21 de Junio: Día europeo de la música

El Día Europeo de la Música, se celebra cada año el 21 de junio. Tiene como objetivo principal que los profesionales de la música la compartan con el público y de esta manera darles una oportunidad de disfrutar de su arte. Se celebra desde 1982, y el precursor de la idea fue Joel Cohen en 1976, quien propuso que los grupos musicales tocaran durante los dos solsticios que se celebran cada año. La idea se convirtió en un hecho en 1982 en Toulouse, Francia.

Pasados unos años, la música adquirió un matiz más predominante gracias a Maurice Fleuret, destacado director musical a principios de los años ochenta. El Día Europeo de la Música se hace oficial a partir del año 1982, en el que grupos de músicos salieron a las calles para festejar esta fecha con conciertos gratuitos, y con la intención de que no existiera distinción en lo referente a los géneros musicales.

Diferentes instituciones musicales y culturales se suman a esta iniciativa, y a continuación se reseña una de ellas.

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MUSEO DEL ROMANTICISMO

VISITA TEMÁTICA. “DEL SALÓN A LA DISCO: GRANDES ÉXITOS DEL XIX AL XXI”.

Viernes 17 de junio, 17,30 h.

Sábado 18 de junio, 10 y 11,30 h.

Martes 21 de junio, 12,30 y 17,30 h.

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Para celebrar el Día de la Música 2022, el Museo propone recorrer sus salas a ritmo de vals, ópera y zarzuela, pero también de música disco, rock y hiphop. A través de esta visita pretenden que descubramos que la música del siglo XIX y el espíritu del Romanticismo, han tenido gran influencia en artistas posteriores, desde los Beatles a Björk, y también en el cine musical, con películas como Fiebre del sábado noche (disponible en Bibliotecas UPM) o la disparatada Lisztomanía.

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Información

Adultos. Actividad gratuita. Imprescindible reserva previa.

Reservas: 91-448-36-47 (de lunes a viernes de 9.30 a 15.00 horas)

Plazas limitadas

Museo del Romanticismo

C/ San Mateo, 13. 28004 Madrid

Ana Cordero

Juana de Arco en la Hoguera. Arthur Honegger

                                                                                 

Entre el 7 y el 17 de Junio el Teatro Real ofrecerá 8 funciones de la ópera Juana de Arco en la Hoguera, una nueva coproducción con la Ópera de Frankfurt, que une la cantata La damoiselle élue (La doncella bienaventurada), de Claude Debussy (1862-1918) y el oratorio dramático Juana de Arco en la hoguera (Jeanne d’Arc au bûcher), de Arthur Honegger.

Después de haber asistido al preestreno puedo decir que la interpretación de Marion Cotillard es imperdible, tiene la fuerza desgarradora que el papel de Juana de Arco requiere y no dejará indiferente a nadie.

Por otro lado, la puesta en escena es de Àlex Ollé de la Fura de los Baus. Los seguidores de la larguísima trayectoria de este grupo rápidamente reconocerán muchos elementos fureros en el escenario.

El coro y la orquesta son los titulares de Teatro Real que está a cargo de Juanjo Mena y en los momentos álgidos el coro emociona y mucho.

Hay muchos motivos para ir a ver esta producción, aparte de lo ya dicho, ir al Teatro Real siempre es una muy agradable experiencia, y ahora todos los días de función, 45 minutos antes del comienzo de la representación, el musicógrafo José Luis Téllez ofrece una charla desvelando las claves de la ópera sin coste adicional con la entrada, lo que es un plus.

Y si después de ver esta magnífica producción quieres seguir indagando sobre Juana de Arco, en la Biblioteca tenemos disponibles varias obras en distintos formatos que puedes consultar:

Juana de Arco en la Biblioteca UPM

Fotografía  ©Javier del Real

Teatro Real

Natalia Hernández Garrido

                                                                  

Cuentos, jaques y leyendas. Manuel Azuaga

Sevilla: Renacimiento, 2021

Aunque el posible lector de la presente obra, que tiene al ajedrez como tema principal, no sepa mover sus piezas con el mejor de los criterios, o no sea capaz de imaginar planes ganadores para sus partidas, o simplemente no haya jugado una partida en su vida, el disfrute que puede obtener de las historias que en ella se cuentan puede ser igual al de los más diestros jugadores. Pues en estas páginas no hay anotaciones, ni partidas, ni combinaciones, ni terribles diagonales, ni redes de mate. Lo que hay son historias, nada más y nada menos, historias que Manuel Azuaga, que es un gran conocedor de la historia del ajedrez, ha contado, y sigue, tanto en el delicioso podcast El rincón del ajedrez como en las páginas de Diario Sur.

La obra se compone de treinta historias sobre grandes jugadores y jugadoras de ajedrez (no quiero dejar de mencionar el especialmente emotivo artículo sobre la ucraniana Liudmila Rudenko, segunda en la historia del ajedrez en ser campeona del mundo, y que salvó a 300 niños del horror nazi en Leningrado), pero también habla sobre artistas, cantantes, actores, directores de cine que han tenido una relación estrecha con este juego-ciencia, personalidades tan populares como Stanley Kubrick, Enrique Morente, Chaplin o Nabokov. Yo me he quedado a cuadros (blancos y negros) al saber que el final de Casablanca estuvo a punto de ser diferente a causa de la tremenda afición que Humphrey Bogart profesaba por el ajedrez.

Además, los relatos están contados con un estilo ameno y con habilidad para llevarte en unas pocas líneas y sin que lo notes al momento histórico apropiado o a las circunstancias que envuelven a cada uno de los protagonistas retratados, de modo que una vez que empiezas, ya no vas a poder parar de leer.

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La cubierta -también los artículos publicados en Diario Sur- está ilustrada por el reconocido artista madrileño Sr. García. En sus collages hay algo de humor, algo de surrealismo y mucho de imaginación y asociaciones inesperadas.

Ajedrez en Biblioteca UPM

James Rhodes, concierto en Madrid

En plena polémica por sus comentarios en un programa de televisión sobre el reguetón (A mi yo adolescente, La 2), James Rhodes actuó en el Auditorio Nacional de Música de Madrid el pasado 9 de diciembre de 2021.

Rhodes es muy conocido en España por su libro Instrumental (Blackie Books, 2015) donde relata los terribles abusos a los que fue sometido de niño y cómo la música le ha ayudado durante estos años a sobrellevar tan terrible trauma. Ha estado muy comprometido en impulsar la “Ley de la infancia” que finalmente se aprobó en junio de 2021. Aparte de ser un gran pianista, ha sido colaborador del espacio Late motiv de Buenafuente, ha participado en la Cadena Ser en el programa de Javier del Pino, escribe una columna mensual para El País Semanal y es un gran divulgador musical.

Se muestra siempre entusiasta, apasionado, con sentido del humor, con una personalidad un tanto naïf que te encanta u odias, con él es difícil el término medio.

El concierto comenzó con un delicado preludio de Bach, dulce y envolvente que te preparaba muy sutilmente para seguir escuchando a Beethoven, “el puto amo” según sus propias palabras, porque Rhodes contextualiza cada pieza que toca, explica por qué la ha elegido, qué significado tiene para él y cuenta alguna anécdota divertida que resta un poco de solemnidad al acto, pero hace que te sientas más cerca de la música y de su disfrute.

Siguió con Brahms y luego Beethoven de nuevo, con la dificilísima e impresionante sonata Waldstein, …maravilloso.

Creo que a Rhodes muchas veces se le juzga por su implicación política, por su aspecto poco normativo o por sus expresiones coloquiales recién aprendidas en castellano y no por su calidad como pianista, pero después de escucharle tocar así, ¿quién puede decir que no es un gran pianista? Vale, puede que no sea Sokolov, pero ciertamente te hace disfrutar de su piano.

Un par de bises después y con el público en pie aplaudiendo, Rhodes dejó el escenario, y a mí con una sensación de querer más porque 90 minutos de concierto fueron muy pocos.

Yo recomiendo ir a escucharle sin prejuicios, y contagiarte de ese entusiasmo por la música y por el país en el que ha decidido quedarse a vivir, el nuestro. Por cierto, ha publicado recientemente un libro muy simpático y de fácil lectura, Made in Spain (Plan B, 2021) en el que cuenta todas las cosas que le parecen geniales de España, de nuestro idioma, de nuestra gastronomía, todo con mucho sentido del humor y que nos hace ver las cosas que nosotros, por ser cotidianas, no le damos el valor extraordinario que tienen.

NHG

En torno a Steve Biko: para leer, escuchar y ver

Donald Woods: Biko. Campus, 1979 (español) /  Endeavour Press, 2017 (English)

Peter Gabriel: Biko. The Famous Charisma Label, 1980

Richard Attenborough (dir.): Cry Freedom. Universal Studios, 1987.

El futuro régimen político de este país no debe ser racista en aspecto alguno. Esto significa también que los negros no deben vengarse de los blancos, pero la equidad exigirá un sacrificio económico sustancial por parte de los blancos. (Steve Biko citado por Donald Woods, p. 120)

Tengo la vaga impresión de que Sudáfrica no acaba de encajar en la mentalidad sociopolítica común en España. Es un país al margen de los circuitos de contacto tradicionales en nuestra área lingüística y cultural. Ocasionalmente su evolución en los últimos decenios ha sido objeto de algunas comparaciones discutibles a veces provenientes de los soberanismos periféricos; mientras que algunos aspectos de su transición política en los años 90 del siglo XX, en particular todo lo relacionado con la memoria cívica y la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, chirrían con cualquier tendencia oficialista a la amnesia histórica.

Sin embargo y muy en especial por su vinculación con el omnipresente universo anglosajón, Sudáfrica se cuela reiteradamente en nuestras pantallas, en nuestros altavoces, en el deporte… en suma en la agenda mediática. Desde luego algún paralelismo histórico puede establecerse: si la tragedia española de mediados del siglo XX pareció erigirse en arquetipo del subsiguiente conflicto mundial y de la Guerra Fría, el apartheid, su final y la potencialidad intercultural de Sudáfrica parecen simbolizar la eclosión y tensiones de la nueva sociedad global del siglo XXI.

Desde este punto de vista, la ya remota publicación en España de Biko, de Donald Woods, puede considerarse como un prometedor presagio. Y eso a pesar de algunas imperfecciones editoriales: errores tipográficos y alguno de traducción que hacen echar de menos una reedición mejorada para la cabal comprensión de los sutiles aspectos sociolingüísticos y culturales sudafricanos. El libro es un reportaje ampliado sobre la figura de Steve Biko, dirigente político eliminado por el régimen racista en 1977. De hecho se puede decir que participa de varios géneros a la vez: biografía, autobiografía, crónica y ensayo histórico-político. A día de hoy es ya un clásico de la literatura periodística con sucesivas tiradas en lengua inglesa. A pesar de los penosos hechos que lo originaron, el libro es gozoso y vital, un testimonio extraordinario sobre la trascendencia de las relaciones humanas. También un pasaporte inestimable a la historia reciente de Sudáfrica y sus conexiones con el devenir social y político mundial.  Construido sobre la base de materiales procedentes de diversas personas y fuentes, da una impresión coral, de perspectivas diversas que se van sumando a la tensión, tejiendo los hilos de una tragedia anunciada.

La muerte de Biko dio lugar a otras creaciones que sin duda contribuyeron a su resonancia: la canción del mismo nombre compuesta y grabada por Peter Gabriel en 1980, cuando el músico enfilaba su tránsito del rock progresivo hacia la world music; y la película Cry Freedom –con guion de John Briley- en la que el propio Biko era interpretado por Denzel Washington, y Donald Woods por Kevin Kline.

Como siempre el miedo produce odio y, a su vez, el odio engendra más miedo. Las voces de advertencia se escuchan cada vez como voces de incitación. Las voces de discrepancia se consideran como voces de falsedad y traición. La moderación se considera cada vez más como extremismo, y se presenta a los pacificadores como defensores de la violencia. (Donald Woods, p. 205)

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