Teoría del viaje: poética de la geografía / Michel Onfray
Michel Onfray:
Teoría del viaje: poética de la geografía. Taurus, 2016 (traducción de Juan Ramón Azaola)
Théorie du voyage: poétique de la géographie. Le Livre de Poche, 2007
Lejos de los clichés transmitidos por generaciones sucesivas, lejos de aprehensiones morales y moralizadoras, lejos de las reducciones éticas y etnocéntricas, lejos de las reactivaciones insidiosas del espíritu colonizador e invasor, intolerante y bárbaro, el viaje apela al deseo y al placer de la alteridad, no a la diferencia fácilmente asimilable, sino a la verdadera resistencia, la franca oposición, la desemejanza mayor y fundamental. (p. 67)
¿Soy turista o viajero? Porque si soy mero turista más o menos compulsivo puede que este no sea libro para mí. Pero aún así, reconozcamos que la poética filosófica va resultando un filón de buenos ensayos. Ya tuvimos ocasión de comprobarlo en la Poética del espacio de Bachelard, bajo cuya advocación se coloca Michel Onfray. De hecho podemos preguntarnos si el libro de este último es en realidad más poético –incluso lírico- que filosófico. Para mí que es buena filosofía vital y sobre todo muy buena pedagogía. No se olvide la condición docente de Onfray en secundaria así como su papel de promotor y animador de la Universidad Popular de Caen.
La estructura del libro reproduce la de la génesis y realización de un viaje. Presupone un universo doméstico de biblioteca, mapas, atlas, texturas cartográficas en soporte papel, quizás un tanto tradicional para los tiempos que corren, a modo de incubadora de la definitiva experiencia viajera. Desde ahí y ante el cosmos, el filósofo arranca su empresa de goce y mística territorial y planetaria. Un trayecto durante el cual ateísmo y panteísmo volverán a rozarse las puntas de los dedos en el escenario del pensamiento occidental. Y un libro que va a gustar mucho a cartógrafos, geógrafos, y sin duda a ingenieros por lo que tiene de reivindicación de la tecnología contemporánea. Personalmente me complace reseñar a este autor de mi propia generación, de discurrir aparentemente suave pero que no deja indiferente a nadie. Podéis saber más sobre él en: http://michelonfray.com/
No volver a casa nunca, estar siempre dando vueltas, produciría una embriaguez de derviche. Recorrer el mundo como libertino supone pensarlo luego como benedictino. La casa vale tanto de celda monacal como de madriguera. Se organiza en torno a la biblioteca, los papeles, las anotaciones, los archivos, los cuadernos, las libretas, las fichas, los proyectos de escritura. (p. 105)
Michel Onfray en: Biblioteca UPM.
Yo también tengo cierta querencia por este autor, recomendaría como complemento su estética del polo norte. Feliz año a todos 🙂