Microcosmos / Claudio Magris

Claudio Magris: Microcosmos.

Ed. Anagrama, 1999- (trad. castellana de J. A. González Sainz)

Título original: Microcosmi. Garzanti, 1997-

 Sobre los islotes se asoman las barracas, la secular construcción lagunar que hacía las veces de casa y de almacén para la pesca, hecha de madera y de mimbres, con la puerta hacia poniente, el suelo de barro, el hogar, fughèr, en el centro y el jergón relleno de algas secas. Todavía queda alguna barraca, incluso bastantes; de algunas sobresalen las antenas de la televisión, otras están rehechas o transformadas. En Porto Buso, donde termina la laguna de Grado, ya no quedan, porque en la época de la guerra de Abisinia un jerifalte, de paso por aquí, observó que era indigno ir a civilizar África y tolerar chozas abisinias en nuestra propia casa y las mandó derribar, sustituyéndolas por pequeñas casas de piedra.  (p. 70)

Claudio Magris es un escritor erudito con un instinto especial para los grandes ámbitos culturales como la cuenca danubiana o el Mar Adriático, escenarios sobre los que el fin de la Guerra Fría le ha permitido lanzar una mirada renovada. Su atalaya de observación es privilegiada: su Trieste natal y la región de Friuli de sus orígenes familiares, punto de contacto y transición entre Centroeuropa y el Mediterráneo, entre Italia y la península balcánica.

De entrada, atención al plural del título original italiano: Microcosmi, o sea múltiples Microcosmos.  Este libro solo de refilón puede ser considerado “de viajes” sin más. Magris va de un escenario a otro, pero para penetrar en la intrahistoria de lugares y personajes tan recónditos como imprescindibles. De tal modo que el desplazamiento parece en realidad el vehículo de la reflexión concentrada. En la receta de Microcosmos caben también el ensayo, la crítica e historia literarias, y la historia social. Su aguda inteligencia y su dominio absoluto del lenguaje permiten a Magris desplegar toda una poética humanista de la Historia, bien emparentada con aquellas otras, respectivamente espacial y geográfica, que nos enseñan Bachelard y Onfray. Elegía del Adriático, ese brazo del Mediterráneo con pinceladas norteñas y orientales, teatro de la magnética cultura veneciana. Testimonio de otros rincones fronterizos: Piamonte, Tirol. Observaciones recatadas pero precisas de pequeños territorios de los que Magris extrae matices y descifra significados trascendentes que les confieren –y a él mismo como creador- un alcance cuando menos continental. Un libro lleno de buenas pistas literarias, incesantemente hipertextual en su esencia. Confieso que Microcosmos me parece un Magris en estado de gracia: aunque había leído algunos otros textos suyos, ninguno me conquistó como este; nuevo reconocimiento a nuestra compañera María José Rodulfo que me sugirió su lectura.

Un último aviso: en la traducción que manejamos –muy buena por lo demás-, muchos topónimos se mantienen en su forma italiana y no en la eslava como son comúnmente usados por los hispanohablantes hoy día; así Cattaro es Kotor, Fiume es Rijeka, Spalato es Split, etc. No hay indicaciones sobre esto más allá de las muy ocasionales del autor, debidas al contenido de la obra propiamente dicho.

La corrección lingüística es la premisa de la claridad moral y de la honestidad. Muchas fullerías y graves prevaricaciones nacen cuando se hacen chapuzas con la gramática y la sintaxis y se pone el sujeto en acusativo o el complemento directo en nominativo, enredándolo todo y confundiendo los papeles de las víctimas y los culpables, alterando el orden de las cosas y atribuyendo eventos a causas o a promotores distintos de los reales, aboliendo distinciones y jerarquías en una engañosa montonera de conceptos y sentimientos, deformando la verdad. (p. 131).

Claudio Magris en: Biblioteca UPM.

Las bicicletas son para el verano / Fernando Fernán Gómez

Fernando Fernán Gómez: Las bicicletas son para el verano.

Ediciones impresas: Espasa-Calpe (Austral), Cátedra (Letras Hispánicas).

Estreno en teatro: 1982.

Versión cinematográfica dirigida por Jaime Chávarri: 1984.

 …para una guerra hace falta mucho campo o el desierto, como en Abisinia, para hacer trincheras. Y aquí no se puede porque estamos en Madrid, en una ciudad. En las ciudades no puede haber batallas. (Prólogo)

Gran figura la de Fernando Fernán Gómez, autor, director e intérprete, siempre a recuperar y revisitar. En plena madurez en los años 70, dejó brotar el caudal de sus remotas vivencias del Madrid sitiado de la Guerra Civil (1936-1939) en una obra que, aunque premiada, no se estrenaría hasta más tarde, ya en el reflujo de la Transición. Un relato de baja clase media menestral que trasciende completamente el mero neocostumbrismo, una historia construida con gran oficio y estilo, con humor inteligente y fino análisis social, con una administración rigurosa de las embrolladas relaciones entre razón moral y razón política, tan propicias  a menudo al juego de trileros sobre aquellos acontecimientos. El resultado es una magnífica tragedia para la introspección colectiva.

Existen numerosas ediciones de Las bicicletas… La más veterana de Austral es contemporánea de la época del estreno e incorpora datos y preciosas fotografías de aquel primer montaje. Contiene también una introducción de Eduardo Haro Tecglen: algunas de sus apreciaciones han sido largamente sobrepasadas por el tiempo transcurrido, pero aporta información interesante sobre el propio Fernán Gómez y sobre la situación del teatro español a principios de los años 80. Por su parte, la edición de Cátedra tiene más trabajo crítico y una realización más pulcra.

Además, podemos disfrutar de la estupenda versión cinematográfica de Jaime Chávarri. En ella Agustín González conserva el papel protagonista -el memorable Don Luis- que ya había interpretado en teatro. Pero la localización geográfica cambia respecto al texto original: Chamberí es sustituido por el barrio de los Austrias, más asequible para filmar exteriores que no hayan cambiado tanto respecto a la época de la acción.

En fin, está claro que hay mucha literatura carcelaria, concentracionaria, y bélica en sentido general. Desde este punto de vista contextual, Las bicicletas… caería dentro de un subgénero específico de literatura “de asedio”, como la Gerona de Galdós (Episodios Nacionales). Madrid, con su gran tamaño y población, sufrió en la realidad histórica una experiencia de este tipo desde 1936 a 1939 con terrible violencia externa e interna y -debido al desenlace final de la guerra- sin oportunidad de duelo, expiación y reflexión adecuadas. Este es el laberinto trágico de Las bicicletas son para el verano.

Se acabó el pecado, joder. Únicamente hay que respetar, eso sí, el mutuo acuerdo entre la pareja. Que uno se quiere largar, pues se larga. Pero nada de cargarse a la chica a navajazos. Cada uno a su aire.  Y en la propiedad, ni tuyo ni mío. Los mismos trabajadores organizan la distribución de los frutos del trabajo, y ya está. Y la educación, igual para todos, eso por descontado. Tendrás todos los libros que quieras, Luis, para que sigas con tu manía. Y para que enseñes a los demás trabajadores, que ahí está la madre del cordero. (Cuadro IX)

Fernando Fernán Gómez en: Biblioteca UPM.

Jaime Chávarri en: Biblioteca UPM.

El pueblo en la guerra, de Sofia Fedórchenko

 

  El pueblo en la guerra.   Sofia Fedórchenko

  Traducción Olga Korobenko

  Hermida Editores

 

¡La que nos ha caído! Como si fuera el juicio final…No puedes dejar de obedecer, pero si obedeces, tu alma no lo aguanta…De cordura, ni una pizca. Ahora lo recuerdo pero antes: un estruendo horroroso, los obuses zumban, explotan, nuestros heridos vociferan…Y los heridos también aúllan como lobos, de miedo mortal…No hay nada más horrible que ese miedo… ¿Adónde quieren que vayas?…No avanzas, la gente se apiña…Los jóvenes chillan y rugen como bestias… Este saca el revólver y me dice: “¡Sal!”. Yo reculo, un  montón de  paisanos alrededor…Intento subirme y esta va y me dispara…No me dio, pero todos salieron en estampida y fueron al ataque.

Ha estallado la guerra. Ciudadanos de todo el continente son movilizados. Entre ellos, millones de rusos, la mayoría de ellos campesinos, son arrancados de sus isbas, de sus hogares, lejos de sus familias y lanzados a una guerra que no entienden, en lugares que  no conocen. Por qué está guerra, se preguntan muchos. Da igual, no tienen porque saberlo, solo son soldados, solo les queda obedecer.

¡No hay vida en esta guerra! Tengo miedo y me arrepiento. Y todo lo que hago resulta pecado. Si no obedezco, es pecado, y si obedezco me mandan cometer pecados tan gordos que da miedo morirse después.

Y dentro de ese mundo de miseria y horror, de sufrimiento y dolor, se encuentra Sofía Fedórchenko. Ella es enfermera en un hospital. Está rodeada de soldados que han vivido en primera persona esa guerra. Ella es lo opuesto a lo que han vivido. Y los soldados hablan…de sus miedos

No se veía nada, pero oí la respiración de alguien. Pregunté: ¿Quién va? ¡Voy a disparar! Silencio. Quise pensar, mas no había tiempo. Así que disparé…

de sus enemigos…

Me acerco a la ventana: toc-toc…Abre una mujer tímida, tiembla y no dice nada. Le pido pan. Hay un mueble en la pared, saca de allí pan y queso y empieza a calentar vino en un hornillo. Mastico a dos carrillos. Pienso: no hay fuerza capaz de arrancarme de este sitio…Se oye otra vez el toc-toc en la ventana… La mujer abre, igual que a mí. Veo irrumpir en casa a un austríaco…Nos miramos, se me atraganta el pan, estoy por vomitar… No sabemos qué hacer… Se sienta, coge de pan y de queso. Se pone a comer, zampa igual que yo. La mujer nos sirve vino caliente y dos tazas. Y empezamos a beber como unos vecinos. Bebemos, comemos, nos acostamos en el banco, cabeza contra cabeza. Y por la mañana nos vamos cada uno por nuestro lado. No había nadie para mandarnos.

de los compañeros…

En la locomotora me acoplé muy bien. Mis compañeros eran muchachos gallardos: sabían tanto trabajar como divertirse. También sabían ser buenos amigos, su amistad llegaba hasta lo más profundo del alma. Esos no se habrían peleado por un hueso, no…

Sofía Fedórchenko recogió siendo enfermera en el frente, donde se había alistado en 1914, los testimonios de los soldados heridos en combate. De sus miedos, de sus alegrías, de sus tristezas, de una vida distinta a la que habían conocido hasta entonces. Una vida de las que muchos no regresarían  y que a la mayoría les dejaría secuelas imborrables.

Era tan idiota que cuando me acostaba, cruzaba los brazos sobre el pecho… Por si me moría mientras dormía. Y ahora no tengo miedo ni a Dios ni al diablo…Después de haber metido la bayoneta junto con el brazo en una barriga, se me quitó todo…

Sofía Fedórchenko nació en San Petersburgo en 1880 y murió en la misma ciudad en 1957.

El pueblo en la guerra se publicó por primera vez en 1917. A ella la siguió una segunda parte centrada en la Revolución y una tercera dedicada al periodo de la Guerra Civil ( 1918-1922) y que no se publicó hasta 1990.

El campesino ruso no perecerá jamás, tiene raíces profundas en la tierra. La tierra es su padre y su madre, la guerra es su fin mortal.

 

Memoirs of the author of a vindication of the rights of woman (William Godwin)

Hoy puede ser un gran día :), planteémoslo así, es decir, cabe la posibilidad (oportunidad) de recuperar del doble filtro del olvido este pequeño texto de William Godwin: Memoirs of the author of a vindication of the rights of woman, que está disponible en el Proyecto Gutenberg.

Retrato de Mary Wollstonecraft y William Godwin

Cuando hablamos del doble filtro del olvido, pienso en primer lugar en el texto de Mary Wollstonecraft: a vindication of the rights of woman, e inmediatamente después en el pequeño gran homenaje, quizás panegírico, que le dedica su compañero de vida, esposo William Godwin (Memoirs of…) apenas un instante antes de morir ella. Veamos las razones que él aduce para estas memorias.

“It has always appeared to me, that to give to the public some account of the life of a person of eminent merit deceased is a duty incumbent on survivors. It seldom happens that such a person passes through life, without being the subject of thoughtless calumny, or malignant misrepresentation. It cannot happen that the public at large should be on a footing with their intimate acquaintance, and be the observer of those virtues which discover themselves principally in personal intercourse…”

(“Siempre me ha parecido que dar a conocer al público la vida de una persona de mérito eminente es un deber que incumbe a los sobrevivientes. Pocas veces sucede que una persona así pase por la vida, sin ser sujeto de una calumnia irreflexiva o una tergiversación maligna. No puede suceder que el público en general deba estar en pie con su conocimiento íntimo, y ser el observador de esas virtudes que se descubren principalmente en relaciones personales …”)

Mary ShelleySi la figura de Mary Wollstonecraft queda perfectamente delineada en el texto de la reseña (pincha aquí), la figura de William Godwin podría pasar desapercibida para aquellos que no provengan del ámbito de las ciencias sociales, o que no hayan tenido una cierta inquietud por los derechos civiles. Seguramente sí que es conocida la figura de Mary Shelley (hija de ambos) que se fuga a los 17 años para casarse (perdiendo su apellido paterno y materno en el más puro estilo anglosajón)  con el poeta y pupilo de William, que completamente decepcionado rompe la relación con ambos hasta la muerte trágica del poeta; la reconocida película Remando al Viento (1988) da cuenta de esos últimos momentos. Cuántos de nosotros vimos esa película sin un adecuado contexto, y qué magnífica y estúpida me resulta ahora viendo a los magníficos actores expresarse en un castellano totalmente impropio de las circunstancias. Yo quiero homenajear HOY a tantas power couples como tenemos disponibles a lo largo de la historia, y agradecer tantos antecedentes que nos han acompañado y acompañarán en la búsqueda de un universo generoso y en paz.

To Mary Wollstonecraft                                                             Dedicado a Mary Wollstonecraft

And her loyal companion                                                          y a su leal compañero

William Godwin.                                                                         William Godwin

To the future they weaved                                                        Al futuro que ellos tejieron

And we garner                                                                            y nosotros cosechamos

(PAV)

Mary Wollstonecraft en la Biblioteca UPM

Mary Shelley en la Biblioteca UPM

El idiota moral: la banalidad del mal en el siglo XX / Norbert Bilbeny

Norbert Bilbeny:

El idiota moral: la banalidad del mal en el siglo XX.

Barcelona. Anagrama, 1993.

Malraux dijo: “Con los primeros gases mortales Satán reapareció en el mundo.” Si no queremos olvidarnos de Satán, habrá que pensar que ha venido también… con la camisa planchada y un título de master bajo el brazo. (p. 42)

La reciente publicación en castellano del libro de Christian Ingrao, Creer y destruir, sobre los intelectuales de las SS, ha vuelto a traer a la palestra las difíciles y controvertidas relaciones entre sabiduría, inteligencia, moral y ética. En algún sentido el nudo ya fue aflojado hace ochenta años en Salamanca con la contestación de Miguel de Unamuno al improperio contra el intelecto por parte de Millán-Astray. Pero parece que el tema no se agota ni se agotará: ¿son compatibles el saber y la capacidad lógica con la práctica de la atrocidad?

En torno a ello se construye El idiota moral de Norbert Bilbeny, un autor en castellano, catalán e inglés que ha consagrado buena parte de su obra filosófica al estudio de la ética. Cómo podemos definir y delimitar esa idiocia moral y ante ella, cuál es la posibilidad para juzgar a sus sujetos -¿nihilistas, verdaderamente conscientes, responsables plenos o parciales?- son los objetivos del libro. Este apareció en la primera mitad de los 90, o sea próximo a nuevos genocidios en los Balcanes y Ruanda, y en pleno despliegue de la insensibilidad ultraliberal, si bien en primera instancia se remite al concepto de banalidad del mal tal y como había sido acuñado por Hannah Arendt tras su experiencia del juicio de Adolf Eichmann en 1961. El idiota moral tiene una considerable carga de perspectiva psiquiátrica y puramente filosófica pero según se avanza en la lectura, se repasan aspectos jurídicos, sociales e históricos. Sigue siendo una estupenda lectura para este siglo XXI tan rebosante de desproporción informativa y automatismo criminal.

El genocida era, es, un loco en el cuerpo de alguien que está en su sano juicio. Sufre locura moral, lo que quiere decir que es inteligente pero nada razonable a la vez. Ello no sólo es posible: se ha hecho realidad y ha tenido millones de seguidores. Ayer condenaron el antisemitismo, pero el exterminio no fue contrario a su conciencia. Hoy aborrecen el racismo, pero no soportan personalmente a los extranjeros. (p. 86)  

Norbert Bilbeny en: Biblioteca UPM.

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