Profesora Haná, REEM BASSIOUNEY

Alba Editorial

Esta es una novela que bien podría ser una autobiografía, supongamos por tanto que se trata de una auto-biografía coral de ficción. En ella van tomando la palabra distintos personajes cada uno con sus esperanzas y zozobras; un conjunto de autobiografías que transcurre en un ambiente universitario, en un Egipto convulso en pleno siglo XX.

fotografía de la autora

Personalmente, este libro que encontré en una biblioteca pública durante las vacaciones estivales, me atrapó instantáneamente, y con glotonería lo deglutí en tan sólo un día. La digestión, eso sí, me ha llevado bastante más. No por su dificultad, sino por el poso de recuerdos y sensaciones; siendo yo misma profesora, me veo en cierta medida reflejada en este personaje central: la Profesora Haná.

La autora: Reem Bassiouney (1973) es una reconocida escritora egipcia, actualmente profesora de socio-lingüística en la Universidad Americana del Cairo, aunque su periplo vital es espectacular. Podemos entender que sabe de lo que habla, aunque lo más hermoso es su capacidad de ponerse en la piel, no sólo de nuestra profesora, sino de un conjunto de personajes universitarios y no universitarios.

Carátula del libro

Hasta aquí no hay reseña, para que expoliar o hacer spoiler de un texto tan hermoso. Si se trata de abrir boca, supongo que esta introducción será suficiente.

¡Feliz retorno estival!

Sabiendo que no podría dejarlo nunca, que él era su destino y sus días venideros, prometió en voz baja:

–Te lo he advertido, Jáled. Mientras yo esté viva no conseguirás jamás el título de doctor.

–No importa siempre que estés orgullosa de mí –respondió enseguida.

–Destruiré tu futuro. Ya verás

Citas de “Profesora Haná” de Reem Bassiouney — Bookmate

El último trayecto de Horacio Dos. Eduardo Mendoza

Desde Lecturas para compartir, en su cuenta de TikTok @biblioetsidiupm, la biblioteca ETSIDI UPM recomienda la lectura de El último trayecto de Horacio Dos, de Eduardo Mendoza

A través de su diario de a bordo, el comandante Horacio Dos da cumplida cuenta de su último trayecto interplanetario antes de la tan esperada jubilación, denegada en atención a su incompetencia y desfachatez. El pasaje que le acompaña está compuesto por los Delincuentes, las Mujeres Descarriadas y los Ancianos Improvidentes. Debido a las condiciones precarias de la nave y de su avituallamiento, la expedición tendrá que enfrentarse a múltiples aventuras.

En El último trayecto de Horacio Dos (2002), Eduardo Mendoza (1943-) hace alarde de su inconfundible estilo, inaugurado con La Verdad sobre el Caso Savolta (1975), en el que despliega una extraordinaria inventiva verbal, en un estilo fresco y salpicado de humor. En esta divertidísima narración coexisten géneros como la parodia, el folletín, la picaresca, la aventura y la ciencia ficción.

Eduardo Mendoza cuenta en su haber con galardones tan importantes como el Premio Miguel de Cervantes (2016), el Premio Planeta (2010), el Premio al mejor libro extranjero (París, 1996), el Premio Franz Kafka (República Checa, 2015) y el Premio Libro Europeo (2013), entre otros.

Martes, 30 de mayo. Escasez. Gachas de arroz, medias raciones, para comer, y agua pútrida con clorofila para beber. Descontento general y conato de rebelión en el sector de los Delincuentes. El primer segundo de a bordo propone gasearlos preventivamente. El segundo segundo de a bordo se muestra partidario de la disuasión, bien por juzgar más efectivo este sistema, bien para llevar la contraria al primer segundo de a bordo. Según el argumento de aquél, aun cuando los Delincuentes consiguieran adueñarse de la nave y desactivar los mecanismos de autodestrucción preventiva, ¿de qué les iba a servir, si el congelador está vacío? Es su argumentación, no la mía. Impecable si los Delincuentes atendieran a razones. Ahora bien: si atendieran a razones, ¿serían delincuentes o habrían optado por una forma de vida más conforme a las normas sociales? La pregunta reviste cierto interés, pero sólo de índole teórico, por lo que queda pendiente hasta la próxima reunión de mandos.

@biblioetsidiupm

En El último viaje de Horacio Dos, con su peculiar estilo satírico, Eduardo Mendoza nos propone un viaje interestelar cargado de aventuras y desventuras. Música: Intro, by The XX. #lecturasparacompartir #librosrecomendados #bookish

♬ Intro – The xx

Flores para Algernon. Daniel Keyes

Flores para Algernon. Daniel KeyesMadrid : Ediciones SM, 2006
Título original: Flowers for Algernon
Año de publicación original: 1959
Flores para Algernon disponible en la Biblioteca UPM

Después de que un experimento para incrementar la inteligencia haya tenido éxito en un ratón de laboratorio, es la hora de probarlo en un ser humano. El elegido es Charlie Gordon, un chico que nos cuenta en un diario cada uno de los pasos del mismo. En primera persona vamos a ver su transformación desde un cociente intelectual muy bajo hasta una mente genial. El experimento será todo un éxito. Pero también algo se perderá en el camino. Las cosas para Charlie no serán lo que deberían.

Hoy os recomendamos Flores para Algernon, un clásico de la ciencia ficción y una honda reflexión sobre la inteligencia.

Esto de aprender es curioso: cuanto más lejos alcanzo a divisar, más veo todo aquello cuya existencia ignoraba. Hace poco tiempo, tenía el ridículo pensamiento de que podía aprender todo, asimilar todo el conocimiento del mundo. Ahora solo deseo saber de su existencia y comprender un grano de todo ello.

¿Tendré tiempo?

Sinsonte, Walter Tevis

Madrid : Impedimenta, 2022
Traductor: Jon Bilbao
Título original: Mockingbird (1980)
Sinsonte en la
Biblioteca UPM
Walter Tevis en la Biblioteca UPM

¿Qué pasaría si el ser humano dejara de leer y de pensar? ¿Qué ocurriría si la más pequeña incomodidad se resolviera con el consumo de una pastilla? ¿A qué abismo se asomaría la humanidad si triunfara el individualismo? ¿Cuál es el lugar del ser humano en un mundo regido por inteligencias artificiales más que humanas? ¿En qué piensa una inteligencia artificial más que humana? ¿Por qué sufre? Hoy recomendamos un clásico de la ciencia ficción que responde a estas preguntas y plantea un escenario apocalíptico que podría estar más cerca de lo que imaginamos.

Utilizar un cerebro humano auténtico como modelo para un robot sofisticado había sido todo un experimento. Pero el experimento se juzgó fallido y no se llevó a cabo ningún otro. Las fábricas aún producían robots imbéciles, así como unos pocos Máquina Siete y Máquina Ocho, para hacerse cargo de las labores de gobierno, educación, sanidad, justicia, planificación y producción que los humanos iban abandonando; pero todos tenían cerebros sintéticos, no humanos, sin el menor asomo de emoción ni de introspección ni de cohibición. Eran meras máquinas -inteligentes, de apariencia humana, bien fabricadas- y hacían lo que se esperaba que hicieran.

Spofforth había sido diseñado para vivir eternamente, y habí­a sido diseñado para no olvidar nada. Los responsables de tal diseño no se detuvieron a considerar cómo serí­a una vida semejante.

WALTER TEVIS nació en 1928 en California. Fue novelista y escritor de relatos cortos, de los que publicó más de dos docenas en Cosmopolitan, Esquire, Playboy o The Saturday Evening Post. Dio clases de Literatura Inglesa y de Escritura Creativa en la Universidad de Ohio, donde se percató de que el nivel literario de los estudiantes estaba bajando considerablemente, lo que le dio la idea para Sinsonte (1980), nominada a la mejor novela en los premios Nébula. También escribió El hombre que cayó en la Tierra (1963) y Gambito de dama (1983), adaptada para Netflix. Sus relatos fueron publicados en la colección Far from Home (1981). Murió a los cincuenta y ocho años en Nueva York por cáncer de pulmón.

Stalker. Pícnic extraterrestre. Arkadi y Borís Strugatski

Cubierta de Stalker. Pícnic extraterrestre, Arkadi y Boris StrugatskiStalker. Pícnic extraterrestre
Arkadi y Borís Strugatski
Barcelona : Gigamesh, 2015
Presentación: Ursula K. Le Guin

Traducción del ruso: Raquel Marqués
Пикник на обочине (1971)

Digamos que el espectáculo se ha terminado cuando abrimos el libro: las naves extraterrestres hace tiempo que se marcharon. Ahora, de los visitantes solo queda el rastro que dejaron en las cinco zonas de aterrizaje, los objetos que desecharon en las Zonas de Visitación. Como quien elige una mañana de primavera para salir de pícnic, los extraterrestres llegaron a la Tierra, hicieron lo que sea que hicieron, nadie sabe, evitaron el contacto con los habitantes del planeta, que no despertaban su interés, dejaron sus restos, sus basuras esparcidas alrededor, como hacen los turistas maleducados al tirar latas y plásticos incomprensibles para las hormigas, y reanudaron su camino más allá de las estrellas.

Redrick Schuhart se juega el pellejo por esa basura. Trabaja en el Instituto Internacional de Culturas Extraterrestres de Harmont haciendo, en favor de la ciencia, incursiones en la Zona fuertemente vigilada. Los objetos que hay allí no se entienden, pertenecen a una tecnología que le saca mucha ventaja a la Cubierta película Stalker, Andrei Tarkovskihumana, son peligrosos. También prometedores. Un paso en falso en la Zona, un roce con una trampa invisible, significa la muerte. Pero extraer alguno de esos objetos, cambiarlo por un puñado de dólares en el mercado negro, te deja ganarte la vida. Redrick Schuhart se juega el pellejo por esa basura del infierno también de noche, agazapado en las sombras, jugándoselo todo por una vida mejor. Es un stalker. Experto en la Zona y en esquivar a la policía. Tal vez sea también experto en escapar de su propio destino, porque sabe de la existencia de un objeto, de algo único y dorado, que podría ofrecer todas las respuestas a quien lo encuentre.

Esta novela de los hermanos Arkadi y Borís Strugatski (uno filólogo, otro astrónomo), que ofrece varios niveles de lectura (es disfrutable como novela de aventuras, como novela negra, como reflexión sobre nuestro lugar en el Universo, como metáfora de una realidad social y política) y que se enfrentó a años de rechazo por la censura soviética, fue llevada al cine de la mano de Andrei Tarkovski en 1979, en una versión que muy poco tiene que ver con la novela, pero que es igualmente inquietante y satisfactoria.

Desempolvad el traje de protección. Meted unas tuercas en los bolsillos y adentraos en la Zona. En sus fauces aún quedan tesoros envenenados.

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