Luis Alberto de Cuenca: su poesía y otros relatos

“Hola, mi amor, yo soy tu lobo / Quiero tenerte cerca para oírte mejor”… Alguna vez, ¿quién no ha cantado a todo pulmón esta letra tan vibrante de la Orquesta Mondragón? Corría el año 1980 cuando se publicó “Caperucita feroz” -incluida en el álbum Bon Voyage-, fruto de la pluma de Luis Alberto de Cuenca en su faceta como letrista. Más tarde, sería Loquillo quien llevara al escenario musical la obra poética del autor madrileño. Uno de sus poemas daría nombre a este trabajo: “Su nombre era el de todas las mujeres” (2011).  Entre otros, su séptimo corte recogía la composición “Alicia disfrazada de Leia Organa” (dedicada a la esposa del poeta e inspirada en la Guerra de las Galaxias):

Si sólo fuera porque a todas horas
Tu cerebro se funde con el mío;
Si sólo fuera porque mi vacío
Lo llenas con tus naves invasoras […]   

Con estos antecedentes, casi no resulta necesario mencionar que estamos ante un autor extraordinariamente contemporáneo -de postmoderno y postromántico le han clasificado otros-, pero también con un fino sentido del humor, y muy, muy elegante. Su poesía ha transitado desde el clasicismo hasta el verso libre, o de línea clara (como él mismo la ha denominado en homenaje a la celebérrima obra de Hergé).  En definitiva, un autor idóneo para congraciarse con la lectura del género lírico. Lean y juzguen por sí mismos:

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,

Cuando metes la pata, cuando mientes,

Cuando te vas de compras con tu madre

Y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños

Y me cubres de besos y de tartas,

O cuando eres feliz y se te nota,

O cuando eres genial con una frase

Que lo resume todo, o cuando ríes

(Tu risa es una ducha en el infierno),

O cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi

No puedo resistir lo que me gustas,

Cuando, llena de vida, te despiertas

Y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno».

El cuervo

Una noche de un frío diciembre, me encontraba

Solo en mi biblioteca, pensativo, tan solo

Que ni los viejos libros ni los mil cachivaches

Que abruman los estantes me hacían compañía,

Tan solo como un náufrago después de la tormenta,

[…]

Y las cartas, las cartas, obsesivas y tórridas,

Avivando la hoguera de la pasión, quemando

Los bosques a su paso e incendiando las mieses.

Aquellas cartas-bomba que no sé dónde están.

[…]

En las noches de insomnio me invade tu perfume

Como una vaharada fantasmal, y lo aspiro

Como si fuera polvo de silencio y de ruina

Y, a la vez, como un tiro de insondable placer

Que, como el Ewigwiblich de Goethe, me conduce

Al cielo, donde tú vives eternamente

[….]

Pero Luis Alberto de Cuenca (1950-) es un hombre de corte casi renacentista. Tras doctorarse en Filología Clásica, ejerció su ministerio de profesor investigador en el CSIC. Además ha despuntado como ensayista y traductor, labor que le ha reportado el Premio Nacional de Traducción por su versión del Cantar de Valtario. En su haber encontramos otras muchas distinciones a su quehacer literario, como el Premio de la Crítica, concedido a su obra “La Caja de Plata” (1985). Ha desempeñado el cargo de director de la Biblioteca Nacional y posteriormente el de Secretario de Estado de Cultura. Hasta fechas recientes ha formado parte del Patronato del Museo del Prado, y -desde 2010- es académico de número de la Real Academia de la Historia. También ha ejercido como editor literario, y como divulgador cultural en prensa, así como en programas de radio, y televisión.

La producción de Luis Alberto de Cuenca es inmensa, difícilmente podríamos dejar constancia de todos sus trabajos de naturaleza intelectual. No obstante, nos gustaría mencionar su título: “Libros contra el aburrimiento”, un volumen que recopila su labor como columnista y crítico literario en las prestigiosas páginas del ABC Cultural desde 2004 a 2010. En él encontrarán la recomendación de interesantísimas lecturas, desde la epopeya de Gilgamesh -el cuento más antiguo del mundo- a Sin City -un tebeo de Frank Miller, llevado al cine por Robert Rodríguez y Quentin Tarantino-, pasando por Astérix, el teatro de Fernández de Moratín, el capitán Alatriste y un largo etcétera. Recientemente ha publicado “200 libros para disfrutar”, que sigue esta misma estela, y en el que nos recomienda lecturas tan variopintas como el Macbeth de Shakespeare o El Coyote de José Mallorquí.

Por último, no he querido dejar de aludir a la difusión que de su obra está llevando a cabo un aguerrido grupo de “Lectores de Luis Alberto de Cuenca” en la red social Facebook, integrada -de momento- por 2,9 mil seguidores. https://www.facebook.com/groups/l.a.de.cuenca

Obras de Luis Alberto de Cuenca en la Biblioteca Universitaria UPM

María Jesús Iglesias

Platero y yo, Juan Ramón Jiménez

Platero y yo. Juan Ramón Jiménez

Cátedra. Letras Hispánicas

Platero y yo en la Biblioteca Universitaria

Juan Ramón Jimenez en la Biblioteca Universitaria

Yo trato a Platero cual si fuese un niño. Si el camino se

torna fragoso y le pesa un poco, me bajo para aliviarlo. Lo

beso, lo engaño, le hago rabiar… El comprende bien que lo

quiero, y no me guarda rencor. Es tan igual a mí, tan diferente a

los demás, que he llegado a creer que sueña mis propios

                                            sueños.

He vuelto a releer Platero y yo y, al igual que le ocurrió al poeta al volver a su Moguer natal, he descubierto una obra muy diferente a la que recordaba. Tal vez fue la adolescencia, o el paso del tiempo, la que sólo seleccionó guardar sus notas musicales. Pero esa cadencia lírica, esa prosa de imágenes magistralmente trazadas, también son el reflejo -descarnado a veces- de una época y de una sociedad rural.  Ese reencuentro con sus paisanos, contado en primera persona, reproduce un léxico local sin adornos. De igual manera, Platero y yo -como otros grandes clásicos literarios-, a base de ilustrar sus versos con citas literarias en su idioma original nos invita a conocer la obra de autores como Ronsard o Shakespeare. En definitiva, no es una obra fácil de leer en el siglo XXI, pero sigue siendo una lectura estimulante, cargada de simbolismo.

Juan Ramón Jiménez (1881-1958) se alzó con el Premio Nobel de literatura en 1956. La Academia Sueca otorgó el galardón al conjunto de su obra, pero con una mención muy especial a Platero y yo (1914, 1917 ed. completa). Fue un reconocimiento a su “poesía lírica” y a su “elevado espíritu y pureza artística”.

María Jesús Iglesias

Trascender / Gonzalo Sobejano

Gonzalo Sobejano: Trascender. 

Edición de Nora Glickman 

Madrid : Visor, 2020 

———————————

De don Quijote y Sancho Panza 

solo puedo decir que son dos niños 

que, de acuerdo, se ponen a jugar, 

a redimirse, dialogando, 

de su arcana orfandad. 

… 

(Don Quijote y Sancho, 2005)  

Esta reseña será breve pero no menos sentida. Gracias a una generosa donación a la Biblioteca disponemos de este librito, especie de primoroso testamento poético de Gonzalo Sobejano (1928-2019).  

Antes de abordar el poemario, de mis tiempos de estudiante recordaba sus textos de crítica e historia de la literatura, muy en particular su edición de La Regenta, de Clarín. Luego descubro que por fecha prácticamente exacta comparte generación con mis padres, y además es originario del Sudeste peninsular. Universitario de raza, muy internacionalizado desde sus comienzos, profesor con amplia dedicación y reconocimiento en los Estados Unidos. En fin, un personaje que por fuerza me tenía que resultar sugestivo y cuya dilatada trayectoria siempre incluyó ocasión para una estupenda lírica. Estos preciosos poemas nos descubren al ser humano tras el tenaz trabajador académico. Tienen un gran componente autobiográfico, abarcando desde la remota infancia mediterránea hasta el mundo frágil y globalizado del siglo XXI. Nos hacen sentir un cierto vértigo histórico y apreciar la perspectiva de su creador, imbuido de una espiritualidad descreída -de eco unamuniano-, y de un sentido filosófico de la literatura. Y también nos dejan ver sus propias preferencias por otros autores. Para mejor contextualización recomiendo empezar la lectura por el texto de la editora Nora Glickman, aunque vaya situado al final del volumen. Pero no tardéis en escuchar directamente la voz del maestro.  

Gonzalo Sobejano en: Biblioteca UPM.

De viaje con NST: Asturias si yo pudiera…

Hay a nuestra disposición variadas formas de viajar: en tren, en barco, en sueños… Nosotros te proponermos subir a bordo de un buen libro. O de un buen montón de libros. Hasta final de agosto, los colaboradores de NST vamos a proponer lugares que bien merecen una visita por tierra, mar, aire o letras. ¿Tenéis las maletas preparadas? ¡Buen viaje!

Hoy nos lleva a Asturias Pilar Álvarez del Valle

Asturias si yo pudiera

Si yo supiera cantarte

Asturias verde de montes

y negra de minerales

(Poesía de Pedro Garfias Zurita
Poesías de la guerra española – México 1941
/música Victor Manuel)

El occidente asturiano, Asturies, en realidad no es El Principado. Su poso no se parece al de las suaves ondulaciones pre-cántabras. El occidente Astur es brutal y amablemente agreste; territorio de osos re-arraigados y tímidos rebecos, donde se escuchan los ecos del Xanas entre rocosas nieblas.

Fuentes de Narcea
Fuentes de Narcea

Las Fuentes del Narcea, de fantasmagóricas hayas, poco se parece a la selva de Irati. Aquí los árboles se emplean a modo de sostenibles e indirectos surtidores de carbón vegetal; puede parecer absurdo que en la tierra de la minería (a cielo cerrado) se aluda al pre-decimonónico carbón de leña, pero es que éste no requiere prospección, ni pico, ni pala, y fue con seguridad anterior al carbón mineral en el continuo flujo de la evolución tecnológica humana.

Las hayas de las Fuentes están desmochadas, de modo que un solo pie surte de múltiples ramas medianas de variable grosor, que son las que alimentan las carboneras (véase Tasio); porque lo agreste rural no es patrimonio exclusivo del Occidente Astur, sino que comparte base con tierras lejanas como Euskalherria ( mi tierra de adopción).

Y si lo que nos apetece es bucear por la literatura, podemos recurrir al sempiterno Alejandro Casona oriundo de Besullo, una aldea del concejo de Cangas del Narcea, geocentro de El Occidente, limítrofe con Muniellos y con el valle de Babia; recuérdese la Real expresión “estar en Babia“.

Cangas de Narcea es también cuna del menos renombrado Pepe Avello, profesor universitario y autor de dos novelas: la primera finalista del premio Nadal en 1983, y la segunda finalista del Premio Nacional de Narrativa (Premio Villa de Madrid, Premio de la Crítica de Asturias) 18 años después; ambas recientemente re-editadas por la editorial asturiana Trea. Personalmente, tengo querencia por su ópera prima: la subversión de Beti García, porque alberga la relación del autor con este territorio borrachino y dinamitero; donde la fiesta grande es El Carmen (cuya Señora es patrona de los marineros), y no la virgen de la magdalena, su patrona nominal; y es que cuando crees entender el lugar, en realidad te engañas a tí mismo.

La segunda novela de Pepe Avello, los jugadores de Billar, dicen que es mucho más madura, aunque al transcurrir mayoritariamente en Oviedo me resulta ajena al terruño de mis ancestros.

Finalmente, no puedo evitar recomendar la visita al negrísimo Sil minero (ya no tanto). Allí sanó un aún adolescente Ángel González, desahuciado con apenas 20 años (véase nuestra reseña anterior).

Feliz inmersión en estas 20.000 leguas de El Occidente Astur.

Cármenes / Paul Valéry

Paul Valéry: Cármenes.

Título original en francés: Charmes

Edición bilingüe, traducción y prólogo de Pedro Gandía

Madrid : Visor, 2016. 

Dans mon âme je m’avance

Tout ailé de confiance:

 C’est la première oraison!

 (Aurore) 

Paul Valéry (1871-1945) es un gran poeta vinculado al Mediterráneo y a la herencia grecolatina. Nació en Sète (Hérault) como Georges Brassens, que a su modo homenajeó y reconoció la inspiración del maestro. Hoy día da nombre a la muy centenaria Universidad de Montpellier

El título de su libro merece comentario. Cármenes tiene el significado de composiciones poéticas, no se refiere en este caso al extendido nombre propio femenino ni a la vivienda tradicional granadina. Se trata del derivado del latín carmen que en su forma plural se popularizó con los famosos Carmina Burana medievales musicados por Carl Orff. Por lo demás, el título en francés original –Charmes– juega con la polisemia: poemas o cantos, pero también encantos

Estos versos limpios, modelos de perfección lingüística, nos llegan como un reconstituyente espiritual en tiempos de tribulaciones, como una invitación gozosa de empatía con lo eterno. Además, se me antoja que algunos de estos poemas podrían adjudicarse y servir de divisa a ciertos campos de la actividad humana: así Cántico de las columnas a la arquitectura, disciplina muy querida del autor; Al plátano a la arboricultura; El remero a la náutica. En una interpretación estética más profunda Cármenes se revela de algún modo como una especie de manifiesto anti-romántico y una exaltación de la vida sencilla del mundo material y de la literatura concebida como labor de artesanía paciente y preciosa. Aunque Paul Valéry fue consciente del papel mítico -relativamente impostado- otorgado a la Antigüedad clásica por la cultura europea moderna, exprimió y explotó desde su personal sensibilidad aquellos arquetipos filosóficos de los que estos poemas son frutos extraordinarios.  

Curiosamente Paul Valéry también ha sido destacado como profeta de la internet y la telemática en general, por su conocido texto La conquête de l’ubiquité (1928) tan citado posteriormente desde Walter Benjamin a Paul Virilio. En cuanto a accesibilidad es bueno celebrar que sus obras pasaron ya a dominio público hace pocos años, véase por ejemplo en Gallica

Le vent se lève!…

Il faut tenter de vivre!

(Le Cimetière marin)  

Paul Valéry en: Biblioteca UPM.

1 2 3 6