ÉRASE UNA VEZ, EN UN BUCÓLICO PUEBLECITO

TAMARA DREWE, DE POSY SIMMONDS

Una mujer guapa atrae miradas a cual más rara. A cualquier otra criatura hermosa y fecunda —una oveja espectacular, por ejemplo-— se la mira con admiración. Pero aquí no percibo nada de eso. Capto… lujuria, sin duda, pero también sorpresa, irritación, rechazo.

Posy Simmonds

Situada en la verde campiña inglesa, Stonefield es una minúscula población en la que nunca pasa nada. Algo que exaspera a los aburridos lugareños pero que, sin embargo, les viene de perlas a los inquilinos de Lejos del mundanal ruido. Un retiro para escritores que proporciona a estos la tranquilidad que necesitan para trabajar. O mejor dicho, les proporcionaba . . . hasta que a Tamara Drewe le dio por reaparecer en el pueblo.

Miss Drewe, londinense pijilla con casa en Stonefield, es una joven periodista conocida por haber escrito en su columna sobre su experiencia con la rinoplastia. Operación que la ha transformado en un pibonazo, famoso y adinerado.

Belleza, éxito y dinero convertirán a Tamara en objeto de deseo y envidias. Pero también en la involuntaria desencadenante de una serie de acontecimientos, cómicos unos, trágicos otros, sorprendentes todos, que pondrán patas arriba la vida de las gentes e incluso (no exagero) de las vacas de Stonefield.

Posy Simmonds en la librería Hatchards (Londres, 2018). Autor: Edwardx. Fuente: Wikimedia Commons.

Libremente inspirada en Lejos del mundanal ruido (Thomas Hardy, 1874), Tamara Drewe (2007) es obra de Posy Simmonds. Galardonada escritora e ilustradora británica que, con gran inteligencia y muy mala leche, nos narra las peripecias de un puñado de personajes tan patéticos como hilarantes. El primero de ellos es la superficial Tamara, rompecorazones con ínfulas literarias, pero no hay que olvidar a Ben, su obsesivo novio. Un roquero en horas bajas, aún colgado de su ex, que sufre el acoso de Jody y Casey. Dos adolescentes descerebradas vecinas de la protagonista que, con sus actos, acaban liándola (muy) parda.

Hablemos ahora de los habitantes de Lejos empezando por los Hardiman, sus propietarios. Él, Nick, es un autor de best-sellers de misterio egocéntrico y adúltero compulsivo. Ella, Beth, se sabe con más cuernos que el padre de Bambi pero se consuela pensando que a quien realmente quiere su marido es a ella. De ahí que haga todo lo posible para que esté a gusto, incluso ser su desinteresada (y muy eficiente) secretaria y agente literaria. Trabajos que le quitan mucho tiempo pero que, sin embargo, no le han impedido lograr que su hogar sea un auténtico paraíso para gente como Glenn. Un reputado especialista en Hardy 😉, eterno aspirante a novelista, que así como adora a su anfitriona no soporta al impresentable de Mr. Hardiman. Entre otras cosas, todo hay que decirlo, porque envidia su éxito.

Vamos con Andy, el manitas encargado del mantenimiento de Lejos. Un chico simple, en el buen sentido de la palabra, que en un momento de debilidad y tras mucho tiempo sin verla no puede evitar declararse a Tamara. Algo lógico, por otra parte, si tenemos en cuenta que, con o sin nariz, siempre ha estado enamorado de ella.

—Tamara… escúchame… No puedo evitarlo… Creo que me he enamorado de ti…
—¡Madre! ¡Sí que te ha afectado lo de las cabras!
—Bah, olvídalo…
—No, Andy, oye, perdona, no pretendía… Perdona, ¿vale?…
—No, olvídalo… en serio… No sé por qué he dicho eso… Es absurdo… Olvídalo…
—Ah, ¿no iba en serio?
—Pues claro que sí, pero no tendría que haberlo dicho… Y…
—¿Y?
—Pues que… sin entrar en las idas y venidas… siempre he sentido lo mismo por ti… Incluso ahora, con la rinoplastia esa que te has hecho.

Posy Simmonds

Emily Brontë. Un corazón solitario en los páramos de Yorkshire

Portada del primer volumen de los tres que integran la primera edición de ‘Cumbres borrascosas’. Fuente: Houghton Library (Harvard University).

Portada del primer volumen de los tres que integran la primera edición de ‘Cumbres borrascosas’. Fuente: Houghton Library (Harvard University).

Emily Brontë en la Biblioteca UPM

De las tres hijas escritoras del reverendo Brontë, Charlotte, Emily y Anne, prefiero con mucho a Emily. Por su obra y también, por lo interesante que me resulta su personalidad.

Miss Brontë solo nos dejó una novela, la famosa ‘Cumbres Borrascosas’, relato ambientado en su Yorkshire natal cuyo argumento gira en torno a una pasión destructiva. Publicada en 1847, ‘Cumbres Borrascosas’ es hoy considerada una de las grandes obras de la literatura británica. Sin embargo, en su día fue incomprendida y tildada de salvaje e inmoral por los críticos. ¡Ay! Si aquellos respetables caballeros hubieran sabido que Ellis Bell, su supuesto autor, era en realidad una solterona huraña que vivía, junto con sus hermanos y su padre, en la rectoría del humilde pueblecito donde este ejercía como párroco.

El pensar en él llena toda mi vida. Si el mundo desapareciera y él se salvara, yo seguiría viviendo; pero si desapareciera él y lo demás continuara igual, yo no podría vivir. Mi amor a Linton es como las hojas de los árboles, y bien sé que cambiará con el tiempo; pero mi cariño a Heathcliff es como son las rocas de debajo de la tierra, que permanecen eternamente iguales sin cambiar jamás. Es un afecto del que no puedo prescindir. ¡Ellen, yo soy Heathcliff! Le tengo constantemente en mi pensamiento, aunque no siempre como una cosa agradable. Tampoco yo me agrado siempre a mí misma. No hables más de separarnos, porque es imposible.

Encuadrada dentro del género literario conocido como gótico, ‘Cumbres Borrascosas’ es una novela oscura, en ocasiones morbosa, en la que el elemento sobrenatural juega un importante papel. De ahí lo inquietante de algunos de sus pasajes.

Ahora recordaba que descansaba en una caja de madera y que el cierzo y las ramas de un árbol golpeaban la ventana. Tanto me molestaba el ruido, que, en sueños, me levanté y traté de abrir el postigo. No lo conseguí, porque la falleba estaba agarrotada, y entonces rompí el cristal de un puñetazo y saqué el brazo para separar la molesta rama. Mas en lugar de ella sentí el contacto de una manita helada. Me poseyó un intenso terror y quise retirar el brazo; pero la manita me sujetaba y una voz repetía:

¡Déjame entrar, déjame entrar!

-¿Quién eres? -pregunté, pugnando para poder soltarme.

-Catherine Linton -contestó, temblorosa. Me había perdido en los pantanos y vuelvo ahora a casa.

Aunque con frecuencia se olvida, Emily también escribió poesías. Concretamente, unas 169 composiciones que ella misma dividió en dos cuadernos. En uno de ellos recogió los poemas ambientados en Gondal, el mundo que en su niñez imaginó junto a su hermana Anne.

La noche era oscura y el invierno soplaba

con suaves suspiros sobre las costas de Gondal,

aunque ese viento gemía quejumbroso,

ya no encadenaba con torrentes nevados.

Primera página de ‘The Gondal Poems’ (1844-1848), manuscrito depositado en la British Library con la signatura Add MS 43483. Fuente: British Library.

Primera página de ‘The Gondal Poems’ (1844-1848), manuscrito depositado en la British Library con la signatura Add MS 43483. Fuente: British Library.

Y en el otro reunió sus versos más personales, aquellos que, marcados por sus experiencias vitales, contienen constantes referencias a la naturaleza que la rodeaba. Por eso, cuando los leo no puedo evitar imaginarme a su autora declamándolos mientras caminaba, solitaria y libre, por los páramos que tanto amó.

¡Despierta en mis queridos páramos

el viento en su gloria y su orgullo!

¡Oh, llámame desde valles y tierras altas

a caminar junto al río al lado de la colina!

Baja crecido con la primera temporada de nieves;

las rocas están heladas y cenicientas

y oscuro cimbrea alrededor el largo brezo

y a las hojas del helecho ya no les da el sol.

Ya no hay estrellas amarillas en la montaña,

las campanillas azules han desaparecido hace

tiempo

del borde de la fuente cenagosa,

del lado de la ladera invernal…

Pero más encantadores que campos de maíz

contoneándose

en esmeralda y escarlata y en oro

son las laderas donde el viento del norte delira

y los valles por los que yo vagaba antaño.

‘Emily Brontë’ (Patrick Branwell Brontë, ‘c’. 1833); NPG 1724. Fuente: National Portrait Gallery (Londres).

‘Emily Brontë’ (Patrick Branwell Brontë, ‘c’. 1833); NPG 1724. Fuente: National Portrait Gallery (Londres).

Los versos citados en este texto han sido tomados de la edición de la poesía completa de Emily Brontë publicada por Alba. Un libro cuya lectura recomiendo.

Una damita entre monstruos: Mary Shelley y el nacimiento de Frankenstein

Mary Shelley en la Biblioteca UPM
Frankenstein
en la Biblioteca UPM

Diez de abril de 1815. En la isla indonesia de Sumbawa el volcán Tambora entra violentamente en erupción arrojando a la atmósfera tal cantidad de polvo, cenizas y gases venenosos que el sol queda parcialmente nublado. Debido a esto, en el hemisferio norte del planeta se produjo un cambio climático que fue el responsable de que 1816 sea hoy recordado como el ‘año sin verano’. Y también, de que Europa y Norteamérica se vieran azotadas por una hambruna que mató a miles de personas.

Portada e ilustración de la edición de ‘Frankenstein’ publicada en 1831 por la editorial londinense Colburn & Bentley. Fuente: HathiTrust.

Fue precisamente en ese momento de oscuridad, clave en la historia del romanticismo, cuando el poeta británico Lord Byron tuvo que dejar definitivamente su país debido a sus últimos escándalos. Pero no lo hizo solo sino junto con su médico, el Dr. Polidori. Un jovencísimo erudito aspirante a escritor.

Tras meses viajando por ‘el continente’, Byron llegaría a Suiza a principios del verano de 1816. Una vez allí, alquilaría un palacete a orillas del lago Lemán con idea de pasar una temporada: la hoy legendaria Villa Diodati.

Villa Diodati (Anónimo, 1850). Lord Byron aparece en la esquina inferior derecha de este grabado. Fuente: Amsterdam Museum.

No mucho después de instalarse en su nueva casa, Byron recibiría la visita de Percy Shelley y su joven amante, Mary. Culta e intelectualmente precoz, la hoy conocida como Mary Shelley se fugó a los 17 años con el poeta y ensayista debido al rechazo que suscitaba su relación con este, pues Shelley era un hombre casado y padre de familia.

‘Mary Shelley’ (Richard Rothwell, ‘c’. 1831-1840); NPG 1235. Fuente: National Portrait Gallery, London.

Por culpa del mal tiempo, Mary y sus compañeros no pudieron disfrutar de las actividades al aire libre durante días. Días en los que el grupo de bohemios permaneció recluido en Villa Diodati, dedicándose a leer y conversar sobre temas filosóficos y científicos. Especialmente, sobre la por entonces de moda teoría del galvanismo y, más concretamente, sobre si era posible devolver la vida mediante la electricidad.

Una noche tormentosa en la que los miembros del Círculo Diodati leían en voz alta ‘Fantasmagoriana’ (1812), una recopilación de cuentos alemanes de fantasmas, Byron propuso un reto a sus camaradas: que cada uno de ellos escribiera una historia de terror. Cosa que estos, predispuestos como estaban por lo lúgubre de la velada, aceptaron.

Olvidados por sus musas, ni Shelley ni Byron lograron acabar relato alguno. No así Mary y Polidori quienes, animados por el poeta, comenzarían respectivamente ‘Frankenstein o el moderno Prometeo’ (1818) y ‘El vampiro’ (1819). Dos obras consideradas de culto por los amantes de la literatura de terror:

Parece ser que Miss Shelley concibió su monstruo inspirada por las discusiones que mantuvo con Byron y su esposo sobre:

‘ . . . la naturaleza del principio vital, y la posibilidad de que se llegase a descubrir tal principio y conferirlo a la materia inerte’.

Pero también y, sobre todo, a un inquietante sueño que tuvo una noche y que describió así:

’Vi –con los ojos cerrados, pero con aguda visión mental-, vi al pálido estudiante de artes impías, de rodillas junto al ser que había ensamblado. Vi al horrendo fantasma de un hombre tendido, y luego, por obra de algún ingenio poderoso, le vi manifestar signos de vida, y agitarse con movimiento torpe y semivital’.

En la actualidad existen tantas ediciones de ‘Frankenstein’ que resulta difícil escoger una. Yo recomendaría la publicada en 2015 por Nórdica. Por sus preciosas ilustraciones y, sobre todo, por incluir la interesante introducción escrita por Mary Shelley para la edición de su relato publicada por Standard Novels. De ella he tomado las palabras de la autora citadas en la presente reseña.

Soy vertical, pero preferiría ser horizontal. Sylvia Plath

Soy vertical, pero preferiría ser horizontal
Sylvia Plath
Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, 2019

Aunque también cultivó la prosa, Sylvia Plath (Boston, 1932-Londres, 1963) es conocida sobre todo por sus poemas. Composiciones intensas y descarnadas, con un marcado componente autobiográfico, que la han convertido en una de las figuras claves de la poesía anglosajona del s. XX.

Ahora estoy en un mundo de nieve.
Lejos de casa.
Qué blancas son estas sábanas.
Los rostros no tienen rasgos.
Son escuetos e insoportables, como los
de mis hijos,
esos pequeños enfermos que eluden
mis brazos.
Los demás niños tampoco me tocan.
Para mí, son seres terribles.
Tienen demasiados colores, demasiada
vida. Nunca están quietos,
callados, como este pequeño vacío que
llevo ahora dentro.

‘Tres mujeres’ (fragmento)

Los versos de Plath, que reflejan su compleja personalidad y su obsesión por la muerte, abordan temas como la enfermedad mental o sus tormentosas relaciones familiares.

Morir es un arte, como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.

Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.

‘Lady Lazarus’ (fragmento)

Tú ya no, tú ya no
me sirves, zapato negro
en el que viví treinta años
como un pie, mísera y blancuzca,
casi sin atreverme ni a chistar ni a mistar.

Papi, tenía que matarte pero
Moriste antes de que me diera tiempo.

‘Papi’ (fragmento)

De los poemarios de Sylvia Plath debemos destacar dos. Uno, ‘El Coloso y otros poemas’ (1960), el único que la estadounidense pudo ver editado. Y el otro, ‘Ariel’ (1965), la obra con la que Sivy conseguiría, por desgracia póstumamente, aquello por lo que tanto luchó desde que era una niña tan ambiciosa como frágil: el reconocimiento de su valía.

En mí, el estar tendida es algo connatural.
Entonces el cielo y yo conversamos
abiertamente.
Y seguro que seré más útil cuando al fin
me tienda para siempre:
Entonces quizás los árboles me toquen
por una vez
y las flores, finalmente, tengan tiempo
para mí.

‘Soy vertical’ (fragmento)

Los versos citados en esta reseña están incluidos en:

Plath, S. (2019). ‘Soy vertical, pero preferiría ser horizontal’. Poesía portátil. Penguin Random House Grupo Editorial. Barcelona.

Un librito ideal para aquellos que todavía no conozcan la obra de la autora.

Ghost in the shell, el anime

 

¿Y puedes ofrecerme pruebas de tu existencia? ¿Cómo puedes, cuando ni la ciencia moderna ni la filosofía pueden explicar qué es la vida?

Se denomina ciberpunk al subgénero de la ciencia ficción caracterizado por presentar futuros distópicos hipertecnificados. En ellos, el ser humano vive en megaurbes degradadas, las grandes corporaciones luchan por el poder y el mundo sufre las consecuencias de la sobreexplotación de recursos, las guerras y el mal uso de la energía nuclear.

El ciberpunk nació como corriente literario-cinematográfica a principios de los años 80. Sin embargo, habría que esperar hasta 1995 para que fuera estrenada la que hoy es considerada una de las obras maestras del género. Nos referimos a la imprescindible Ghost in the shell, anime dirigido por Mamoru Oshii basado en el manga del mismo título de Masamune Shirow.

Ghost in the shell se ambienta en el año 2029, cuando los avances tecnológicos han hecho posible la mejora y reparación del cuerpo humano hasta límites impensables para nosotros. Algo, en principio, muy positivo pero que tiene un grave inconveniente. Y es que, al igual que sucede con las computadoras, los híbridos humano-máquina (cíborgs) son susceptibles de ser pirateados, como bien sabe el “Titiritero”. Un habilidoso hacker que, mediante la manipulación cerebral, consigue que otros cometan por él actos de ciberterrorismo con el fin de alterar el orden mundial.

 

– El “Titiritero”… ¿Es el hacker fantasma, no?

– Todos creen que se trata de un americano. Su edad, sexo, historia personal… Todo sobre él se desconoce. Desde el invierno pasado ha estado operando en la Comunidad Europea. Es buscado internacionalmente por varios cargos como manipulación de información, espionaje, ingeniería política, terrorismo, y violación de la privacidad ciber-cerebral.

Al comenzar Ghost in the shell, el escurridizo “Titiritero” está siendo perseguido por la Sección 9. Unidad de la policía japonesa especializada en la investigación de delitos informáticos, este cuerpo de seguridad tiene por jefa de asalto a la mayor Motoko Kusanagi.

Debido a razones que no se nos explican, Kusanagi sólo conserva de su ser original una pequeña parte del cerebro (aquella en la reside su autoconsciencia o ghost). Un diminuto cúmulo neuronal que se ha introducido en un cuerpo robótico (shell). De ahí el título de la película. Y de ahí la compleja personalidad de la mayor, quien duda de su humanidad y se siente aprisionada en un caparazón que, aunque la mantiene con vida, rechaza.

Así como son muchas las partes que definen a un ser humano como tal se necesita un gran número de cosas para conformar a un individuo. Un rostro para distinguirte de los demás. Una voz de la que tú mismo no eres consciente. La mano que observas cada vez que despiertas. Las memorias de la infancia, la conciencia del futuro. Pero eso no es todo. Existe una vasta red de datos a la cual mi cíber-cerebro puede acceder. Todo eso es lo que me constituye, dando origen a una conciencia que puedo llamar “yo”. Y a la vez me confina dentro de mis propios límites.

Pasa el tiempo y el “Titiritero” sigue sin ser capturado. Mientras tanto, Motoko se ha obsesionado con la idea de que, al ser capaz de invadir los cíborgs sin perder su identidad, el hacker podría enseñarle a trascender la materia conservando su yo. Tal creencia, y la certeza de que el enigmático personaje intenta contactar con ella, la llevan a unirse a Batou, su fiel camarada, para iniciar una investigación secreta que desembocará en un impactante descubrimiento.

Simplemente fascinante. Así es Ghost in the shell. Película densa, dotada de una profunda carga filosófica, que, más allá de sus escenas de acción y sus efectos especiales, nos ofrece imágenes para el recuerdo. Como esa en la que el escultural shell de la mayor Kusanagi emerge del líquido donde se ha montado mientras suena una enigmática canción tradicional japonesa.

Ghost in the shell en la Biblioteca UPM

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