Alejandra Pizarnik
AMANTES
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una flor
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Blog de animación a la lectura de la Universidad Politécnica de Madrid
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Estos diarios que podíamos llamar íntimos tienen un interés múltiple. Además de trasladarnos a la vida cotidiana del matrimonio Jimenez Camprubí nos muestran la vida del exilio español en América durante, y después, de la Guerra Civil española.
Zenobia, aunque nacida en Cataluña, era la hija de un ingeniero de caminos navarro y una rica norteamericana de origen puertorriqueño. Sus padres se separaron pronto y ella pasó temporadas en EEUU, donde tenía familia y amigos, y otras temporadas en España donde vivía su padre.
Conducía su coche, viajaba sola por el mundo, puso una tienda de artesanía popular en Madrid en los años 30, era una lectora incansable y formó parte del Lyceum Club Femenino de Madrid donde conoció a mujeres como María de Lejárraga, Victoria Kent o Carmen Baroja. Era una mujer moderna.
Era además alegre, cosmopolita y muy sociable, y aunque estaba lejos de ser una intelectual, si era una mujer culta. Escribía desde niña sus diarios y sus relatos en los dos idiomas. El primero de ellos se publicó en 1902 cuando tenía 14 años.
Conoció en 1913, en Madrid, a Juan Ramón Jimenez, se casaron en 1916 en Nueva York y le dedicó su vida entera desde entonces.
Durante el larguísimo viaje que hizo el poeta solo desde Madrid hasta Nueva York para casarse, tomó notas por tierra y por mar, y esas notas serían luego su obra titulada Diario de un poeta recién casado.
Vivireron en Madrid hasta que empezó la Guerra Civilº y se marcharon exiliados a América, nunca volvieron.
En el terrible exilio escribió estos diarios intimos que publicó Alianza y que eran el lugar donde se encontraba con ella misma, donde recuperaba la fuerza que le era necesaria para seguir con una vida tan difícil e ingrata como la que le tocó vivir.
Sus páginas están llenas de España; esperar noticias de la Guerra Civil, de los amigos, de los familiares, (en el frente del Ebro murió un sobrino de JRJ), la preocupación constante por los niños españoles, por sus papeles que ¿seguían? en su casa de Madrid. En América se relacionan con otros intelectuales españoles exiliados, no tienen apenas dinero, ella da clases de español para aliviar la situación, el se deprime tan lejos de su paisaje y tan solo, ella le intenta animar de mil maneras. Soledad, añoranza, y una manera de contar su día a día con una frescura y una verdad que atrapan.
Los tres lugares donde vivieron el exilio se corresponden con los tres tomos de la obra:
Cuba (1937-1939)
Estados Unidos (1939-1950)
Puerto Rico (1951-1956)
Zenobia hizo de agente literario, de psicólogo, de secretaria, de enfermera, de traductora y renunció a todo su mundo, sus amigos, su familia, sus viajes y su bienestar por Juan Ramón Jimenez y su obra. En ocasiones, cuando conocía a algún profesor interesante en la universidad donde daba clases le pedía que fuera a su casa para que estimulara la mente de Juan Ramón.
29 de noviembre de 1937. Lunes
Por la tarde me quedé en casa leyendo y escribiendo. J.R. tenía visita y me trajo un pequeño ramito de rosas para que me hicieran compañía mientra él estaba fuera. Siempre hace estas cosas tan calladamente que una tiene que mirar alrededor para descubrir que las ha hecho. Muy pocas veces es efusivo, pero constantemente tiene estas manifestaciones silenciosas de la emoción de su espíritu.
Anónima, Una mujer en Berlín.
Barcelona: Anagrama, 2007
“Ahora que todo ha desaparecido y tan sólo me queda una maleta pequeña con ropa, me siento desnuda y ligera. Como ya no poseo nada, me siento dueña de todo. “
Berlín, abril, 1945. El cerco sobre la ciudad se cierra. Los cañones del Ejercito Rojo disparan sin piedad a la capital del Reich. Miles de civiles mueren a manos de los soldados soviéticos.
La guerra está perdida. ¿Y ahora?, cuál es el futuro, qué va a ser de la ciudad, de sus bienes, de sus habitantes…No hay duda, se convertirán en botín de guerra. Todo aquello que se pueda llevar consigo, aunque tenga un mínimo valor es objeto de codicia, de pillaje… también las mujeres.
En ese mundo de cobardía, depravación, miseria moral, hambre, una mujer trata de sobrevivir a todo eso. No se puede eludir, está ahí, al acecho, antes o después va a golpear con su garra pero tenemos que sobrevivir a ello ¡sobrevivir! ¿Cómo hacerlo?, un diario es el instrumento. Hay que dar cuenta de todo lo que acontecerá, es la tabla de salvación para alejarse del derrumbe moral que acecha a los habitantes de esa ciudad.
“Una y otra vez nos damos cuenta de los objetos de dudoso valor que nos ha procurado la técnica. No tienen ningún valor en sí, son valiosos siempre y cuando haya una conexión o un enchufe. El pan tiene un valor absoluto (…). En cambio la radio, la cocina de gas, la calefacción central, el hornillo eléctrico, todos esos grandes regalos de la era moderna no son más que un lastre inútil en cuanto falla la central (…). Somos habitantes de las cavernas”.
Una mujer en Berlín se publicó por primera vez en 1954 en versión inglesa. Años mas tarde se publicó en Alemania pero fue fríamente acogida. Estaban los acontecimientos muy cerca. Los hombres no salían muy bien parados y la mujeres no querían hablar de “eso” como se decía durante aquella primavera de 1945. Había que mantenerlo oculto, había que olvidar. Esto hizo que no se editará de nuevo en Alemania hasta la muerte de la autora ya que ésta lo había prohibido.
Desde el 20 de abril hasta el 22 de junio de 1945, la autora recogió prácticamente a diario su vida en una ciudad rota, angustiada, destruida. Una ciudad a merced de los soldados del Ejército Rojo que durante una semana saquearon la ciudad y violaron alrededor de cien mil berlinesas. Episodio este, el de las violaciones, que se consideró tabú durante mucho tiempo. Todo aquello que conocíamos ha desaparecido, ese mundo que vivimos ya no está, ahora es otro. La naturaleza humana es otra o ¿es la misma?
Es un relato de enorme fluidez, de enorme intensidad y tensión dramática.
Pero quién era esa autora que describió de forma tan exhaustiva esos días tan aciagos. Una mujer cosmopolita, con estudios, que trabajaba en el mundo editorial, que viajaba, que tenia cultura, sí todo eso pero antes que nada era…una mujer en Berlín.
“Tengo que pararme a pensar. Qué grande es nuestra miseria espiritual (…) El futuro pende, plomizo, sobre nosotros. Yo me resisto, intento mantener encendida la llama en mi interior. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué hacer con mi vida? Estoy desesperadamente sola como para intentar dar una respuesta”.
Una mujer en Berlín en la Biblioteca UPM
“Uno no comprende realmente a una persona hasta que no se mete en su piel y camina dentro de ella”.
Harper Lee con Gregory Peck durante el rodaje de la película.
Novela terrorífica donde las haya, Zombi, de Joyce Carol Oates, cuenta los infructuosos intentos de Quentin P. -treintañero nacido en Mount Vernon, Michigan, y adorado por su dulce abuelita- por crear un zombi que le sirva en su disfrute, un ente incapacitado para emitir juicio alguno y que cumpla cada uno de sus deseos sexuales o de amor incondicional. Para ello, dotando a sus decisiones de una lógica implacable, selecciona víctimas invisibles, ciudadanos marginales, borrachos, drogadictos sin hogar a los que nadie va a echar en falta y les somete a los procedimientos que ha estudiado, consultando la literatura disponible sobre la práctica de lobotomías, en la biblioteca de la universidad, principalmente el libro Psicocirugía del doctor Walter Freeman y el doctor James W. Watts, quienes realizaron numerosas intervenciones en los años cuarenta y cincuenta. El primero de ellos inventó el escalofriante (e inspirador para nuestro protagonista) procedimiento de la lobotomía del picahielo o lobotomía prefrontal.
Hace cinco años en un arrebato por cambiar mi vida se me ocurrió por primera vez la idea de crear un ZOMBI para mis propios fines.
La novela está escrita en primera persona, a modo de diario, lo que la hace verdaderamente terrorífica. Es el propio Quentin quien relata, desde su distorsionado punto de vista y con un lenguaje lleno de tics, arrebatado por su sed implacable, los detalles más sórdidos de la historia. Así, en la primera parte, titulada “Libertad condicional” veremos a través de sus ojos cómo fracasan sus intentos de crear a su zombi, la horrible muerte de sus primeras víctimas (de las que sólo conocemos los apodos que él les asigna: Guantesdeconejo, Ojosdepasa, Grandullón…) trinchados de forma chapucera con un picahielos. Crímenes a los que puede libremente dedicarse gracias a que su padre, un profesor universitario con importantes contactos en los altos estamentos de la ciudad, consiguió tiempo atrás que un episodio de abusos a un menor de raza negra quedara en mera falta, que se castigó con libertad vigilada aderezada con unas infructuosas sesiones de psicoterapia que Quentin compatibiliza a la perfección con sus carniceras intervenciones. En la segunda parte, “Cómo ocurrieron las cosas”, Quentin es consciente del grave error estratégico que comete al enamorarse incontroladamente de un joven universitario blanco, al que apoda Ardilla y al que tratará, cómo no, de convertir en su querido zombi. ¿Será demasiado imprudente para nuestro angelito un capricho tan arriesgado? No cuento más.
Intensa novela de terror psicológico cuyas fibras se van metiendo página tras página en la piel, como delgadas agujas o plateados bisturíes, como un picahielos enmohecido en el sótano de una mente perturbada, pero de ejecución lógica e implacable.
Joyce Carol Oates, novelista, cuentista, autora teatral, editora y crítica estadounidense, ha sido candidata al Premio Nobel de literatura en numerosas ocasiones.
Joyce Carol Oates en la Biblioteca de la UPM