El porqué de las cosas. Quim Monzó

Barcelona : Anagrama, 1997
Fecha de publicación original: 1993
El porqué de las cosas disponible en la Biblioteca UPM

Quim Monzó en la Biblioteca UPM

Imaginación, sentido del humor, extrañeza, sarcasmo, absurdo, reescritura de cuentos de hadas y, sobre todo, dinámicas de pareja que nunca son como deben ser ni como uno se espera. Escritos con la máxima depuración estilística, cumplen con la importante labor de descolocar al lector. Implacables y precisos, hoy os recomendamos los cuentos de Quim Monzó en El porqué de las cosas.

     El gato persigue al ratón por toda la casa y cae, una tras otra, en las trampas que él mismo le pone al roedor. Cae dentro del bote de brea, resbala en la piel de plátano y va a parar a la picadora de carne, que lo hace trizas. Cuando todavía no se ha recuperado, toca el pomo de la puerta sin saber que el ratón lo ha conectado a la corriente eléctrica: se le erizan todos los pelos, pasa del negro al blanco, al amarillo, al violeta, los ojos se le salen de las órbitas y dan dieciocho vueltas, la lengua se le dobla y desdobla en zigzag, se desploma chamuscado y se convierte en un montón de polvo negro humeante. Hasta que llega la señora con una escoba y una pala, lo recoge y lo echa al cubo de la basura.
     Pero enseguida vuelve a estar al acecho. ¡Ah! Qué no daría por desembarazarse de ese ratón miserable que no debería despertar la simpatía de nadie. ¿Por qué nunca gana él? ¿Por qué quién se salva es siempre el animalejo pequeño?

Luis Alberto de Cuenca: su poesía y otros relatos

“Hola, mi amor, yo soy tu lobo / Quiero tenerte cerca para oírte mejor”… Alguna vez, ¿quién no ha cantado a todo pulmón esta letra tan vibrante de la Orquesta Mondragón? Corría el año 1980 cuando se publicó “Caperucita feroz” -incluida en el álbum Bon Voyage-, fruto de la pluma de Luis Alberto de Cuenca en su faceta como letrista. Más tarde, sería Loquillo quien llevara al escenario musical la obra poética del autor madrileño. Uno de sus poemas daría nombre a este trabajo: “Su nombre era el de todas las mujeres” (2011).  Entre otros, su séptimo corte recogía la composición “Alicia disfrazada de Leia Organa” (dedicada a la esposa del poeta e inspirada en la Guerra de las Galaxias):

Si sólo fuera porque a todas horas
Tu cerebro se funde con el mío;
Si sólo fuera porque mi vacío
Lo llenas con tus naves invasoras […]   

Con estos antecedentes, casi no resulta necesario mencionar que estamos ante un autor extraordinariamente contemporáneo -de postmoderno y postromántico le han clasificado otros-, pero también con un fino sentido del humor, y muy, muy elegante. Su poesía ha transitado desde el clasicismo hasta el verso libre, o de línea clara (como él mismo la ha denominado en homenaje a la celebérrima obra de Hergé).  En definitiva, un autor idóneo para congraciarse con la lectura del género lírico. Lean y juzguen por sí mismos:

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,

Cuando metes la pata, cuando mientes,

Cuando te vas de compras con tu madre

Y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños

Y me cubres de besos y de tartas,

O cuando eres feliz y se te nota,

O cuando eres genial con una frase

Que lo resume todo, o cuando ríes

(Tu risa es una ducha en el infierno),

O cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi

No puedo resistir lo que me gustas,

Cuando, llena de vida, te despiertas

Y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno».

El cuervo

Una noche de un frío diciembre, me encontraba

Solo en mi biblioteca, pensativo, tan solo

Que ni los viejos libros ni los mil cachivaches

Que abruman los estantes me hacían compañía,

Tan solo como un náufrago después de la tormenta,

[…]

Y las cartas, las cartas, obsesivas y tórridas,

Avivando la hoguera de la pasión, quemando

Los bosques a su paso e incendiando las mieses.

Aquellas cartas-bomba que no sé dónde están.

[…]

En las noches de insomnio me invade tu perfume

Como una vaharada fantasmal, y lo aspiro

Como si fuera polvo de silencio y de ruina

Y, a la vez, como un tiro de insondable placer

Que, como el Ewigwiblich de Goethe, me conduce

Al cielo, donde tú vives eternamente

[….]

Pero Luis Alberto de Cuenca (1950-) es un hombre de corte casi renacentista. Tras doctorarse en Filología Clásica, ejerció su ministerio de profesor investigador en el CSIC. Además ha despuntado como ensayista y traductor, labor que le ha reportado el Premio Nacional de Traducción por su versión del Cantar de Valtario. En su haber encontramos otras muchas distinciones a su quehacer literario, como el Premio de la Crítica, concedido a su obra “La Caja de Plata” (1985). Ha desempeñado el cargo de director de la Biblioteca Nacional y posteriormente el de Secretario de Estado de Cultura. Hasta fechas recientes ha formado parte del Patronato del Museo del Prado, y -desde 2010- es académico de número de la Real Academia de la Historia. También ha ejercido como editor literario, y como divulgador cultural en prensa, así como en programas de radio, y televisión.

La producción de Luis Alberto de Cuenca es inmensa, difícilmente podríamos dejar constancia de todos sus trabajos de naturaleza intelectual. No obstante, nos gustaría mencionar su título: “Libros contra el aburrimiento”, un volumen que recopila su labor como columnista y crítico literario en las prestigiosas páginas del ABC Cultural desde 2004 a 2010. En él encontrarán la recomendación de interesantísimas lecturas, desde la epopeya de Gilgamesh -el cuento más antiguo del mundo- a Sin City -un tebeo de Frank Miller, llevado al cine por Robert Rodríguez y Quentin Tarantino-, pasando por Astérix, el teatro de Fernández de Moratín, el capitán Alatriste y un largo etcétera. Recientemente ha publicado “200 libros para disfrutar”, que sigue esta misma estela, y en el que nos recomienda lecturas tan variopintas como el Macbeth de Shakespeare o El Coyote de José Mallorquí.

Por último, no he querido dejar de aludir a la difusión que de su obra está llevando a cabo un aguerrido grupo de “Lectores de Luis Alberto de Cuenca” en la red social Facebook, integrada -de momento- por 2,9 mil seguidores. https://www.facebook.com/groups/l.a.de.cuenca

Obras de Luis Alberto de Cuenca en la Biblioteca Universitaria UPM

María Jesús Iglesias

El club de los negocios raros. G. K. Chesterton

Barcelona : Ediciones G. P., [1965]
Título original: The Club of Queer Trades
Fecha de publicación original: 1905
Disponible en la Biblioteca UPM
Más títulos de G. K. Chesterton en la Biblioteca UPM

Unos relatos policiacos nunca vienen mal. Especialmente si los enigmas que plantean son un tanto insólitos, la manera de resolverlos no es la habitual y el humor campa a sus anchas. Hoy recomendamos El Club de los negocios raros de G. K. Chesterton.

 

El carácter de esta sociedad, como más tarde se comprobó, puede explicarse en breves y sencillas palabras. Se trata de un club excéntrico y bohemio, para pertenecer al cual es condición indispensable que el candidato haya inventado la manera de ganarse la vida. Su profesión tiene que ser absolutamente nueva. La definición exacta de semejante requisito se halla contenida en las dos cláusulas principales de los estatutos. En primer lugar, no debe tratarse de una simple variación de una industria existente. Así, por ejemplo, el Club no admitiría a un agente de seguros por el simple hecho de que en vez de asegurar los muebles contra el incendio, asegurara, pongamos por caso, los pantalones de los hombres contra la posibilidad de ser desgarrados por un perro rabioso. El principio es el mismo (como hizo notar con agudeza e ingenio Sir Bradcock Burnaby-Bradcock en el sublime y por demás elocuente discurso pronunciado en el Club al plantearse el problema en el asunto Stormby Smith). En segundo lugar, la profesión tiene que constituir una fuente de ingresos de carácter genuinamente comercial, que mantenga económicamente a su inventor. Así, el Club no admitiría a un hombre por el mero hecho de que se dedicara a coleccionar latas vacías de sardinas, a no ser que con ellas pudiera montar una industria decorosa. El profesor Chick aclaró perfectamente este punto. La verdad es que cuando se recuerda cuál era la nueva profesión del profesor Chick no sabe uno si echarse a reír o llorar.

Gilbert Keith Chesterton (Londres, 29 de mayo de 1874-Beaconsfield, 14 de junio de 1936), más conocido como G. K. Chesterton, fue un escritor, filósofo y periodista británico católico de inicios del siglo XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración, la biografía, la lírica, el periodismo y el libro de viajes.

Se han referido a él como el «príncipe de las paradojas».​ Su personaje más famoso es el Padre Brown, un sacerdote católico de apariencia ingenua, cuya agudeza psicológica lo vuelve un formidable detective, y que aparece en más de cincuenta historias reunidas en cinco volúmenes, publicados entre 1911 y 1935.

La coleccionista de tesoros / Bessie Head

Bessie Head:

La coleccionista de tesoros y otros cuentos de los pueblos de Botsuana

Traducción de Mercè Diago y Abel Debritto.

Barcelona : ElCobre, 2003. 

Título original:

The Collector of Treasures and Other Botswana Village Tales

Ediciones: Heinemann (1977-), Waveland (2013).  

En aquel momento, el hermano gemelo de Jacob, Isaac, murió debido a la malnutrición y el exceso de trabajo. Una soledad profunda y terrorífica se apoderó del corazón del pequeño, que se quedó abandonado aquella noche. Había perdido a la única persona que había compartido algo de amor con él en un mundo poblado de monstruos. Se habla mucho del amor y de la capacidad para compartir de las sociedades tribales y es cierta en su mayor parte, pero también lo es la existencia del tío de Jacob. La única salida para un niño atrapado en este círculo de crueldad es derramar lágrimas solitarias y calientes en la oscuridad de la noche.

(Jacob: la historia de un sacerdote que curaba la fe

Aunque nacida en Sudáfrica, Bessie Head (1937-1986) está considerada una gran autora de la literatura botsuanesa en lengua inglesa. De hecho fue en Botsuana donde pasó largos años de su vida y el país en que se enraíza fundamentalmente su obra. 

Antes de nada reparad en que en esta ocasión, el título sale beneficiado de la traducción castellana, que nos desvela desde la cubierta el género de la persona que coleccionará esos tesoros, frente al sustantivo neutro en el original inglés. En ese y todos los demás cuentos vamos a sentir el aliento de la tradición de aquellos remotos pueblos, la fuerza y profundidad ancestrales de la oratura africana. Relatos que ponen el foco en los sentimientos humanos, el amor y el sentido de la trascendencia, así como la incidencia de los procesos sociales de aculturación ligados al colonialismo. Sin ser literatura fantástica, resultan cuentos maravillosos pues en el fondo de sus personajes y situaciones nos encontramos a nosotros mismos y con nuestras propias disyuntivas vitales, que a veces atravesamos de manera un tanto inconsciente tras la catarata incesante de estímulos y el alejamiento de la Naturaleza.  

En la escritura de Bessie Head hay también incursiones en el registro de reportaje. Pero esto no resta frescura a los cuentos sino que añade contextualización beneficiosa a la lectura, y revela lo mucho que la autora tenía de exploradora social y observadora etnográfica. Además, su relativo distanciamiento y perspectiva de exiliada en carne propia la colocan en buena posición para cincelar caracteres igualmente trasterrados, desplazados, fuera de lugar ya sea geográfico o familiar y comunitario, sobre quienes se ciernen las rápidas transformaciones del siglo. El peso del parentesco, de la edad y del género son efectivamente determinantes. 

En fin, las letras negroafricanas están de moda. Incluso muestran ahora su propio star system, pero también quedan por descubrir en ellas carreteras solo aparentemente secundarias cuyo recorrido resulta apasionante, como las largas rutas de Botsuana entre el desierto y los fértiles humedales del alma humana. Por esos andurriales es por donde Bessie Head viene a ser revalorizada como clásica de la literatura de género.   

Presa del terror, lo primero que pensó fue reunir a los niños y huir de la aldea. Pero ¿adónde iría? Garesego no quería divorciarse, le había dejado que le hablase del asunto, se había abstenido de recurrir a otros hombres. Pensó en todas las posibilidades y llegó a la conclusión de que tendría que plantarle cara. Si le escribía que ni se le ocurriese ir al patio porque no quería verle, no le haría caso. Las mujeres negras carecían de ese poder. Una expresión inquietante se le dibujó en el rostro.

(La coleccionista de tesoros)

Tres cuentos de Truman Capote

  Tres cuentos. Truman Capote

  Anagrama

Imaginad una mañana de finales de noviembre. Una mañana de comienzos de invierno, hace más de veinte años. Pensad en la cocina de un viejo caserón de pueblo. Su principal característica es una enorme estufa negra; pero también contiene una gran mesa redonda y una chimenea con un par de mecedoras delante. Precisamente hoy comienza la estufa su temporada de rugidos.

Y en esa cocina está Buddy junto con Miss Sook y su pequeña terrier Queenie. Ellos comparten el protagonismo de estos relatos evocadores de una infancia lejana. Buddy, el mismo Capote, vive en un pequeño pueblo de Alabama donde ha sido enviado para que viva junto con la familia de su madre ausente. Y en ese escenario del profundo sur se desarrolla el universo del pequeño Buddy. Con sus alegrías y sus tristezas, sus angustias, sus esperanzas y sus desilusiones, sus sueños.

Centrados en celebraciones familiares, Un recuerdo navideño, Una Navidad y El invitado del día de Acción de Gracias son relatos familiares, sencillos en los que gracias a magia de Capote se puede ver, oler, oir, ese pequeño mundo en el que crece Buddy. Sentir el valor de la amistad que se establece entre Buddy y Miss Sook. Dos seres diferentes llenos de ingenuidad en un mundo a veces aspero, cruel, real. Y sentir sobre todo la alegría de vivir, el prodigio de la vida.

Yo no estaré aquí siempre, Buddy. Ni tú. Su voz se hundió como el sol en el horizonte del prado, se mantuvo hundida un segundo, y brotó después con la fuerza de un nuevo sol; Pero sí, para siempre. Si el Señor lo quiere, tú estarás aquí mucho tiempo después de que yo me haya ido, y, en la medida en que me recuerdes, siempre estaremos juntos…

Truman Capote en la Biblioteca Universitaria UPM

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