Historia de la lectura en el mundo occidental

Historia de la lectura en el mundo occidental 

Volumen dirigido por Guglielmo Cavallo y Roger Chartier 

Madrid : Taurus, 1997, 2004, 2011 

Edición original:

Storia della lettura nel mondo occidentale 

Roma : Laterza, 1995 

La transmisión electrónica de los textos y las maneras de leer que impone representan, en nuestros días, la tercera revolución sobrevenida desde la Edad Media. Porque, desde luego, leer en una pantalla no es lo mismo que leer en un códice. La nueva representación de lo escrito modifica, en primer lugar, la noción de contexto, sustituyendo la contigüidad física entre unos textos presentes en un mismo objeto (un libro, una revista, un periódico) por su posición y distribución en unas arquitecturas lógicas, las que gobiernan las bases de datos, los ficheros electrónicos, los repertorios y las palabras clave que posibilitan el acceso a la información. (G. Cavallo, R. Chartier: Introducción – Revoluciones

¿Cómo hemos llegado a leer de las maneras en las que lo hacemos hoy en día? Hay bastantes historias del libro, también de las bibliotecas, también a veces obras que asocian ambos temas, incluso hay quien se ocupó de la historia del mobiliario librero como el agudo Henry Petroski. Sin embargo parecen abundar menos los estudios sobre la historia de la mera actividad de leer. Guglielmo Cavallo y Roger Chartier, destacados investigadores en la materia, han colaborado a rellenar ese hueco mediante una monumental compilación de ensayos parciales firmados a su vez por autores de primer nivel. No se puede decir que sea en sentido estricto un libro coral sino más bien colectivo, en diversos sentidos: por un lado no es un tratado exhaustivo, cada ensayo tiene su propia tonalidad, su enfoque peculiar y su intensidad de aparato crítico; en el aspecto editorial fue publicado sucesivamente por Laterza en italiano y por Éditions du Seuil en francés; y por último fue vertido al castellano por cuatro traductores diferentes para la edición de Taurus. 

Si la aparición de la escritura se considera el punto de arranque de la Historia frente a una Prehistoria ágrafa, se colige que el estudio de cómo los seres humanos leyeron es fundamental para comprender la evolución social. La lectura es otro de aquellos aspectos de la vida que se suelen dar por hechos como algo “natural” cuando en realidad son fruto de largos procesos de gestación. Por otra parte, la lectura está íntimamente ligada a la historia de la educación, de los modos de aprendizaje, de la enseñanza propiamente dicha: esto se ve muy claramente durante la Baja Edad Media europea cuando el nuevo tratamiento universitario del texto rompe con las rutinas monásticas anteriores. Después, a medida que nos acercamos al presente, sobre todo a partir del XVIII, se siente la emoción de asistir a los antecedentes directos de fenómenos tan actuales como el predominio de la narrativa o el sesgo de género en las prácticas lectoras. 

Estamos por tanto ante un volumen provechoso y vigente, muy apetecible de saborear de manera reposada. Por criticar algo, solo se me ocurren un par de observaciones. En su práctica totalidad, el libro se autolimita a sí mismo en un occidentalismo convencional restringido, es decir arranca en la Grecia antigua sin hacer gran caso de sus determinantes precedentes afroasiáticos, para luego abandonar incluso ese mundo europeo más oriental tan pronto como se ha pasado el testigo helenístico a Roma y a su Cristiandad de estirpe latina. Por otra parte, faltan ilustraciones -de soportes, de tipografías, etc.- que facilitarían mucho la comprensión de los análisis de interacción persona-texto: menos mal que hoy podemos buscar y leer imágenes ad hoc en internet. Hagamos metahistoria de la lectura, pues.   

En Biblioteca UPM encontraréis más obras de Guglielmo Cavallo y Roger Chartier.

Una mirada en palabras

Alberto Corazón

Una mirada en palabras

Seix Barral Los Tres Mundos Ensayo

Alberto Corazón fue escultor y diseñador gráfico, y fundador de la editorial Ciencia Nueva.

Casi todos los mortales le reconocemos más por sus logotipos que por su nombre; Biblioteca Nacional, Casa de América, Ministerio de Sanidad y Consumo, Junta de Andalucía, Universidad Autónoma de Madrid, Compañía Nacional de Teatro Clásico, y Once entre otros. Una mirada en palabras, lo escribió en 2008 (con 66 años),

Para aquellas personas que amen y disfruten del arte, este libro les resultará liberador de ideas y estímulos subjetivos. Al fin y al cabo, pocas veces se puede participar de la reflexión íntima y personal en el proceso creador de un artista de corazón, tímido de vocación.

Hago esculturas, dibujo y pinto porque siento la necesidad de participar en este empeño: crecer como humano.

cuaderno de  Antonin Artaud
Cuaderno de Antonin Artaud 1896-1948 (mucho más inquietante que los de Alberto Corazón)

El libro está cuajado de bocetos a carboncillo, y uno se siente inclinado a comentarlos en los espacios en blanco que hay a su alrededor. A mí (en mi desconocimiento) me recuerda a veces a Alberti, a ratos a Matisse, incluso a Artaud; con más serenidad, sin caer en la desesperación

Dicen en su obituario que la pandemia agotó su energía vital a los 79 años (nació en 1942) y ha fallecido recientemente el 10 de febrero de 2021.

Alberto Corazon en la Biblioteca UPM

Cuadro de Matisse en el MOMA

De Sofía Tolstaia a Ruth Verlau: entre el eclipse solar y la cara oculta de la luna

¿De quién es la culpa? Sofia Tolstaia. Editorial Xórdica, 2019.

Recuerdos de Ruth Verlau. Hans Bunge (editor). Editorial Trotta, 1995.

Carátula del libro: Recuerdos de Ruth Verlau

Que tienen en común La Gioconda o Sofía Tolstaia: su marido. En ambos casos la identidad de estas mujeres se diluye en el apellido de unos maridos netamente mayores que ellas; en ambos casos son matrimonios de jóvenes que hoy diríamos adolescentes con maridos talludos por no decir cuasi vejestorios. Claro que ya nadie recuerda quién fue el Giocondo, una suerte de justicia universal que no alcanza a Sofía Tolstaia, mujer de Lev Tolstoi.

La familia Tolstoi

Ruth Verlau, en cambio, fue más iconoclasta, más radical, y por tanto, aún menos conocida. Como actriz, escritora, viajera y fotógrafa apenas ha transcendido. Tampoco es ampliamente reconocida como compañera vital de Brecht, que ni siquiera tuvo la decencia de reconocer su contribución a su inmensa obra (junto a otra gran cantidad de personas, mayoritariamente mujeres).

No pretendo restar valor a Bertolt Brecht, gran político-pensador-escritor, quizás sí disminuir la calidad de una figura histórica que gestionó con mano de hierro la economía de su “taller” sin preocuparse de salvaguardar mínimamente la vejez de sus incondicionales: Ruth Verlau muere en 1974 en la indigencia, en el hospital berlinés Charité, una residencia para perseguidos del régimen nazi. En palabras del libro editado por Hans Bunge:

“Ruth Verlau fue una mujer fuera de lo común. Yo llegué a odiarla y a admirarla al mismo tiempo. Sólo se movía entre los extremos. Sus exigencias respecto del entorno en que se movía eran por igual criminales y suicidas. En cuanto a sus amigos, se encontraba en un permanente caminar por el filo de la navaja. Se empleaba a fondo en todo lo que hacía, pero no era una aventurera, sino que luchaba por aquello que consideraba razonable. Incluso cuando perdía quedaba al final como la más fuerte, porque sabía pelear sin reservas. Su capacidad de perseverancia era sorprendente.”

Donde Sofia Tolstaia vence, Ruth Verlau fracasa; al menos la primera fue capaz de recuperar los derechos sobre las obras de Lev Tolsoi en las que había participado como copista, editora silenciosa y apoyo moral. Dicen que su novela: ¿De quién es la culpa? Contribuyó significativamente a ello.

En un precioso libro de Max Gorki: Recuerdos de Tolstoi, Chejov y Andréiev (editorial Nortesur, 2009), el autor glosa a Leopold Sulerzhitski, y en una suerte de dudosa operación transitiva refiero yo:

Leopold Sulerzhitski,

“Es presumible que la familia de Tolstoi no viera con buenos ojos que los campesinos se llevaran poco a poco los bienes de Yásnaia Poliana y que talaran el bosque de abedules que Tolstoi plantó con sus propias manos. Creo que él echaba de menos ese bosque. Esta tristeza, esta pena en general, aunque in-expresadas, forzaron, empujaron a Sofia Andréievna a un acto que, y ella lo sabía, le sería reprochado. Siendo una mujer inteligente no podía ignorarlo ni dejar de contar con las consecuencias. Y entonces, ¡ella se arriesgó! Y por eso yo la respeto. Uno de estos días iré a Yásnaia Poliana, y, en cuanto la vea, le diré ¡mis respetos señora! Pese a mi convicción (era profundamente anarquista), sigo creyendo que tácitamente la forzaron a actuar de ese modo. Por otra parte, todo esto no importa con tal que de que Tolstoi esté a salvo”.

Mujeres en la historia, sin historia. Bien valga esta reseña para resarcir este error.

Leer contra la nada, Antonio Basanta

Carátula del libro
Leer contra la nada, Antonio Basanta

Cuanto mejor es un libro más difícil es de glosar, eso dicen; es probable Ésta es la primera idea que me asalta, qué voy a decir yo que no haya quedado dicho en el título: LEER CONTRA la NADA.

A las personas que encontramos en la lectura, a ratos un refugio, un iluminado escondite, en ocasiones una isla de nunca jamás en buena compañía, o una cueva platónica desde la que observar el mundo entre murmullos, brumas y plumas, de repente escuchar en letra impresa tantas emociones resulta delicadamente desconcertante.

imagen de un faquir cautivando a una pitón

Antonio Basanta es doctor en literatura hispánica por la UCM, y escribe con clara vocación oral. Cuando un libro se ha escrito para ser escuchado más que para ser leído, de repente uno se sintiera en un ágora con algún tímido profesor de solera, embelesado ante el encanto de la flauta del faquir; ilustrados a nuestro pesar.

Para mí la principal ventaja de leer reflexiones tan suavemente mayúsculas tiene la ventaja de poder acallar al autor a la demanda, así cuando una de sus sugerentes ideas te atrapa, puedes dejarte llevar, sin ofender ni malograr la conferencia; es un libro amable, rumia-ble.

En esas ocasiones resulta hasta ofensivo hacer entresaca, para ahorrarse el esfuerzo inútil de dejar una impronta personal. En cambio el autor, demuestra una vez más su capacidad mayéutica trayendo aquí y allá otros conversadores de fama incalculable, sin el temible ridículo de las comillas, sino con la elegancia de las letras incunables (cual monje de monasterio).

La editorial Siruela ha hecho un trabajo magnifico en la elección del formato, el papel, la tipografía y las tintas modaf de dos colores, y si estas palabras no sirven al efecto de correr a una próxima biblioteca o a una librería de encanto para buscar el libro, la culpa es mía que el autor reproche no merece; a las claras queda cuando va por la tercera edición desde 2017.

Foto del autor en una charla

Her, I am Mother o Ética para máquinas: reflexiones para una noche de Halloween

Jose Ignacio Latorre, catedrático de física teórica de la Universidad de Barcelona y Director del Instituto de Ciencias de Benasque Pedro Pascual, nos ofrece un libro espectacular: Ética para Máquinas (pincha aquí), un relato inquietante digno de una noche de Halloween. Latorre es un científico que, según la glosa que figura en la solapa de su libro, es un experto reconocido en el campo de la física cuántica, con aportaciones en la teoría cuántica de campos y el entrelazamiento.

Cubierta de Ética para máquinas
imágen del autor

Si a pesar de este prólogo de horror, seguimos adelante con esta reseña, descubriremos que el título es un guiño para rememorar: Ética para Nicómaco (Aristóteles), o Ética para Amador (Savater). Ambos libros escritos por filósofos (salvando la distancia sideral) y ambos dirigidos a sus hijos. Podríamos por tanto pensar que Latorre propone considerar a las máquinas hijos o herederos culturales de la Humanidad.

Ética Nicomaquea

La idea fundamental podría resumirse en: ¿pueden tener las máquinas un sentido ético?, ¿podrán ellas en su caso sustituir a la Humanidad, cuando ésta se extinga?

Quizás antes de sumergirnos en este texto (que por otra parte es de una lectura sencilla y muy entretenida) merezca también el disfrute (que no la pena) de visualizar los trailers de Her, Ex Machina y I am Mother, que son respectivamente dos películas y una serie de Netflix que ahondan este dilema particular.

Abramos entonces la caja de Pandora, y que comience el debate, feliz Halloween

Her película
Carátula- I Am Mother - Serie

ex machina
cita final
1 2 3