Sobre la historia natural de la destrucción / W. G. Sebald

W. G. Sebald

Sobre la historia natural de la destrucción

Barcelona: Anagrama, 2003-

Sobre la historia natural (cub. Anagrama) La reconstrucción alemana, entretanto ya legendaria y, en cierto aspecto, realmente digna de admiración, después de la devastación causada por el enemigo, una reconstrucción equivalente a una segunda liquidación, en fases sucesivas, de la propia historia anterior, impidió de antemano todo recuerdo; mediante la productividad exigida y la creación de una nueva realidad sin historia, orientó a la población exclusivamente hacia el futuro y la obligó a callar sobre lo que había sucedido. (pp. 16-17)

Como John Eliot Gardiner, el célebre intérprete y estudioso de la música barroca alemana, W. G. Sebald (1944-2001) es otro creador que contribuyó especialmente al restablecimiento de la comunicación intelectual entre Alemania y Gran Bretaña. Por desgracia, esta importante vía de contacto en la cultura europea había quedado malparada desde la ya remota fecha de 1914 en que estalló la Gran Guerra.

Sobre la historia natural de la destrucción tiene su origen en otro acontecimiento posterior, también crucial y apocalíptico, aunque no se concretara en un único momento puntual y preciso: la destrucción de las principales ciudades alemanas mediante bombardeos masivos sistemáticos a partir de 1943. Este plan de acciones de guerra fue llevado a cabo principalmente por la Royal Air Force y, debido a su terrible incidencia sobre la población y el patrimonio civiles, ha sido a menudo comparado en sus efectos con los campos de exterminio y con los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki. Como estos últimos y desde un punto de vista de razón moral, su magnitud y simbolismo se sobreponen al hecho cierto de que se realizaran en el marco de un combate global por la democracia política. A partir de ahí Sebald efectúa un análisis a tres bandas, una reflexión sobre la interrelación entre tres elementos: los propios hechos en sí; la autoconciencia social alemana posterior, estupefacta ante la dimensión de la atrocidad sufrida y ante su propia complicidad en el totalitarismo; y la respuesta creativa de los escritores -o su ausencia y limitaciones según los casos- a la situación. El horizonte histórico traspasa las fechas convencionales del fin de la Guerra, pues enlaza la inmediata postguerra con la intrincada etapa anterior que va desde el apogeo optimista del poder nazi muy a primeros de los años 40 y el posterior desgaste desde enero de 1943 (derrota de Stalingrado), hasta el derrumbe final de 1944-45.Luftkrieg und Literatur

El título del volumen editado por Anagrama parafrasea a Solly Zuckerman, testigo británico de la devastación en el “día después”. Contiene en realidad varias conferencias reelaboradas y compiladas bajo el título original alemán de Luftkrieg und Literatur (=Guerra aérea y literatura; publicado por Fischer Verlage), más un ensayo sobre Alfred Andersch. Las sinuosas andanzas de este novelista, con su empeño por construirse una imagen pública de creador políticamente correcto, vienen a constituir el colofón del gran relato general de esta historia natural que, aunque ensayo, tiene mucho de narración épica. Por consiguiente ha merecido enteramente su publicación en una colección como Panorama de Narrativas.

La capacidad del ser humano para olvidar lo que no quiere saber, para no ver lo que tiene delante pocas veces se ha puesto a prueba mejor que en Alemania en aquella época. Se decide, al principio, por simple pánico, seguir adelante como si no hubiera pasado nada. (pp. 50-51)

No es la primera vez ni probablemente la última. NST se interesa reiteradamente por los tremendos acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, de cuyo término se ha conmemorado el 70º aniversario en 2015. Os invitamos a volver sobre nuestras reseñas consagradas a: Continente salvaje; Una mujer en Berlín; Ni una gota de sangre impura

W. G. Sebald en: Bibliotecas de la UPM.

 

Continente salvaje. Keith Lowe

Cubierta de Continente salvaje, Keith LoweContinente salvaje
Keith Lowe
Galaxia Gutenberg, 2012
Traducción de Irene Cifuentes

Continente salvaje nos sumerge en la Europa de posguerra de la Segunda Guerra Mundial, un mundo caótico, lleno de vandalismo, venganzas, guerras civiles, deportaciones y destrucción. ¿Cómo subsistir en ese ambiente de inestabilidad, hambre y violencia? Lowe nos muestra, a través de numerosos testimonios y un estilo tan accesible como eficaz, la degradación moral, el próspero mercado negro, la delincuencia, el destino de los prisioneros de guerra alemanes, el odio acumulado de los presos liberados de los campos de concentración. “La historia de Europa en el periodo inmediato de posguerra no es por lo tanto, y sobre todo, una de reconstrucción y rehabilitación; es, en primer lugar, una historia de la caída en la anarquía”.

La guerra borró las fronteras de Europa, sus instituciones, leyes, gobiernos y a casi 40 millones de personas que, entre civiles y militares, murieron en la contienda. En ese mundo sin referencias sobrevivir dependió, en gran parte, del grupo de pertenencia y, una vez vencido el enemigo común: el nazismo, esos grupos aprovecharon la inercia de odio y violencia para ajustar posiciones en sus respectivos países y eliminar a sus contrarios mediante guerras raciales, étnicas, religiosas, civiles o de clase. Partisanos contra fascistas; polacos contra alemanes; serbios contra croatas…. y un antisemitismo común que, lejos de apagarse, resurgió con más fuerza. Antiguos conflictos y nacionalismos que, manejados hábilmente por soviéticos y aliados, sirvieron para instaurar un nuevo orden mundial.

Fotogradía de Berlín, enero 1945

Años después de la guerra fría, los odios siguen latentes. Resultó imposible crear estados étnica, religiosa o socialmente homogéneos y en todos lados quedaron ascuas que aún se encienden. Pero conocer la historia es poner las cosas en su sitio, asumir responsabilidades y encontrar el punto exacto entre la memoria y el olvido, entre lo que unos quieren recordar y otros necesitan olvidar. Desmontar falsos mitos y victimismos es evitar que se haga política con la Historia. Y leer este libro es un buen comienzo.

Keith Lowe es un historiador londinense, nacido en 1970, experto en la II Guerra Mundial. Es autor de Inferno: The Devastation of Hamburg, 1943.

Rosa Molina

Fuerteventura, de Alberto Vázquez-Figueroa

"Canarias, Madeira y las Azores se encontraban enclavadas en el llamado Vacío Aéreo del Atlántico, una inmensa extensión de agua a la que ni los aviones ingleses de mayor radio de acción podían acudir a patrullar, por lo que los submarinos y los buques corsarios alemanes podían actuar a sus anchas, torpedeando impunemente a los desasistidos convoyes de abastecimiento." (p. 73)

 

Alberto Vázquez-Figueroa:

Fuerteventura.

Barcelona : Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2000.

 

Alberto Vázquez-Figueroa pertenece a una hornada de reporteros, informadores y divulgadores españoles que a partir de los años 60 se vieron favorecidos por la expansión de la televisión, de la lectura de prensa ilustrada y de las ediciones populares. Personajes como él, Miguel de la Quadra-Salcedo, Rodríguez de la Fuente, Carcedo y otros contribuyeron a ensanchar los horizontes del gran público abarcando aspectos de la Naturaleza, paisajes desconocidos, pueblos exóticos, remotos conflictos y asuntos de política internacional. Para quienes crecíamos en aquellos años estos temas superaron así su rol de materia prima para colecciones de cromos e historietas gráficas. Después, como prolífico escritor de novelas de consumo popular Vázquez-Figueroa quedó algo encasillado y lejos del aprecio de los medios literarios considerados "cultos". Como se diría hoy, no daba el perfil -tan canónico en los 70- de intelectual supuesta o realmente comprometido y refinado.

Pero justamente esta situación ya es en sí misma un interesante fenómeno cultural. De hecho, la Fuerteventura que ahora presentamos tal vez no es grandísima literatura, ni siquiera uno de los títulos más famosos de un autor que ahora no está muy de moda, y probablemente es deudora de la tradición anglosajona en su género. Pero está escrita con maestría y sobre todo con un inmejorable conocimiento de sus escenarios. El relato se mueve en los márgenes geográficos y primeras etapas de la Segunda Guerra Mundial: en esos ámbitos que los clichés del cine bélico triunfalista surgido a partir de 1945 han contribuido tanto a desdibujar, pero que tanta importancia tienen para desentrañar las claves de aquel conflicto apocalíptico. El autor se mueve en terreno y pasado conocidos: la geografía descarnada de la isla se recorre con minuciosidad y exactitud al tiempo que se introducen en el argumento sugerentes pinceladas sobre los avatares históricos de la sociedad isleña de aquella época.

La misteriosa Villa Winter en el valle de Cofete (Fuerteventura)

Desde luego Fuerteventura real es un territorio novelesco que goza de esa condición paradójica de ciertos enclaves a la vez remotos y cosmopolitas. Esta tierra seca, la más cercana al Sahara de toda la España africana, merece que se la considere por muchos otros atributos que se añaden a su grandioso litoral playero. Y esta novelita se ofrece como un comienzo estupendo para su descubrimiento. Con un buen mapa a mano, eso sí.

 

 

Esta y otras obras de Alberto Vázquez-Figueroa en: Bibliotecas de la UPM

Una mujer en Berlín, Anónima

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Anónima, Una mujer en Berlín.

Barcelona: Anagrama, 2007

“Ahora que todo ha desaparecido y tan sólo me queda una maleta pequeña con ropa, me siento desnuda y ligera. Como ya no poseo nada, me siento dueña de todo. “

Berlín, abril, 1945. El cerco sobre la ciudad se cierra. Los cañones del Ejercito Rojo disparan sin piedad a la capital del Reich. Miles de civiles mueren a manos de los soldados soviéticos.

La guerra está perdida. ¿Y ahora?, cuál es el futuro, qué va a ser de la ciudad, de sus bienes, de sus habitantes…No hay duda, se convertirán en botín de guerra. Todo aquello que se pueda llevar consigo, aunque tenga un mínimo valor es objeto de codicia, de pillaje… también las mujeres.

En ese mundo de cobardía, depravación, miseria moral, hambre, una mujer trata de sobrevivir a todo eso. No se puede eludir, está ahí, al acecho, antes o después va a golpear con su garra pero tenemos que sobrevivir a ello ¡sobrevivir! ¿Cómo hacerlo?, un diario es el instrumento. Hay que dar cuenta de todo lo que acontecerá, es la tabla de salvación para alejarse del derrumbe moral que acecha a los habitantes de esa ciudad.

“Una y otra vez nos damos cuenta de los objetos de dudoso valor que nos ha procurado la técnica. No tienen ningún valor en sí, son valiosos siempre y cuando haya una conexión o un enchufe. El pan tiene un valor absoluto (…). En cambio la radio, la cocina de gas, la calefacción central, el hornillo eléctrico, todos esos grandes regalos de la era moderna no son más que un lastre inútil en cuanto falla la central (…). Somos habitantes de las cavernas”.

Una mujer en Berlín se publicó por primera vez en 1954 en versión inglesa. Años mas tarde se publicó en Alemania pero fue fríamente acogida. Estaban los acontecimientos muy cerca. Los hombres no salían muy bien parados y la mujeres no querían hablar de “eso” como se decía durante aquella primavera de 1945. Había que mantenerlo oculto, había que olvidar. Esto hizo que no se editará de nuevo en Alemania hasta la muerte de la autora ya que ésta lo había prohibido.

Desde el 20 de abril hasta el 22 de junio de 1945, la autora recogió prácticamente a diario su vida en una ciudad rota, angustiada, destruida. Una ciudad a merced de los soldados del Ejército Rojo que durante una semana saquearon la ciudad y violaron alrededor de cien mil berlinesas. Episodio este, el de las violaciones, que se consideró tabú durante mucho tiempo. Todo aquello que conocíamos ha desaparecido, ese mundo que vivimos ya no está, ahora es otro. La naturaleza humana es otra o ¿es la misma?

Es un relato de enorme fluidez, de enorme intensidad y tensión dramática.

Pero quién era esa autora que describió de forma tan exhaustiva esos días tan aciagos. Una mujer cosmopolita, con estudios, que trabajaba en el mundo editorial, que viajaba, que tenia cultura, sí todo eso pero antes que nada era…una mujer en Berlín.

“Tengo que pararme a pensar. Qué grande es nuestra miseria espiritual (…) El futuro pende, plomizo, sobre nosotros. Yo me resisto, intento mantener encendida la llama en mi interior. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué hacer con mi vida? Estoy desesperadamente sola como para intentar dar una respuesta”.

Una mujer en Berlín en la Biblioteca UPM

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