Lo que hemos comido. Josep Pla

Cubierta de Lo que hemos comido, Josep PlaJosep Pla
Lo que hemos comido
Destino
2006

Josep Pla no comía mucho, no sabía cocinar, no era un gastrónomo ni era un gourmet, pero tenía un paladar fino. Le gustaban las comidas con amigos y uno de ellos, el historiador Vicens Vives, le pidió que escribiera sobre el tema  para enseñar a la gente a comer.

No le interesaba la cocina trascendente y sofisticada pero sabía que una buena comida podía traspasar los límites del olfato y del gusto llegando al espíritu.

Era defensor acérrimo de las sopas y se lamentaba a menudo de que el repertorio español fuera, a diferencia de lo que ocurre en centroeuropa, tan corto en cremas y en purés. Sus opiniones eran rotundas y categóricas, mientras le parecían de categoría dos salsas muy utilizadas por la cocina española: la mayonesa y el alioli, decía con rotundidad que tanto la frecuente salsa de tomate como el mal uso y abuso del zumo del limón son capaces de estropearlo todo.

Josep Pla retratado por Joan Martí Aragonés

Por comer bien entendía: saber lo que se come, valorar en qué momento del año se come (productos de estación) y cómo está guisado.

Le gustaba la cocina con memoria, la tradición, base de cualquier evolución. Hoy que los cocineros españoles están considerados como los mejores del mundo, lo que prima como valor en los fogones es la innovación, la creatividad, que en su máximo extremo llega a la cocina espectáculo que pretende sorprender al comensal.

Seamos leales a algo por una vez en la vida. Que los guisantes sigan siendo guisantes.

Que Pla sabía lo que comía y cómo se tenía que comer, queda más que demostrado al comprobar que sus dos reglas de oro son hoy los pilares de la cocina de los grandes chefs con muchas estrellas Michelín. La lealtad y respeto por los productos de la tierra, cocina de proximidad y respetar el sentido del tiempo, de temporada.

Al regresar de un largo viaje y reencontrarse con una simple sopa de pescado desaparece su habitual cinismo y la emoción le hace llorar.

Nadie sabe qué será el futuro y nadie puede saberlo. Lo único que sabemos a ciencia cierta es que desde que todo el mundo se ocupa del futuro no se puede comer una tortilla decente.

Ojo, este no es un libro de recetas sino la recopilación de 56 artículos escritos por Josep Pla sobre diversos temas relacionados con la comida.

¿De postre? El flan de huevo. Casi siempre de dos en dos.

Josep Pla en la Biblioteca UPM

El sueño eterno, de Raymond Chandler

Vicios, chantajes, deudas, juego, mafia, bajos fondos, noches de locura, cinismo a raudales, polis corruptos, mujeres de mirada perturbadora, tipos duro de vuelta de todo, ambientes cargados de humo, electricidad y malos pensamientos. Frases lapidarias y revólveres calientes, blanco y negro, cigarrillos humeantes, labios húmedos de whisky y de olvido. Libertad e independencia, calles en las que se siente el calor del asfalto, páginas que huelen a sudor y colonia barata pero también a sensualidad y erotismo. Una taza humeante de café y una habitación solitaria. Marginación e injusticia. Perdedores y solitarios.

En este entorno brutal, en este mundo sordido de California se mueve nuestro héroe, Philip Marlowe, un duro detective privado que tiene que viajar a las alcantarillas de una sociedad corrupta en el que todo se vende y se compra. Y en ese mundo navega nuestro héroe con la ironía, la honestidad y la independencia como principales armas. Y todo por “Veinticinco dólares mas gastos…, cuando tengo suerte.”

2En El sueño eterno, Marlowe se enfrenta a un caso de chantaje, un general retirado, dos hijas alocadas en una sociedad en apariencia espléndida.

“Iba bien arreglado, limpio, afeitado y sobrio y no me importaba nada que lo notase todo el mundo. Era sin duda lo que debe ser un detective privado bien vestido. Me disponía a visitar a cuatro millones de dólares.”

1En Playback es contratado nuestro detective por un abogado sin escrúpulos para seguir a una chica absuelta del cargo de asesinato. Ese es el principio de una historia de crímenes y chantajes.

“Era toda una muñeca. Llevaba un impermeable blanco con cinturón y sin sombrero, melena rubio platino bien cuidada, botines a juego con el impermeable, un paraguas plegable de plástico y un par de ojos azul-grisáceos que me miraban como si hubiera dicho un taco.”

3En El largo adiós, Terry Lenox, millonario consorte, es el eje de la trama en el que se desenvuelve nuestro héroe y en la que se encontrará con mafiosos, polis corruptos y chicas que te lanzaban “una mirada capaz de atravesar a cualquiera y sobresalirle por detrás al menos diez centímetros”.

“Fuimos a un drive-in donde preparaban unas hamburguesas que ni siquiera sabría como algo que un perro estuviese dispuesto a comerse.”

Raymond Chandler, Chicago, 1888, La Jolla, 1959, escritor estadounidense de novela negra, comenzó como reportero para periódicos de Inglaterra a donde había emigrado siendo joven.Su primer cuento fue Blackmailers Don’t Shoot, para la revista Black Mask, dedicada a los relatos de acción.

En 1939 aparece su primera novela, El sueño eterno (1939), donde aparece por primera vez Philip Marlowe, un duro y honesto detective privado, solitario, melancólico y lleno de escepticismo.

Chandler, Raymond. El largo adiós. Madrid: Alianza Editorial, 2002.

Chandler, Raymond. Playback. Madrid: Alianza Editorial, 2002.

Chandler, Raymond. El sueño eterno. Madrid: Alianza Editorial, 2001.

Raymond Chandler en la Biblioteca UPM

Los Viajes por Marruecos de Alí Bey

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Alí Bey: Viajes por Marruecos.

Barcelona : Zeta, 2009.

"En Marruecos se hacía antiguamente mucho uso del café; a todas horas del día lo tomaban como en Levante, pero habiendo los ingleses hecho regalos de té a los sultanes, ofrecieron éstos a sus cortesanos y pronto el uso de la bebida se extendió de unos a otros hasta las últimas clases de la sociedad…"

 

Desde una perspectiva española Marruecos siempre merece una lectura. Paradigma de la alteridad cuando no de la enemistad latente, conviene recordar los largos y decisivos períodos antiguos y medievales en que compartió unidad política y familiaridad cultural con vastos territorios ibéricos. Os propongo un viaje a comienzos del siglo XIX cristiano. Entonces la palabra castellana "Marruecos" designaba la ciudad de Marrakech, pero al ser ésta residencia frecuente del sultán, se extendió a la totalidad del Estado de Al-Magrib. A la sazón el país apenas se había mantenido independiente del dominio otomano para permanecer sumido en un aislamiento decadente que fue preludio de la penetración colonial europea. Como consecuencia de este aislamiento muchos de sus territorios eran paradójicamente menos conocidos en España que otras zonas más lejanas en América o en Asia.

En cuanto al explorador e intrigante Domingo Badía y Leblich, metamorfoseado en la ocasión como el príncipe Alí Bey, hay infinidad de controversias y conjeturas: desde sus supuestas simpatías criptomoriscas hasta las sospechas de que padeció esquizofrenia, pasando por lo discutible de su conducta familiar y política. No se pueden ignorar su arrojo y audacia tremendos, su espíritu inquieto y un saber multidisciplinar que le sirvió para rentabilizar sus observaciones viajeras. Fue digno hijo de una época-bisagra a caballo entre la Ilustración y el Romanticismo, caracterizada por una mezcla de cientifismo y de tendencias a la fantasía geopolítica  (de la cual fue buena muestra el propio proyecto imperialista napoleónico).

Estos "Viajes por Marruecos" reúnen la parte correspondiente de una obra más extensa que comprende el periplo de Badía por el resto del Norte de África,  por el entonces llamado "Levante" y por Arabia. Quien pretenda leerlos como una novela convencional fracasará y probablemente abandonará. Es mucho más recomendable enfocarlos como memorias de trabajo y compendio de curiosidades, sin bajar la guardia ante las inexactitudes, errores o posibles apaños del propio Badía. Éste siempre intentó fascinar a los potenciales mecenas de sus andanzas. También recomiendo tener a mano un mapa físico de Marruecos, que multiplicará el disfrute de un itinerario muy pormenorizado. Espero que el relato os motive a conocer al menos algunos de sus escenarios in situ.

Sirva finalmente esta reseña como homenaje al editor literario del libro: Salvador Barberá Fraguas. Un prometedor diplomático y arabista prematuramente fallecido que demostró con este trabajo unos conocimientos y un rigor metodológico excepcionales, y sin cuya  aportación esta lectura sería mucho menos amena y aprovechable.

 

Zombi, Joyce Carol Oates

Cubierta de Zombi, Joyce Carol OatesZombi. Joyce Carol Oates
Barcelona: Debolsillo, 2003

Traductora: Carme Camps Monfa

Zombie (1995)

Novela terrorífica donde las haya, Zombi, de Joyce Carol Oates, cuenta los infructuosos intentos de Quentin P. -treintañero nacido en Mount Vernon, Michigan, y adorado por su dulce abuelita- por crear un zombi que le sirva en su disfrute, un ente incapacitado para emitir juicio alguno y que cumpla cada uno de sus deseos sexuales o de amor incondicional. Para ello, dotando a sus decisiones de una lógica implacable, selecciona víctimas invisibles, ciudadanos marginales, borrachos, drogadictos sin hogar a los que nadie va a echar en falta y les somete a los procedimientos que ha estudiado, consultando la literatura disponible sobre la práctica de lobotomías, en la biblioteca de la universidad, principalmente el libro Psicocirugía del doctor Walter Freeman y el doctor James W. Watts, quienes realizaron numerosas intervenciones en los años cuarenta y cincuenta. El primero de ellos inventó el escalofriante (e inspirador para nuestro protagonista) procedimiento de la lobotomía del picahielo o lobotomía prefrontal.

Hace cinco años en un arrebato por cambiar mi vida se me ocurrió por primera vez la idea de crear un ZOMBI para mis propios fines.

La novela está escrita en primera persona, a modo de diario, lo que la hace verdaderamente terrorífica. Es el propio Quentin quien relata, desde su distorsionado punto de vista y con un lenguaje lleno de tics, arrebatado por su sed implacable, los detalles más sórdidos de la historia. Así, en la primera parte, titulada “Libertad condicional” veremos a través de sus ojos cómo fracasan sus intentos de crear a su zombi, la horrible muerte de sus primeras víctimas (de las que sólo conocemos los apodos que él les asigna: Guantesdeconejo, Ojosdepasa, Grandullón…) trinchados de forma chapucera con un picahielos. Crímenes a los que puede libremente dedicarse gracias a que su padre, un profesor universitario con importantes contactos en los altos estamentos de la ciudad, consiguió tiempo atrás que un episodio de abusos a un menor de raza negra quedara en mera falta, que se castigó con libertad vigilada aderezada con unas infructuosas sesiones de psicoterapia que Quentin compatibiliza a la perfección con sus carniceras intervenciones. En la segunda parte, “Cómo ocurrieron las cosas”, Quentin es consciente del grave error estratégico que comete al enamorarse incontroladamente de un joven universitario blanco, al que apoda Ardilla y al que tratará, cómo no, de convertir en su querido zombi. ¿Será demasiado imprudente para nuestro angelito un capricho tan arriesgado? No cuento más.

Intensa novela de terror psicológico cuyas fibras se van metiendo página tras página en la piel, como delgadas agujas o plateados bisturíes, como un picahielos enmohecido en el sótano de una mente perturbada, pero de ejecución lógica e implacable.

Joyce Carol Oates, novelista, cuentista, autora teatral, editora y crítica estadounidense, ha sido candidata al Premio Nobel de literatura en numerosas ocasiones.

Joyce Carol Oates en la Biblioteca de la UPM

Héroes sin armas. Fotógrafos españoles en la Guerra Civil.

Heroes sin armas“Héroes sin armas. Fotógrafos españoles en la Guerra Civil. El frente de Madrid”. Madrid : SECC/ La Fábrica Editorial, 2010. Libro + DVD

Hoy en día, las imágenes más conocidas de la Guerra Civil son las que realizaron los fotógrafos de guerra extranjeros. ¿Qué pasó con los profesionales españoles? ¿Dónde quedaron sus fotografías?

Estas preguntas tienen su respuesta en este libro donde se cuenta la labor de la primera generación de reporteros gráficos españoles, cuyo rastro desaparece después de la Guerra Civil.

Un grupo de amigos y compañeros: Luis Marín, Pepe Campúa, Alfonso y José María Díaz Casariego. Son excelentes fotoperiodistas. Todos publican en un puñado de medios, tanto de izquierdas como de derechas. Pero todos coincidieron en la afamada revista Mundo Gráfico en los años 20, dirigida por José Campúa, padre de Pepe. Retratan a la Familia Real, las actrices de la época, los avances tecnológicos o las agitadas sesiones del Congreso de los Diputados.

Estalla la Guerra Civil española y estos fotógrafos, con un bagaje profesional extraordinario, sacan miles de negativos de gran valor de la vida cotidiana o de la lucha en el frente . Fotografías que dejan constancia del sufrimiento y la radicalización de un Madrid sitiado, el asesinato de Calvo Sotelo, los combates en el Puerto de Navacerrada, el resguardo de los bombardeos en el metro de Madrid, la entrada de las tropas franquistas a la capital, la huida de familias de campesinos…

Estos negativos desaparecen al acabar la guerra: Marín los guarda en cajas en su casa, a Díaz Casariego se los requisan. Alfonso, ante el miedo a ser expoliado, declara que su archivo se ha quemado en el transcurso de la contienda.

El libro recoge su biografía y una selección de fotografías (más de 60 en total) así como un documental (en DVD) donde se incluyen “extras” que ayudan a comprender el contexto histórico del momento que vivieron estos fotógrafos así como particularidades técnicas y curiosidades que formaban parte del día a día del oficio del foto reportero. La Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales estrenó el pasado 23 de abril el documental en la sede madrileña de la Academia del Cine.

Alfonso, Campúa, Marín y María Díaz Casariego dispararon con su mejor arma: la cámara.

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