Semmelweis, Louis-Ferdinand Céline

Semmelweis, Louis-Ferdinand Céline

CélineLouis Ferdinand Auguste Destouches (Céline, 1864-1961), en su menos refutada faceta de médico humanista, elige a su colega Ignác Semmelweis (1818-1865) como objeto de estudio en su tesis doctoral y escribe con delicado encanto literario un recorrido a través del sufrimiento y muerte de las mujeres aquejadas de infección puerperal en una era industrial en eclosión: el siglo XIX; hay que agradecer a Marbot Ediciones la recuperación en castellano de un texto notable por su calidad, y escueto en extensión (apenas 100 páginas en formato octavilla), editado en 2009 y re-editado en 2014.Carátula del libro en su primera edición

Observamos que Semmelweis llega a la medicina por descarte y a la obstetricia por casualidad. Húngaro de nacimiento y corazón en un imperio decadente, se enfrenta a la trágica realidad de las mujeres de escasos recursos abocadas al menos en uno de cada tres casos a la muerte tras el parto. Semmelweis vive aterrado por su incapacidad para comprender la naturaleza contingente del problema cuyos números cambian de manera errática a lo largo del año, entre hospitales y hombres. Se siente culpable; tantea experimentos con resultados catastróficos; avanza en la oscuridad de una ciencia nueva (una arte antiguo) y comprueba con consternación que los obstetras (todos hombres) son más causa que remedio de la enfermedad.

“Me encantaría que mi descubrimiento perteneciera al orden físico, pues no importa cómo explique uno la luz, eso no le impide iluminar, la luz no depende para nada de los físicos. Mi descubrimiento, por desgracia, depende enteramente de los obstetras. Con eso está todo dicho”.

 

Siento que es precisamente esa naturaleza atormentada de Semmelweis la que atrae, a ese personaje discutible que es Céline; el quijotesco ataque a unos profesionales insensibles, endiosados, que se niegan a las más elementales condiciones de higiene; una discusión que alcanza comisiones de investigación, países, sociedades médicas y científicas.

 

“ Quiso echar abajo todas la puertas que se rebelaron contra él, y se hizo crueles heridas.

La verdad exige que señalemos un gran defecto de Semmelweis: el de ser brutal en todo, y sobre todo consigo mismo.”

 

Semmelweis, Ignaz, 1.7.1818 - 13.8.1865, Austrian physician, "Saver of Mothers"Semmelweis acaba mal, se intuye, se presiente, se vaticina; aun así su persona es menos equívoca, menos contradictoria que el autor de su biografía, considerado magnífico por su denuncia de la brutalidad humana en sus primeras novelas: Viaje al fin de la noche y Muerte a crédito, y maldito por sus posteriores inclinaciones políticas. Céline procura no agradar, y está siempre presto a contratacar incluso a quienes lo buscan; algunas entrevistas tardías en la red lo atestiguan.

 

“Todo se expía, tanto el bien como el mal se pagan, tarde o temprano. Naturalmente el bien es mucho más caro”.

 

Louis-Ferdinand Céline en la Biblioteca UPM

 

Terceto, Pablo Montoya

Cubierta de Terceto, Pablo MontoyaTerceto
Pablo Montoya
Barcelona : Literatura Random House, 2016

Terceto reúne tres obras del autor colombiano Pablo Montoya (galardonado con el XIX Premio Rómulo Gallegos por la novela Tríptico de la infamia): Viajeros, Trazos y Programa de mano. Cada una es una colección de textos breves -poemas en prosa o minificciones- que tienen como protagonista casi siempre a un personaje real, histórico, y otras a uno literario, imaginario o simplemente anónimo (viajero, pintor, músico) que desgrana en primera persona, enfrascado en un momento clave de su biografía (desde el lecho de muerte, a punto de iniciar una travesía de incierto destino, en el instante de soñar una partitura), su visión de la realidad, del sentido de la propia vida, del paso del tiempo, de la identidad. Estos personajes, de algún modo atrapados por nuestro imaginario, que no pueden dejar de vivir la vida que les ha tocado y que conocemos contada por otros, que miran a través de unos ojos y un sistema de creencias empañados por el espíritu de una época, trasladan al lector de manera inevitable a otro mundo; le desplazan, le aventuran, raptan su imaginación como sólo la buena literatura es capaz de hacer.

ROBINSON CRUSOE

El mar o la tierra. La desierta isla o el Londres populoso. Escuchar mi voz o la distinta voz de Viernes. Haberme quedado en la casa de York, con mis padres, o esta insensata aventura. Los años de soledad aquí, o un minuto, uno solo, de amor compartido allá. En este momento en que los hombres se acercan para rescatarme, tiemblo, tengo miedo y no sé nada.

De Icaro a un astronauta, de los signos de Lascaux a Fabián Rendón, de Venantius Fortunatus a Leo Brouwer, van desfilando semblanzas resueltas en un estilo poético de fraseo corto con gran impacto emocional, sencillas y a la vez hondas y evocativas. Ya lo advierte la cita de Roland Barthes en la primera página: estamos ante un pequeño universo de seres que se cuentan a sí mismos, “Tout mon petit univers en miettes.”

Icosaédrico Eco (in memoriam)

Cita de Umberto Eco

Icosaédrico Eco (In memoriam)

Un icosaedro es un poliedro de 20 caras. Esta es la metáfora que personalmente más me encaja para Umberto Eco, dada la multiplicidad de disciplinas, intereses y conocimientos con que nos sedujo.

Una personalidad multidimensional de estas características pone quizás en tela de juicio el refrán: el que mucho abarca, poco aprieta. En este caso, hay consenso abarcó y profundizó mucho, no fue simplemente un diletante.

Aunque en el icosaedro las caras son iguales, la percepción que tenemos de Umberto Eco está más sesgada hacia la novela: El nombre de la rosa o El péndulo de Foucault, o los artículos periodísticos.

Yo me quedo con tres aspectos (caras): su vertiente académica como gran profesor (Cómo se hace una tesis),  su enfermiza bibliofilia (afirmaba que sólo un bobo pensaría que sólo los libros que se han leído están en una biblioteca particular), y con su sentencia (y libro) Traduttore, Traditore!.

icosaedro

Del primero recuerdo la enorme impresión que me produjo, a principio de los 90 del siglo pasado (cuando yo comenzaba mi tesis doctoral), su mente afilada, y tan bien organizada. El pertenece al ámbito de las humanidades (yo no) pero fue capaz de demostrarme cómo definir cualquier problema y el consecuente esqueleto del documento de tesis en minutos: si decidiera escribir sobre… Me lo pasé de cine.

Con el segundo aspecto relacionado con la bibliofilia, mi alma puritana se sintió herida, yo sí pensaba que sólo se debería disponer de lo leído, y comprendí entonces que una biblioteca no es una exhibición de intelectualidad, sino un oráculo al que consultar tus desvelos.

De su dimensión como semiólogo me quedo con su explicación de la sentencia Traduttore, Traditore!, pues si te ajustas a la letra puedes perder o lacerar el contenido, y si te ajustas al contenido la traducción es probablemente demasiado libre.

Una personalidad como la suya no se diluye ni desaparece fácilmente, ahora escuharemos su Eco desde sus libros.

He hablado de tres aspectos, ¿Qué pasa con los otros 17? la pelota está en vuestro campo.

cita de U.Eco

Umberto Eco en la Biblioteca UPM

Oliver Sacks (9 julio 1933 – 30 agosto 2015): químico, neurólogo, literato, divulgador, humanista

Oliver Sacks past away. Esta podría ser la frase inicial en un obituario anglosajón. Es una expresión afortunada pues no requiere hipótesis de partida.Imagen de Oliver Sacks

Oliver Sacks, de origen británico, neoyorquino de adopción, comenzó en el mundo de la química. Su primera autobiografía (familiar) se titula El tío Tungsteno. Una anécdota nos indica que su tutor en el instituto, ante la afición a hacer volar los laboratorios de química, escribió: Sacks llegará lejos, si no va demasiado lejos.

Uno de sus hermanos enloqueció en la infancia probablemente con cierta influencia de los bombardeos de la segunda guerra mundial, quizás de ahí deviniera parte del interés por los procesos atípicos de la mente.

Algunos de sus libros más conocidos son El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, y Veo una voz. Aunque son muchos… muchos. Despertares (Awakenings) fue llevado al cine y protagonizado por Robert de Niro y Robin Williams, por ejemplo.

Gustaba de recopilar historias clínicas antiguas (s XIX) pues decía que estaban prolija y delicadamente documentadas con una capacidad de expresión y emoción muy superior a la actual. En especial gustaba de analizar la descripción de las alucinaciones. Podemos verlo en una reciente conferencia TED: ¿Qué revelan las alucinaciones sobre nuestras mentes?

Luchó denodadamente por des-estigmatizar las enfermedades mentales. Fue un buen hombre. Descanse en paz.

Oliver Sacks en la Biblioteca UPM

El arte de la fuga. Vicente Valero.

Vicente Valero, El arte de la fugaVicente Valero
El arte de la fuga
Cáceres: Periférica, 2015

Grata sorpresa de reciente cuño (Periférica, 2015), escrito con encanto y serenidad al mejor estilo Joubert. El autor, Vicente Valero, demuestra una fuerte personalidad literaria y un estilo propio, que te envuelve y embelesa desde el primer momento.

El poeta cuando se expresa en prosa lo hace de manera liviana, casi de puntillas; esto ya lo hemos comentado en alguna otra ocasión (véase mañana no será lo que dios quiera). En este caso, Vicente Valero nos muestra un íntimo recorrido por sus reflexiones, sin aturdir; es una suave brisa de aire fresco estival. Personalmente me recuerda un poco a Paul Valery por su capacidad de hilar anécdotas con pensamientos circunstanciales, y metafísica cotidiana.

“Nadie sabe cómo serán sus últimos días, si hará frío o calor, si lloverá y los ríos inundarán las calles o sembrados, …, o si la luz del sol acariciará uno a una todas las palabras de la despedida”

Ahora bien, cuando se habla de “Arte de…”, ¿Qué quiere decir? El Arte por contraposición a la Ciencia podría referir a un ejercicio de maestría, a un conocimiento implícito y heurístico, adquirido mediante la experiencia, con un fuerte componente individual, propio del artesano que lo ha generado. Si nos atenemos a esta acepción, en este libro asistiremos a la versión personal y difícilmente comunicable de la fuga (evasión, muerte) de tres grandes poetas: Juan de la Cruz (s. SVI), Friedrich Hölderlin (s. XIX) y Fernando Pessoa (s. XX).

Imagen de los poetas

“Al hermano Bernardo de la Virgen le dictaba el moribundo las últimas cartas y en sus palabras había consejos piadosos para sus discípulos, invocaciones al Amado, versículos bíblicos y liras propias, saludos y adioses alegres, pocos lamentos”

Tres relatos de ficción; Ven hermana mía esposa; Parece que vivimos en una edad de plomo; No sé quién soy ni qué alma tengo, tejidos de realidades y anécdotas, sazonados de pensamientos lúcidos. Si tuviera que resumir, diría que son apenas 3 vidas, algo más de 30 conceptos (véase nube de palabras) y probablemente 3000 anécdotas, y un hilo conductor: la amistad, el amigo que acompaña compresivo en el tránsito.

“Vio aquel mar alejado,…, aquel océano magnífico y a campesinos atléticos y pobres… vio una versión atlántica de Grecia, una armonía antigua como la que había cantado en sus poemas”

“Fernando piensa en dos lenguas muy distintas y no sabe quién es, se busca entre las sombras de la literatura, copia y emula, reniega y deshace, proclama nuevos tiempos con párrafos espasmódicos, desconfía y aprende, discute con los muertos”

“Aquel orfebre órfico que era Fernando, engastador de girasoles abstractos y acentos circunflejos, parecía tener el don de vislumbrar, parecía conocer ya bien el oficio que se aprende a oscuras”

Uno puede tener vocación de poeta y errar, y sin embargo encontrar su mejor tono, y melodía, en la prosa. No digo que este sea el caso de Vicente Valero que ya ha publicado seis libros de poesía, aunque personalmente me identifico más con su segunda faceta que con la primera.

Vicente Valero en NST

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