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La prueba de madurez
Por medio de una donación de la Biblioteca de Campus Sur, nos ha llegado este singular documento histórico que nos retrotrae a los años cincuenta. ¿Qué os parece?
En este pequeño folleto, de tan sólo 15 x 10,50 cm, el Instituto Editorial Reus daba la relación del temario que comprendía la “prueba de madurez” para el ingreso en las Escuelas de Peritos Industriales. Corría el año 1956, y en ese momento se requería también haber cursado y superado el Bachillerato Superior.
A lo largo de sus nueve páginas aparecen desglosados los seis grandes bloques temáticos sobre los que versaría ese cuestionario de acceso al grado medio de los Peritos Industriales, esto es: Matemáticas, Geometría, Álgebra, Trigonometría, Física y Química.
En su contraportada, se destaca la disponibilidad de un “profesorado competentísimo“, así como otros servicios ofertados por el Instituto Editorial Reus.
¿Es una auténtica perla?
Entre páginas
En esta ocasión entre páginas nos ha quedado a perpetuidad el arte efímero de las calcomanías. Son un clásico de la infancia, ¿quién no se ha puesto una alguna vez en la vida?
“He querido escribir en broma un libro en serio” dice Fernando Nicolaÿ, autor de “Los niños mal educados: estudio psicológico, anecdótico y práctico” publicado en Barcelona en 1904. Como si esos niños “mal educados” le hubieran gastado en serio una broma, en las hojas de guarda, con el logo del editor Gustavo Gili, hay calcomanías de animales, personajes y frutas. En una acción que se podría considerar de mala educación.
El paso del tiempo ha amarilleado el papel de nuestro ejemplar y lo ha vuelto quebradizo, quizá también ha pasado con algunos contenidos o juicios. Pero si como Nicolaÿ comienza en el prólogo “si el asunto de que vamos a tratar es tan antiguo como el mundo, es asimismo siempre moderno como la actualidad…” es bien seguro que habrá consejos a tener en cuenta un siglo y pico después.
"La obra es de perpetua actualidad; es el libro de los padres, de las madres, de los hermanos mayores, de las personas que en el hogar doméstico habrán de ir formando al niño como ser moral y social; es el libro de las casas de educación; el maestro, el pedagogo, el vigilante, el superior, todos necesitan conocer ese arte dificilísimo de la educación, base de la vida. No se comprende que este libro esté ausente en casa alguna. Es el Mentor diario de los que en sus manos tienen de alguna manera la suerte de la sociedad humana. Emilio A. Villelga Rodríguez. El correo de Galicia, Santiago 29 de octubre de 1903"
Es la opinión de un lector gallego de principios del siglo XX. Una de las muchas reseñas y cartas de lectores de periódicos de 1903 de España, México, Buenos Aires,… que se recogen en la sección Juicios de la prensa de esta tercera edición española, traducida de la vigésima francesa por A. García Llansó —en Francia la obra fue premiada en 1892 por la Academia de Ciencias Morales y Políticas .
Érase un catálogo de librería
“¿Hay en España algún libro reciente que trate de las costumbres y geografía humanas de tal o cual región? ¿Dónde podría enterarme de todas las obras que escribió Galdós y cómo podría adquirirlas? ¿Hay en el comercio una edición de las obras completas de Joaquín Costa?”
Estamos en 1932, Miguel Artigas, director de la Biblioteca Nacional, no tenía Google para resolver estas preguntas que recibía por carta de entidades de cultura o de aficionados a nuestras letras.
Por eso “Catálogo general de la librería española e hispanoamericana” —costeado y publicado por las Cámaras Oficiales del Libro de Madrid y de Barcelona, con prólogo de Miguel Artigas— era tan importante: porque daba respuesta a esas preguntas buscando en un solo lugar. Lo mismito que Google, salvando las distancias en el tiempo.
Prologado por Miguel Artigas, este catálogo, redactado por una comisión de técnicos dirigidos por el bibliotecario Agustín Ruiz Cabriada, jefe del Registro de la Biblioteca Nacional, recogía toda la bibliografía española contemporánea. Abarcaba las obras publicadas en España y en la América española en lo que iba de siglo, de 1901 a 1930. Una obra colectiva que era la suma del contenido de muchos catálogos de librerías que se examinaron cuidadosamente, ordenando todas las entradas “por orden alfabético de autor, desechando los repetidos y unificando los que siendo iguales parecían distintos”. Para apurar la información los autores del catálogo además “repasaron, una por una, los centenares de millares de papeletas que forman el índice alfabético de autores de la Biblioteca Nacional”.
En la biblioteca ETSIDI solo tenemos los tres primeros volúmenes, así que solo podemos contestar a la última pregunta que le hacían a Miguel Artigas. La respuesta está en el volumen I (1932) que recoge los autores de la A-CH: Sí, hay una edición en el comercio de las obras completas de Joaquín Costa publicadas por la editorial V. Campo y Cía de Huesca en 1911. En el volumen II (1933) D-G pensábamos que estaría la respuesta a la pregunta sobre Galdós, y aunque está recogida esa entrada, Galdós, nos remite a Pérez Galdós que estará en el volumen IV N-Q que fue publicado en 1944. La primera pregunta también la dejamos sin respuesta. Para contestarla hay que consultar el volumen V R-Z (1951) que incluía un “utilísimo catálogo por materias”. Si no te quieres quedar con la duda puedes encontrar las respuestas visitando la Biblioteca Nacional donde tienen los cinco volúmenes de los que consta este “Catálogo general de la librería española e hispanoamericana” .
“Libreros y Bibliotecarios trabajamos con la misma materia; nuestros intereses en modo alguno son opuestos y nuestros fines se completan mutuamente. ¿Por qué no han de marchar de acuerdo los afanes y los trabajos?” (Miguel Artigas, 1932)
Porque —como apunta el director de la Biblioteca Nacional, Miguel Artigas, en ese prólogo de 1932— trabajamos con la misma materia, hoy 11 de noviembre, felicitamos a las librerías en su día, el Día de las Librerías, y lo hacemos con lo que nos une, con un catálogo de libros.
Las librerías hoy, 11 de noviembre, te hacen un 10% de descuento y te ofrecen muchas actividades y muchos libros. Date una vuelta y consulta en vivo sus catálogos.
Nos las ingeniamos para celebrar el verano con música
La música es como las imágenes: una melodía vale más que mil palabras.
Así que lo decimos con música, si sabes interpretar partituras nos entenderás mejor.
En Ingenio también hay música, en los libros, como en este de 1848 de Franscisco Andreví, presbítero, “maestro de capilla que fue de la Real de S.M. Católica el Sr. D. Fernando VII (Q.E.P.D.)”.
“Al dar al público mi Tratado de Armonía y Composición, escrito expresamente para mis discípulos, no he tenido otra mira que la de poner al alcance de todos el conocimiento simplificado de las reglas de este arte. Me lisonjeo de haber allanado las dificultades que su estudio presenta a los aficionados, enseñando la composición correcta de la música libre, así como de la imitativa y expresiva, refundiendo las reglas de la escuela antigua con las de la moderna” Francisco Andreví. Tratado Teórico-Práctico de Armonía y Composición. Barcelona, 1848. Signatura 3579. Biblioteca ETSIDI
Una búsqueda avanzada en Ingenio por la materia Música utilizando los filtros Catálogo y Biblioteca ETSI Diseño Industrial nos devuelve 8 resultados.
Los tiempos están también para ver que hay en línea. En otra búsqueda avanzada por la materia Música en Biblioteca digital, el resultado es abrumador, imponente, majestuoso —más de 47000 resultados—, como lo es la Música.
Entre páginas
Aritmética, álgebra, química, mecánica, da igual lo que estés estudiando, las hojas en sucio son comunes a todas las asignaturas y a todos los tiempos.
A finales del siglo XIX el francés, el inglés y el alemán se disputaban ser el idioma de la ciencia. Ponerse con un problema de mecánica de “Traité de mécanique: statique et cinématique” de Louis Marius Arnal publicado en París hacia 1890 , requería coger una cuartilla y hacer la traducción a pluma.
Otro estudiante parece que empezó con fuerza desde el principio copiando las definiciones de axioma, proposición, teorema, principios e hipótesis, algunos de los términos que aparecen en el “Curso superior de aritmética y cálculos mercantiles” —un libro del alumno que debió de ser un top de préstamos en su momento porque está muy deteriorado por el uso con sus hojas despegadas de la encuadernación— de G.M. Bruño. Un autor prolífico y multimaterias. Y si no echa un vistazo a sus obras en Ingenio.
El truco es que G.M. Bruño no era uno, eran muchos. Los autores de la conocida editorial Bruño eran Hermanos de la Salle que ejercían labores docentes. Para todos los manuales de todas las materias la editorial —en origen francesa, Brunhes— decidió utilizar el nombre común G.M. Bruño, que es la castellanización de Gabriel Marie Brunhes, superior general de los hermanos de la Salle en Francia entre 1897 y 1913.
Más reciente parece la hoja arrancada de una libreta en el tomo II de Química Inorgánica del “Prontuario de Química usual moderna” de 1933 , libro que recién publicado llegaría como novedad a la biblioteca de la entonces Escuela del Trabajo de Madrid (1932-1939) ubicada en Alberto Aguilera, 25. Su autor Josep Baltà Rodríguez de Cela (1866-1937),
perito químico y mecánico por la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, licenciado y doctorado en Ciencias Físicoquímicas, logró la cátedra de "química aplicada a las artes de la enseñanza de peritos mécanicos y químicos" en 1902 y desde 1904 fue profesor de "Análisis Químicos", "Electroquímica" y "Química general" con el grado de catedrático en la Escuela Industrial de Tarrasa de la que fue director desde 1908. Josep Baltà Rodríguez de Cela en Ingenio
Entre las páginas de “Lecciones de álgebra elemental y superior” de Charles Briot de 1880 estaba la última cuartilla amarilleada por el tiempo. En una caligrafía elegante a pluma, un nombre y una fecha:
Diego Navarro Fernández, Madrid 15-11-1949
Diego Navarro Fernández fue militante de la organización clandestina socialista en Sevilla. Finalizada la guerra civil fue detenido y condenado a 14 años de reclusión en Consejo de Guerra. Recorrió varios centros penitenciarios de España hasta que salió de la cárcel en libertad condicional en noviembre de 1948
Te preguntarás que por qué damos por hecho que el autor de estos apuntes manuscritos es él. Bueno porque según la biografía que hemos encontrado, ese Diego militante republicado y encarcelado trabajó en Sevilla en la academia de Urbano Orad de la Torre , militar republicano que también estuvo en prisión hasta 1946 y que después fue profesor de matemáticas en su propia academia, “Academia Orad”. Quizás Diego estuviera en Madrid después de salir de la cárcel, estudiando, preparando clases o impartiéndolas hasta que se trasladó a Sevilla, su ciudad natal, donde comenzó a dar clases en la academia de otro compañero republicano.
El sello de portada nos dice que este libro fue adquirido en la Librería Internacional Romo y Füssel de la calle Alcalá, 5 de Madrid y tuvo que ser entre 1891 y 1904 porque después cambió de nombre a Librería Adrián Romo.
Al carecer de sellos institucionales es probable que este ejemplar llegara a nuestra biblioteca fruto de una donación. Aunque si esas huellas hablaran….
Entre páginas
Una carta olvidada en un libro ha sido una cápsula del tiempo que nos ha permitido conocer a Luisa Cuesta Gutiérrez (1892-1962), bibliotecaria en la Escuela de Peritos Industriales entre 1941 y 1945.
La carta nos lleva hasta 1945, la remite un compañero de promoción de Luisa, José María Castrillo, por entonces director de las bibliotecas populares de Madrid. En ella se invita a Luisa a participar en un homenaje a otros tres compañeros de promoción por el último nombramiento de uno de ellos, Miguel Bordonau, como Inspector General de Archivos en 1945. Los otros dos compañeros a los que hace referencia la carta son Joaquín María de Navascués, Inspector General de Museos Arqueológicos desde 1940 y Enrique Sánchez Reyes, Inspector General de Bibliotecas desde 1942. Los cuatro habían aprobado las oposiciones al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos en 1921. Para Luisa, que aprobó con el número 16, era la tercera oposición que aprobaba.
La carta estaba entre las páginas del libro “Historia General de España” de Modesto Lafuente de 1888 con el que seguro que Luisa estaba preparando alguna de sus clases. Porque por entonces, 1945, además de directora de la biblioteca de la Escuela de Peritos Industriales de Madrid, a donde llegó en noviembre de 1941, Luisa era profesora “ayudante interino gratuito” en el Instituto Cervantes en la cátedra de Geografía e Historia, cátedra a la que había opositado en 1941 ya que en 1920 había obtenido una plaza de profesora de Enseñanza Media.
El Instituto Cervantes casualmente está y estaba aquí al lado, en la glorieta de Embajadores, pero la entonces Escuela de Peritos Industriales estaba desperdigada por varios edificios en las calles Flor Alta, Marqués de Leganés, Dos Amigos y San Bernardino. Luisa comenzó a trabajar en la biblioteca cuando estaba en la calle San Mateo, 5 y era Escuela Superior de Trabajo. Fue en noviembre de 1942 cuando la biblioteca se traslada a la calle San Bernardino número 3, a la antigua fábrica de pianos Montano, ocupando el salón donde antiguamente se exhibían los pianos. En esta ubicación Luisa compartió trabajo con su hermana Modesta que se incorpora a la biblioteca de peritos en agosto de 1943.
Entre páginas
José A. Pérez Vega se formaba como Perito Eléctrico en el curso 1958-1959, aquí en este mismo edificio de Ronda de Valencia, cuando era Escuela Técnica de Peritos Industriales. Era su tercer año y en la asignatura de “Educación física y deportiva” obtuvo un aprobado. Con su papeleta de aprobado parece que se relajó de flexiones y carreras viendo este libro “Las bellas artes: historia de la arquitectura, la escultura y la pintura” de Don José Manjarrés de 1875 , ilustrado con 200 grabados donde hemos encontrado su calificación.
Otra de las papeletas de calificaciones no tiene nada que ver con los estudios de ingeniería industrial, pero la hemos encontrado en un libro de nuestro fondo. Es del alumno Miguel Rodríguez Sandoval que se preparaba en 1949 en la Academia General del Aire. Por sus calificaciones entre 4 y 6 el director le puso la siguiente nota: “Si se quiere ser cadete hay que estudiar mucho más desde ahora”. Parece que Miguel se puso las pilas y para superar el 4,10 en trigonometría se preparó la asignatura con este libro “Tratado de trigonometría rectilínea y esférica” de Luis Octavio de Toledo publicado en 1934 . Google nos ha chivado que consiguió sus propósitos porque en 1950 fue admitido a un curso de pilotos de complemento en la escuela militar de El Copero en Sevilla y en 1953 fue ascendido de sargento a brigada de complemento del arma de aviación. Lo que no nos ha dicho Google es cómo llegó este libro a nuestra biblioteca o por qué lo tenía Miguel, que dejó su nombre escrito a lápiz en una de las páginas.
De Ismael Vela Zamora nos hemos quedado con las ganas de saber qué nota sacó en la asignatura “Nociones de expresión gramatical” cuando cursaba estudios en la Escuela Elemental del Trabajo dependiente del Instituto de Formación Profesional Obrera. Era el curso 1933-1934, el primero en el que se cursaron los estudios industriales en grado elemental y superior en el edificio del antiguo Instituto Católico de Artes e Industrias de los Jesuitas situado en la calle Alberto Aguilera, 25, que en 1933 había sido cedido por el Gobierno de la República al Ministerio de Gobernación e Instrucción Pública que instaló allí las escuelas hasta 1936, cuando la guerra civil paralizó la actividad académica.
Y a ti, ¿qué tal te ha ido en los exámenes?
Japón más cerca: una novela
Damos la bienvenida a la exposición “Struggling cities: from Japanese Urban Projects in the 1960s” que está en el vestíbulo desde hoy 15 de enero hasta el 14 de febrero, con este libro de nuestro fondo, “Masako”, la novela más conocida y estimada por el público de la escritora franco-japonesa Kikou Yamata (1897-1975) que se publicó por primera vez en 1925.
Esta primera edición en español de la editorial Cristal publicada en 1941 cuenta con ilustraciones pintadas a mano por Félix Torres de Vera en el frontispicio, la portada y la decoración de cada página.
~Masako es una joven japonesa de principios del S. XX, hija de una importante familia que, tras sus estudios en un internado católico, se traslada a vivir con sus tías mientras éstas se dedican a la labor de buscarle marido. Encuentran a un joven de buena familia al que consideran adecuado para ella y dan el visto bueno a su compromiso. Todo parece ir bien hasta que descubren que Masako y Naoyoshi, su prometido, realmente se han enamorado~
“Representa la lucha entre los viejos prejuicios y el espíritu de independencia de una joven japonesa. Leyendas y símbolos, paisajes y reflexiones seducen por su belleza y su penetrante sugestión lírica; en su admirable sencillez está la grandeza de la obra” —así se describe esta novela de Kikou Yamata en el prólogo de esta edición.
Japón más cerca (otras obras sobre Japón en Biblioteca ETSIDI)
Entre páginas
Este entre páginas tiene nombre propio: Mariano Bosch.
En los tres volúmenes de “Nuevo Colón ó sea tratado del derecho militar de España y sus Indias” escrito por Alejandro de Bacardí en 1851 hemos encontrado todos estos retazos de papel manuscritos, que su propietario había usado para marcar páginas y que a nosotros nos han servido para tener la certeza de que estos libros pertenecieron a Don Mariano Bosch y Arroyo.
En varios de estos retazos podemos leer Mariano, Bosch o Mariano Bosch. Dos de ellos son cartas dirigidas a Mariano Bosch, en otro podemos ver parte de la filigrana de un escudo de la reina Isabel II y otro tiene impreso un membrete “Tenencia de Rey de la plaza de Puerto Rico”.
Lógico que Don Mariano Bosch tuviese este libro de derecho militar de España y sus Indias porque fue un ingeniero militar con grado de coronel que solicitó destino en Puerto Rico en 1854 y allí permaneció hasta 1864, en pleno reinado de Isabel II (1833-1868), por eso ese pedazo de papel con la filigrana “[reina de las E]spañas Isabel 2” y el impreso con membrete de la “Tenencia de Rey de la Plaza de Puerto Rico”.
Imposible saber quién dirigió esa carta rasgada a la mitad a Mariano Bosch fechada en Puerto Rico en 1853 —quizás algún amigo o familiar porque Don Mariano Bosch había nacido en Puerto Rico en 1828— o quién era el presidiario Pedro Marcano que “según Juan Montalvo no había fallecido” como le cuentan a Don Mariano en esa misiva en papel gris azulado.
Ninguno de los tres volúmenes de este tratado de derecho militar tiene ni un solo sello que nos pueda dar una pista de si han pertenecido a alguna biblioteca o de en qué momento llegaron a los fondos de la biblioteca de peritos. Esta ausencia de sellos y todos estos retazos con nombre propio nos llevan a pensar que este tratado era un libro personal de Mariano Bosch que se llevó con él a Puerto Rico para poder resolver sus dudas a la hora de aplicar el derecho militar, por lo que en algún momento consultó en estos tres volúmenes diferentes apartados —casos en que no vale el fuero militar, de los honores militares, riñas y robo, reglamento de la orden de San Hermenegildo, ejecución de la pena de muerte y de los consejos de guerra de oficiales generales— como atestiguan estos peculiares marca páginas.
Era Mariano Bosch también hombre de letras —fue jefe del archivo en la Dirección General del Cuerpo de Ingenieros de Madrid desde 1868 y redactor de la revista Memorial de Ingenieros del Ejército desde 1876 hasta su fallecimiento en 1888— y quizás por donación o regalo de Don Mariano —en una memoria de la Biblioteca Nacional de 1876 figura su nombre como donante de varios libros— o de sus familiares estos tres volúmenes llegaron a alguna de las bibliotecas que han nutrido el fondo de lo que hoy es la Biblioteca de la ETSIDI-UPM.