Emily Brontë. Un corazón solitario en los páramos de Yorkshire

Portada del primer volumen de los tres que integran la primera edición de ‘Cumbres borrascosas’. Fuente: Houghton Library (Harvard University).

Portada del primer volumen de los tres que integran la primera edición de ‘Cumbres borrascosas’. Fuente: Houghton Library (Harvard University).

Emily Brontë en la Biblioteca UPM

De las tres hijas escritoras del reverendo Brontë, Charlotte, Emily y Anne, prefiero con mucho a Emily. Por su obra y también, por lo interesante que me resulta su personalidad.

Miss Brontë solo nos dejó una novela, la famosa ‘Cumbres Borrascosas’, relato ambientado en su Yorkshire natal cuyo argumento gira en torno a una pasión destructiva. Publicada en 1847, ‘Cumbres Borrascosas’ es hoy considerada una de las grandes obras de la literatura británica. Sin embargo, en su día fue incomprendida y tildada de salvaje e inmoral por los críticos. ¡Ay! Si aquellos respetables caballeros hubieran sabido que Ellis Bell, su supuesto autor, era en realidad una solterona huraña que vivía, junto con sus hermanos y su padre, en la rectoría del humilde pueblecito donde este ejercía como párroco.

El pensar en él llena toda mi vida. Si el mundo desapareciera y él se salvara, yo seguiría viviendo; pero si desapareciera él y lo demás continuara igual, yo no podría vivir. Mi amor a Linton es como las hojas de los árboles, y bien sé que cambiará con el tiempo; pero mi cariño a Heathcliff es como son las rocas de debajo de la tierra, que permanecen eternamente iguales sin cambiar jamás. Es un afecto del que no puedo prescindir. ¡Ellen, yo soy Heathcliff! Le tengo constantemente en mi pensamiento, aunque no siempre como una cosa agradable. Tampoco yo me agrado siempre a mí misma. No hables más de separarnos, porque es imposible.

Encuadrada dentro del género literario conocido como gótico, ‘Cumbres Borrascosas’ es una novela oscura, en ocasiones morbosa, en la que el elemento sobrenatural juega un importante papel. De ahí lo inquietante de algunos de sus pasajes.

Ahora recordaba que descansaba en una caja de madera y que el cierzo y las ramas de un árbol golpeaban la ventana. Tanto me molestaba el ruido, que, en sueños, me levanté y traté de abrir el postigo. No lo conseguí, porque la falleba estaba agarrotada, y entonces rompí el cristal de un puñetazo y saqué el brazo para separar la molesta rama. Mas en lugar de ella sentí el contacto de una manita helada. Me poseyó un intenso terror y quise retirar el brazo; pero la manita me sujetaba y una voz repetía:

¡Déjame entrar, déjame entrar!

-¿Quién eres? -pregunté, pugnando para poder soltarme.

-Catherine Linton -contestó, temblorosa. Me había perdido en los pantanos y vuelvo ahora a casa.

Aunque con frecuencia se olvida, Emily también escribió poesías. Concretamente, unas 169 composiciones que ella misma dividió en dos cuadernos. En uno de ellos recogió los poemas ambientados en Gondal, el mundo que en su niñez imaginó junto a su hermana Anne.

La noche era oscura y el invierno soplaba

con suaves suspiros sobre las costas de Gondal,

aunque ese viento gemía quejumbroso,

ya no encadenaba con torrentes nevados.

Primera página de ‘The Gondal Poems’ (1844-1848), manuscrito depositado en la British Library con la signatura Add MS 43483. Fuente: British Library.

Primera página de ‘The Gondal Poems’ (1844-1848), manuscrito depositado en la British Library con la signatura Add MS 43483. Fuente: British Library.

Y en el otro reunió sus versos más personales, aquellos que, marcados por sus experiencias vitales, contienen constantes referencias a la naturaleza que la rodeaba. Por eso, cuando los leo no puedo evitar imaginarme a su autora declamándolos mientras caminaba, solitaria y libre, por los páramos que tanto amó.

¡Despierta en mis queridos páramos

el viento en su gloria y su orgullo!

¡Oh, llámame desde valles y tierras altas

a caminar junto al río al lado de la colina!

Baja crecido con la primera temporada de nieves;

las rocas están heladas y cenicientas

y oscuro cimbrea alrededor el largo brezo

y a las hojas del helecho ya no les da el sol.

Ya no hay estrellas amarillas en la montaña,

las campanillas azules han desaparecido hace

tiempo

del borde de la fuente cenagosa,

del lado de la ladera invernal…

Pero más encantadores que campos de maíz

contoneándose

en esmeralda y escarlata y en oro

son las laderas donde el viento del norte delira

y los valles por los que yo vagaba antaño.

‘Emily Brontë’ (Patrick Branwell Brontë, ‘c’. 1833); NPG 1724. Fuente: National Portrait Gallery (Londres).

‘Emily Brontë’ (Patrick Branwell Brontë, ‘c’. 1833); NPG 1724. Fuente: National Portrait Gallery (Londres).

Los versos citados en este texto han sido tomados de la edición de la poesía completa de Emily Brontë publicada por Alba. Un libro cuya lectura recomiendo.

Luis Alberto de Cuenca: su poesía y otros relatos

“Hola, mi amor, yo soy tu lobo / Quiero tenerte cerca para oírte mejor”… Alguna vez, ¿quién no ha cantado a todo pulmón esta letra tan vibrante de la Orquesta Mondragón? Corría el año 1980 cuando se publicó “Caperucita feroz” -incluida en el álbum Bon Voyage-, fruto de la pluma de Luis Alberto de Cuenca en su faceta como letrista. Más tarde, sería Loquillo quien llevara al escenario musical la obra poética del autor madrileño. Uno de sus poemas daría nombre a este trabajo: “Su nombre era el de todas las mujeres” (2011).  Entre otros, su séptimo corte recogía la composición “Alicia disfrazada de Leia Organa” (dedicada a la esposa del poeta e inspirada en la Guerra de las Galaxias):

Si sólo fuera porque a todas horas
Tu cerebro se funde con el mío;
Si sólo fuera porque mi vacío
Lo llenas con tus naves invasoras […]   

Con estos antecedentes, casi no resulta necesario mencionar que estamos ante un autor extraordinariamente contemporáneo -de postmoderno y postromántico le han clasificado otros-, pero también con un fino sentido del humor, y muy, muy elegante. Su poesía ha transitado desde el clasicismo hasta el verso libre, o de línea clara (como él mismo la ha denominado en homenaje a la celebérrima obra de Hergé).  En definitiva, un autor idóneo para congraciarse con la lectura del género lírico. Lean y juzguen por sí mismos:

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,

Cuando metes la pata, cuando mientes,

Cuando te vas de compras con tu madre

Y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños

Y me cubres de besos y de tartas,

O cuando eres feliz y se te nota,

O cuando eres genial con una frase

Que lo resume todo, o cuando ríes

(Tu risa es una ducha en el infierno),

O cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi

No puedo resistir lo que me gustas,

Cuando, llena de vida, te despiertas

Y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno».

El cuervo

Una noche de un frío diciembre, me encontraba

Solo en mi biblioteca, pensativo, tan solo

Que ni los viejos libros ni los mil cachivaches

Que abruman los estantes me hacían compañía,

Tan solo como un náufrago después de la tormenta,

[…]

Y las cartas, las cartas, obsesivas y tórridas,

Avivando la hoguera de la pasión, quemando

Los bosques a su paso e incendiando las mieses.

Aquellas cartas-bomba que no sé dónde están.

[…]

En las noches de insomnio me invade tu perfume

Como una vaharada fantasmal, y lo aspiro

Como si fuera polvo de silencio y de ruina

Y, a la vez, como un tiro de insondable placer

Que, como el Ewigwiblich de Goethe, me conduce

Al cielo, donde tú vives eternamente

[….]

Pero Luis Alberto de Cuenca (1950-) es un hombre de corte casi renacentista. Tras doctorarse en Filología Clásica, ejerció su ministerio de profesor investigador en el CSIC. Además ha despuntado como ensayista y traductor, labor que le ha reportado el Premio Nacional de Traducción por su versión del Cantar de Valtario. En su haber encontramos otras muchas distinciones a su quehacer literario, como el Premio de la Crítica, concedido a su obra “La Caja de Plata” (1985). Ha desempeñado el cargo de director de la Biblioteca Nacional y posteriormente el de Secretario de Estado de Cultura. Hasta fechas recientes ha formado parte del Patronato del Museo del Prado, y -desde 2010- es académico de número de la Real Academia de la Historia. También ha ejercido como editor literario, y como divulgador cultural en prensa, así como en programas de radio, y televisión.

La producción de Luis Alberto de Cuenca es inmensa, difícilmente podríamos dejar constancia de todos sus trabajos de naturaleza intelectual. No obstante, nos gustaría mencionar su título: “Libros contra el aburrimiento”, un volumen que recopila su labor como columnista y crítico literario en las prestigiosas páginas del ABC Cultural desde 2004 a 2010. En él encontrarán la recomendación de interesantísimas lecturas, desde la epopeya de Gilgamesh -el cuento más antiguo del mundo- a Sin City -un tebeo de Frank Miller, llevado al cine por Robert Rodríguez y Quentin Tarantino-, pasando por Astérix, el teatro de Fernández de Moratín, el capitán Alatriste y un largo etcétera. Recientemente ha publicado “200 libros para disfrutar”, que sigue esta misma estela, y en el que nos recomienda lecturas tan variopintas como el Macbeth de Shakespeare o El Coyote de José Mallorquí.

Por último, no he querido dejar de aludir a la difusión que de su obra está llevando a cabo un aguerrido grupo de “Lectores de Luis Alberto de Cuenca” en la red social Facebook, integrada -de momento- por 2,9 mil seguidores. https://www.facebook.com/groups/l.a.de.cuenca

Obras de Luis Alberto de Cuenca en la Biblioteca Universitaria UPM

María Jesús Iglesias

Platero y yo, Juan Ramón Jiménez

Platero y yo. Juan Ramón Jiménez

Cátedra. Letras Hispánicas

Platero y yo en la Biblioteca Universitaria

Juan Ramón Jimenez en la Biblioteca Universitaria

Yo trato a Platero cual si fuese un niño. Si el camino se

torna fragoso y le pesa un poco, me bajo para aliviarlo. Lo

beso, lo engaño, le hago rabiar… El comprende bien que lo

quiero, y no me guarda rencor. Es tan igual a mí, tan diferente a

los demás, que he llegado a creer que sueña mis propios

                                            sueños.

He vuelto a releer Platero y yo y, al igual que le ocurrió al poeta al volver a su Moguer natal, he descubierto una obra muy diferente a la que recordaba. Tal vez fue la adolescencia, o el paso del tiempo, la que sólo seleccionó guardar sus notas musicales. Pero esa cadencia lírica, esa prosa de imágenes magistralmente trazadas, también son el reflejo -descarnado a veces- de una época y de una sociedad rural.  Ese reencuentro con sus paisanos, contado en primera persona, reproduce un léxico local sin adornos. De igual manera, Platero y yo -como otros grandes clásicos literarios-, a base de ilustrar sus versos con citas literarias en su idioma original nos invita a conocer la obra de autores como Ronsard o Shakespeare. En definitiva, no es una obra fácil de leer en el siglo XXI, pero sigue siendo una lectura estimulante, cargada de simbolismo.

Juan Ramón Jiménez (1881-1958) se alzó con el Premio Nobel de literatura en 1956. La Academia Sueca otorgó el galardón al conjunto de su obra, pero con una mención muy especial a Platero y yo (1914, 1917 ed. completa). Fue un reconocimiento a su “poesía lírica” y a su “elevado espíritu y pureza artística”.

María Jesús Iglesias

Soy vertical, pero preferiría ser horizontal. Sylvia Plath

Soy vertical, pero preferiría ser horizontal
Sylvia Plath
Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, 2019

Aunque también cultivó la prosa, Sylvia Plath (Boston, 1932-Londres, 1963) es conocida sobre todo por sus poemas. Composiciones intensas y descarnadas, con un marcado componente autobiográfico, que la han convertido en una de las figuras claves de la poesía anglosajona del s. XX.

Ahora estoy en un mundo de nieve.
Lejos de casa.
Qué blancas son estas sábanas.
Los rostros no tienen rasgos.
Son escuetos e insoportables, como los
de mis hijos,
esos pequeños enfermos que eluden
mis brazos.
Los demás niños tampoco me tocan.
Para mí, son seres terribles.
Tienen demasiados colores, demasiada
vida. Nunca están quietos,
callados, como este pequeño vacío que
llevo ahora dentro.

‘Tres mujeres’ (fragmento)

Los versos de Plath, que reflejan su compleja personalidad y su obsesión por la muerte, abordan temas como la enfermedad mental o sus tormentosas relaciones familiares.

Morir es un arte, como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien.

Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.

‘Lady Lazarus’ (fragmento)

Tú ya no, tú ya no
me sirves, zapato negro
en el que viví treinta años
como un pie, mísera y blancuzca,
casi sin atreverme ni a chistar ni a mistar.

Papi, tenía que matarte pero
Moriste antes de que me diera tiempo.

‘Papi’ (fragmento)

De los poemarios de Sylvia Plath debemos destacar dos. Uno, ‘El Coloso y otros poemas’ (1960), el único que la estadounidense pudo ver editado. Y el otro, ‘Ariel’ (1965), la obra con la que Sivy conseguiría, por desgracia póstumamente, aquello por lo que tanto luchó desde que era una niña tan ambiciosa como frágil: el reconocimiento de su valía.

En mí, el estar tendida es algo connatural.
Entonces el cielo y yo conversamos
abiertamente.
Y seguro que seré más útil cuando al fin
me tienda para siempre:
Entonces quizás los árboles me toquen
por una vez
y las flores, finalmente, tengan tiempo
para mí.

‘Soy vertical’ (fragmento)

Los versos citados en esta reseña están incluidos en:

Plath, S. (2019). ‘Soy vertical, pero preferiría ser horizontal’. Poesía portátil. Penguin Random House Grupo Editorial. Barcelona.

Un librito ideal para aquellos que todavía no conozcan la obra de la autora.

Trascender / Gonzalo Sobejano

Gonzalo Sobejano: Trascender. 

Edición de Nora Glickman 

Madrid : Visor, 2020 

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De don Quijote y Sancho Panza 

solo puedo decir que son dos niños 

que, de acuerdo, se ponen a jugar, 

a redimirse, dialogando, 

de su arcana orfandad. 

… 

(Don Quijote y Sancho, 2005)  

Esta reseña será breve pero no menos sentida. Gracias a una generosa donación a la Biblioteca disponemos de este librito, especie de primoroso testamento poético de Gonzalo Sobejano (1928-2019).  

Antes de abordar el poemario, de mis tiempos de estudiante recordaba sus textos de crítica e historia de la literatura, muy en particular su edición de La Regenta, de Clarín. Luego descubro que por fecha prácticamente exacta comparte generación con mis padres, y además es originario del Sudeste peninsular. Universitario de raza, muy internacionalizado desde sus comienzos, profesor con amplia dedicación y reconocimiento en los Estados Unidos. En fin, un personaje que por fuerza me tenía que resultar sugestivo y cuya dilatada trayectoria siempre incluyó ocasión para una estupenda lírica. Estos preciosos poemas nos descubren al ser humano tras el tenaz trabajador académico. Tienen un gran componente autobiográfico, abarcando desde la remota infancia mediterránea hasta el mundo frágil y globalizado del siglo XXI. Nos hacen sentir un cierto vértigo histórico y apreciar la perspectiva de su creador, imbuido de una espiritualidad descreída -de eco unamuniano-, y de un sentido filosófico de la literatura. Y también nos dejan ver sus propias preferencias por otros autores. Para mejor contextualización recomiendo empezar la lectura por el texto de la editora Nora Glickman, aunque vaya situado al final del volumen. Pero no tardéis en escuchar directamente la voz del maestro.  

Gonzalo Sobejano en: Biblioteca UPM.

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