Ni una gota de sangre impura / Christiane Stallaert

Ni una gota de sangre impura (cub.)Christiane Stallaert:

Ni una gota de sangre impura: la España inquisitorial y la Alemania nazi cara a cara.

Barcelona: Galaxia Gutenberg – Círculo de Lectores, 2006

 Los enunciados lingüísticos que en el lenguaje común se interpretan en clave metafórica, como sutil disociación de significado y significante, que es al mismo tiempo el mecanismo lingüístico por donde nace el humor, han de tomarse, en el lenguaje etnicista, en su más absoluta literalidad. Lo que parece una metáfora, para el etnicista no lo es. Este lenguaje no concede ningún margen a lo figurado, al doble sentido que relativiza y crea esperanza. Cuando el etnicista habla de su grupo como una comunidad de sangre, no se trata para él de una referencia metafórica a una comunidad "imaginada". El etnicista está convencido de que los límites del grupo étnico los traza la sangre y con la sangre está decidido a defenderlos. (pp. 117-118)

 

¿Por qué la España ultraconservadora del 18 de julio, por muy insurreccional que fuera, sintió tanta fascinación por un movimiento paganizante como el nazismo? No parece que el mero anticomunismo o la astuta política religiosa de Hitler puedan explicarlo completamente. A día de hoy expresiones como “perro judío, “no hagas el indio”, “merienda de negros”, “el que tiene padrino se bautiza y el que no, se queda moro”, “hablar en cristiano”… aunque van pareciendo cerriles e inadecuadas, se aferran al subconsciente colectivo con sus raíces en un pasado escalofriante y cainita. Y el criterio de sanguinidad sigue marcando el paso de alguna medida no poco significativa como una reciente sentencia del Tribunal Supremo excluyendo a los hijos adoptivos de la herencia de títulos nobiliarios. Efectivamente, la historia de toda cultura, país o sociedad tiene sus luces y sus sombras. Alemania, que merced a su tardía unidad política parecía haberse librado en gran parte de los horrores del colonialismo, bebió en cambio las muchísimas tazas concentradas, rápidas y fulminantes de la experiencia nazi. Por su parte la cultura española aún manifiesta síntomas de incomodidad e inmadurez ante la dolorosa realidad del doble rostro de su llamado Siglo de Oro: el período de mayor poderío político y militar, acompañado de un florecimiento artístico y literario sin parangón –no así económico ni científico-, es al mismo tiempo un largo calvario de exclusión, hipocresía e intolerancia cuyas consecuencias han seguido basculando sobre la propia auto-representación colectiva hasta nuestra época contemporánea.


Que nadie espere de este libro una frívola reedición postmoderna de la leyenda negra ni menos aún una reductio ad Hitlerum al tertuliano modo. La hispanista Christiane Stallaert, con una formación inicial en Filología y una solvencia multilingüe que le brinda el acceso directo a las fuentes precisas, va derecha al corazón de los discursos a dos niveles: los de los protagonistas de los períodos analizados y comparados; y los de la memorialística e historiografía a ellos consagradas. El resultado es un apasionante ensayo histórico-lingüistico-antropológico que emplaza a los lectores a la reflexión sobre los interrogantes sociales y culturales de nuestra aldea global en el presente y el futuro. Aproveche o no, es un libro para leerlo hasta el final; si no, no funciona del todo. En este sentido, parece plasmar un ejemplo rematado de las teorías lingüísticas sobre la unicidad orgánica del texto: es un trabajo cuyos componentes se complementan, encajan y armonizan como los de una pieza musical. Ofrece también una espléndida bibliografía.

La aversión que sentía Hitler por el cristianismo le impidió ver que la religión había asumido en la historia de España el papel que desempeñaban las doctrinas biomédicas y antropológicas en la Alemania nazi en cuanto protectores de las fronteras étnicas y factor ideológico de cohesión social. Inversamente, la obsesión con el cristianismo como fundamento de la identidad nacional impidió a la España nacionalcatólica comprender que las leyes raciales de los nazis no diferían, en cuanto mecanismo de exclusión social del Otro de la vida pública, de los muy hispánicos Estatutos de limpieza de sangre. (p. 373)

Disponibles en Bibliotecas UPM: obras sobre Inquisición y sobre nazismo.

El país de los ciegos (H. G. Wells)

Carátula del libro: El país de los ciegos, H.G. WellsEl país de los ciegos
H.G. Wells
Madrid: Nórdica Libros, 2014

Una fábula elocuente; una kakotopía muy al estilo del siglo XIX (véase eutopía o nada); publicada en 1904 en una revista y recopilada con otros relatos en 1911. Un cuento centrado en una población aislada en un lugar evocadoramente andino:

A un misterioso valle aislado del mundo de los hombres… llegaron unas familias de mestizos peruanos que huían de la lujuria y la tiranía de cierto gobernador español. Una extraña enfermedad cayó sobre ellos… los viejos se volvieron medio ciegos y andaban a tientas, los jóvenes veían sólo borrosamente, y sus hijos nunca vieron nada… Los videntes se habían vuelto ciegos tan gradualmente que apenas notaron la pérdida… Se fueron sucediendo las generaciones. Olvidaron muchas cosas; inventaron otras muchas… la pequeña localidad creció en número y conocimiento… Un hombre llegó por azar. Y esta es la historia de ese hombre.

Ilustraciones de Elena Ferrandis

Dice el refrán: In the country of the blind the one-eyed man is the King. ¿Es correcto? ¿Cuál es el poder de la masa en esta situación? Este podría ser el hilo conductor del texto, sugerentemente ilustrado por Elena Ferrandis, editado por Nórdica libros en edición bilingüe. En realidad incluye la versión original como apéndice sin ilustraciones y letra prosaica; un bilingüismo muy a la española, testimonial.

The country of the Blind, es un texto anecdótico en la trayectoria de Herbert George Wells, muy lejos de las archiconocidas máquina del tiempo y la guerra de los mundos. Es un relato de hemeroteca, más que de biblioteca pero mantiene la profundidad en la capacidad de plantear cuestiones que van mucho más allá de lo evidente.

H.G. Wells, historiador, filósofo y sociólogo, reconocido periodista, socialista (de entonces) y profesor (nacido en 1866 y muerto en 1946), acumula sus páginas escritas y publicadas por miles…  for a living.

Wells creía profundamente en el ser humano, y sin embargo al término de su existencia tristemente reconoció la inseguridad inherente al progreso (predijo la bomba atómica en 1914 en el texto the world set free), cayó en una profunda depresión al contemplar los estragos de la segunda guerra mundial, y dedicó sus últimos esfuerzos a la redacción de los derechos del hombre (piedra angular de la declaración homónima de  la ONU).

I am English by origin

but I am an early world man

H.G. Wells en la Biblioteca de la UPM

Einstein: notas autobiográficas

Cubierta de Notas autobiográficas, Albert EinsteinAlbert Einstein
Notas autobiográficas
Alianza Editorial

En nuestro imaginario, un texto autobiográfico incluye casi necesariamente detalles de la vida personal del autor y de su entorno, de sus anhelos y zozobras, de manera no necesariamente lineal, ni completa; algo así como una declaración de principios a título (o no) de confesión íntima. Sobre esta materia, sin embargo, el texto de Einstein es completamente ajeno.

Cabe recordar, para paliar esta ausencia, que Einstein (1879-1955) es un bávaro de familia judía (nació en Ulm), científico iconoclasta, premio Nobel de física, padre de la teoría de la relatividad, pacifista en la primera guerra mundial y defensor del programa atómico americano en la segunda (con notable arrepentimiento de su uso militar); visitó España en 1923 auspiciado por la Junta de Ampliación de Estudios presidida por Santiago Ramón y Cajal, viaje que obtuvo una marcada contestación y repulsa por parte de los sectores conservadores, y un curioso apoyo de los movimientos obreros probablemente como contrapeso.

Sus notas autobiográficas (apenas 90 páginas en formato octavilla) son un testimonio de sus pensamientos: ese curioso proceso recursivo de ensoñación que sólo se vuelve transferible cuando se materializa en conceptos. Einstein dedica parte de su escrito a declarar cuándo comenzó a pensar y la relevancia que eso supuso en su vida: el comienzo de su existencia consciente (pienso luego existo).

Einstein se muestra agradecido al Instituto Politécnico de Zurich (aunque a la postre no le fuera muy bien en él) sobre todo por la libertad de que disponía en el estudio en comparación con los modernos métodos de enseñanza. Según sus propias palabras:

Es casi un milagro que los modernos métodos de enseñanza no hayan estrangulado ya la sagrada curiosidad de la investigación, pues aparte de estímulo esta delicada plantita necesita sobre todo libertad… Pienso que incluso un animal de presa sano perdería la voracidad si, a punta de látigo, se le obliga continuamente a comer cuando no tiene hambre.

Es muy hermoso y elocuente ver como intentaba entender las inconsistencias y paradojas de los conocimientos físicos que se iban acumulando y que en último término dieron al traste con la infalibilidad de la mecánica de Newton.

Basta ya. Newton, perdóname; tu encontraste el único camino que en tu época era todavía posible para un hombre de la máxima capacidad intelectual y de creación… aunque ahora sabemos que hay que sustituirlo por otros más alejados de la experiencia inmediata si aspiramos a una comprensión más profunda de la situación. ¿Pretende ser esto una necrológica? Yo contestaría que en esencia sí.

El análisis de la gravitación a la luz de la moderna teoría de campos (la curvatura del espacio debida a la masa de los objetos), la masa y la energía como caras de una misma moneda, o la interrelación de espacio y tiempo, son aspectos que afloran en el texto de una manera natural, con un lenguaje sencillo y un pensamiento profundo.

La posibilidad de adentrarse en la mente de un pensador como Albert Einstein al módico precio es 8,95 euros es algo que debemos agradecer al editor que instigó su redacción (Dr. Schilpp) y en castellano a la editorial Alianza. Feliz ensoñación.

La imaginación es más importante que el conocimiento, pues el conocimiento es limitado y la imaginación envuelve el mundo.

Albert Einstein

Albert Einstein en la Bblioteca de la UPM

El idioma materno, Fabio Morábito

Cubierta de El idioma materno, Fabio MorábitoEl idioma materno
Fabio Morábito
México: Sexto Piso, 2014

Hay libros tan llenos de encanto, tan bien escritos, tan inteligentes, que resulta inevitable recomendarlos una y otra vez. Este es uno de ellos.

En los ochenta y cuatro textos incluidos en El idioma materno (publicados originalmente en el diario argentino El Clarín) Fabio Morábito reflexiona sobre las experiencias que desde temprana edad han contribuido a convertirle en el escritor que hoy es. Da cuenta en ellos del origen de una vocación.

Fabio Morábito nació en Alejandría, Egipto, en 1955, de padres italianos, desde los tres años vivió en Milán y a los quince se trasladó a México, donde reside hoy en día. Escribe en español. De ahí que una de las más importantes líneas de reflexión que cruzan el libro esté relacionada con el idioma materno y con el oficio de traducir. Además, entre otras muchas cosas, habla de lectores y sus costumbres, de los que subrayan, de los que saben poner las comas, de poesía (“Los poetas no escriben libros”), de literatura desde puntos de vista interesantes (¿por qué Dostoievski nunca escribiría Robinson Crusoe?, ¿es El castillo de Kafka una historia de amor? ¿cómo es posible conocer la obra de Vallejo sin haber leído un solo poema?).

El idioma materno de mi mujer es un idioma que yo no hablo; ella, en cambio, habla mi lengua materna. Nos comunicamos a través de un tercer idioma, que es el idioma del país en que vivimos. El que yo no hable ni entienda la lengua materna de mi mujer, al revés que ella, que habla la mía sin dificultad, me otorga una gran ventaja. Al estar expuesto en mi casa a un idioma extraño, que no entiendo ni quiero entender, la calidad de misterio de mi vida es superior a la suya.

También hay textos que sin dejar de lado por completo estos intereses ni el tono reflexivo, adoptan la forma de cuentos o episodios rescatados del pasado. Breves -ninguna pieza ocupa más de dos carillas-, precisos, con un lenguaje rayano en lo poético y dotados de fino humor. De elegir uno, sería Lluvia nocturna. En él, Fabio cuenta cómo una abuela descubre que a través del telefonillo de casa puede oír el repiqueteo de la lluvia sobre el toldo de la entrada. Ese sonido, más intenso, diferente al de las gotas golpeando las ventanas significa para ella un descubrimiento, el hallazgo de un tesoro. Desde entonces arrima su silla para no perderse detalle, dicta turnos breves para hijos y nietos, no cede la posición. ¿Y por qué lo hará?, el texto no lo revela. Yo digo que porque la abuela, en su cabal sabiduría, es sensible al prodigio de que te cuenten al oído, aun sin palabras.

Un libro para leer y releer, de esos que no se dejan demasiado lejos porque tarde o temprano apetece revisitar. Afortunadamente hay quien hace, escribiendo, lo mismo que la lluvia del cuento.

Aquí un fragmento de “El idioma materno” leído por el propio autor.

El impostor y la impostura, los abusos de la memoria

Cubierta de El impostor, Javier CercasEl impostor, Javier Cercas

Ed. Random House

2014

Javier Cercas nos ofrece un texto que transita entre la biografía (de Enric Marco), el ensayo (que plantea el conflicto entre la identidad, la memoria y la historia), y el making of (reportaje tipo así se hizo).

Cercas se debate entre la atracción y la repulsión hacia un personaje que contraviene nuestros preceptos morales primordiales al hacerse pasar por víctima, pero no una víctima cualquiera sino aquella que refleja uno de los crímenes más impactantes del siglo XX, el Holocausto.

En realidad Enric Marco, el impostor, nacido en 1921 y ejemplo de vitalidad (aún vive), no sólo ha inventado su vida una vez, sino que ha seguido un curioso proceso iterativo en el que ha ido modificando y puliendo paulatinamente  sus detalles vitales, con tres golpes de mano que han coincidido con tres reinicios familiares, al mejor estilo ave fénix.

Curiosamente en esos tres reinicios ha vivido fases de éxito rotundo y auténtica euforia mediática: en la primera iteración como dirigente sindicalista de la CNT, en la segunda liderando los movimientos de las asociaciones de padres de alumnos en Cataluña, y finalmente como presidente de la Asociación Amical de Mauthausen, puesto que ocupaba en el momento que saltó el escándalo.

Mantener una ficción identitaria de la magnitud que nos ocupa sólo se puede entender cuando se comprueba que está tejida de una infinidad de medias verdades: estuvo en la guerra como republicano (sí, pero no participó en la invasión de las islas BalearEnric Marco, superviviente de Flossenburges de la mano de las milicias catalanas, ni fue herido en el frente del Segre); fue sindicalista (sí, pero no participó en la Unión de Juventudes Antifascistas aunque anduvo cerca); huyó de la postguerra (sí, pero como emigrante especializado del régimen franquista); estuvo en las cárceles alemanas (pero no por haber conspirado contra el III Reich); estuvo en el campo de concentración de Flossenbürg (pero sólo de visita) y así sucesivamente. Dicho de este modo resulta fácil, pero escarbar en la memoria de Enric Marco a la vez con su ayuda y contra su resistencia resulta un interesante ejercicio de espeleología e introspección; Cercas llega a verse a sí mismo como un impostor en su ejercicio literario tratando de lidiar con este personaje a caballo entre Don Quijote y Emma Bovary.

En este proceso de devaneo que se prolonga a lo largo de mucho meses, aparece en varias ocasiones la figura del historiador que desenmascaró a nuestro personaje, Benito Bermejo. Alguien podría imaginar que éste adquiriría el status de héroe, pero nada más lejos de la realidad. Cuando se dispone de una figura como Enric Marco, capaz de emocionaLos abusos de la memoria, Tzvetan Todorovr hasta las lágrimas tanto a alumnos de secundaria como a congresistas y senadores, no es fácil perdonar al aguafiestas. Y es que Enric Marco eclipsaba al resto de deportados y prisioneros de los campos: su discurso (tan bien hilado), su apología de la resistencia heroica (tan distante de visiones del tipo Si esto es un hombre -Primo Levi- o La escritura o la vida -Jorge Semprún-), y su expresividad que no es propia de alguien que intenta superar un trauma vital.

En este sentido, el texto nos remite a las reflexiones de Todorov en Los abusos de la memoria. Y es que la memoria no se opone al olvido sino que es forzosamente una selección; no hay que confundir recuperación y utilización de la memoria, pues incluso se debe reconocer el derecho al olvido, y es importante desligarse de la conmemoración obsesiva del pasado. Es curioso comprobar que aunque nadie quiere ser una víctima, muchos desean haberlo sido.

¿Merece la pena leer el libro después de esta extensa reseña? Pienso que sí, pues el diablo está en los detalles de esta impostura y nadie es ajeno al impacto de revisar su propio relato vital.

Primo Levi

Javier Cercas en la Biblioteca UPM

Tzvetan Todorov en la Biblioteca UPM

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