El viejo barco (Gu chuan), Zhang Wei

 

carátula del libroEncontré este libro por casualidad, en un deambular en busca de una lectura pausada. Me llamó la atención su autor, Zhang Wei, nacido en la provincia de Shandong (China) en 1955; autor integrado en la vida de su país como un escritor reconocido, queda la incógnita de si esto es bueno o regular. En todo caso el libro El viejo barco se escribió en 1987 dos años antes de las protestas de la plaza de Tiananmén y se publica en 2019 por primera vez en España por la editorial Kailas.

La novela está escrita en clave de ficción y recorre con mirada, a ratos crítica, 40 años de la historia de China a través de una ciudad imaginaria: Wali, en la que predominan tres clanes familiares los Sui, los Zhao y los Li, vistos a la luz de tres generaciones. En el transcurso del relato se describe de manera indirecta las consecuencias humanas, en muchos casos desgarradoras, de la Revolución, la Reforma Agraria, la Gran Hambruna y algunos cambios político-económicos, reconocibles parcialmente por los hechos que describen sin alusión directa, ni indicación temporal.

fideos celofánWali, una ciudad portuaria venida a menos, es el centro de una actividad primaria, la producción de un tipo famoso de fideos transparentes (celofán) a partir de harina de judías elaborada en numerosos molinos de la ciudad. Observamos diversos cambios tecnológicos: la pérdida de accionamiento hidráulico por la disminución del nivel del rio, la introducción de la tracción animal, y posteriormente los distintos niveles de mecanización, obra del clan Li, valorado por su creatividad y denostado por su excentricidad. Los otros dos clanes Sui y Zhao, se alternan en el poder, los primeros como reflejo de una China pre-comunista caída en desgracia, y los segundos aupados por su capacidad de sobrevivir con procedimientos dudosos en tiempos revueltos.

No es una novela maniquea de buenos y malos. Los caracteres son poliédricos y sus actuaciones diversas, a foto del autorratos justificadas, a ratos sin justificación aparente. Profundiza en la complejidad de los comportamientos humanos y las consecuencias sociales de decisiones políticas controvertidas tanto si se trata de una China feudal o comunista.

Me llama la atención la enorme distancia cultural (esperable), y la brutalidad de los tiempos y de los acontecimientos (descritos en tono desapasionado). La opresión especialmente alienante para las sucesivas generaciones de mujeres; solo una parece escapar al sino general.

Es interesante y está muy bien tratada la referencia sistemática a párrafos del Manifiesto Comunista, lectura de cabecera de uno de los personajes que se encuentra lejos de los centros de poder, en muchos casos criticado por su marginalidad e inacción.

Mao DunZhang Wei recibió el 8º premio Mao Dun en 2011. Este galardón recibe su nombre del pseudónimo de un reconocido escritor de corte naturalista, fundador del partido comunista Chino (motivo por el que tuvo que exiliarse a Japón entre 1928 y 1930), nombrado ministro de cultura de la República Popular China entre 1949 y 1964.  El galardón fue instaurado en 1982 a raíz del testamento del autor (para el que él personalmente dona una cuantía inicial) otorgándose posteriormente cada tres-cuatro años. En la actualidad el premio Mao Dun es el galardón más importante de las letras chinas, se trata por tanto de un reconocimiento oficial.

Al rebuscar en internet encontramos una crítica reciente al premio Mao Dun precisamente en su edición de 2011 dado que varios de los autores agraciados tenían una cierta pre-eminencia en la asociación de escritores chinos.

El libro en todo caso está bien escrito, y resulta adictivo e interesante. En China y Taiwán se ha editado más de 20 veces e imagino que algunos de los pasajes que incluye supusieron en su momento un gesto de cierta osadía por parte del autor.

 

La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, Ramón J. Sender

  La aventura equinoccial de Lope de Aguirre

  Ramón J. Sender

  Bruguera

 

Los indios motilones trajeron a otros indios llamados brasiles, quienes hablaban a Ursúa de pueblos construidos con losas de plata y del gran lago donde se bañaba cada día el rey de aquel país para ser después ungido y su piel cubierta de láminas o de polvo de oro. Era servido aquel rey por esclavos vestidos de igual manera. Pero de lo que nadie hablaba era del lugar exacto donde el Dorado –así llamaban a aquel príncipe—reinaba.

En el año 1560 desde las tierras del Perú partió una expedición, una más, en busca de esa tierra  mítica, de esa tierra de provisión que llevaría a todos sus integrantes a la riqueza y a la abundancia. Todas las penalidades que padecieran serían bienvenidas si se llegaba a ese paraíso, a ese maná que borraría de sus vidas las amarguras y sufrimientos pasados.

Y así, cientos de soldados, aventureros, con gran experiencia en campaña pero muchos de ellos de una moral muy dudosa, se embarcan en ese negocio. Al mando de todos ellos, Pedro de Ursúa. Y de entre ellos destaca uno de los más veteranos, Lope de Aguirre. Veterano en experiencia y en edad. Amado por algunos, temido por la mayoría. Es Aguirre, el Loco.

El resentimiento era contra Ursúa nada más. Pero el de Lope era contra los hombres todos, contra el cielo y la tierra, contra el rey y contra Dios. Los otros se daban cuenta de que algo fatídico y sombrío dominaba en la voluntad de Lope, pero no sabían qué. Ya no llamaban a Aguirre el loco, porque veían que no era la razón lo que le faltaba, sino todo lo demás. Le faltaba todo en el mundo menos la razón. Y él quería apoderarse, con su razón, de todo lo que le faltaba.

Y de esta manera, Lope, se va apoderando poco a poco de una expedición que ya desde el primer momento estaba condenada al fracaso gracias a la pobre e ineficaz dirección de Ursúa. Lope maniobra en la sombra, intriga, atiende a las debilidades de los demás y se aprovecha de ellas. Difunde rumores, medias verdades. Se apodera de voluntades y de quien no la consigue, simplemente lo elimina. A ello ayuda el clima asfixiante, ponzoñoso de la selva indomable que domeña las mentes y los cuerpos, el hambre siempre presente, llevándolos al final a un  trágico desenlace que en realidad todos intuyen.

Como siempre, Lope era de los que menos sufría con el hambre, porque, aunque hubiera víveres sobrados, no comía casi nunca. Lo mantenía el instinto de reivindicación y de venganza. Iba y venía por el campo día y noche y lo veía todo y estaba en todas partes.

En 1972 Werner Herzog llevo a la pantalla la epopeya del Dorado con Klaus Kinski transmutado en Aguirre o quizás Aguirre reencarnado en Kinski.

Carlos Saura hizo su versión también en 1988 con Omero Antonutti como protagonista.

Ramón J. Sender nació en Chalamera, Huesca en 1901 y murió en San Diego, California en 1982.

 

Sender en la Biblioteca Universitaria UPM

 

Ayer no más, Andrés Trapiello

Cubierta de Ayer no más, Andrés Trapiello Ayer no más. Andrés Trapiello

Destino

Un acontecimiento del pasado capaz de cambiar el presente, un crimen de la Guerra Civil que va a conllevar un giro crucial en la vida de un profesor de Historia. Una trama que se desencadena como algo inevitable.

Pienso a menudo que he vuelto a León buscando un resorte, la puerta de acceso de un enigma

Un hijo marcado por un padre atormentado por su pasado, con un capítulo que cerrar en su vida: el de comprender a su padre.

Pensar sobre mi padre me paraliza… pensar de él únicamente cosas buenas y conservarlas en la memoria como la hoja de un árbol entre las páginas de un libro, aunque sepa que ese recuerdo lo encontraré algún día, al abrir el libro de mi vida, roto, seco, espectral como el ala de una mosca

Unos hechos que acaban atrapándole en una vorágine convirtiéndolo en el ojo de un huracán mediático. Una historia que le ahoga y le aprisiona, que le obsesiona como nunca nada lo ha hecho en su vida, un ansia de saber, de conocer la verdad del pasado, de su vida, de sus sentimientos.

Lo mío seguramente sigue siendo la Historia…que chapotea en el fondo de unos hechos en el que mis pies se hunden cada vez que quiere atravesarlos y dejarlos atrás

Toparse con el hecho que en ocasiones la búsqueda de la verdad es una búsqueda baldía.

Su historia es la de su desdicha y tal vez logre hablarnos de ella como le hablamos al río al que decimos toda la verdad como a un extraño porque ha de llevársela lejos, a la mar…

Una historia que conmueve y remueve el alma, donde la lucha por olvidar el pasado es más fuerte que la verdad de unos hechos borrados de la memoria por el paso del tiempo y la necesidad de olvidar y seguir viviendo.

Andrés Trapiello en la Biblioteca Universitaria UPM

Rocío Morcillo López

Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin, Vladímir Voinóvich

Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin.

Vladímir Voinóvich

Libros del Asteroide.

 

Los primeros en llegar, como se pude imaginar, fueron los pilluelos. Tras ellos llegaron, afanadas, las mujeres, algunas con niños, otras embarazadas, y muchas de ellas a un tiempo embarazadas y con niños. Hasta se podía ver alguna con un rapaz aferrado a los bajos del vestido,  otro cogido de la mano, un tercero acunado en el brazo opuesto y un cuarto en el vientre, haciendo tiempo.

Todos ellos acudían a un campo de patatas. El motivo,  un avión, uno del Ejército Rojo que ha tenido que hacer un aterrizaje forzoso por una avería. Los habitantes de la remota aldea de Krásnoie no dan crédito y se encuentran entre sorprendidos y expectantes ante ese insólito  hecho que ha interrumpido sus sencillas vidas. Las autoridades deciden actuar y mientras esperan que el avión se pueda reparar, necesitan que alguien vigile el aparato. Quién puede ser el encargado de vigilar el avión, de realizar tan importante misión, solo uno…Iván Chonkin.

Los pensamientos de Chonkin eran de naturaleza varia. Una atenta observación de la vida y de las leyes que la gobierna le había enseñado que en verano, de ordinario, hace calor, mientras que en invierno, hace frio. “Pero – se decía – imaginemos que fuese a la inversa: que hiciera frio en verano y calor en invierno. En tal caso, el invierno se llamaría verano, y el verano,  invierno” A su cabeza acudió un segundo pensamiento todavía más interesante  y sustancial, pero en el acto mismo olvidó de que se trataba, y no consiguió recuperarlo por más esfuerzos que hizo. Y buscar ese pensamiento perdido era mortificante.

Chonkin, con raciones para una semana, pronto es olvidado por sus superiores y con el transcurso del tiempo se convertirá en un habitante más y junto con Niura, el Hombros, Gólubiev , Gladishov y otros personajes pintorescos, incluido el jabalí Borka,  protagonizarán absurdos episodios en la vida cotidiana  de esa remota y olvidada aldea de la  Rusia rural. Episodios llenos de humor, divertidisimo el episodio del sueño con el jabali Borka transmutado en  humano, y que ponen al descubierto lo absurdo de un sistema basado en el control sistemático de la vida de las personas ¿dónde se habrá visto que la gente dé en reunirse por propia iniciativa, sin control alguno por parte de las autoridades?, del temor constante a la delación, a la palabra o el comportamiento inapropiado, poco revolucionario, a la sospecha continua. De una burocracia asfixiante e irracional que todo lo impregna y entorpece el desarrollo de las cosas. Episodios  que delatan otra vida, triste y gris muy alejada de la  mostrada la propaganda oficial.

Humor, sátira, son los elementos esenciales de esta novela que fue prohibida en la Unión Soviética y que no hasta la llegada de Gorbachov se pudo editar en Rusia y que hicieron que Vladimir Voinovich terminase siendo un escritor proscrito y expulsado al final incluso de su propio país.

Vladimir Voinóvich nació en 1932 en la República Socialista Soviética de Tayikistán y murió en 2018 en Moscú.

Sonatas (Memorias del Marqués de Bradomín) / Ramón del Valle-Inclán

Ramón del Valle-Inclán: Sonatas (Memorias del Marqués de Bradomín)

Ediciones disponibles:  Alianza, Austral, Debolsillo, Reino de Cordelia.

La silla de posta seguía una calle de huertos, de caserones y de conventos, una calle antigua, enlosada y resonante. Bajo los aleros sombríos revoloteaban los gorriones, y en el fondo de la calle el farol de una hornacina agonizaba. El tardo paso de las mulas me dejó vislumbrar una Madona: sostenía al Niño en el regazo, y el Niño, riente y desnudo, tendía los brazos para alcanzar un pez que los dedos virginales de la madre le mostraban en alto, como en un juego cándido y celeste. La silla de posta se detuvo. Estábamos a las puertas del Colegio Clementino. (Sonata de primavera).

 

Las cuatro Sonatas (Otoño, Estío, Primavera, Invierno) son novelas cortas que hoy llamaríamos relatos. Se pueden leer independientemente, cada una con su propia y acusada personalidad, pero su riqueza expresiva y su articulación en forma de ciclo las hace sólidas y polifacéticas, con sus abundantes ingredientes geográficos e históricos, sentimentales, eróticos, de aventura. Se trata pues de un conjunto narrativo relativamente pequeño pero en cierto sentido envolvente y desbordante, tanto desde el punto de vista del género literario como de la temática.

Sus escenarios son marginales respecto a la modernidad liberal, urbana e industrial que parecía marcar la pauta en la época en que los relatos se desenvuelven: los desiertos mexicanos, la Galicia feudal profunda, la Italia señorial y eclesiástica anterior a la Unificación, y como remate los estertores de la última corte carlista de Estella. De hecho, en perspectiva histórica, sus propias coordenadas vitales (1866-1936) colocaban a Valle como un Jano bifronte a horcajadas entre dos siglos: mira por un lado a un arcaico XIX lleno de resabios del Antiguo Régimen, y a la vez hacia adelante a una sociedad de masas de personalidad trastornada y huérfana de certezas. En este marco, su propuesta literaria modernista-simbolista no tiene nada de divertimento frívolo ni de juego decorativo: es una sonora bofetada a las convenciones del positivismo burgués. El sujeto lector es seducido por una prosa brillante, por las aventuras y anécdotas, por la mezcolanza de tensión sexual y vértigo sacrílego, pero para terminar topándose con la fuerza del destino, el juego de espejos entre el bien y el mal, las pasiones, en definitiva la condición humana. No olvidemos que la aparición de las Sonatas viene a coincidir en el tiempo con la irrupción del psicoanálisis freudiano y la formulación de la relatividad einsteiniana. No es tan importante saber si Valle estaba absolutamente al cabo de estas novedades culturales como entender el ambiente de cambio de época que parecía demandar la superación del mecanicismo de la literatura realista-naturalista inmediatamente anterior; y esto aun cuando Valle fuera influido por alguno de aquellos autores como Eça de Queirós.

Desde su publicación inicial las Sonatas sentarán cátedra en la narrativa de Valle. Algunos de sus personajes, como el tradicionalista y vividor Juan Manuel de Montenegro, reaparecerán en otras obras y ciclos del autor. Este seguirá retocando la tetralogía hasta muchos años después sin desdeñarla en absoluto. Como tantas veces se señaló, se comprende la trascendencia de Valle para la narrativa contemporánea posterior, muy en particular la latinoamericana. Este crepúsculo de la aristocracia del Antiguo Régimen deviene patéticamente en podredumbre premonitoria de futuros horrores, sobre todo en la Sonata de invierno: ¿se adelantó Valle a Lampedusa y a Visconti?

¡Oh alada y riente mentira, cuándo será que los hombres se convenzan de la necesidad de tu triunfo! ¿Cuándo aprenderán que las almas donde sólo existe la luz de la verdad, son almas tristes, torturadas, adustas, que hablan en el silencio con la muerte, y tienden sobre la vida una capa de ceniza? ¡Salve, risueña mentira, pájaro de luz que cantas como la esperanza! Y vosotras resecas Tebaidas, históricas ciudades llenas de soledad y de silencio que parecéis muertas bajo la voz de las campanas, no la dejéis huir, como tantas cosas, por la rota muralla! Ella es el galanteo en las rejas, y el lustre en los carcomidos escudones, y los espejos en el río que pasa turbio bajo la arcada romana de los puentes: Ella, como la confesión, consuela a las almas doloridas, las hace florecer, las vuelve la Gracia. ¡Cuidad que es también un don del Cielo!… (Sonata de invierno)  

Ramón del Valle-Inclán en: Biblioteca UPM.

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