Drácula. Bram Stoker
Bram Stoker
Alianza Editorial
Drácula en la Biblioteca Universitaria UPM
Hoy traemos a Nosolotecnica un clásico de la literatura de terror, ya instalada en el imaginario colectivo, Drácula.
Utilizando un formato epistolar, Stoker narra la historia bien conocida del conde Drácula que desea viajar desde Transilvania a Inglaterra. Para ello se vale de la ayuda de Jonathan Harker que se traslada a su castillo para comprar diversas propiedades en las islas. A partir de ahí se irán introduciendo diversos personajes, Mina, Lucy, el doctor Seward, Van Helsing etc.
La lucha entre la vida y la muerte, el bien y el mal, el deseo humano, la sexualidad reprimida, se plasman en este clásico de la literatura universal.
Publicada en 1897, ha sido adaptada en muchísimas ocasiones de forma más o menos fiel en el cine, el teatro, la televisión, las novelas gráficas, la radio.
Ya en 1922, FW Murnau llevó a la gran pantalla una adaptación de la novela de Stoker con Nosferatu. En 1931 Tod Browning hizó su versión del la historia del conde con Bela Lugosi como protagonista.
En 1938 el Mercury Theater de Orson Welles la adaptó para su transmisión radiofónica.
Desde entonces han sido innumerables las versiones de este clásico universal que no hay que perderse y que garantiza unas horas de entretenimiento y…miedo.
-¡Sea bienvenido a mi morada! ¡Entre en el castillo por su propia voluntad!
No avanzo hacia mi, sino que permaneció más allá del umbral, semejante a una estatua, como si el primer hecho que hizo para saludarme le hubiera petrificado. Sin embargo, apenas hubre franqueado el umbral, vino hacia mi, precipitándose casi a mi encuentro, y con su mano tendida asió la mia con una fuerza tal que me estremeci de dolor…tanto más cuanto que aquella mano tan poderosa estaba helada como la nieve, semejando más la mano de un muerto que de un vivo.
¡Sea bienvenido a mi morada! – repitió – Entre por su propia voluntad, entre sin temor y deje aquí parte de la felicidad que lleva consigo…
¿El conde Drácula?- pregunte para asegurarme.
El anciano se inclinó cortésmente.
Sí, soy el conde Drácula…