Vacas, cerdos, guerras y brujas / Marvin Harris

Marvin Harris:

Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura.

Alianza, 1980-.

Cows, Pigs, Wars and Witches: the Riddles of Culture.

Random House, 1974-.

Con los años he descubierto que los estilos de vida que otros consideraban como totalmente inescrutables tenían en realidad causas definidas y fácilmente inteligibles. La principal razón por la que se han pasado por alto estas causas durante tanto tiempo es la de que todo el mundo está convencido de que “sólo Dios conoce la respuesta” (p. 14-15, reimpr. 2014).

Hace ya muchos años, comentando este libro en el bar de la Facultad, algunas personas ingenuas creíamos que en un futuro razonablemente cercano sus enseñanzas ya no serían tan necesarias y que al fin y al cabo sus conclusiones eran relativamente fáciles de alcanzar procurándose la adquisición de ciertos datos históricos. ¡Qué gran error! Vacas, cerdos… y compañía es ahora incluso más necesario que antes en muchos aspectos. Urge comunicarlo a la masa, si se me permiten la insistencia y el atrevimiento. Evidentemente algunas cosas han cambiado mucho desde la redacción de la obra. Por ejemplo, India es ahora un país mucho más industrializado. Pero estos cambios no invalidan los planteamientos y análisis de Harris: antes bien el auge de los fundamentalismos los hace más útiles para comprender la enrevesada mecánica ideológica de los tabúes que los animan.

De hecho una de las cosas buenas del libro, visto en la distancia temporal, es la revelación del propio pensamiento de Harris: claro, limpio, crítico, lúcido, un antídoto de todo kitsch, superchería, pintoresquismo y baratillo pseudocultural. Conviene leerlo con tranquilidad, sin prisa, aunque su escritura no es complicada y tiene incluso mucho de coloquial. Las referencias a otros autores se pueden rastrear a voluntad (hay bibliografía al final para cada capítulo), pero no resultan imprescindibles para la comprensión continuada de la obra: no hay implícitos eruditos que sean insalvables.

Es asombroso el esfuerzo que las gentes están dispuestas a realizar para obtener lo que Thorstein Veblen describió como la emoción vicaria de ser confundidos con miembros de una clase que no tiene que trabajar. Las mordaces expresiones de Veblen “consumo conspicuo” y “despilfarro conspicuo” recogen con exactitud un sentido del deseo especialmente intenso de “no ser menos que los vecinos” que se oculta tras las incesantes alteraciones cosméticas en las industrias de la automoción, de los electrodomésticos y de las prendas de vestir” (p. 127, reimpr. 2014)

Vacas, cerdos, guerras y brujas está construido como un periplo articulado a través del tiempo y el espacio -India contemporánea, el Pacífico, Oriente Medio antiguo, Europa medieval y moderna- a lo largo del cual el lector va comprobando la universalidad de las necesidades humanas y la diversidad de respuestas de las comunidades según sus respectivas circunstancias. Unas actitudes mucho más relacionadas entre sí que lo que se podría imaginar desde un etnocentrismo miope. Como avisábamos al principio, las conclusiones no pueden ser más provechosas para el presente habiendo hecho la debida transposición desde los años 70 del siglo XX en que este clásico fue escrito.

Marvin Harris en: Biblioteca UPM.

Semmelweis, Louis-Ferdinand Céline

Semmelweis, Louis-Ferdinand Céline

CélineLouis Ferdinand Auguste Destouches (Céline, 1864-1961), en su menos refutada faceta de médico humanista, elige a su colega Ignác Semmelweis (1818-1865) como objeto de estudio en su tesis doctoral y escribe con delicado encanto literario un recorrido a través del sufrimiento y muerte de las mujeres aquejadas de infección puerperal en una era industrial en eclosión: el siglo XIX; hay que agradecer a Marbot Ediciones la recuperación en castellano de un texto notable por su calidad, y escueto en extensión (apenas 100 páginas en formato octavilla), editado en 2009 y re-editado en 2014.Carátula del libro en su primera edición

Observamos que Semmelweis llega a la medicina por descarte y a la obstetricia por casualidad. Húngaro de nacimiento y corazón en un imperio decadente, se enfrenta a la trágica realidad de las mujeres de escasos recursos abocadas al menos en uno de cada tres casos a la muerte tras el parto. Semmelweis vive aterrado por su incapacidad para comprender la naturaleza contingente del problema cuyos números cambian de manera errática a lo largo del año, entre hospitales y hombres. Se siente culpable; tantea experimentos con resultados catastróficos; avanza en la oscuridad de una ciencia nueva (una arte antiguo) y comprueba con consternación que los obstetras (todos hombres) son más causa que remedio de la enfermedad.

“Me encantaría que mi descubrimiento perteneciera al orden físico, pues no importa cómo explique uno la luz, eso no le impide iluminar, la luz no depende para nada de los físicos. Mi descubrimiento, por desgracia, depende enteramente de los obstetras. Con eso está todo dicho”.

 

Siento que es precisamente esa naturaleza atormentada de Semmelweis la que atrae, a ese personaje discutible que es Céline; el quijotesco ataque a unos profesionales insensibles, endiosados, que se niegan a las más elementales condiciones de higiene; una discusión que alcanza comisiones de investigación, países, sociedades médicas y científicas.

 

“ Quiso echar abajo todas la puertas que se rebelaron contra él, y se hizo crueles heridas.

La verdad exige que señalemos un gran defecto de Semmelweis: el de ser brutal en todo, y sobre todo consigo mismo.”

 

Semmelweis, Ignaz, 1.7.1818 - 13.8.1865, Austrian physician, "Saver of Mothers"Semmelweis acaba mal, se intuye, se presiente, se vaticina; aun así su persona es menos equívoca, menos contradictoria que el autor de su biografía, considerado magnífico por su denuncia de la brutalidad humana en sus primeras novelas: Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito, y maldito por sus posteriores inclinaciones políticas. Céline procura no agradar, y está siempre presto a contratacar incluso a quienes lo buscan; algunas entrevistas tardías en la red lo atestiguan.

 

“Todo se expía, tanto el bien como el mal se pagan, tarde o temprano. Naturalmente el bien es mucho más caro”.

 

Louis-Ferdinand Céline en la Biblioteca UPM

 

Adiós a nuestra compañera María José

 

Los que hacemos este blog despedimos a nuestra compañera María José Rodulfo juntando en esta entrada una pequeña muestra de toda la belleza que ella amaba y que compartió con tanto entusiasmo siempre.

Estamos seguros de que donde quiera que estés ahora sabrás ver las flores más bonitas, los poemas más sencillos, las aves más tiernas, y que los estarás dibujando o dejándote dibujar y siendo parte de su vuelo.

 

 

Rodulfo, verso suelto

Tu nombre sabe a literatura,

A dulces tardes de lectura,

A íntimos desacuerdos, y

Al calor de la amistad.

                                          (PAV)

 

 

Suite Popular Brasileña de Heitor Villa-Lobos

 


 

 

 

 

AÑORANZA
(Juan José Domenchina)
 

Radiante de frío de diamante: enero

de Madrid! Nace al día, esmerilado,

mate, lechoso, como algodonado,

bajo un frío de noche, bajo cero.

 

A trasquila de sol, queda el cordero,

glacial y matinal, desvellonado.

Y el mediodía, limpio y bien tallado

en facetas de luz, como de acero.

 

– …Tendréis ahora el frío que yo quiero

-lúcido frío de Madrid- , helado

y transparente soplo de nevero,

 

de cumbre; Guadarrama derramado

en ese sol, tan solo, que yo espero

ardiendo a pleno sol y desolado!…

 

 

Francisco de Zurbarán (1598-1664)

 

La fraga recuperó de golpe su alma ingenua, en la que toda la ciencia consiste en saber que de cuanto se puede ver, hacer o pensar, sobre la tierra, lo más prodigioso, lo más profundo, lo más grave es esto: vivir.

Wenceslao Fernández Flórez. El bosque animado

 

Un día nos veremos
al otro lado de la sombra del sueño.
Vendrán a tí mis ojos y mis manos
y estarás y estaremos
como si siempre hubiéramos estado
al otro lado de la sombra del sueño.

José Ángel Valente, Interior con figuras

 

 

Cada cual tiene su alma y no puede fundirla con la de otro. Dos personas pueden aproximarse, hablarse y permanecer una al lado de la otra. Pero sus almas son como flores, cada una con sus propias raíces, y ninguna puede ir hasta la otra, porque para ello tendría que abandonar su raíz, y eso es imposible.

Hermann Hesse, Tres momentos de una vida

 

 

Elogio del bistrot. Marc Augé

Cubierta de Elogio del bistrot, Marc AugéElogio del bistrot
Marc Augé
Madrid : Gallo Nero, 2017
Título original: Éloge du bistrot parisien (2015)
Traducción: Delfín G. Marcos

Una cita extraída de la obra de Louis Aragon El aldeano de París sobrevuela y hace vibrar los capítulos de Elogio del bistrot, de Marc Augé, pues menciona el sentimiento de lo maravilloso cotidiano, lo difícil que resulta mantener ese piloto encendido cuando uno cree conocer de qué va la vida y deja de mirar a su alrededor con actitud curiosa, con el ánimo dispuesto a la sorpresa. Augé no renuncia a ello en este libro que más que un elogio al bistrot es un elogio a la vida, que transcurre por sus mesas, por las barras llenas de gente, a través de las relaciones que en estos lugares se crean.

¿Albergaré por mucho tiempo el sentimiento de lo maravilloso cotidiano? Veo cómo se pierde en cada hombre que avanza en su propia vida como si esta fuera un camino cada vez mejor pavimentado, que va contemplando el mundo con menos extrañeza, que va dejando progresivamente de lado el placer y la percepción de lo insólito. Me temo que no puedo saberlo.

Louis Aragon. El aldeano de París

Tirando de memoria, Marc Augé va fijando su atención en lo que estos establecimientos tienen de insólito, de lugar ideal un poco fuera del mundo.

Cuando yo era joven, ir solo al bistrot era uno de los primeros gestos de independencia; era una manera de indicar que se empezaba a ser adulto.

Lo que da razón de ser a un bistrot es la necesidad de contacto, la necesidad de percibir otras presencias alrededor, quizás indiferentes en apariencia pero atentas, que miran con el rabillo del ojo a los que se sientan cerca. Son lugares ruidosos, donde se expresan sentimientos y a la vez son espacios en los que uno puede trabajar, escribir como si de un despacho u oficina se tratara. Cuenta Augé que Hemingway se refugiaba en uno de ellos.

El bistrot ideal es aquel donde, según con qué pie te hayas levantado, puedes escurrirte tímidamente hacia el fondo de la sala, acercarte a la barra o afrontar abiertamente el mundo exterior desde la terraza, cubierta o no.

Muchos han capturado la esencia de estos locales. Cartier-Bresson y Doisneau con sus fotografías. Simenon inventando tramas para que Maigret los recorriera. El flâneur Louis Aragon evocando pequeños ritos. Mallarmé, Verlaine, Rimbaud en la memoria. El bistrot como lugar novelesco donde cualquier gesto revela una historia.

Este libro invita a no contentarse con lo sabido, a detenerse en los detalles y sacarles jugo, a imaginar historias y no creer que está todo dicho o pensado o imaginado. Hay mucho placer que sacarle a lo cotidiano. Y es, también, una invitación a vivir y a celebrar la vida.

Marc Augé en la Biblioteca UPM

Olivier Bourdeaut. Esperando a Mister Bojangles.

Olivier Bourdeaut. Esperando a mister Bojangles. Ed. Salamandra, 2017

“Papá había dejado sus cuadernos sobre su escritorio. Dentro estaba toda nuestra vida, como en una novela…  Titulé su novela Esperando a mister Bojangles, porque siempre estábamos esperándole, y se la envié a un editor. Me respondió que era divertida y estaba bien escrita, que no tenía ni pies ni cabeza, y que por eso quería publicarla.” 

Esta es la historia de un matrimonio muy, muy peculiar que hace que cada día sea totalmente distinto al otro. Una pareja de adorables excéntricos y de su hijo que vive feliz con estos padres alejados de los prototipos, libres y que no le hacen ir al cole o estudiar al modo tradicional, aunque con ellos aprende muchas cosas. También tiene su papel Doña Superflua, una grulla que vive con ellos y un ministro, amigo y habitual de la casa, conocido como El Crápula.

El padre, vital y ocurrente, no concibe una vida monótona y sosegada y por ello rebautiza a su esposa con un nombre diferente cada día: 

Nunca he sabido muy bien por qué, pero él nunca llamaba a mi madre del mismo modo más de dos días seguidos. Y a ella le gustaba bastante aquella costumbre, aunque se cansaba de algunos nombres antes que de otros.

"¿Ah, no, no puede hacerme eso! ¡Renée no, hoy no! ¡Esta noche tenemos invitados a cenar!"- protestaba ella, riéndose.

La madre, con mil personalidades y capaz de interpretar todo tipo de papeles hace de la rutina familiar una fiesta. El chico adora a su madre y no da mayor importancia a las cosas raras que ésta hace:

Mamá estaba reñida con los relojes, así que a veces yo volvía de la escuela para merendar y había pierna de cordero, mientras que en otras ocasiones teníamos que esperar hasta las tantas de la noche para empezar a cenar.

La banda musical de esta historia es una canción de Nina Simone titulada Mr. Bojangles, el único disco que suena una y otra vez en la casa mientras los padres bailan y se dejan llevar por su melancolía.

La historia la conocemos a través del hijo, tal y como él vive y recuerda a su especial familia alternándose con lo que el padre cuenta en sus cuadernos a modo de diarios. Ahí es cuando empezamos a entrever que detrás de la magia y las rarezas late algo inquietante.

Apenas aparecen referencias temporales aunque se podría ubicar en los años 50 y la acción discurre sobre todo en Francia (no se sabe qué ciudad) y en un castillito que la familia tiene en España.

Ésta es mi verdadera historia, con mentiras a diestra y siniestra, porque así suele ser la vida.

Olivier Bourdeaut (Nantes, 1980) ha sido desde muy pequeño un lector voraz. En sus años más jóvenes llevó una vida itinerante en la que desempeñó una notable variedad de oficios, desde recoger escamas de sal hasta trabajar de fontanero en un hospital. En 2016 irrumpe como un tifón en el panorama editorial con la publicación de ésta, su primera novela, Esperando a mister Bojangles. El libro tiene un gran éxito de crítica, escala hasta el primer puesto de las listas y se ve reconocido con una retahíla de premios y es seleccionado para el premio Goncourt a la primera obra.

 

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