la primera parte, La forja (1941), Barea narra su infancia y primera juventud en el Madrid de principios de siglo. Se crio sin padre, en una familia muy humilde y con una madre lavandera en el Manzanares, que se dejaba manos y cuerpo para sacar adelante a la familia. Vivían en el madrileño barrio de Lavapiés y sin duda, Barea tiene un recuerdo entrañable de esta etapa:

Si resuena «el Avapiés» en mí, como fondo sobre todas las resonancias de mi vida, es por dos razones:

Allí aprendí todo lo que sé, lo bueno y lo malo. A rezar a Dios y a maldecirle. A odiar y a querer. A ver la vida cruda y desnuda, tal y como es. Y a sentir el ansia infinita de subir y ayudar a subir a todos el escalón de más arriba. Esta es una razón. La otra razón es que allí vivió mi madre. Pero esta razón es mía.

Este primer libro es, para mí, el más tierno y divertido.

Después del gran éxito de este libro, llegó a las librerías inglesas la segunda parte, titulada La ruta (1943), en la que Barea cuenta sus primeros escarceos literarios y, sobre todo, sus experiencias en la guerra de Marruecos cuando en 1920 le llamaron a filas. Es un relato muy valioso sobre las guerras coloniales y el papel decadente de las metrópolis y los chanchulleos y negocios que algunos hicieron a costa de la guerra y los infelices que iban allí.

En la última entrega, La llama (1946), Barea cuenta cómo vivió él los años previos al golpe de estado de 1936, la guerra en Madrid y  los años terribles que le siguieron, hasta su exilio en 1938. El miedo, la incertidumbre, los “paseos” nocturnos  y los “pacos” (francotiradores) formaban parte de la vida cotidiana de los madrileños.

Con la llegada de la II República española, Barea se incorporó a la vida sindical afiliándose y militando en UGT. Durante la Guerra Civil española Arturo apoyó al bando republicano colaborando con diversas misiones de objetivo cultural y propagandístico, enseñando a los milicianos técnicas de combate, etc. Acabó trabajando para el Ministerio del Estado en la Oficina de Censura de Corresponsales Extranjeros en el edificio de Telefónica, en la Gran Vía madrileña, controlando las comunicaciones que los corresponsales enviaban a sus países. Allí conoció a la periodista austríaca Ilse Kulcsar, con quien inició una aventura y con la que se casó en 1938 una vez obtenido el divorcio de su primera mujer. Ella fue, además, la principal traductora al inglés de sus libros.

Quizás sea esta última entrega la que más me ha impactado ya que te transmite con absoluta crudeza lo que fue vivir la guerra en Madrid.

La llama, publicada por la editorial inglesa Faber & Faber, vendió cerca de 6.000 ejemplares en solo seis meses.  A pesar de esto, Barea no es un autor muy conocido en España, sin duda debido a sus ideales políticos y su exilio en Inglaterra donde vivió y desarrolló una carrera en la BBC como comentarista y cronista. Arturo Barea llegó a ser el quinto español más traducido en el mundo en los años cincuenta, al mismo tiempo que su obra era aclamada en los Estados Unidos. Su trilogía no se pudo publicar en España hasta 1977, una vez muerto Franco.

En 2017 una plaza en su querido barrio de Lavapiés recibió su nombre donde estuvieron la Escuelas Pías de San Frenando ahora sede de la Biblioteca de la UNED.

El director de cine Mario Camus, realizó una serie televisiva de 6 capítulos basada en la obra, titulada como la misma novela y producida por TVE en el año 1990.

Barea decía que

había tratado de registrar la vida tal como la he visto, vivido e intuido entonces, y registrar al mismo tiempo la historia de mi adaptación a aquella vida.

No os perdáis esta trilogía, merece mucho la pena.

Arturo Barea en las bibliotecas de la UPM

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