El Cantar de Roldán, Anónimo

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Anónimo. El Cantar de Roldán.

Madrid: Espasa Calpe, 1985

 

“Altos son los montes y tenebrosos los valles, grisáceas las rocas y temibles los desfiladeros. Aquel día marcharon los franceses con gran dolor; el ruido se podía oír desde quince leguas…”

El 15 de agosto del año del Señor del 778, parte del ejército de Carlomagno que regresaba desde Zaragoza fue derrotado en la batalla de Roncesvalles. La retaguardia del mismo, al mando del caballero Roldán y los doce Pares de Francia, sucumbió ante las huestes enemigas apostadas en los desfiladeros de esa región pirenaica.

Esos hechos fueron transmitiéndose de generación en generación mediante la tradición oral, dándole un carácter épico y cada vez más fabuloso, más novelesco, agrandando la figura de los personajes y haciéndolos más atrayentes para el público, de tal manera que hasta en la famosa batalla de Hastings se entonaba esta canción para animar a las tropas normandas.

Carlomagno ha conquistado España, solo queda libre de su poder Zaragoza. El rey Marsil que gobierna en esa ciudad hace una propuesta de paz al emperador. Éste manda a Ganelón como embajador por indicación de Roldán para conocer los detalles. Ante el riesgo que supone esa embajada para su vida, Ganelón creyendo que Roldan actúa con mala fe, decide vengarse. Se convierte en traidor. Planea con Marsil que éste prometa a Carlomagno que acepta ser su súbdito para que así el emperador ser retire a Francia y de esta manera destruir a Roldán. Ganelón de regreso de su encomienda, propone a Carlomagno que sea Roldan quien dirija la retaguardia y así caer en manos de los sarracenos.

“Siente Roldán que su tiempo se acaba. Está hacia España, en un monte escarpado, y con la mano se ha golpeado el pecho: “Dios, ante tu poder confieso mi culpa por los pecados, los grandes y los pequeños, que he cometido desde la hora en nací hasta este día en que he sido alcanzado.” Ha tendido hacia Dios el guante diestro. Ángeles del cielo descienden a él.”

Verdad, leyenda…que mas da. Cuando nos encontramos en el Alto de Ibañeta y divisamos esos parajes, solo podemos hacer una cosa. Esto es, cerrar los ojos y ver a Roldán haciendo sonar su olifante de marfil advirtiendo a Carlomagno de los hechos que están sucediendo. Vemos como blande su espada Durandarte ante los hostiles sarracenos. Podemos imaginarnos a Roldán, Oliveros, los doce Pares de Francia arrodillados ante el arzobispo Turpin preparando sus almas para la batalla. Miramos esos paisajes y los vemos llenos de lorigas, pendones, escudos. Verdad, leyenda, es indiferente, lo importante es que una vez mas se produce la magia de las letras, de las palabras, de eso que nos hace soñar y que llamamos literatura.

La actual edición del Cantar de Roldan corresponde al académico Martín de Riquer que basa su trabajo en el manuscrito Digby de la Biblioteca Bodleiana de Oxford.

El Cantar de Roldán está disponible en la Biblioteca de  la UPM en versión impresa y en formato e-book.

La estética del franquismo, de Alexandre Cirici

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"Giménez Caballero estaba orgulloso de haber puesto el grito en el cielo, apenas proclamada la República, contra la proliferación de playas artificiales y de piscinas. Con instinto vehemente, veía en ello un porvenir de catástrofe. Había ya visto que las niñas universitarias, deportivas y poetisas, al empezar a fumar, a desnudarse y a jugar a la pelotita, terminarían siendo milicianas. Que llegaría un momento en que cesarían de enrojecer de vergüenza para hacerse rojas" (p. 167).

 

Alexandre Cirici:

La estética del franquismo.

Barcelona: Gustavo Gili, 1977.

El franquismo resultó ser la versión española del totalitarismo del siglo XX. Si bien su rostro y discurso fueron mudando en función de las coyunturas internacionales, su extraordinaria longevidad, tal vez solamente superada por el comunismo estatalista ruso y por el vecino salazarismo portugués, le permitió dejar una huella indeleble en muchos de nuestros paisajes cotidianos. Caemos en ello al pasear un rato con la vista levantada por la Avenida de América o el eje Moncloa-El Pardo en Madrid, por la "Laboral" de Gijón, por la remodelada Plaza del Pilar zaragozana o por las barriadas de inspiración nacionalsindicalista de Málaga, por poner algunos ejemplos.

A día de hoy toda una industria editorial y mediática de la nostalgia explota con ahínco este período que va constituyendo paulatinamente el último horizonte vital de las generaciones más veteranas de españoles. No en vano las mejores aproximaciones a fenómenos históricos son a menudo las no estrictamente políticas. Por eso merece la pena recuperar La estética del franquismo. La vida de Alexandre Cirici i Pellicer (1914-1983) es de las que parecen resumir todo un siglo. Político, historiador del arte y artista gráfico, sacó tiempo en plena Transición para redactar este libro, una pequeña joyita setentera que nos ilustra por su contenido y también como testimonio de la época característica en que fue compuesta. Adolece de muchos de los clichés y tics de entonces, su redacción es un tanto urgente e inconexa -tal vez por proceder de apuntes o guiones para clase-, pero por compensación tiene enormes virtudes: la perspectiva que proporciona al autor su propia trayectoria vital, y la huida de la descalificación simplista y en bloque de una dura experiencia histórica en un momento en que una mayoría social deseaba escapar de ella a toda prisa. Bien al contrario Cirici se esforzó en una tarea analítica que remite a las líneas pioneras seguidas por el profesor Bonet Correa en Historia del Arte y por el profesor Mainer en Literatura.

El autor parte de una hipótesis básica. Como en otros campos de la vida social, el autodenominado "Régimen" realizó un intento frustrado de crear una especie de tercera vía esencialmente antimoderna entre el cosmopolitismo industrial burgués y la cultura militante de los movimientos izquierdistas. En ese espejo se reflejan la angustia y el descoloque de ciertas clases medias subalternas, su perplejidad ante el advenimiento de la sociedad de masas y su obsesión por encontrar un "estilo" existencial propio que las distinguiera de las clases menesterosas, sobre todo de los trabajadores manuales. De este modo el discurso estético iba echando mano de lo que buenamente podía, contando siempre con una considerable hipoteca confesional asumida en parte por convicción y sobre todo para garantizar la legitimidad de la situación en el plano internacional. El libro proporciona también un buen esquema cronológico para orientarse entre las distintas fases del período. Tan solo se puede reprochar al autor su oído de corcho: mucha atención a la arquitectura y la literatura, algo a la escena y al cine, cero a la música.

Éste y otros libros de Alexandre Cirici disponibles en la Biblioteca de la UPM.

Henri Stierlin nos guía por la arquitectura del Islam clásico

Henri Stierlin: El Islam desde Bagdad hasta Córdoba : las edificaciones de los siglos VII al XIII.

Köln : Taschen, 2002.

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"En este virtuosismo de formas esféricas y en el deseo de tratar la transición espacial del cuadrado al círculo por medio de formas meramente racionales, se observa el atractivo de un desarrollo que alimentará el lenguaje arquitectónico medieval tanto en Persia como en Siria y en Egipto, y más tarde en toda el área islámica, desde Granada hasta la India."

Hablamos hoy de un libro de la editorial Taschen. Esta casa es bien conocida por su buena relación calidad-precio, materializada en obras sobre arte y diseño con mucho contenido gráfico impresas en países de bajo coste industrial.

En este caso y gracias a la labor del académico suizo Henri Stierlin, un libro que parecería meramente decorativo y que trata un aspecto muy concreto se convierte en una buena introducción a la Historia medieval del mundo árabo-islámico. Si bien ese aspecto concreto, la arquitectura, guarda siempre una estrechísima relación con la ideología y con el poder político. Esta concatenación la clava el libro con un acierto inusual haciendo que sean las propias y bellas imágenes incluídas las que nos transporten a los trascendentales hechos y procesos culturales que se van explicando. Por eso, aunque no somos duchos en composición arquitectónica ni en construcción, nos permitimos comentar y valorar la obra considerada como instrumento de divulgación histórica.

Desde el inicio Stierlin traza el marco espacial de alcance protoglobal de la civilización árabo-islámica. Este rasgo aparece simbolizado en los frescos del "Alcázar rojo" (Qusayr Hamra) del desierto de la actual Jordania, en los que se pinta nada menos que a los dirigentes hispanovisigodos, etíopes, persas y bizantinos en situación de vasallaje respecto de los primeros califas. El autor insiste en la gran deuda del arte árabe con el sustrato judeocristiano -en especial con los modelos romanos y bizantinos-, así como posteriormente en la inconfundible impronta aportada por la gran arquitectura monumental irania, tanto por contacto directo como por intermedio de invasores turcos iranizados. De modo que esta última influencia citada es la que determinará algunos de los clichés más perdurables y reconocibles del estilo árabe en la Baja Edad Media, hasta los remotos confines atlánticos de la Península Ibérica.

Precisamente una de las virtudes de esta obra es la de considerar la arquitectura andalusí -a menudo estudiada y aún exaltada desde un punto de vista limitadamente hispánico- en un contexto de civilización más amplio, lo que hace que se entienda y se valore de manera más atinada. Esto y todas las anteriores aportaciones reseñadas pueden disculpar la afirmación un tanto aventurada de la supuesta etimología vándala del nombre Al-Andalus (p. 87).

Éste y otros libros de Henri Stierlin disponibles en la Biblioteca de la UPM.

Novela de ajedrez, Stefan Zweig

Cubierta de Novela de Ajedrez, Stefan ZweigNovela de ajedrez
Stefan Zweig
Barcelona: Acantilado, 2001
Traducción: Manuel Lobo

Die Schachnovelle (1941)

Nadie se espante: aunque el título lo sugiera, no es indispensable conocer las reglas del juego ni haber practicado nunca para disfrutar del obsesivo e intrigante relato que nos propone Stefan Zweig en su Novela de ajedrez, uno de sus más celebres trabajos. Habrá claves, eso sí, que deleitarán a los aficionados a eso de mover madera (¿quién lleva bien perder al ajedrez? ¿Qué jugador no ha experimentado el encabritamiento de sus emociones en una partida larga y disputada?). No decepciona la novela en ese sentido; sin embargo, lo verdaderamente apasionante del libro radica en la brillante descripción de dos psicologías extremas, opuestas diametralmente, que se enfrentan en un auténtico choque de temperamentos.

Se sitúa la acción en un transatlántico que zarpa de Nueva York rumbo a Buenos Aires. A bordo se encuentran el campeón del mundo, Mirko Czentovic, y el señor B, un antiguo prisionero de la Gestapo que huye de los nazis. Czentovic es considerado un genio de los sesenta y cuatro escaques, pero fuera de ellos no es otra cosa que un hombre anodino, incapaz de cualquier actividad intelectual diferente. Frío y arrogante, encuentra su mayor satisfacción en el beneficio monetario que le proporcionan las victorias que con tan poco esfuerzo obtiene en el tablero. A pesar de que el señor B asegura que no practica hace años, logra inquietar al campeón en una partida improvisada por un grupito de aficionados en cubierta, hasta el punto de forzarle unas inesperadas tablas. A raíz de ello, y a partir de aquí, conoceremos las extremas condiciones que le condujeron al dominio del juego. Y el precio que hubo de pagar a cambio.

Toda mi vida me han intrigado los monomaníacos, las personas obsesionadas por una sola idea, pues cuanto más se limita uno, más se acerca por otro lado al infinito; son precisamente estos seres en apariencia fuera del mundo los que, como termitas, saben construir en su ámbito una imagen reducida del mundo, única y extravagante. No disimulé, por tanto, mi intención de examinar con lupa aquel singular espécimen de monocordia intelectual.

Novela corta o nouvelle, las noventa páginas de este relato están escritas con una amenidad, una intensidad y una precisión psicológica tales que no le permiten a uno abandonar su lectura hasta haber devorado la última palabra. Stefan Zweig (austriaco de la primera mitad del XX) es uno de los escritores más leídos del siglo. En este fragmento de su Autobiografía expone las claves en que basa su éxito:

… el inesperado éxito de mis libros proviene, según creo, en última instancia de un vicio personal, a saber: que soy un lector impaciente y de mucho temperamento. Me irrita toda facundia, todo lo difuso y vagamente exaltado, lo ambiguo, lo innecesariamente morboso de una novela, de una biografía, de una exposición intelectual. Sólo un libro que se mantiene siempre, página tras página sobre su nivel y que arrastra al lector hasta la última línea sin dejarle tomar aliento, me proporciona un perfecto deleite. Nueve de cada diez libros que caen en mis manos, los encuentro sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias inútiles, que les quitan tensión y les restan dinamismo.

Stefan Zweig en las Bibliotecas de la UPM

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