No digas que fue un sueño. Terenci Moix

Desde Lecturas para compartir, en su cuenta de TikTok @biblioetsidiupm, la biblioteca ETSIDI UPM recomienda la lectura de No digas que fue un sueño, de Terenci Moix

Portada de No digas que fue un sueño. Terenci MoixTerenci Moix, de nacimiento Ramón Moix Meseguer​ (1942-2003), dedicó esta novela histórica a uno de los romances más conmovedores y apasionados del antiguo Egipto, el protagonizado por Marco Antonio y Cleopatra. ​ Su conocimiento y amor por la cultura de Alejandría queda plasmada en su título –tomado del poeta griego C. Kavafis (Alejandría, 1863-1933)- y en el contexto histórico en el que se desarrolla la obra, que  recoge los últimos estertores del Egipto asediado por el Imperio Romano, siglo I a.C.  Y, a contracorriente, reivindica la figura de Cleopatra como estadista, caracterizándola como una persona culta y no sólo como una ávida amante. Como diría el propio Terenci, refleja un mundo en ruinas.

Terenci Moix ha cosechado premios tan importantes como el Josep Pla (1969) o el Ramón Llull (1992), entre otros. Con No digas que fue un Sueño se alzó con el Premio Planeta (1986).

– ¡Tantas promesas de amor de boca de un romano, sólo podían acabar en luto! –siguió diciendo Epistemo.
– ¿De qué sirve hablar de Antonio y de su boca si todo queda reducido hoy a un abandono y pronto, muy pronto será olvido? Es lo único que entiendo de esta historia y de cuantas giran en torno al desamor. Sé que a la postre todos somos olvido colocado en manos de una voluntad más alta que los sueños del mundo.
De repente, un sobresalto sacudió a todos los tripulantes.
– ¡Silencio! –exclamó Epistemo-. Accede a presentarse ante nosotros la suprema majestad de Cleopatra.
Todos se arrodillaron.
@biblioetsidiupm

No me digas que fue un sueño, de Terencia Moix, Premio Planeta, nos ofrece un viaje a la Alejandría de Cleopatra y Marco Antonio. Un apasionado romance que no te puedes perder. Música: Only LOVE can hurt like this, by Paloma Faith. #lecturasparacompartir #librosrecomendados #bookish #alejandria #cleopatra

♬ Only Love Can Hurt Like This (Slowed Down Version) – Paloma Faith

Helena o el mar del verano, Julián Ayesta

Barcelona : Acantilado, 2000
Publicado por primera vez en 1952

Disponible en Biblioteca UPM
Julián Ayesta en Biblioteca UPM

El sol resplandeciente de verano, un chispazo en el corazón, el fin de la infancia. Después el invierno, con sus sombras, el frío y todas las dudas. Y por fin de nuevo la luz, el mar, la fiesta de un cuerpo. La vida otra vez que se abre paso. Y el primer amor. Uno de esos libros que no te cansas de releer en cualquier época del año. Hoy os recomendamos la inolvidable Helena o el mar del verano, de Julián Ayesta.

Había empezado a traducir a Virgilio aquel invierno, y gracias a la ineptitud del profesor y a mi falta de voluntad no había conseguido casi nada. Sin embargo, reconocía que era un buen poeta. Por eso el bosque me lo recordaba.

Fortunate senex! Hic inter flumina nota
Et fontes sacros frigus captabis opacum

¿Qué quería decir? Cualquiera lo sabe, pero fuese lo que fuese era encantador. En la clase somnolienta de las tres de la tarde había gustado aquellas fontes sacros, y sobre todo aquel frigus tan insólito y delicioso en aquel bochorno de voces y moscas. Yo no sabía lo que era frigus, pero aun sin saberlo me refrescaba… ¡Frigus! No era ni “frescura” ni “fresco” ni “frío” ni nada de lo que el diccionario traía: era “frigus”. Frigus, i más u, ese salto refrescante i-u, sin ninguna sílaba más, completamente solo en medio de los pupitres recalentados y los moscones zumbando en los cristales. Y luego esa s final como una fuente al borde del hielo, como ese ruido que hacemos ante los helados para prepararnos a su degustación. El bosque, evidentemente, estaba frigus. “Frescura” era muy largo, “fresco” poco expresivo. Estaría fresco más tarde, pero ahora todavía no. Aún quedaba rocío en los helechos y en las barrancadas orientadas al norte. Las hojas secas aún sonaban a escarcha. Sí, frigus era la palabra ideal.

Julián Ayesta Prendes. Gijón (Asturias), 14-09-1919 – 16-06-1996. Diplomático y escritor. Escribió relatos intimistas, exaltadores de la belleza del mundo, optimistas, llenos de humor delicado, —“neorrenacentistas”, diría muchos años después su autor—, que aparecieron en las revistas literarias Juventud, Garcilaso, Alférez, Haz, El Español, Cisneros, Correo Literario y Acanto, entre otras. Escribió también breves obras de teatro y tradujo la obra de Ignazio Silone Un puñado de moras (1955). Hizo crítica de cine, y luego de teatro, en la revista Ateneo (1954).

Campus Sur lee: Todas las almas, Javier Marías

Dentro de la iniciativa “Campus Sur lee, la Biblioteca Campus Sur UPM  comparte una nueva lectura. Podéis seguirles en su canal de YouTube “Campus Sur lee”.

Todas las almas en la Biblioteca UPM

Javier Marías en la Biblioteca UPM

Como he dicho, mis obligaciones en la ciudad de Oxford eran mínimas, lo cual me hacía sentirme a menudo como un personaje decorativo. Al ser consciente, sin embargo, de que mi sola presencia difícilmente podía decorar nada, tenía a bien ponerme de vez en cuando la negra toga (perceptiva ya sólo en muy contadas ocasiones) con el objetivo principal de contentar a los numerosos turistas con que solía cruzarme en el trayecto desde mi casa piramidal hasta la Tayloriana y el secundario de sentirme disfrazado y algo más justificado en mi calidad de adorno. Así, disfrazado, llegaba por tanto a veces al aula en la que daba mis escasas clases o conferencias a diversos grupos de estudiantes, todos ellos de una respetuosidad excesiva y aún mayor indiferencia. Por edad yo estaba más cerca de ellos que de la mayoría de los miembros de la congregación (como se llama al conjunto de los dons o profesores de la universidad, siguiendo la fuerte tradición clerical del lugar), pero bastaba que yo estuviera nerviosamente encaramado a una tarima durante las pocas horas en que establecía contacto visual con ellos para que el distanciamiento entre los alumnos y yo fuera casi monárquico.

I Certamen de Relato Corto de la UPM

I Certamen de Relato Corto UPM

Madrid UPM Press

Relato corto en la Biblioteca Universitaria UPM

Una vez entregados los premios del I Certamen de Relato Corto de la UPM, ponemos a vuestra disposición el libro con los relatos ganadores y finalistas. Quince historias en las que podréis encontrar soldados de otra época, intrigantes vecinos, futuros posibles, historias de amor, reyes remotos, nostalgias del ayer y mucho más. Esperamos que os guste.

Con cuidado, a una señal, la mujer abrió la puerta ocultándose tras ella mientras su marido, Joaquín, apuntaba con la escopeta.

—¡Válgame el cielo! Antonia, rápido, ayúdame.

Joaquín dejó el arma apoyada en la pared y se apresuró a recoger al hombre joven que yacía en el suelo y meterlo dentro de casa. Vestía ropa militar de gala, pero muy andrajosa y liviana para ser noviembre, y cubría su cuerpo con una manta raída. El pelo oscuro, largo y sucio, tapaba parte de su rostro, en el que faltaba el ojo izquierdo y parte del lóbulo de la oreja derecha.

—¿Está muerto?

—No, está muy frío, pero le late el corazón.

(Fragmento del 1º premio: Déjame que te cuente este cuento con final feliz, de Pilar del Pozo)

Empezaron a aparecer los primeros vecinos saliendo del portal con sus caras ensimismadas y bordes como siempre. Yo, sentado en la garita, los observaba mientras buscaba o esperaba a la única persona que me había dedicado una sonrisa en todo el tiempo que estuve trabajando ahí. Pendiente de ver a la mujer, a la vez que mi mano daba golpecitos sobre el cuaderno de tapas negras envejecido por el uso, de pronto me acordé que aún no había leído el recado que el portero me dejo el día anterior. Así que abrí el cuaderno.

(Fragmento del 2º premio: La portería, Enrique Blom Saura)

LOS CUENTOS DE CORTÁZAR, REALMENTE FANTÁSTICOS

Julio Cortázar en la Biblioteca UPM

Aportar algo sobre Julio Cortázar parece una misión casi imposible, sobre todo si nos dirigimos a un público educado bajo los parámetros del BUP. En aquella época nos hablaban básicamente de Rayuela, su archiconocida e innovadora novela publicada en 1963, siendo considerado por ella uno de los representantes más sobresalientes del Boom latinoamericano junto a García Márquez y Vargas Llosa. Pero tuve la suerte de contar con un profesor de literatura –de cuyo nombre no logro acordarme- que nos leyó en clase dos relatos cortos magistrales: El rastro de tu sangre sobre la nieve, de García Márquez –un cuento romántico que arrebata el corazón- y Todos los fuegos el fuego, de Julio Cortázar. Ese primer contacto despertó mi interés por su obra, y la lectura de otros cuentos me dejó sensaciones tan extraordinarias que aún las recuerdo hoy día.

Algunos años han transcurrido desde entonces. Pero cuando me he visto de nuevo frente a sus cuentos me he vuelto a sentir cautivada por sus notas complejas -aún modernas-, cautivada por una literatura así de enriquecedora, en la que a veces tienes que releer las frases, como ocurre en Todos los fuegos el fuego (1966), que entremezcla dos historias paralelas separadas por siglos de distancia. En Casa Tomada (1946), sin echar mano de artificios, solo necesita tres páginas para contarnos como unos ruidos trastocan la vida de los inquilinos de la casa. En Bestiario (1947), una muchacha de la ciudad es invitada a pasar el verano en una casa señorial -en la que campa un tigre en libertad- para apagar el aburrimiento del hijo del propietario. Circe (1948) relata el dulce noviazgo de una mente algo perversa. En Queremos tanto a Glenda (1980) se da noticia de la fanática admiración que los groupies sienten por la actriz. Y en las Babas del Diablo (1959), relato que inspiró la película Blow UP de Antonioni, un fotógrafo singular capta y narra un asesinato…

Las historias, influenciadas como toda su obra por Jorge Luis Borges y Edgar Allan Poe, entre otros, son conmovedoras, pero es la creación de nuevos términos, la innovación literaria que prima en cada línea lo que consigue que sus relatos sean exquisitos para el paladar más exigente.

Nacido en Bélgica, Julio Cortázar (1914-1984) fue un escritor precoz y un lector empedernido, que también ejerció como traductor para la Unesco y para varias editoriales. De la Argentina, donde cursó sus estudios de Filosofía y traducción, salió en 1951, estableciendo su residencia en Francia, lugar en el que reposan sus restos mortales.

Casa Tomada (1946)

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.

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