El buen patrón. Fernando León de Aranoa

Cartel de El buen patrón, de Fernando León de AranoaEl buen patrón (2021)
Javier Bardem, Manolo Solo, Almudena Amor
Guion y dirección de Fernando León de Aranoa

A veces hay que trucar la balanza para que la medida sea exacta.

El buen patrón, de Fernando León de Aranoa, será finalmente la película que represente a España en la 94ª edición de los Oscar en la categoría Mejor Película Internacional. Como curiosidad decir que es la segunda vez que la Academia de Cine opta por una película de Aranoa frente a un film de Almodóvar para representarnos en los premios de Hollywood.

Esta estupenda película del indiscutiblemente cine social de Aranoa (Barrio, Princesas, Los lunes al sol…) es considerada como el contraplano de Los lunes al sol y nos da la versión de las relaciones laborales desde el punto de vista, esta vez, del patrón. Cinco días en la vida de Julio Blanco, un empresario de una fábrica de básculas en una ciudad de provincias, que espera conseguir un premio a la excelencia laboral y las subvenciones que esto conlleva, por lo que todos los contratiempos de última hora que amenazan el equilibrio que tanto ansía, serán salvados a cualquier precio.

Blanco es interpretado magistralmente por Javier Bardem que adapta su voz y su expresión corporal para bordar el papel de cacique paternalista con cierto carisma, un personaje un poco anacrónico (o eso espero), reflejo de muchos tópicos que bien conocemos. Es un tipo que presume de hombre hecho a sí mismo, aunque “lo único que ha hecho es ir al notario a firmar lo que ha heredado”, y que trata a sus empleados con una condescendencia recalcitrante. En algunos momentos recuerda irremediablemente al “señorito Iván” de los Los santos inocentes.

En definitiva, es una película que te hace pasar un buen rato, tiene escenas con diálogos con mucha ironía que hacen reír y situaciones que si tienes cierta edad, quién sabe, lo mismo te suenan.

Fernando León de Aranoa en la Biblioteca UPM

NHG

Magallanes, Marilyn, Mickey y fray Dámaso / Kidlat Tahimik

Kidlat Tahimik: 

Magallanes, Marilyn, Mickey y fray Dámaso. 500 años de conquistadores RockStars 

Exposición:

29 de octubre, 2021 – 6 de marzo, 2022 

Parque del Retiro, Palacio de Cristal 

Aforo covid obliga, guardo cola en la escalera del Palacio. El plácido otoño del Parque convida y acuden muchos visitantes locales, turistas, …pero justo delante de mí también unas sirvientas filipinas que han aprovechado el rato de paseo de los críos a su cargo, uniformados aún del cole, rubios como aquellos de Sánchez Mazas… Me mueven a pensar que el ciclo de esta Historia tal vez no se abre ni se cierra sino que sigue en bucle, vigente a su modo. ¿Cuáles han sido nuestras vagas nociones sobre aquel país que lleva nada menos que el nombre de un rey de España, salvo el servicio doméstico, los detalles biográficos de algunos famosos, o los mapas nostálgicos de una precaria supervivencia de la lengua castellana? 

Y por otro lado: ¿descolonizar efectivamente una joya de la arquitectura industrial decimonónica en pleno siglo XXI? Se diría que el propio Retiro, heredado por el pueblo de una antigua finca de la Corona, obtiene así también su carta de naturaleza de ciudadanía global, su declaración final de independencia. Veamos: hace más de cien años, el Palacio de Cristal fue jaula –y no de oro- para personas instrumentalizadas y deshumanizadas, en una exhibición análoga a las que se hacían en otras grandes capitales, en los circos y –en su expresión máxima- en las ejecuciones públicas (v. Gutiérrez Solana, Ramón Casas). Sobre aquel precedente y los siglos de acontecimientos que a él condujeron se cimenta la exposición actual de Kidlat Tahimik , que parece evocar con materiales y lenguaje plásticos aquel Retrato del colonizado precedido del retrato del colonizador, de Albert Memmi. 

Entramos, al fin. Fundamentalmente escultura pero también pintura, artesanía menuda, collage… Texturas rugosas, colores crudos, mimbre, madera -la que abrió los horizontes pelágicos-, tablas de salvación en un mundo insular, baqueteado por las globalizaciones pasadas y contemporáneas; misiles y carabelas, y entre figurillas selváticas nada menos que un caballo troyano: ¿la Historia que nos la juega a cada humano desde que nacemos? Respondiendo al título, se despliega mucha referencia pop, de cultura de masas, al audiovisual y al arte contemporáneo occidental; y soplan aires de los cultos cargo del Pacífico. Un conjunto que por encima de su aparente profusión formal, saturación estética y constante intención transgresora, sin embargo crea una atmósfera sacramental. Cada una de las instalaciones podría verse como un altar o capilla dentro del diáfano templo que forma el Palacio: las estaciones de una vía de reflexión para el visitante, que siente la Historia congelada en la contundencia de los hechos, y a la vez abierta a lo que después de estos últimos 500 años nos pueda deparar, a lo que hagamos con ella; con la posibilidad añadida del relato cronológico reversible o cruzado a voluntad de un espectador invitado al paseo aleatorio y a la curiosidad por anversos y reversos, exteriores e interiores.  

Para nuestra vida de hispanos de hoy día, sucesores históricos de la antigua metrópolis desalojada de Filipinas en 1898 por los Estados Unidos, el choque estético y emocional con la obra de Kidlat Tahimik puede ofrecer una jugosa lección: pensemos tan solo en el ruido de la charlatanería, en nuestra programación cotidiana por las llamadas plataformas mediáticas, y en el pulso debilitado de nuestra lengua sometida al asedio pretencioso de anglicismos banales. Muy interesante.  Y bendita descolonización, para todo quisque. 

Accesible hoja de sala publicada por el MNCARS.

Privacidad. James Graham y Josie Rourke

Cartel de la obra de teatro Privacidad, James Graham y Josie RourkePRIVACIDAD
La obra de teatro que sabe más de ti que tú de ella
Concebida por James Graham y Josie Rourke
Dirigida por Esteve Ferrer
Protagonizada por Adrián Lastra
Teatro Marquina de Madrid, desde 8 de octubre de 2021

Obra inspirada en el caso Snowden, el trabajador de la CIA que sacó a la luz los programas de vigilancia masiva que EEUU usaba sin el conocimiento ni el consentimiento de la ciudadanía.

Adrián, un dramaturgo que, atormentado por la ruptura con su pareja, se siente incapaz de escribir, visita a su terapeuta y según va conversando con él sobre su adicción a revisar las redes sociales para controlar a su expareja, empiezan a aparecer proyecciones de distintos personajes que le van instruyendo sobre el hiperconectado e hiperexpuesto mundo en el que vivimos. Estos personajes, que son académicos, historiadores, legisladores, CEOs de varias empresas, expertos en materia de ciberseguridad, publicidad y psicología, irán informando a Adrián y al público sobre los peligros a los que nos exponemos cuando navegamos por la red y participamos en las distintas redes sociales.

Un montaje teatral en clave de humor, que “rompe la cuarta pared” y hace que el público participe para ver hasta qué punto los móviles nos controlan a nosotros y no nosotros a ellos.

La primera parte es muy dinámica, divertida, y engancha, la segunda parte ya es más lenta, las interacciones con los elegidos “al azar” del público cortan el ritmo y hacen que pierdas un poco el hilo.

En conjunto es un espectáculo ameno, con una escenografía moderna y atractiva, y también didáctico, porque, aunque ya sabemos muchas cosas de cómo los móviles nos monitorizan, ¿quién se lee las interminables condiciones que aparecen antes de dar a “aceptar”? ¿Y las cookies? ¿Y las publicidades “personalizadas”? Quizás aprendamos algo nuevo en este montaje en el que seguro que en algún momento nos veremos reflejados.

NHG

Como yo los veía. Mary Catherine Bateson

Como yo los veía: Margaret Mead y Gregory Bateson recordados por su hija

Mary Catherine Bateson

Ed. Gedisa

Como yo los veía es un libro autobiográfico. Siendo los padres de la autora dos antropólogos renombrados y muy activos, el libro resulta un atribulado confín de idas y venidas e interacciones sociales con científicos de la época.

Margaret Mead y Gregory Bateson trabajando en campo

Comienza con los primeros trabajos de campo de ambos en los pueblos remotos de Nueva Guinea, sociedades que en los años 20 del siglo XX apenas habían tenido interacción con las sociedades occidentales. En aquel momento la antropología era más un arte que una ciencia, y ambos sentaron las bases de la antropología experimental desde una formación previa complementaria: psicología en el caso de Margaret Mead y Biología por parte de Gregory Bateson.

Cuando comienza la segunda guerra mundial, una parte del trabajo de George Bateson (a instancias de la CIA) se enfocó al desarrollo de mensajes capaces de desalentar a los militares japoneses analizando el efecto del contexto en la decodificación de la información.

Margaret Mead aportó su visión en el análisis de las cuestiones de género al campo de la antropología. Impresiona el impacto que alcanzó en los medios de comunicación de masas. Ambos se convirtieron en leyendas en vida.

La hija de ambos, Mary Catherine Bateson, desde una trayectoria nada convencional, no se centra en legitimar las teorías de sus padres, sino que aporta un poco de luz al transcurso vital divergente de sus progenitores. Ella a su vez se acerca a la antropología desde una formación en la ciencia lingüística, y revela unos procesos de inmersión intercultural nada desdeñables.

Tanto Gregory como Margaret combinaron sus esfuerzos para comprender los procesos biológicos y sociales con aquellos dirigidos a conocerse a sí mismos… Interesados en conocer la naturaleza del aprendizaje, aportaban un gran cuidado y elegancia al acto de enseñar

Margaret Mead en la Biblioteca UPM

Gregory Bateson en la Biblioteca UPM

El molino de momias. Petr Stančík

Cubierta de El molino de momias, Petr StančíkBarcelona : Tropo, 2016
Traductor: Daniel Ordóñez
Mlýn na mumie (2014)

No me puedo resistir a un paseo por las calles de Praga, así que cada vez que veo la oportunidad me pongo las gafas de leer y me pierdo en la ciudad recreada por algún narrador que la conozca bien. En esta ocasión, las calles que visito son las de la Praga de 1866, durante los meses previos al estallido de la guerra austro-prusiana. Y la mano que me guía es la inventiva de Petr Stančík, cuya novela El molino de momias fue galardonada en 2015 con el premio Magnesia Litera en categoría de Ficción.

Cubierta de Mlýn na mumie, Petr StančíkY aunque la trama de la novela sea pura ficción -la persecución de un asesino en serie que va decorando las calles con cadáveres notablemente aporreados-, el trabajo de documentación realizado por el autor sobre la vida y el ambiente de Praga en esa época y la cantidad de historias que cuenta sobresalen y tal vez podría decirse que protagonizan el relato. Con permiso del comisario Durman, claro, a quien acompañamos, no solo en su casi siempre desorientada investigación, sino sobre todo en sus arrebatos pasionales tanto gastronómicos y cerveceros como libidinosos. Del placer al dolor y viceversa. Mesones, tabernas y burdeles ofrecen en esta novela una buena cantidad de recetas recargadas y sin duda sorprendentes.

Historia, realismo, hechos sobrenaturales, humor y unos cuantos cambios de registro se alternan a lo largo de estas páginas que suponen un divertido entretenimiento y una mirada más a una ciudad literariamente inagotable.

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