Platero y yo, Juan Ramón Jiménez
Platero y yo. Juan Ramón Jiménez
Cátedra. Letras Hispánicas
Platero y yo en la Biblioteca Universitaria
Juan Ramón Jimenez en la Biblioteca Universitaria
Yo trato a Platero cual si fuese un niño. Si el camino se
torna fragoso y le pesa un poco, me bajo para aliviarlo. Lo
beso, lo engaño, le hago rabiar… El comprende bien que lo
quiero, y no me guarda rencor. Es tan igual a mí, tan diferente a
los demás, que he llegado a creer que sueña mis propios
sueños.
He vuelto a releer Platero y yo y, al igual que le ocurrió al poeta al volver a su Moguer natal, he descubierto una obra muy diferente a la que recordaba. Tal vez fue la adolescencia, o el paso del tiempo, la que sólo seleccionó guardar sus notas musicales. Pero esa cadencia lírica, esa prosa de imágenes magistralmente trazadas, también son el reflejo -descarnado a veces- de una época y de una sociedad rural. Ese reencuentro con sus paisanos, contado en primera persona, reproduce un léxico local sin adornos. De igual manera, Platero y yo -como otros grandes clásicos literarios-, a base de ilustrar sus versos con citas literarias en su idioma original nos invita a conocer la obra de autores como Ronsard o Shakespeare. En definitiva, no es una obra fácil de leer en el siglo XXI, pero sigue siendo una lectura estimulante, cargada de simbolismo.
Juan Ramón Jiménez (1881-1958) se alzó con el Premio Nobel de literatura en 1956. La Academia Sueca otorgó el galardón al conjunto de su obra, pero con una mención muy especial a Platero y yo (1914, 1917 ed. completa). Fue un reconocimiento a su “poesía lírica” y a su “elevado espíritu y pureza artística”.