Ariadna en el laberinto grotesco / Salvador Espriu

Salvador Espriu:

Ariadna en el laberinto grotesco.

Ariadna al laberint grotesc.

Traducción: Julia Goytisolo. Barcelona: Eds. del Mall, 1987.

Aquella tarde Salom había visto “M”, una película alemana desagradable como Konilosia y Alfaranja en las fieles bocas burguesas de Lavinia. Era la historia del vampiro de Düsseldorf. La tragedia de aquel monstruo linfático impresionó a Salom, se lo confesaba. Salió del cine inquieto, con prisas, sin apenas atreverse a volver la cabeza: no era dueño de sus nervios. ¿Algún acontecimiento siniestro le amenazaba, aquella noche? (Nervios, p. 87)

 

Nombres improbables, costumbrismo, surrealismo fatalista. En esta Ariadna… subyace una meditación melancólica sobre la fragilidad de la vida humana, y un testimonio de cómo al mismo tiempo la vanidad y la hipocresía –el egoísmo en suma- no se detienen ante nada. Espriu, armado con un lenguaje rico, expresivo y potente, deviene un cronista tremebundo y socarrón, de los que no dejan títere con cabeza. Hay que dejarle avanzar en su universo, que poco a poco va envolviendo al lector: sin prisas, se la va sacando un jugo más poético y filosófico que gratuitamente disparatado. Este mundillo doméstico, callejero, de promiscuidad vecinal podría recordarnos a veces a Chacel pero sin aquella claridad positivista y galdosiana. A Espriu el Mediterráneo le aporta ironía, toques de un humor algo barroco, ternura. También cabrían puntos de contacto con Unamuno y por supuesto con Valle-Inclán.    

El libro tiene una larga historia. Su primera edición es de 1935, pero el autor fue aumentándolo durante decenios. Está estructurado como una sucesión de pequeños cuentos que a menudo comparten un elenco de personajes transversales, en una geografía fantástica que apenas disimula ser un trasunto de la Cataluña real. Por esos vericuetos se debió enredar la cándida Ariadna, tal vez desembarcada en Emporion más que en Naxos. Practica Espriu una narrativa alambicada que en ocasiones toma aspecto de prosa poética pero donde predomina lo escénico y dramático, con diálogos de absurdo que parecen reclamar adaptación teatral. Tanto es así y tan numerosos, perfilados y peculiares son sus protagonistas que se echa en falta un dramatis personae o incluso un buen índice comentado de personajes, al que poder acudir.

“He corrido toda la tarde por los cerros plantados de vides, por los pinos que dominan el mar. Cada cerro, cada pino, cada sarmiento, cada brizna de hierba tienen en mi tierra personalidad concretísima. He recorrido toda la tarde mi única patria, el paisaje de Sinera poseído por mis ojos sin pesar ni esfuerzo, este perfecto paisaje que me destrozarán. Mis labios pueden nombrar todos los rincones. Es un paisaje sin niebla, de sol bajo, de colinas asardanadas que van perdiéndose en la lejanía. De vez en cuando, torres de vigía y pitas acercan a la memoria borradas sombras de piratas de Argel” (Sembobitis, p. 309)

Salvador Espriu (1913-1985) fue un joven pujante posteriormente condenado al exilio interior. También un artesano de la lengua catalana de la que extraía material para componer tesoros cuan escultor apasionado. En los años 60 ganó celebridad con su extenso poema La pell de brau (=La piel de toro). De Ariadna en el laberinto grotesco hay muchas ediciones, sobre todo en catalán. Recomiendo volver a la arriba citada, que permite disfrutar del texto original enfrentado a la traducción de Julia Goytisolo.

Salvador Espriu en: Biblioteca UPM.

¡Que vergüenza! Paulina Flores

Cubierta de ¡Qué vergüenza!, Paulina FloresPaulina Flores
¡Qué vergüenza!
Seix Barral
Biblioteca Breve

¡Qué vergüenza! es el primer relato y el que da título al primer libro de Paulina Flores, una joven escritora (Chile, 1988) que ha sabido abrirse un hueco en el difícil mundo editorial con nueve historias contundentes, ásperas, sinceras y aparentemente triviales, pero que esconden un profunda intensidad vital. Su particular manera de dar luz, espesor e intensidad a sus personajes, le ha valido varios premios, entre ellos el Premio Roberto Bolaño en 2014 y el Premio de Literatura del Círculo de Críticos del Arte a la mejor escritora novel. Como dicen los críticos literarios, no será el libro del año, pero que va a perdurar, es seguro.

Y es que no hay una palabra sin intención, ningún detalle en las descripciones ni en los diálogos que no escarbe en la conciencia de los personajes, en su lucha por la vida. Nada distrae ni interrumpe la atención, nada impide la empatía. Todo este despliegue técnico, tan eficaz como invisible, convierte al lector en cómplice silencioso que asiste, impasible, a la enorme vulnerabilidad del personaje, a su incapacidad de enfocar y huir de su propio fracaso. El resultado final es que el relato revolotea en tu cabeza una vez leído porque, casi se puede decir, lo que en él sucede pasa a ser asunto tuyo.Fotografía de Paulina Flores

El primero de ellos, ¡Qué vergüenza!, nos habla de un padre que va con sus dos hijas pequeñas a un casting en un intento desesperado de encontrar un empleo. Su inseguridad ante ellas tras perder el trabajo y la autoestima, por ese orden, es profundamente conmovedor, y se condensa en esta reflexión:

A ser padre no se aprende y ¡esa presión por ser el hombre de la casa!

Lo mismo sucede con la visión de un adolescente ante el derrumbe de su padre en Talcahuano; en la profunda infelicidad de la mujer de Olvidar a Freddy; en la inocente reflexión de la voz que nos cuenta el relato de Tía Nana:

A esa edad creía que la única forma de demostrar cuánto querías a una persona era lograr verla con los ojos cerrados, o recordar su voz

Podría poner mil ejemplos de esos gestos extraordinariamente cotidianos que tan bien maneja Paulina, que rizan y explican cualquier existencia, que pasan  desapercibidos hasta para uno mismo, pero que son los que más nos definen, los que nos convencen de que la vida no está hecha de palabras.

Antes de iniciar esta lectura te recomiendo que afines la mente, te armes de valor e intensifiques tus emociones porque, como dice Claudia, el personaje del relato Teresa, a través de este libro,  vas a “tirarte a la vida con fe”.

Rosa Molina

Lady Macbeth de Mtsensk, Nikolái S. Leskov

Cubierta de Lady Macbeth de Mtsensk y otros relatos, Nikolái S. LeskovLady Macbeth de Mtsensk y otros relatos
Nikolái S. Leskov
Barcelona : Alba, 2003
Traducción: Fernando Otero Macías
Primera edición en 1865

Lady Macbeth de Mtsensk es uno de los relatos más conocidos de Nikolái S. Leskov (junto a La pulga de acero, incluido en este volumen bajo el título: El zurdo), un autor ruso del siglo XIX que pasa injustamente desapercibido entre otros grandes autores de la época como Dostoievski, Tolstói, Chéjov o Nikolai Gógol.

A veces aparecen en nuestra tierra tales caracteres que, por muchos años que hayan transcurrido desde que los vimos por primera vez, no es posible evocar algunos de ellos sin experimentar cierto temblor en el alma.

A la joven Katerina Lvovna (apodada la lady Macbeth de Mtsensk pues está inspirada en el personaje shakesperiano) la casan con un comerciante mucho mayor y bien establecido, pero por el que, en términos sentimentales, siente una completa indiferencia. Eso, y la obligación de tomar residencia en la anodina hacienda de su esposo, en la que también vive el anciano padre de éste, convierten su existencia en una tediosa sucesión de días grises sin esperanza. Así hasta que conoce al joven Sergéi, uno de los sirvientes y conocido donjuán. Y es entonces cuando toda la fuerza, la pasión, el arrebato y la locura de la sangre se revelan en Katerina y toman posesión de su voluntad, desencadenando la bestia cruel e iracunda que lleva dentro y que no dejará de luchar, con algo más que uñas y dientes, por lograr el objeto de su deseo.

Este relato sin concesiones, duro, tajante, ferozmente erótico, fue convertido en ópera en 1934 por Dmitri Shostakóvich (obra que sufrió censura durante treinta años dado su contenido incandescente) y también fue llevado al cine en 1962 por Andrzej Wajda con el título Lady Macbeth en Siberia. Hace unos días se ha estrenado una nueva versión dirigida por el británico William Oldroyd en la que la acción se traslada a la Inglaterra victoriana.

Nikolái S. Leskov en la Biblioteca UPM

Terceto, Pablo Montoya

Cubierta de Terceto, Pablo MontoyaTerceto
Pablo Montoya
Barcelona : Literatura Random House, 2016

Terceto reúne tres obras del autor colombiano Pablo Montoya (galardonado con el XIX Premio Rómulo Gallegos por la novela Tríptico de la infamia): Viajeros, Trazos y Programa de mano. Cada una es una colección de textos breves -poemas en prosa o minificciones- que tienen como protagonista casi siempre a un personaje real, histórico, y otras a uno literario, imaginario o simplemente anónimo (viajero, pintor, músico) que desgrana en primera persona, enfrascado en un momento clave de su biografía (desde el lecho de muerte, a punto de iniciar una travesía de incierto destino, en el instante de soñar una partitura), su visión de la realidad, del sentido de la propia vida, del paso del tiempo, de la identidad. Estos personajes, de algún modo atrapados por nuestro imaginario, que no pueden dejar de vivir la vida que les ha tocado y que conocemos contada por otros, que miran a través de unos ojos y un sistema de creencias empañados por el espíritu de una época, trasladan al lector de manera inevitable a otro mundo; le desplazan, le aventuran, raptan su imaginación como sólo la buena literatura es capaz de hacer.

ROBINSON CRUSOE

El mar o la tierra. La desierta isla o el Londres populoso. Escuchar mi voz o la distinta voz de Viernes. Haberme quedado en la casa de York, con mis padres, o esta insensata aventura. Los años de soledad aquí, o un minuto, uno solo, de amor compartido allá. En este momento en que los hombres se acercan para rescatarme, tiemblo, tengo miedo y no sé nada.

De Icaro a un astronauta, de los signos de Lascaux a Fabián Rendón, de Venantius Fortunatus a Leo Brouwer, van desfilando semblanzas resueltas en un estilo poético de fraseo corto con gran impacto emocional, sencillas y a la vez hondas y evocativas. Ya lo advierte la cita de Roland Barthes en la primera página: estamos ante un pequeño universo de seres que se cuentan a sí mismos, “Tout mon petit univers en miettes.”

Fuerza menor. Javier Puche

Cubierta de Fuerza menor, Javier PucheFuerza menor
Javier Puche
Sevilla: La Isla de Siltolá, 2016

Fuerza menor es una estupenda colección de microrrelatos. Se abre con La incertidumbre, texto que, tal vez, sea el que da tono a los que vienen a continuación. En él, dos personajes despiertan a bordo de un hidropedal en medio del Mar Negro y se dan cuenta de que se han quedado dormidos por accidente y de que no tienen otra opción que seguir pedaleando. Seguir pedaleando sin rumbo, en medio de aguas oscuras, hacia ninguna parte… Y ese estar en ninguna parte, que es un poco la vida, esa incertidumbre, moja de negro el resto del libro. Situaciones y personajes insólitos, precisión del lenguaje, un ritmo bien temperado, atmósfera, humor a escala humana y un lirismo sin escalas cincelan los textos que componen la primera parte.

En la segunda encontramos seísmos -esa otra especie mínima alimentada únicamente por seis palabras- que son en la pluma de Javier Puche auténticas delicias envenenadas, pequeñas densidades cósmicas que funcionan en la imaginación del lector como relámpagos en la noche. No se sale indemne después de haber leído piezas como: Murmura palabras terribles el pez abisalTitubea por un instante la eternidad o Cayó un ángel en la telaraña.

Javier Puche es licenciado en Filología Hispánica y profesor de piano clásico. Fue crítico musical, corrector de estilo y guionista de televisión. Imparte clases en la Escuela Contemporánea de Humanidades (Madrid). Sus ficciones han obtenido diversos premios y figuran en antologías como Por favor, sea breve 2 (Páginas de Espuma, 2009), Velas al viento (Cuadernos del Vigía, 2010) o Mar de pirañas (Menoscuarto, 2012). Mantiene el blog literario Puerta Falsa. Es autor del libro Seísmos (Thule, 2011).

1 2 3 4 5 10