Desde los primeros siglos de la escritura hasta la Edad Media, la norma era leer en voz alta, para uno mismo o para otros, y los escritores pronunciaban las frases a medida que las escribían escuchando así su musicalidad. Los libros no eran una canción que se cantaba con la mente, como ahora, sino una melodía que saltaba a los labios y sonaba en voz alta. El lector se convertía en el intérprete que les prestaba sus cuerdas vocales. Un texto escrito se entendía como una partitura muy básica y por eso aparecían las palabras una detrás de otra en una cadena continua sin separaciones ni signos de puntuación —había que pronunciarlas para entenderlas—. Solía haber testigos cuando se leía un libro. Eran frecuentes las lecturas en público, y los relatos que gustaban iban de boca en boca. No hay que imaginar los pórticos de las bibliotecas antiguas en silencio, sino invadidos por las voces y los ecos de las páginas. Salvo excepciones, los lectores antiguos no tenían la libertad de la que tú disfrutas para leer a tu gusto las ideas o las fantasías escritas en los textos, para pararte a pensar o a soñar despierto cuando quieras, para elegir y ocultar lo que eliges, para interrumpir o abandonar, para crear tus propios universos. Esta libertad individual, la tuya, es una conquista del pensamiento independiente frente al pensamiento tutelado, y se ha logrado paso a paso a lo largo del tiempo.
Sevilla : Espuela de Plata, 2017 Traducción: Aurora Rice Prólogo: José Julio Cabanillas Gilbert K. Chesterton en laBiblioteca UPM
Este año, nuestro blog de animación a la lectura os felicita la Navidad recomendado estas reflexiones, cuentos y poemas en los que Chesterton defendía encendidamente la Navidad. Esperamos que esta o cualquiera de las lecturas que os hemos recomendado este año os acompañen en unas Felices Fiestas. ¡Feliz Navidad!
Estas líneas aparecieron durante la semana de Navidad, violando así todos los principios fundamentales de la civilización moderna, desafiando las leyes normales y necesarias del comercio navideño, las rebajas de Navidad, los números especiales de Navidad, las compras de Navidad e incluso, si me apuran, las felicitaciones de Navidad; en una palabra, cometiendo el delito de hablar de la Navidad estando muy próximo el día de Navidad. Pues la curiosa costumbre de nuestro tiempo ha convertido la Navidad en una vasta anticipación, al hacer de ella un vasto anuncio publicitario. La mayoría de los periodistas han de escribir sus artículos navideños allá por los últimos días de sus vacaciones de verano, y disponerse a publicarlos hacia mediados del otoño.
Barcelona : Anagrama, 2021 La moda justa en laBiblioteca UPM
¿Podemos vestir sin causar daño a las personas que producen nuestra ropa, a los animales de los que se obtienen las materias primas o al medio ambiente? En este breve ensayo, la periodistaMarta D. Riezu (autora de Agua y jabón, también editado en Anagrama, libro que habla de la elegancia entendida como aquello que nos convierte en personas que valen la pena) nos da algunas claves que podemos aplicar en nuestro día a día a la hora de seleccionar, de una manera más meditada, la ropa que compramos.
Hoy os recomendamos La moda justa, una lectura que nos hará ver una simple camiseta o unos jeans desde una sensibilidad diferente.
La crisis nos recordó nuestra fragilidad, las grietas de un paradigma. Pero la ropa también tiene una faceta valiosa. Emociona, reivindica, propicia el diálogo, puede ser muy bella. La moda justa propone (lo veremos en la segunda parte) caminos menos transitados: ensalzar lo pequeño, valorar lo que ya tenemos, celebrar la fidelidad a una marca, cuidar y agradecer lo cercano, distinguir cuándo el deseo es ansia y cuándo alegría. Actuar desde nuestra escala, que no por pequeña es intrascendente. Si moda sostenible es un concepto demasiado insondable, pensemos en un armario sostenible en el que sepamos de dónde viene exactamente cada prenda que poseemos.
El mundo visto a los ochenta años : impresiones de un arteriosclerótico Valladolid: Maxtor, D.L. 2008
Fecha de publicación original: 1934
Disponible en la Biblioteca UPM
Santiago Ramón y Cajal en la Biblioteca UPM
El pasado 01 de mayo se cumplieron 170 años del nacimiento de Santiago Ramón y Cajal. Su principal aporte fue demostrar que las neuronas (término que acuñaría más tarde el investigador alemán Wandeyer) eran células individuales que se conectan entre sí mediante contigüidad (o sinapsis, como lo denominaría más adelante Sherrington), en contra de lo que se pensaba en aquella época. Siempre es buen momento para leer alguna de las reflexiones de uno de los científicos más importantes de la historia.
De mí sé decir que, durante las visitas tardías a las urbes habitadas durante mi juventud y madurez, sufro grandes decepciones. Me irrita la incesante renovación y progreso de aquellas. Los lugares de nuestros solaces y alegrías se han metamorfoseado; los casinos se han desplazado, buscando más decoroso acomodo en el cinturón del ensanche; los cafés cayeron ante la piqueta demoledora de munícipes, comerciantes y banqueros; el remanso y quietud de las angostas callejas, frescas y sin polvo, convirtiéronse en suntuosas avenidas o plazas monumentales, por donde circulan, con peligro de peatones, innumerables camionetas y automóviles. Lo nuevo ha matado a lo viejo. Al misterio y penumbra ha sucedido insolente claridad.
Santiago Ramón y Cajal (Petilla de Aragón, Navarra; 1 de mayo de 1852 – Madrid, 17 de octubre de 1934) fue un médico y científico español, especializado en histología y anatomía patológica. Compartió el Premio Nobel de Medicina en 1906 con Camillo Golgi «en reconocimiento de su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso». Fue pionero en la descripción de las diez sinapsis que componen a la retina. Mediante sus investigaciones sobre los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos conectivos de las células nerviosas, desarrolló una teoría nueva y revolucionaria que empezó a ser llamada la «doctrina de la neurona», basada en que el tejido cerebral está compuesto por células individuales. Humanista, además de científico, está considerado como cabeza de la llamada Generación de Sabios. Es frecuentemente citado como padre de la neurociencia.
Las redes humanas : una historia global del mundo.
Crítica, 2004, 2010.
Título original:
The Human Web : A Bird’s Eye View of Human History.
W. W. Norton, 2004.
Nuevo título relacionado:
J. R. McNeill: The Webs of Humankind : a World History.
W. W. Norton, 2020.
Durante la confección de una red mundial hubo perturbaciones y destrucciones, pero también transformaciones y creaciones. La implantación de una única red pareció acelerar la historia. Innovaciones e inventos, auges y declives, pestes y plagas se extendían por un sistema unificado y se propagaban dondequiera que las condiciones locales lo permitiesen. Las vidas humanas tomaban forma de modo creciente por mediación de acontecimientos y procesos que tenían su origen en lugares lejanos, actuaban en combinación con las realidades locales en evolución y contribuían a la aparición de fuerzas históricas que pocos contemporáneos comprendían. (p. 199, ed. 2004)
¿Quién dijo que la Historia acabaría pronto..? En fin, a 500 años del impulso globalizador de la primera circunnavegación de nuestro planeta, la secuencia no parece detenerse sino todo lo contrario: acelerarse y complicarse más y más. Así que ninguna ocasión mejor para acercarse a una visión de síntesis que nos ayude a encajar y comprender el torbellino del que formamos parte.
Dos características definen en principio este libro. Una se deriva directamente de su título: la intención de vincular la percepción de la evolución de la Historia humana con el prisma de nuestro presente informacional, de manera que los lectores actuales aprovechen sus parámetros vitales como instrumento de interpretación y se den cuenta de que las estructuras en red nacen con la comunicación humana elemental, y no son rasgo exclusivo de la tecnología hipermoderna. La otra característica es la voluntad deliberada de condensación llevada hasta el límite, de manera que es probable que muchos lectores imbuidos de estrechas perspectivas locales y nacionales –cuando no nacionalistas- y de una historiografía tradicional centrada en el menudeo político, se extrañen por la falta de atención a determinados acontecimientos tenidos por cruciales. Por ponerme como ejemplo, me ha chocado que se omita la restauración carolingia del Imperio de Occidente en comparación con la atención prestada a las sucesivas dinastías chinas (en consecuencia, ni rastro de cita a mi querido Henri Pirenne).
En cambio los factores ecológicos están constantemente presentes: animales domésticos y vegetales en un primer plano; etnocentrismo y antropocentrismo son evitados y nuestra especie es observada como elemento activo inserto en la biosfera; las conclusiones finales adquieren acentos casi cosmológicos. Todo esto conlleva que contemplemos fenómenos relativamente cercanos a nuestro tiempo como la ambivalente Ilustración, las revoluciones liberales, la industrialización o incluso el surgimiento y devenir del socialismo, desde una perspectiva nueva y esclarecedora. Los McNeill –padre e hijo- parecen enmarcarse en una brillante cohorte de historiadores norteamericanos como Alfred W. Crosby o Arno J. Mayer, autores de obras polémicas y provocadoras pero altamente estimulantes. Como ellos, indagan en el tiempo largo y las corrientes profundas, con perspicaz enfoque tecnológico y militar, y practican una narrativa ágil y dinámica que nos invita a avanzar sin cesar en la lectura para enterarnos de lo que viene después.
Por señalar algún aspecto mejorable, observamos algún uso anacrónico de topónimos como Suecia, Bolivia, etc. para referirse a los territorios antiguos en los que esos futuros estados aún no habían aparecido. Pero estamos ante una obra valiosísima para todo el mundo, y que agradará y aprovechará en especial a personas relacionadas o interesadas en las comunicaciones y los transportes. El libro ofrece además un estupendo apéndice bibliográfico, comentado y ordenado para ampliar conocimientos sobre cada capítulo. Lamentamos el fallecimiento de William H. McNeill en 2016. En 2020 apareció como nuevo título -por el momento sin traducción castellana- The Webs of Humankind: a World History, de J. R. McNeill en solitario.
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