¡Soy un vejestorio comunista! Dan Lungu.

Portada Soy un vejestorio comunistaDan Lungu. ¡Soy un vejestorio comunista! Ed. Pre-textos, 2009.

 

El rumano Dan Lungu publica su primera novela en España, ¡Soy un vejestorio comunista!

¿Cómo puede uno sentir nostalgia de un régimen que le privó de sus libertades? Es la pregunta que rondaba la cabeza del autor después de haber conocido a una anciana comunista que añoraba el régimen de Ceaucescu, que cayó en 1989. De ahí surgió el personaje de Emilia Apostoae (el” vejestorio comunista”). La historia está hecha a base de flasback que nos describen escenas del pasado (comunismo) y el presente (democracia) y nos permiten conocer su vida: la huida del campo a la ciudad , su juventud, su trabajo en la fábrica, su matrimonio con Tucu…

No es un libro de respuestas definitivas sino un puzle de experiencias y sentimientos y demuestra que una misma realidad puede ser vivida de muchas formas según quien la cuente. Como le dice Dña. Rozalia, amiga y vecina de Emilia:

“Querida señora, éste es mi comunismo: el que le quitó el taller a mi padre, el que me corto de niña el sueño de ser pintora y el que me privó de colores toda la vida”.

Una declaración que contrapone la idea que Emilia tenía del comunismo.Cartel propagandistico de Ceausescu

También Alice, su hija, que ahora vive en Canadá y forma parte de una asociación rumana en ese país plantea a su madre la contradicción de su añoranza por un régimen dictatorial. Los conflictos surgen ante las próximas elecciones, ya que la hija le pide su voto por la democracia y en contra de los excomunistas. Junto a la ironía y el humor, Lungu utiliza cierta tristeza y ternura en su intento por desvelar los mecanismos de la nostalgia y resolver ese enigma psicológico.

-Bien, entendido…pero ¿qué es lo que hizo de extraordinario por ti el comunismo, mamá, para que no quieras soltarlo de los brazos? Aparte de mentiras, terror, colas, miedo… ¿qué otra cosa hizo?

– Yo estoy hablando de mi vida, Alice, no de la de los demás. Primero y principal, el comunismo hizo de mí una mujer de ciudad.

– Si no…

– Déjame treminar. Si no se hubiesen construido fábricas, carreteras, pisos… pero sobre todo fábricas…  nosotras dos, Emilia y Alice, a estas horas estaríamos pisando tezic hasta que se nos cayeran los pies a trozos, en una aldea perdida en medio del fango.

-Pues no estoy de acuerdo. De haber vivido bajo el capitalismo, se habría hecho todavía más…

– Por el momento, quien los hizo fue el comunismo. Si los hubiese hecho el capitalismo, habría estado de su parte…

Especialmente divertido es el relato de los fastos que se organizan ante la visita de Ceausescu: las fábricas se dejaban limpias y como nuevas, los empleados llevaban los uniformes de seguridad, …hasta se quitan las vacas negras de la manada porque no dan un tono optimista y se les lacan las pezuñas….

Fotografia de Dan LunguDan Lungu, nacido en la ciudad rumana de Botosani en 1969, es novelista, sociólogo y profesor de la Universidad Alexandru Ioan Cuza de Iasi. Sus novelas han sido traducidas a diez idiomas europeos, entre ellos francés, alemán e italiano. Entre las distinciones que ha recibido destacan dos nominaciones al prestigioso premio de literatura europea Jean Monnet en 2008. ´El paraíso de las gallinas´ fue considerado libro del mes en Alemania en diciembre de 2007 y su traducción al francés encabezó durante cuatro meses la lista de libros más vendidos de la editorial Jacqueline Chambon.

El maestro de almas de Irène Némirovsky

El maestro de almas. Irène Némirovsky

Barcelona: Ediciones Salamandra, 2009

Dario Asfar es un joven médico que trata de abrirse camino en su profesión. Su origen extranjero hace que solo despierte recelo y desconfianza entre sus potenciales clientes en la Francia de entreguerras. En un mundo de apariencias, en el que hay que mostrar un bienestar que no se tiene, Dario Asfar solo obtiene fracasos. Quiere huir de su origen miserable, de su realidad de perdedor. No lo consigue. Tiene una mujer y un hijo que alimentar. Está cargado de deudas. Está desesperado. Su sueño de labrarse una carrera se disipa. Cómo cambiar su destino, cómo olvidar que es heredero de “toda una raza de muertos de hambre”. La solución; se convierte en un maestro de almas, en un sanador de conciencias.

“Miró a Wardes y de pronto pensó: lo que une a toda la gente que está aquí, lo que los asemeja, no es la necesidad de dinero, como cree Elinor, o de diversión, sino la necesidad de aguantar constantemente. De aguantar más que el adversario. De ocultar sus debilidades, sus heridas. Porque el temple de sus nervios es el único capital del cual obtienen la fuerza. ¡Cuántas enfermedades, angustias, fobias inexplicables para los desgraciados condenados al éxito perpetuo! ¡Ah si yo me atreviera…! Lo que necesitan es un confesor, alguien que conozca sus sucios secretos, los escuche y los despida con un ego te absolvo; que, sobre todo, les permita hartarse sin remordimientos…¡Qué los droguen, eso es lo que necesitan!…”Tienes que medicarme, doctor” – Sí, primero confesarlos y después drogarlos.”

El doctor Asfar encuentra en las miserias humanas el medio para escapar de la pobreza. ¿Sus clientes?, aquellos que piensan “que su edad quedará abolida, que su sangre fluirá tan deprisa como antes, que recuperarán el apetito, el fresco aliento de los veinte años, que olvidarán su vida (los remordimientos, las deudas, el dinero, las preocupaciones, los amantes, los hijos…)” o aquellos  que como el financiero Warder  “había entregado su alma a los demonios”.

Pero eso supone convertirse en un lobo al acecho, supone perder los escrupulos y renunciar a su alma. Él que se ocupa de curar las almas de otros, renuncia a tener la suya sana, tenerla limpia.  Solo importará  el dinero de sus pacientes. Solo eso. No quiere volver a pasar hambre. Tiene la medicina que cure las conciencias y espiritus atormentados de aquellos que se acercan desesperadamente a él. Conoce el secreto. El salvará sus almas aunque suponga un precio muy alto,“Porque cuando alguien sale de su manos, ya no puede decir que su alma le pertenece.”

Pero el pasado siempre vuelve y nunca lo hace solo,Cuando el pasado reaparece en la vida de un hombre, nunca lo hace con los rasgos de un solo rostro, lo acompaña el cortejo de los amigos, los amores, los remordimientos olvidados.”

El maestro de almas fue publicado por primera vez el 18 de mayo de 1939 en el semanario Gringorie con el  título original de Les Échelles du Levánt por Irene Nemirovsky.

Irene Némirosky (Kiev, 1903- Auschwitz, 1942) se dio a conocer en el Paris de antes de la guerra con David Golder, publicada en 1929.

Otras novelas, Suite Francesa,  El ardor de la sangre, El baile, El caso Kurilov, etc

Irène Némirovsky en la Biblioteca Universitaria

La buena Tierra: (Quizás somos hermanos… esperamos verlo)

 

Pearl S. BuckLa buena tierra

Pearl S. Buck

 

Según la filosofía oriental la tierra lo es todo. Este es el hilo conductor de los textos que se han aglutinado en esta reseña y que hacen referencia a filosofías de vida anteriores a la industrialización y a las grandes revoluciones de principios del siglo XX: La buena tierra (Pearl S. Buck), El corazón de piedra verde (La buena tierra, Pearl S. BuckSalvador de Madariaga) y el Discurso del Gran Jefe Seattle.

La buena tierra de Pearl S. Buck, recibió el premio Pullitzer en 1932, y su autora el Nobel en 1938; sólo en 2007 se encontró su manuscrito. La buena tierra es una novela ambientada en la China pre-revolucionaria, país en el que Pearl S. Buck vivió gran parte de su vida. Esta novela forma parte de una trilogía que se completa con Los hijos de Wang Lung y La familia dispersa. Yo lo leí en la adolescencia a instancias de mi madre y de mi abuela, y me causó una profunda impresión.

De esa misma época recuerdo El Corazón de piedra verde de Salvador de Madariaga que narra el profundo choque cultural que se produjo entre la América precolombina y una España en expansión, y tiene el encanto y la zozobra de la descripción detallada de un mundo en extinción.

 

El corazón de piedra verde, Salvador de MadariagaMenos conocido era en aquella época de mi adolescencia (1977) el discurso del Gran Jefe Seattle (1780-1866) que leí ya en la universidad; a día de hoy es un clásico en algunos textos de primera enseñanza por su delicadeza y sensibilidad. Merece la pena escuchar alguno de sus memorables párrafos:

THE GREAT CHIEF in Washington sends word that he wishes to buy our land. The Great Chief also sends us words of friendship and good will. This is kind of him, since we know he has little need of our friendship in return

One thing we know that the white man may one day discover. Our God is the same God. You may think that you own him as you wish to own our land, but you cannot. He is the Body of man, and his compassion is equal for the redman and the white. This earth is precious to him, and to harm the earth is to heap contempt on its Creator. The whites, too, shall pass – perhaps sooner than other tribes. Continue to contaminate your bed, and you will one night suffocate in your own waste. When the buffalo are all slaughtered, the wild horses all tamed, the secret corners of the forest heavy with the scent of many men, and the view of the ripe hills blotted by the talking wires, where is the thicket? Gone. Where is the eagle? Gone. And what is it to say goodbye to the swift and the hunt?

The end of living and the beginning of survival.

Mis palabras son como estrellas: mensajes de tres grandes jefes indios

No puedo imaginar cuál sería la sonoridad en la lengua de la tribu Suquamish a la que pertenecía su autor.

 

Pearl S. Buck en la Biblioteca UPM

Salvador de Madariaga en la Biblioteca UPM

 

 

Una temporada para silbar. Ivan Doig

Cubierta de Una temporada para silbar. Ivan DoigUna temporada para silbar
Ivan Doig
Barcelona: Libros del Asteroide, 2013
Traducción: Juan Tafur

The whistling season (2006)

El color de la portada ya es una buena pista de lo que vamos a encontrar en este libro: una historia luminosa, llena de ternura y de humor, con personajes y peripecias que son entrañables desde el comienzo.

Una temporada para silbar está ambientada en el Oeste americano a principios del siglo XX. Comienza con el anuncio en el periódico (No cocina pero tampoco muerde) de Rose Llewellyn, una viuda dispuesta a dejar la ciudad para trabajar como ama de llaves en Marias Coulee, un pueblecito de Montana. Allí será empleada por la familia Milliron, un padre viudo y sus tres hijos, aún muy sensibilizados por la reciente pérdida de su madre. Desde el punto de vista de Paul, el hijo mayor, y bastantes años después -de vuelta al pueblo de su infancia convertido en superintendente escolar- nos cuenta cómo fue para ellos el año siguiente a 1909, la temporada que pasaron bajo el dulce influjo de Rose y lo que aprendieron de su hermano Morris, un sabelotodo genial, que ocupó el puesto de maestro de la escuela después de que la titular se fugara con un predicador. En definitiva, el día a día de estos hijos de colonos que un día llegaron con lo imprescindible y se hicieron hijos de la tierra.

Una temporada para disfrutar del paisaje de Montana, de la sencilla y amena prosa de Ivan Doig, del encanto de los personajes, del ritmo ancho, salvaje y luminoso que tiene la vida un poco antes del fin de la infancia.

Cubierta de The Whistling Season, Ivan DoigCuando vuelvo a visitar los rincones de mi vida, las cosas más nimias me asaltan. El mantel de hule con cuadros blancos y molinos de viento azules, las manchas descoloridas en nuestros cuatro gastados lugares en la mesa. Ese café acre de papá, tan cargado que casi andaba, y que él bebía a sorbos después de la cena para dormir después, sereno como una esfinge. El fastidio inexcusable del viento que soplaba en Marias Coulee, silbando por una rendija, como si lo hubieran invitado a entrar.

Ivan Doig en las Bibliotecas UPM

Carta a mi madre, de Georges Simenon

Carta a mi madre. Georges Simenon

Barcelona: Tusquets Editores, 1993

Miramos la ilustración de la cubierta y qué es lo que vemos…una madre y su hijo. Son Georges Simenon y su madre Henriette. Es una foto de alrededor de 1908. Nuestro protagonista tiene cinco años, es el comienzo de la historia.

“Hoy hace tres años y medio, aproximadamente, que moriste, a la edad de noventa y un años, y tal vez hasta ahora no haya empezado yo a conocerte. Viví mi infancia y mi adolescencia en la misma casa que tú, contigo, y, cuando me separe de ti para trasladarme a París a la edad de diecinueve años, seguías siendo una extraña para mí.”

Esto escribía Simenon a su madre más de sesenta años después de la instantánea. Hace tres años que su madre ha muerto y el escritor está lleno de preguntas que necesitan respuesta. Por qué ese océano de indiferencia, de distancia, de desamor  se creó entre ambos.

“Mientras viviste nunca nos quisimos, bien lo sabes. Los dos fingimos.”

Durante una semana, Simenon asistió a la agonía de  su madre. De repente, en la soledad del hospital, madre e hijo, frente a frente. ¿Son los mismos de la foto? si, claro, pero los acontecimientos, en estos años, los han cambiado hasta hacerlos casi desconocidos e indiferentes. Simenon  mira a su madre y los recuerdos, los rencores,  sentimientos llenos de contradicción aparecen, busca respuestas.

“Pero lo que yo buscaba en tus ojos y en tu sereno rostro no era la idea que tenías de mí. Era la idea verdadera de ti que yo empezaba a percibir.”

Carta a mi madre es una búsqueda en si mismo, en sus recuerdos, en su pasado, preparándose quizá para lo que vendrá, para él también.

Georges Simenon nació en Lieja en 1903 y murió en la ciudad de Laussana en 1989.

Simenon en la Biblioteca UPM

“Todas estas imágenes me asaltan, madre, mientras intento comprenderte antes de que te vayas definitivamente. Dentro de uno o dos días, dentro de tres días, habrás dejado de existir. La gente, inmóvil en su silla, en tu cuartito, ya no se ocupará sino de sus asuntos. Yo mismo volveré a mi casa con mis propios hijos.

¿Se harán preguntas algún día sobre mí, como yo me las hago sobre ti? Lo dudo. Y, de todos modos, no me enteraré.”

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