El día de los trífidos, John Wyndham

Cubierta de El día de los trífidos, John WyndhamEl día de los trífidos, John Wyndham
Barcelona: Minotauro, 2007

Traductor: José Valdivieso

The day of the triffids (1951)

El día de los trífidos, considerada un clásico de la ciencia ficción, es una novela de esas que muestran un mundo apocalíptico donde los supervivientes deben reagrupar sus fuerzas, combatir la amenaza invasora y comenzar de nuevo. Podría haberse quedado ahí y funcionar como un entretenimiento más -las pantallas de los cines y las mesas de novedades de las librerías están llenas de este tipo de historias- pero El día de los trífidos, aparte de leerse con amenidad, de contener suficientes episodios de acción o de provocar miedo, profundiza a nivel sociológico mostrando las diversas maneras de organización que afrontan los supervivientes. La novela, escrita después de la Segunda Guerra Mundial y en plena guerra fría, presenta un pequeño muestrario de comportamientos gregarios que da cuenta de la naturaleza del género humano.

Cubierta de The Day of the Triffids, John WyndhamBill Masen despierta en el hospital después de haberse sometido a una intervención en los ojos. En seguida nota que algo no va bien, no hay nadie alrededor, el silencio en las calles estremece. Poco a poco va descubriendo que el sentido de la vista, que aún conserva gracias a la defensa de un fuerte vendaje, será determinante en los días que se avecinan, pues casi toda la humanidad, como consecuencia del paso de un extraordinariamente luminoso cometa, se ha quedado ciega. Pronto se preguntará -y no tardará mucho en comprobarlo- si esta desventaja sensorial podría ser suficiente para inclinar la balanza del dominio del mundo, si otros seres hasta ahora pacíficos serían capaces de disputarle a la especie humana el dominio del planeta.

Nuestro trífido tenía en aquella época un metro de altura. Otros muchos estaban creciendo en distintos sitios, tranquila e inofensivamente, sin que nadie les prestara particular atención; al menos, así parecía,  pues de la posible excitación de los biólogos y de los botánicos nada llegó al público en general.

Poco tiempo después, uno de los trífidos recogió sus raíces, y caminó.

La novela ha sido adaptada como serie de televisión para la BBC y también ha sido llevada al cine.

Cartel película The Day of the Triffids (1962)

Cubierta de El día de los trífidos, John WyndhamJohn Wyndham (1903-1969), escritor británico, comenzó a escribir relatos en 1931, su primer cuento fue publicado por Wonder Stories. Escribió ciencia ficción (o “fantasía lógica”, como él lo llamaba) orientada a jóvenes. A partir de la publicación de El día de los trífidos sus novelas comienzan a reflejar el trauma causado por la guerra en la clase media británica.

Otras obras suyas son: Las crisálidas (1955); Los cuclillos de Midwich (1957); Chocky (1968).

John Wyndham en la Biblioteca de la UPM

Viaje de invierno/Amélie Nothomb

Cubierta de Viaje de invierno. Amélie NothombViaje de Invierno

Amélie Nothomb

Anagrama, 2011

Cualquiera que esté esperando una carta de la persona amada conoce el poder de vida o muerte de las palabras.

Esta novela es una historia de amor contada de una manera incómoda, desafinada, pero con aciertos tan claros que merece la pena leerse y así conocer, de paso, a una de las autoras más de moda en Francia. Fue elegida, en una encuesta realizada por el periódico Le Figaro a 35 críticos literarios, como su escritor favorito menor de 40 años. Ha recibido numerosos premios y conseguido gustar a un enorme número de lectores.

Amélie Nothomb es de nacionalidad belga pero nacida en Kobe (Japón). Hija de diplomático no conoció el país de origen de su familia hasta los 18 años, tras vivir en Laos, Birmania, China y Nueva York.

Esta novela excéntrica y calculadamente abrupta tiene a la vez una finísima penetración en los sentimientos de los enamorados.

No existe el fracaso amoroso. Es una contradicción en los términos. Experimentar el amor ya supone un triunfo, tanto que podríamos llegar a preguntarnos por qué queremos más

Fotografía de Amélie NothombLa historia trascurre en París y narra la difícil relación amorosa entre Zoilo y su amada, una chica llamada Astrolabio que trabaja como agente literaria y cuidadora de una novelista diferente que se llama Aliénor. Mejor no contar más.

Nothomb escribe bien, describe con precisión sentimientos y situaciones  pero por alguna razón trufa la historia con toques demasiado absurdos  y se aprecia un gusto claro por llamar la atención. No sorprende que sea una escritora polémica que tiene tantos seguidores apasionados como críticos declarados que no pueden explicarse su éxito.

Amélie Nothomb en la Biblioteca UPM

La isla del tesoro. Robert Louis Stevenson

isla_tesoroLa isla del tesoro, Robert Louis Stevenson

Madrid: Edic. Generales Anaya, 1981
Título original: Treasure island
Traductor: José María Álvarez

 

Estación de Ciudad Universitaria. Viene el metro. Me siento y comienzo La isla del tesoro. ¿Es la tercera o la cuarta vez que lo leo? Da igual, ¡me entusiasma!

Permitidme que en el trayecto hasta Pacífico os cuente algo sobre este cuento tan delicioso, y de su autor.

Imagino a Stevenson a sus 31 años escribiendo en su Escocia lluviosa y fría de 1833. Está muy abrigado, tiene una dolencia pulmonar que lo marcará toda la vida. Desearía, por un instante, que sus ojos se alzaran del papel y como un fogonazo mágico fueran capaces de ver los míos. Mis pupilas le devolverían todo el entusiasmo, toda la ilusión y energía que me ha transmitido con sus libros. Muy bajito le diría: “De mayor quiero sentir que aún existen tus mundos, esos donde se puede soñar. Y yo misma no ser más que un efímero y aventurero sueño”.

Cada vez que he leído La isla del tesoro me he imaginado embutida en la piel de un protagonista distinto. Esta vez pretendo ser John Silver el Largo: astuto, sagaz y sanguinario bucanero que entorpecerá las pretensiones de nuestros buscadores de tesoros.

Os cuento la historia. Un joven llamado Jim Hawkins, por esas casualidades Mapa de la isla del tesorode la vida, encuentra un mapa de una isla desierta que esconde un tesoro. Pide ayuda a sus amigos para fletar un barco y emprender rumbo a la aventura. Reúnen una tripulación compuesta de excelentes marineros ingleses, honrados todos ellos y desconocedores de las pretensiones de nuestros amigos… Pero, un momento, no son tan honrados y leales, en seguida se mostrarán como los más sanguinarios ejemplares de la piratería inglesa. Comandados por John Silver el Largo, estos rufianes se lo pondrán muy difícil al joven Jim y a sus amigos.

Desde el comienzo del libro la narración es emocionante. Emoción ingenua que logra ilusionar con cada uno de los personajes, con cada una de las situaciones que Stevenson imaginó. ¿Tú nunca has buscado una isla que entrañe un tesoro? La isla es la propia vida y el tesoro lo que buscamos todos, un premio lleno de luz.

He pasado momentos estupendos con este pequeño libro.

 

Robert Louis Stevenson en la Biblioteca UPM

 

Carlota

 

Los restos del día, Kazuo Ishiguro

Portada de Los restos del día, Kazuo IshiguroLos restos del día, Kazuo Ishiguro
Barcelona: Anagrama, 1994

Traducción: Ángel Luis Hernández Francés

The remains of the day (1989)

Para que esta historia se convierta en historia de amor, sólo falta una palabra. Uno se pasa toda la lectura esperando que Mr. Stevens la pronuncie. Pero es esta una historia de silencios. Él, altivo mayordomo de Darlington Hall, se encierra en la extrema dedicación que su trabajo exige y va dejando pasar una y otra vez las oportunidades que Miss Kenton, su ama de llaves, le brinda con el objetivo de que rompa con esa rigidez y emprenda en su compañía una nueva vida. Mr. Stevens, zarandeado por los cambios acontecidos en la sociedad inglesa de posguerra, herido en su fuero interno por haber servido a un patrón corrupto, desgrana los acontecimientos a posteriori. Su relato resulta subjetivo; con la mirada vuelta hacia atrás, pero incapaz de desprenderse de su reducida visión de las cosas, Mr. Stevens trata de explicarse a sí mismo dónde están los errores que ha cometido, si es que alguno cometió, o qué significado tuvo el comportamiento de quienes le rodeaban: su padre, el personal de servicio a su cargo, los mayordomos de otras casas, los aristócratas a los que debía obediencia… Mientras, reconociendo (eso sí, tácitamente, empujado más porque el mundo ha cambiado que por  propia convicción) que el día ha llegado a su fin, constatando que todo por lo que él ha luchado y los valores en los que ha creído pertenecen a un tiempo ya extinguido, viaja para reencontrarse por última vez con Miss Kenton, la única persona que aún podría proporcionarle algún consuelo.

En realidad, ¿qué sentido tiene estar siempre especulando sobre lo que habría pasado si tal situación o tal otra hubiesen terminado de forma diferente? Acabaría uno loco. En cualquier caso, aunque me parece muy bien decir que hubo momentos trascendentales, sólo es posible reconocerlos al considerar el pasado. Evidentemente, cuando ahora pienso en aquellas situaciones, es cierto que me parecen momentos cruciales o únicos en mi vida; sin embargo, mi impresión mientras sucedían no era la misma. Más bien pensaba que disponía de un número ilimitado de años, meses y días para resolver las diferencias que enturbiaban mi relación con Miss Kenton, o que aún surgirían ocasiones en que podría remediar las consecuencias de algún que otro malentendido. Lo que sí es verdad es que, en aquella época, nada parecía indicar que a causa de unos incidentes tan insignificantes todas mis ilusiones acabarían frustrándose.

Cubierta de The Remains of the Day, Kazuo IshiguroEsta bellísima historia de silencios y de emociones contenidas fue llevada al cine en 1993 con el título de “Lo que queda del día”. Los inolvidables protagonistas fueron encarnados por los no menos inolvidables Anthony Hopkins y Emma Thompson.

Fotograma película Lo que queda del día, con Anthony Hopkins y Emma Thompson

Este y otros libros de Kazuo Ishiguro en la Biblioteca de la UPM

El mapa del tiempo, Félix J. Palma

Cubierta de El mapa del tiempo, Felix J. Palma

El mapa del tiempo
Félix J. Palma

Alianza Editorial, 2009

Si hace unos meses traíamos a nosólotécnica a H. G. Wells en el papel de autor de La máquina del tiempo, rizamos ahora el rizo invitándole de nuevo por estos lares no en el rol del fabulador que hilvana sin riesgo las fantasías que se le pasan por la cabeza. No, esta vez no va a ser tan fácil. Esta vez le traemos como el personaje central de la trepidante novela de Félix J. Palma El mapa del tiempo.

Londres, 1895, Wells acaba de publicar su famosa novela La máquina del tiempo añadiendo a la curiosidad propia de la época la posibilidad de saltar sobre la línea cronológica hacia otros siglos. En la primera de las tres historias que se entrelazan en El mapa del tiempo el joven Andrew Harrington querrá viajar ocho años hacia el pasado para salvar a su enamorada de las garras del mismísimo Jack el Destripador. En la segunda, Claire Haggerty viajará al año 2000 en busca del único hombre del que se puede enamorar: el glorioso salvador de la raza humana ante la amenaza autómata. Y en la tercera, un ladrón de destinos vendrá del futuro para robar los manuscritos de las novelas de Henry James, Bram Stoker o del propio H. G. Wells. Éste, por azares de la literatura, verá implicada su apacible vida y actuará como hilo conductor en las tres historias, pues ¿quién mejor que el autor de La máquina del tiempo para ayudar a sus lectores y vecinos en los viajes temporales que éstos deseen emprender?

Divertida, entretenida, intrigante, bien escrita, con un narrador que todo lo ve y que hace juguetonas apariciones de vez en cuando, aliñada con múltiples guiños literarios, la novela de este talentoso escritor de cuentos asegura un muy buen rato de lectura.

Félix J. Palma (Sanlúcar de Barrameda, 1968) es autor de celebrados libros de cuentos como El vigilante de la salamandra o Las interioridades, además del recientemente publicado El menor espectáculo del mundo. Asimismo, es autor de las novelas La hormiga que quiso ser astronauta y Las corrientes oceánicas.

Félix J. Palma en la Biblioteca de la UPM

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