Robertson Davies. El quinto en discordia

Cubierta de El quinto en discordiaRobertson Davies. El quinto en discordia. Libros del Asteroide, 2011.

"Esa es una de las cruedaldes del teatro de la vida: todos nos creemos estrellas, y rara vez advertimos que en ciertos casos no somos más que actores de reparto, o incluso supernumerarios"

Con El quinto en discordia (1970) Davies inició su Trilogía de Deptford completada con Mantícora (1972) y El mundo de los prodigios (1975). La trilogía se publicó en los años ochenta en Argentina y Libros del Asteroide la recupera ahora con nuevas traducciones. Ya era un escritor en plena madurez, ágil, melancólico.

En esta novela Davies recurre a sus recuerdos en el Canadá rural de la infancia, en el pueblo de Deptford, donde se criaron los tres personajes de esta trilogía: Boy Staunton, un exitoso hombre de negocios; Paul Dempster, un prestidigitador de fama mundial y Dunstan Ramsay, el protagonista de esta primera novela. Cada libro se centra en la vida de uno de estos personajes figurando los dos restantes como protagonistas secundarios y ofreciendo un cuadro completo sobre la vida de todos ellos.

Ramsay es una persona sensata, modesto profesor de historia, pelín rarito por su deriva hacia la investigación de vida de santos católicos (él tuvo una educación presbiteriana), con una vida amorosa no demasiado plena y cuyo mayor éxito ha sido una “actuación heroica” aunque bastante azarosa en la Primera Guerra Mundial por la que le dieron la Cruz Victoria y de la que trajo una fea herida en su cuerpo, una pierna menos, y el reconocimiento como el héroe de Deptford.

Él es lo que se conoce como “el quinto en discordia” en las compañías de ópera:

“un elemento ajeno, el personaje al que no corresponde otro del sexo opuesto. Pero es necesario que haya un quinto en discordia, porque es quien conoce el secreto del nacimiento del héroe, aparece para ayudar a la heroína cuando se cree perdida, mantiene a la reclusa en su celda o incluso puede provocar la muerte de alguien, si eso forma parte del argumento. La prima donna y el tenor, la contralto y el bajo, se llevan los mejores temas musicales y hacen todas las cosas espectaculares, ¡pero no se puede desarrollar la obra sin el quinto en discordia!”

Es un hombre cabal que desde su infancia carga con un sentimiento de culpa que le hace cuidar de la madre de Paul Dempster, el mago, con una  extraña mezcla de responsabilidad, sentimientos y moralidad y es el amigo fiel del hombre de negocios, Staunton. Aparentemente es el que lleva una vida más gris de los tres personajes pero es una vida bastante plena.

Robertson Davies

Robertson Davies (1913-1995) es uno de los autores canadienses más importantes. Davies es escritor de trilogías. A comienzos de los años cincuenta publica las primeras once novelas, organizadas en trilogías, que lo harán mundialmente famoso: La Trilogía de Salterton; la Trilogía de Deptford; La Trilogía de Cornish; y la inacabada Trilogía de Toronto.

La lectura de esta novela es un estupendo inicio para conocer a este autor y para seguir con el resto de la trilogía y saber más de los otros dos personajes de esta historia y completar el entramado de vidas que el autor nos ofrece.

ManticoraEl mundo de los prodigios

Cartas a sus amigos. Ramón Gaya.

Cubierta de Cartas a sus amigos. Ramón GayaRamón Gaya

Cartas a sus amigos

Editorial Pre-textos

Mañana estoy citado con Concha para ir juntos al Louvre; allí tengo amigos…perennes, Rembrandt y Tiziano sobre todo.

Ramón Gaya (Murcia 1910- Valencia 2005) es un creador diferente, un pensador deslumbrante y un fino pintor que por diversas circunstancias es muy poco conocido. Su fe, era el arte, para Gaya el arte o es salvación o no es nada.

Ahora la editorial Pre-Textos le trae a la actualidad al publicar un volumen con las cartas que escribió a sus amigos. Gaya escribió muchas cartas porque siempre estuvo lejos, pasó mas de veinte años  fuera de España entre México y Roma donde estuvo exiliado. Muchos de sus escritos se ocupan de obras pictóricas que le parecen fundamentales como las de Velázquez, Tiziano, Murillo, Van Eyck o Picasso pero también nos lleva hasta la obra de Fidias o a ciudades como Córdoba o Venecia. No regresó a España hasta 1960 y para entonces se encontraba extraño aquí; se volvió a marchar y volvió a regresar. En los últimos años recibió diversos reconococimientos oficiales y su ciudad, Murcia, creó en 1990 un magnífico Museo para conservar su obra y difundir su legado.

Conoció a Juan Ramón Jimenez, y a casi toda la Generación del 27, en su viaje a Madrid en 1928, este volumen recoge varias cartas que se cruzó con el poeta de Moguer. Colaboró con las Misiones Pedagógicas durante la II República, realizó copias de grandes obras del Museo del Prado y con ellas acercó a los grandes de la pintura a los rincones mas pequeños de España.  Imagen seleccionada por JRJ como símbolo para sus publicaciones.

Querido amigo Juan Ramón: tengo algún dibujo de ramita de perejl, pero no estoy conforme con ellos. Cuando tenga otros mejores para mí, le mandaré todos; quizá mañana mismo o pasado. Saludos para Zenobia. Su buen amigo, Ramón Gaya

Ramon Gaya pintando en Roma 1990

Para conocer la fascinante obra de Ramón Gaya hay que leer sus escritos, él nunca se consideró un escritor sino un pintor que escribe, que son verdaderas joyas. Recomiendo el Tomo 1 de su Obra Completa editada por Pre-textos. Asombra leer que dice lo que piensa independientemente de si está o no de acuerdo con las modas del momento o lo culturalmente correcto. Pero sobre todo deslumbra su capacidad para decir lo que siente con una eficacia de dardo, de saeta, con esa transparencia que tiene la verdad y sinceridad absoluta.

Las fechas de las cartas van desde 1928 hasta 1978 pero no es un asunto importante porque el tiempo de Gaya es un tiempo interior, independiente casi siempre de lo que ocurre fuera.

Concha, de todas las personas que conozco, no digo que sea la más profunda -¿quién podría dictaminar y decidir… eso?-, pero sí que dispone de una atención más profunda. Ese poder de atención extrema, de concentración extrema, se debe, en parte, a su muy decidida abstinencia; porque, por extraño que pueda parecernos, en cuanto alguien cede a la tentación de… hacer, su facultad de ver, de comprender, de percibir, de recibir y de adentrarse en la realidad, se debilita: el… quehacer se apodera de todo, lo vacía todo.

Muchos de sus amigos eran creadores como él, aquí encontraréis algunas pinceladas para completar su siempre escurridizo retrato. Poemas que le dedicaron sus amigos poetas.

Ramón Gaya en la Biblioteca UPM

Dias sin huella de Billy Wilder

  -Vamos, tómate uno conmigo.

   Un pequeño vaso de ilusiones ¿eh?

  -No gracias.

  -¿Beber no te parece bien?

  -No en la forma que bebe usted.

  -Encoge mi hígado, ¿verdad?

   Encurte mis riñones, sí.

   Pero, ¿qué le hace a mi mente?

  Lanza los sacos de arena por la borda para que el globo pueda elevarse.

                                                  De repente estoy por encima de todo.

                                                 ¡Me siento segurísimo de mí mismo!

Es el drama de Don Birman. Ha hecho del alcohol su compañero, su amigo inseparable. Su necesidad. Ni su novia ni su hermano significan nada. No le importan, los usa, los manipula, los engaña. Ellos tratan de ayudarle pero no es posible. Don está totalmente atrapado.  Ha elegido un camino de autodestrucción. Es un alcohólico. Él lo sabe.

Ha llegado a ese punto en el que un trago: 

“Por la noche es una bebida, por la mañana es medicina.”

Es un escritor venido a menos que solo con la bebida encuentra la creatividad necesaria, creatividad que en realidad es solo un espejismo y él es consciente de ello.

Días sin huella, cuenta un fin de semana de nuestro protagonista, su dependencia absoluta de la botella, su intento de rehabilitarse,  de volver a recuperar la dignidad perdida.

-¿Te has quedado en la cama alguna vez mirando por la ventana?

 Entra un poco de luz y empiezas a preguntarte,

 ¿Está amaneciendo o está oscureciendo?

 ¿Es el amanecer o el atardecer? Es un problema aterrador.

 Porque si es el amanecer eres hombre muerto. Los bares están cerrados y las tiendas no abren hasta las nueve.  

 ¡Y no puedes esperar hasta las nueve!

 O podría ser domingo. Eso es lo peor.

 Las tiendas están cerradas y los bares no abrís hasta  la una, ¿Por qué? ¿Por qué?

-Porque tenemos que ir a la iglesia de vez en cuando.

-Sí, cuando uno más os necesita.

Coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Billy Wilder traemos a Nosolotecnica esta estupenda película  estrenada en 1945 con el título original de Lost Weekend  con un grandísimo Ray Milland como protagonista absoluto.

Billy Wilder junto con Charles Bracket adaptaron para la pantalla la novela de Charles Jackson con el consiguieron el Oscar al mejor guion adaptado, además del Oscar a la mejor dirección para el propio Wilder.

Miklós Rózsa firma la partitura para esta película con la que fue nominado al Oscar.

Nacido en Sucha Beskidzka en la actual Polonia, es autor de algunas de las mejores películas de la historia del cine como Irma la Douce, One, two, three, The Apartment (El Apartamento), Some Like it Hot (Con faldas y a lo loco), Witness for the Prosecution (Testigo de cargo), Stalag 17 (Traidor en el infierno), Ace in the Hole (El gran carnaval), Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses), A Foreign Affair (Berlín Occidente), Double Indemnity (Perdición), etc.

Billy Wilder en la Biblioteca Universitaria UPM

 Te lo suplico. Sírveme uno.

 Sí, uno.

 Uno es demasiado y cien no bastan.

Mondo y otras historias / J.M.G. Le Clézio

J.M.G. Le Clézio:

Mondo y otras historias. Barcelona: Tusquets, 2010.

Mondo et autres histoires. Paris: Gallimard, 1978-

Mondo y otras historias (cub. Tusquets-Andanzas)Había una historia de unos niños que descendían un río en una balsa de troncos, y que atravesaban así reinos extraordinarios, bosques, montañas, ciudades misteriosas, hasta el mar. Había una historia de un hombre que había descubierto un pozo que llevaba al centro de la Tierra, donde se encontraban los Estados del fuego. También estaba la historia del mercader que creía hacer fortuna vendiendo nieve que bajaba en sacos desde lo alto de la montaña, pero cuando llegaba abajo no le quedaba más que un hilo de agua.

(p. 193. Hazarán)

Se dice que a pesar de la apabullante colonización anglosajona, la producción cultural francófona aguanta el tirón entre el público español. Relativamente, dependiendo de los sectores sociales. En 2008 se le otorgó el premio Nobel a Jean-Marie Gustave Le Clézio y la industria editorial española se vio algo desprevenida. Esto sucede a menudo con los Nobel no previstos, y no solo en nuestro país. Pero la desconexión es más llamativa cuando el autor es él mismo hispanohablante -por su larga vinculación mexicana-  y escribe en una lengua tan cercana y emparentada. Para bien, la Feria del Libro de Madrid de este año 2016 se dedicó a Francia. Por nuestra parte reseñamos a Le Clézio recordando que a estas alturas merece más ediciones críticas en castellano, bien documentadas.

Mondo et autres histoires (couv. Folio) (1)¿Autor juvenil? En el mejor sentido de la palabra en todo caso: por su potente despliegue de sensaciones, emociones y sentimientos de la infancia y la adolescencia ante el descubrimiento de la realidad cruda y fascinante. A lo que se añade una particular articulación dialéctica entre  la conciencia humana individual y el sentido de la Naturaleza. Territorios veladamente sugeridos con toques de Mediterráneo, África, América Latina…, regusto ucrónico. Se me antoja que los relatos de Mondo y otras historias no deberían leerse todos juntos de corrido y a capón. Es preferible  una lectura morosa, sedimentaria, por capas… acompasada con el estilo circular, orbital, acaso geológico de Le Clézio. Compuestas en los años 70, ahora estas historias nos hieren en un mundo con tantos niños perdidos.

En Genna el tiempo no pasaba de la misma manera que en otro lado. Tal vez, incluso, los días no pasaban en absoluto: había noches, días y el sol que subía lentamente  en el cielo azul, y las sombras que se acortaban, luego se alargaban en el suelo, pero ya no tenía la misma importancia. A Gaspar no le preocupaba. Tenía la impresión de que siempre era el mismo día que volvía a empezar, un día muy largo que no terminaba nunca.

(p. 260. Los pastores)

J.M.G. Le Clézio en: Biblioteca UPM.

Haciendo planes. Karmelo C. Iribarren

Cubierta de Haciendo planes, Karmelo C. Iribarren

Haciendo planes
Karmelo C. Iribarren
Sevilla: Renacimiento, 2016

No hay que dejarse engañar por las palmeras de la portada ni por el título del reciente libro de Karmelo C. Iribarren, pues no hay en él islas paradisíacas, ni viajes, ni paquetes de vacaciones. La poesía de Karmelo sigue siendo la misma a la que nos tiene acostumbrados, y los temas por los que transita también. Aunque me da la impresión de que algo más de luz se ha colado esta vez por debajo de la puerta.

Los poemas de Karmelo C. Iribarren son breves, limpios, fulgurantes. Parece que van a ras de suelo y de pronto te saltan a la garganta. Dicen a las claras, entran fácil como un licor dulce; cuando uno quiere darse cuenta ya está atrapado.

La lluvia abre la colección. Una lluvia, omnipresente en el imaginario del autor, que aporta el tono adecuado de melancolía. Personificada muchas veces, acompañando, del mismo modo que otros elementos del paisaje que aparecen más adelante: acacias y árboles que murmuran como cualquiera en la cafetería, el mar que conversa pero a su manera, un rayo de sol tumbado como un perro debajo de la mesa, el horizonte que se ruboriza al atardecer porque ha dicho mentiras durante el día…

La inclemencia del tiempo, de la vida, persigue o es perseguida por este poeta del abrigo y la cara de frío. ¿Se sentirá cómodo así porque es más fácil soñar bajo el influjo del invierno?

Y qué bella la mirada que indaga en lo que pasa desapercibido, lo que no tiene entidad suficiente para despertar a los que van deprisa. Karmelo pone su poesía al servicio de una triste bolsa de plástico que no remonta el vuelo, de una llovizna que no merece que alguien abra su paraguas, de un fulano que entra en un bar y habla del tiempo. Porque hay quien piensa, como él, que hay cosas pequeñas que salvan un instante -o incluso una mañana entera, o casi- de nuestra vida: la mirada de una mujer en el autobús, un olor que te recuerda un trozo de la infancia, la poesía cuando llega.

El recuerdo de la infancia, el amor con dolor y relámpago, el paso del tiempo, lo poco que se puede esperar del futuro son algunos temas de esta poesía. Tratados con humor tragicómico y con melancolía, pero también con gran belleza y algo, un intento al menos, de esperanza. Tal vez no haya escapatoria, es verdad, la vida tiene esas cosas, pero ¿quién lo sabe a ciencia cierta?

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