LORD BYRON, EL BARDO MALDITO
Figura clave del romanticismo británico, el celebérrimo George Gordon Byron (Londres, 1788-Missolonghi, 1824), más conocido como Lord Byron, fue un hombre de gran atractivo físico y una personalidad tan magnética como contradictoria. Prueba de ello es que su sadismo y amoralidad no fueron óbice para que sintiera una especial inclinación por los oprimidos. Ni tampoco, y esto es lo que nos interesa aquí, para que escribiera poemas tan melancólicos y bellos como La partida:
¡Todo acabó!. La vela temblorosa se despliega a la brisa del mar, y yo dejo esta playa cariñosa en donde queda la mujer hermosa, ¡ay!, la sola mujer que puedo amar. Si pudiera ser hoy lo que antes era, y mi frente abatida reclinar en ese seno que por mi latiera, quizá no abandonara esta ribera y a la sola mujer que puedo amar. Yo no he visto hace tiempo aquellos ojos que fueron mi contento y mi pesar; la amo, a pesar de sus enojos, pero abandono Albión, tierra de abrojos, y a la sola mujer que puedo amar. Y rompiendo las olas de los mares, a tierra extraña, patria iré a buscar; mas no hallaré consuelo a mis pesares, y pensaré desde extranjeros lares en la sola mujer que puedo amar. Como una viuda tórtola doliente mi corazón abandonado está, porque en medio de la turba indiferente jamás encuentro la mirada ardiente de la sola mujer que puedo amar. Jamás el infeliz halla consuelo ausente del amor y la amistad, y yo, proscrito en extranjero suelo, remedio no hallaré para mi duelo lejos de la mujer que puedo amar. Mujeres más hermosas he encontrado, mas no han hecho mi seno palpitar, que el corazón ya estaba consagrado a la fe de otro objeto idolatrado, a la sola mujer que puedo amar. Adiós, en fin. Oculto en mi retiro, en el ausente nadie ha de pensar; ni un solo recuerdo, ni un suspiro me dará la mujer por quien deliro, ¡ay!, la sola mujer que puedo amar. Comparando el pasado y el presente, el corazón se rompe de pesar, pero yo sufro con serena frente y mi pecho palpita eternamente por la sola mujer que puedo amar. Su nombre es un secreto de mi vida que el mundo para siempre ignorará, y la causa fatal de mi partida la sabrá solo la mujer querida, ¡ay!, la sola mujer que puedo amar. ¡Adiós! ... Quisiera verla ... mas me acuerdo que todo para siempre va a acabar; la patria y el amor, todo lo pierdo ... pero llevo el dulcísimo recuerdo de la sola mujer que puedo amar. ¡Todo acabó!. La vela temblorosa se despliega a la brisa del mar, y yo dejo esta playa cariñosa en donde queda la mujer hermosa, ¡ay!, la sola mujer que puedo amar.
La traducción de La partida citada en este texto ha sido tomada de:
Arciniegas, I.E. (2024). Textos claves. Lord Byron. ‘La partida’. Altazor, revista electrónica de literatura, época 1, año 4.