El jardín secreto de Virginia Woolf. Lady Desidia

Cubierta de El jardín secreto de Virginia Woolf, Lady Desidia

Barcelona : Lunwerg Editores, 2020

La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores. Porque Lucy ya tenía suficiente trabajo.

Virginia Woolf (1925), La señora Dalloway.

Muchos son los libros publicados hasta la fecha sobre Virginia Woolf. Ahora bien, probablemente ninguno de ellos sea tan especial como El jardín secreto de Virginia Woolf (Lunwerg Editores, 2020). Un original ensayo por cuyas páginas desfilan tanto la escritora, como una serie de interesantes figuras femeninas relacionadas de alguna manera con ella. Y en más de un caso, también con la botánica. Algo que no debe sorprendernos, pues la autora e ilustradora de esta obra no es otra que Lady Desidia (Vanessa Borrell), artista conocida por sus delicadas representaciones de mujeres florales. Borrell suele pintar acuarelas, pero en este libro incluye, además, sanguinas, carboncillos e, incluso, fotografías de los bordados de su madre, consiguiendo así unos resultados realmente encantadores.

El jardín secreto comienza con un capítulo dedicado a Elizabeth Siddal (1829-1862). La frágil belleza de cabellera rojiza que, aunque cultivó la poesía y la pintura, hoy es recordada sobre todo por haber sido la musa y desgraciada esposa de Dante Gabriel Rossetti, el más carismático de los prerrafaelistas

Regina Cordium

Regina Cordium (Dante Gabriel Rossetti, 1860). Retrato de bodas de Elizabeth Sydall. Fuente: Wikimedia Commons (https://bit.ly/3el1iSo).

El Amor me sostiene a través del día,
Y en sueños me acompaña por las noches,
Ningún mal puede acechar mi vida,
Pues mi espíritu es ligero como las flores.

Elizabeth Siddal (c. 1855), El paso del amor.

Vanguardia artística victoriana para la que la vegetación jugaba un importante papel simbólico, el prerrafaelismo influyó en la obra de la feminista y pintora Evelyn de Morgan (1855-1919).

Jane Burden (1839-1914) ha pasado a la posteridad como modelo y amante rosettiana, olvidándose por lo general que con su trabajo como diseñadora y bordadora en la Morris and Co., empresa cocreada por William Morris, su marido, contribuyó al éxito del Arts & Crafts. Movimiento que aspiraba a llevar el arte a todas las clases sociales y para el que la naturaleza, en general, y las flores, en particular, eran las mejores fuentes de inspiración.

Implicada en la lucha por los derechos sociales, May Morris (1862-1938) fue discípula aventajada de su madre y una gran artista textil cuyos diseños, basados en patrones vegetales, siguen teniendo un gran éxito.

Autora de embelesadores versos, que con frecuencia aluden a las flores, la torturada Christina Rossetti (1830-1894) es considerada una de las más destacadas poetisas de la Inglaterra victoriana.

Mientras las rosas son rojas,
mientras los lirios son tan blancos,
¿va una mujer a exaltar sus rasgos
sólo para brindar placer?

Christina Rossetti (1866), La belleza es vana.

El siglo XIX trajo consigo el cianotipo. Técnica de impresión monocroma utilizada por la fotógrafa, dibujante y botánica Anna Atkins (1799-1871) para ilustrar su Photographs of British Algae: Cyanotype Impresssions (1843-1853), el primer fotolibro del que tenemos constancia. Una obra en la que las imágenes fantasmales de las algas destacan sobre un fondo azul Prusia que recuerda al mar.

Photographs British Algae

Portada y una de las láminas de Photographs of British Algae. Fuente: The New York Public Library (Digital Collections) (https://on.nypl.org/3en0z35).

Atkins fue autora, junto con Anne Dixon, del Album of Cyanotypes of British and Foreign Ferns (Álbum de cianotipos de helechos británicos y extranjeros) (1953), cuya publicación coincidió con la pteridomanía o fiebre de los helechos. Curiosa enfermedad victoriana de la que no se libró ni la mismísima Charlotte Bronte.

Izquierda: Portada de Album of Cyanotypes of British and Foreign Ferns. Fuente: Science Museum Group (https://short.upm.es/5vu7z). Derecha: La recolectora de helechos (Charles Sillem Lidderdale, 1877). Fuente: Wikimedia Commons (https://short.upm.es/ctqjt)

Izquierda: Portada de Album of Cyanotypes of British and Foreign Ferns. Fuente: Science Museum Group (https://short.upm.es/5vu7z). Derecha: La recolectora de helechos (Charles Sillem Lidderdale, 1877). Fuente: Wikimedia Commons (https://short.upm.es/ctqjt)

Fotógrafa prerrafaelista conocida por sus retratos de mujeres y niños, Julia Margaret Cameron (1815-1879) tomó como musa a la bella Julia Prinsep Jackson. Su sobrina y madre de Virginia Woolf y Vanessa Bell (1879-1961). Esta última fue una artista plástica innovadora, que diseñó las cubiertas de los libros de su hermana, ayudó a introducir el impresionismo en Gran Bretaña y cofundó los Omega Workshops.

Vanessa vivió la mayor parte de su vida en Charleston (Sussex), una granja dotada de un jardín que reformó junto a su compañero, Duncan Grant. Aquí disfrutaba recibiendo a intelectuales, escritores y artistas como la excéntrica pintora Dora Carrington (1893-1932), que colaboró con ella.

La botánica y magnífica acuarelista Gertrude Jeckyll (1843-1932), quien trabajó para el ya mencionado William Morris, revolucionó el arte de la jardinería gracias a su conocimiento de los principios del Arts & Craft y a la aplicación de su teoría del color.

Curiosamente, habrá que esperar hasta llegar al final de El jardín secreto para leer el capítulo del libro dedicado a Adeline Virginia Stephen, más conocida como Virginia Woolf (1882-1941). La fascinante escritora y editora a la que Vanessa Borrell homenajea con su primera obra literaria, en la que su autora confiesa haber puesto ‘muchísimo amor’. Un trabajo sensible y refinado, muy bien documentado y escrito, cuya lectura y contemplación constituyen un auténtico placer.

Virginia Woolf y Vanessa Bell

Virginia Woolf (izquierda) y Vanessa Bell (derecha) de niñas, jugando al cricket en Talland House (1894). Fuente: Wikimedia Commons.

¡Ah, las flores!. Espuelas de caballero, guisantes de olor, ramos de lilas; y claveles, grandes cantidades de claveles. También había rosas, lirios. ¡Ah, sí! Aspiró el dulce olor del jardín terrenal mientras hablaba con la señorita Pym … Y era el momento entre las seis y la siete cuando todas las flores -rosas, claveles, lirios, lilas- brillaban; blanco, violeta, rojo, naranja intenso; cuando todas las flores parecían arder con un fuego interior, suavemente, con gran pureza, en los macizos neblinosos; ¡cómo le gustaban a Clarissa las mariposas nocturnas, grises y blancas, revoloteando sobre la valeriana, sobre las prímulas!.

Virginia Woolf (1925), La señora Dalloway.

Virginia Woolf en la Biblioteca UPM

Cármenes / Paul Valéry

Paul Valéry: Cármenes.

Título original en francés: Charmes

Edición bilingüe, traducción y prólogo de Pedro Gandía

Madrid : Visor, 2016. 

Dans mon âme je m’avance

Tout ailé de confiance:

 C’est la première oraison!

 (Aurore) 

Paul Valéry (1871-1945) es un gran poeta vinculado al Mediterráneo y a la herencia grecolatina. Nació en Sète (Hérault) como Georges Brassens, que a su modo homenajeó y reconoció la inspiración del maestro. Hoy día da nombre a la muy centenaria Universidad de Montpellier

El título de su libro merece comentario. Cármenes tiene el significado de composiciones poéticas, no se refiere en este caso al extendido nombre propio femenino ni a la vivienda tradicional granadina. Se trata del derivado del latín carmen que en su forma plural se popularizó con los famosos Carmina Burana medievales musicados por Carl Orff. Por lo demás, el título en francés original –Charmes– juega con la polisemia: poemas o cantos, pero también encantos

Estos versos limpios, modelos de perfección lingüística, nos llegan como un reconstituyente espiritual en tiempos de tribulaciones, como una invitación gozosa de empatía con lo eterno. Además, se me antoja que algunos de estos poemas podrían adjudicarse y servir de divisa a ciertos campos de la actividad humana: así Cántico de las columnas a la arquitectura, disciplina muy querida del autor; Al plátano a la arboricultura; El remero a la náutica. En una interpretación estética más profunda Cármenes se revela de algún modo como una especie de manifiesto anti-romántico y una exaltación de la vida sencilla del mundo material y de la literatura concebida como labor de artesanía paciente y preciosa. Aunque Paul Valéry fue consciente del papel mítico -relativamente impostado- otorgado a la Antigüedad clásica por la cultura europea moderna, exprimió y explotó desde su personal sensibilidad aquellos arquetipos filosóficos de los que estos poemas son frutos extraordinarios.  

Curiosamente Paul Valéry también ha sido destacado como profeta de la internet y la telemática en general, por su conocido texto La conquête de l’ubiquité (1928) tan citado posteriormente desde Walter Benjamin a Paul Virilio. En cuanto a accesibilidad es bueno celebrar que sus obras pasaron ya a dominio público hace pocos años, véase por ejemplo en Gallica

Le vent se lève!…

Il faut tenter de vivre!

(Le Cimetière marin)  

Paul Valéry en: Biblioteca UPM.

En busca de Arthur Rimbaud (1854-1891)

Publicación recomendada:

Arthur Rimbaud: Obra completa bilingüe (ed. Mauro Armiño). Atalanta, 2016.

Cuánto no se habrá escrito sobre él, el poeta del espanto y la melancolía. Hasta Paul Claudel -arrimando el ascua a su sardina- quiso ver en su obra y vida un anhelo de Absoluto en clave teísta. Sin llegar a esas honduras, buscamos a Arthur Rimbaud en algunas ciudades por las que pasó el poeta maldito. Partimos a la zaga de quien probablemente se buscó a sí mismo, o también -venido de una familia desestructurada- buscó al padre o a una figura paterna. Dinámica huída/retraimiento -¿contradicción solo aparente?- o terruño/exotismo. Ansia de vuelo, de alturas, de océanos, desde entornos sofocantes y épocas turbulentas.

Charleville-Mezières

Hoy situada en la nueva macro-región francesa de Grand-Est. Charleville, burguesa y rural, con resonancias militares y fronterizas, aún no se había fusionado con la vecina Mezières en tiempos de Arthur. Su ciudad natal aparece en poemas juveniles con algún rasgo costumbrista. Hoy día alberga un museo consagrado al escritor, de planteamiento muy original e instalado nada menos que en un antiguo molino fluvial.

Londres

En plena época victoriana, Londres era lo más parecido a una capital del mundo. La ciudad ejercía su atracción sobre muchos transterrados continentales. Como Karl Marx desde hacía ya años, también Arthur se serviría de la entonces Biblioteca del Museo Británico, precedente de la actual Biblioteca Británica.

Ed. Le Livre de Poche. Cubierta con retrato de Arthur Rimbaud por Paul Verlaine.

Bruselas

La Grand-Place y sus aledaños fueron escenarios de sus violentas trifulcas con Paul Verlaine. Ardenés de nacimiento, Bélgica no era extraña para Arthur. El país vivía en plena expansión industrial y colonial, por el momento al margen del conflicto franco-alemán, y su capital se hallaba en proceso de convertirse en una gran metrópolis.

Harar

Ya lejos de la bohemia europea y convertido en comerciante, Arthur se mudó desde Adén a Harar, la ciudad histórica de referencia de la Etiopía musulmana. Vivió allí varios años y sus actividades como traficante tuvieron una ciertra influencia en la política etíope.

Marsella

En plena época imperialista, es el gran puerto francés para Ultramar. Su importancia había crecido a lo largo del siglo XIX con la colonización de Argelia desde 1830 y la apertura del Canal de Suez en 1869. Rimbaud recaló en Marsella a su vuelta de Oriente, ya muy enfermo. Pasó allí sus últimos momentos de vida, deseando regresar a África.

En las tardes azules de verano caminaré por los senderos,

picoteado por los trigos, pisando la hierba menuda,

Soñador, sentiré en mis pies su frescura,

dejaré que el viento bañe mi cabeza desnuda

No hablaré, no pensaré en nada:

pero el amor infinito crecerá en mi alma,

iré lejos, muy lejos, como un nómada

En la Naturaleza, feliz como con una mujer.

(Sensación, 20.04.1870; traducción nuestra)

Arthur Rimbaud en: Biblioteca UPM.

Bélgica / Chantal Maillard

Chantal Maillard: Bélgica.

Valencia : Pre-Textos, 2011.

 De vuelta en Bruselas, aquella tarde, ya anochecida, entramos en una librería de segunda mano. Amontonó libros en una maleta vieja hasta que estuvo llena y me la dio. Aquí tienes, dijo, todo lo que has de saber para empezar. Era una muy completa selección de clásicos franceses. Villon, Baudelaire, Apollinaire y Breton, Voltaire, Corneille, Hugo, Chateaubriand y muchos otros hicieron de aquella maleta el arca del tesoro en la que, más tarde, en Málaga, me sumergiría con delicia. (p. 43)

¿Es posible llamar a este retorno una experiencia iniciática? En realidad, ¿se puede iniciar algo que siempre está ahí? Una filósofa y poeta de Málaga vuelve a sus orígenes biográficos: ¿resultará la cercana y cómoda Bélgica más inasible que la India de sus ejercicios vitales e intelectuales?
Los resultados se plasmarán en Bélgica, una entrega singular -pas comme les autres- de su ciclo de diarios. Un libro inter y/o transcultural de una autora cuya personalidad ya de por sí lo propicia. Su génesis, estructura y desarrollo están impregnados de una concepción cíclica del tiempo y de un cultivo del flujo de conciencia. Un prosa poética que cala hondo, aforismo de calidad y en abundancia: atención, fans de Juan de Mairena. En esta atmósfera intimista cabría atisbar un cierto conservadurismo pasivo tan común de las espiritualidades del Asia profunda, y por naturaleza emplazado ante una potencial crítica individualista; pero también emerge el empeño activo de la conciencia contra la nada -o la aproximación consciente a ésta-, una actitud típicamente titánica, clásica griega.
En cuanto a la mencionada clasificación como entrega dentro de una serie de diarios, queda claro que Bélgica ofrece más facetas y experimenta entre géneros: autobiografía retrospectiva, ensayo, libro de viajes e incluso apuntes de crítica y teoría literarias. Y todo muy bien ensamblado, amable en el sentido literal de digno de ser amado. Y que se disfrutará aún más in situ, de hecho sugiero un paseo con el libro a mano por Bruselas y en particular por Ixelles, el distrito en la trastienda de los grandes edificios diplomáticos de la capital europea. Intelectual, popular, con pinceladas congoleñas, creatividad modernista, elegancia contenida y ecos de utopías universalistas: la casa de Paul Otlet, padre de la ciencia documental moderna, anda por allí.   
En el aspecto editorial Pre-Textos vuelve a ofrecer un volumen pulcro y desahogado, de manejo muy agradable.
Podéis visitar en la red a: http://chantalmaillard.com/

¿Intuición, decís? Mirad mejor: lo que llamáis intuición no es otra cosa que el resultado de una inducción que vuestra mente realiza a espaldas vuestras. (p. 210)

Chantal Maillard en: Biblioteca UPM.

Sor Juana Inés de la Cruz. Antología.

Cubierta de Sor Juana Inés de la Cruz. Antología poéticaAntología poética
Sor Juana Inés de la Cruz
Edición de José Manuel Oviedo
Alianza Editorial
Colección Libro de Bolsillo
2017

Acaba de salir esta antología de los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)  y además en las librerías veo varios libros recientes  sobre su obra o sobre su figura. Que una persona que murió hace 300 años siga despertando tanto interés y concitando tantas pasiones, se han hecho también varias películas sobre ella, nos dice a las claras que esta mujer no era cualquier cosa.

¿Quien fue esta monja mejicana que hoy inspira espectáculos de la más variada índole, que es objeto constante de estudios y ediciones, que subyugó y subyuga a tantos los escritores, que está retratada en los billetes de 200 pesos como una heroina nacional, que el feminismo reivindica como figura notable  y en la que se ven reflejadas tantas mujeres mejicanas, y no mejicanas.

Sor Juana Inés de la Cruz  es una figura que escapa de cualquier clasificación y esa excepcionalidad no ha perdido fuerza ni sentido en estos tres últimos siglos. Fue una intelectual de primera, lo cual siendo mujer y el siglo XVII  tenía otro mérito, y una poeta a la altura de Quevedo o Góngora solo que en Nueva España. Además fue una mujer que quería aprender.

Cartel del Día Nacional del Libro en MéxicoSu brillantez y su encanto eran tales que entró al servicio del virrey Antonio de Toledo y Salazar, Marqués de Macera, como dama de compañía de la virreina, Leonor Carreto. En la corte virreinal asistía a la tertulias y escuchaba a los más importantes profesores, teólogos, filósofos  y humanistas. Gracias a esos contactos pudo recibir clases de latín y sus primeros poemas tuvieron el mejor auditorio. Tras su paso por la corte y al no poder asistir en la universidad por ser mujer, el único lugar posible para seguir leyendo y escribiendo era entrar en un convento.

Sor Juana Inés se hizo monja para poder pensar

Octavio Paz

Su celda, las habitaciones que ocupaba en el convento de San Jerónimo, era su lugar de lectura y trabajo; allí  se celebraban tertulias, se recibían visitas, se interpretaba música y se escribían preciosos poemas y obras de teatro.

Era sagaz, apasionada e inteligente. Y valiente.  Escribió unos poemas de amor monumentales que asombrarán al que no los conozca y que recomiendo mucho desde aquí.

QUE EXPLICA LA MÁS SUBLIME CALIDAD DE AMOR

Yo adoro a Lysi, pero no pretendo
que Lysi corresponda mi fineza;
pues si juzgo posible su belleza,
a su decoro y mi aprehensión ofendo.

No emprender, solamente, es lo que emprendo:
pues sé que a merecer tanta grandeza
ningún mérito basta, y es simpleza
obrar contra lo mismo que yo entiendo.

Como cosa concibo tan sagrada
su beldad, que no quiere mi osadía
a la esperanza dar ni aun leve entrada:

pues cediendo a la suya mi alegría
por no llegarla a ver mal empleada,
aun pienso que sintiera verla mía.

Y además era juguetona, y tenía un gran sentido del humor.

Aunque presume (Nife) que soy tosco
Aunque presume (Nife) que soy Tosco,
y que, (cual Palomilla) me Chamusco,
yo te aseguro, que tu luz no Busco,
porque ya tus engaños Reconozco.

Y así aunque en tus enredos más me Embosco,
muy poco viene a ser lo que me Ofusco,
porque, si en el color soy algo Fusco,
soy en la condición mucho más Hosco.

Lo que es de tus Picones, no me Rasco,
antes estoy con ellos ya tan Fresco,
que te puedo servir de helar un Frasco,

Que a darte nieve sólo me Enternezco,
y así (Nife) no piensa darme Chasco,
porque yo sé muy bien lo que me Pesco.

Estos son los títulos a los que me refería al principio:

Cartas a Lysi. La mecenas de Sor Juana Inés de la Cruz en correspondencia inédita. Hortensia Calvo. 2015

Sor Filotea y Sor Juana. Alejandro Soriano Vallés. 2015

Un amor ardiente. Poemas a la virreina. Sergio Téllez – Poz. 2016

El eclipse del sueño de Sor Juana. Américo Larralde. 2011.

Sor Juana en la Biblioteca UPM

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