La conciencia de Zeno / Italo Svevo

Italo Svevo: La conciencia de Zeno. 

Traducción de Carlos Manzano (ediciones: Cátedra, Debolsillo, Gadir, Lumen). 

Título original: La coscienza di Zeno

La enfermedad es una convicción y yo nací con ella. De la de mis veinte años no recordaría gran cosa, si no la hubiera descrito entonces a un médico. Es curioso cómo se recuerdan mejor las palabras dichas que los sentimientos que no llegan a agitar el aire. (El tabaco

Con la lectura de La conciencia de Zeno nos adentramos en una carta de presentación literaria del psicoanálisis. Y no ya porque uno de sus capítulos lleve por título este término: los asuntos de las relaciones entre sexos y paternofiliales están en un primer plano desde el mismo inicio de la narración. Y si la evocación del psicoanálisis nos traslada al mundo de Freud y compañía, hemos de tener en cuenta que la novela goza y comparte las circunstancias de la ciudad mestiza en la que su trama se desarrolla, la adriática Trieste: conexión con la Mitteleuropa austriaca, pero voz italiana y en consecuencia prontamente trasladable al público lector de otras lenguas románicas. Así se comprende el efecto de este clásico moderno en la divulgación de la temática psicoanalítica. 

Italo Svevo (1861-1928) construye un relato en el que el papel de impulsos ¿irracionales?, estímulos aleatorios, el azar, las zonas de penumbra y circuitos insospechados del inconsciente son determinantes en el destino de los protagonistas, y de manera apabullante en el del propio Zeno. Se diría que mucho antes del famoso golpe de calor de L’étranger de Albert Camus, Zeno ya se plantea como ejemplo de la hipótesis de la existencia como barco a la deriva. Por el lado social, la novela de Svevo se puede ver también como otro retrato descarnado más de la mentalidad burguesa: de acuerdo, pero en cualquier caso con el grado de penetración peculiar que le otorga su genialidad. Aunque el argumento pudiera resultar lejano – la vida prosaica de un capitalista triestino de hace más de cien años-, el libro nos destila enseñanzas preciosas para el mundo de hoy día, dibujando con nitidez cierto perfil de individualismo tan extendido en nuestra sociedad, a caballo de la quiebra de los vínculos comunitarios no virtuales.  

Por otra parte introspección no significa en modo alguno monotonía en este caso: las andanzas de Zeno Cosini encadenan giros y jugosas peripecias dentro de su rutina. Via Belvedere, Corsia Stadion, Tergesteo, el Jardín Público, las propias aguas adriáticas… Como en el Dublín de su amigo James Joyce, la narrativa de Svevo se apoya en la geografía urbana triestina e invita al turismo literario por esta singular ciudad. Y un aspecto nada desdeñable de la novela son también sus resortes e ingredientes musicales: la relevancia social del canto y del toque de instrumentos en un contexto anterior a la generalización de la música grabada, así como las alusiones a piezas y compositores concretos; todo lo cual eleva las posibilidades dramáticas del texto. Concluyendo, un libro profundo y terrible, de tono profético como un oráculo, que a buen seguro agradará mucho a degustadores de la belle époque, el tiempo clásico del imperialismo contemporáneo: pienso por ejemplo en los lectores aficionados a Thomas Mann.  

Era una noche muy estrellada y sin luna, una de esas noches en que se ve a mucha distancia y que, por esa razón, calma y aquieta. Miré las estrellas que podrían llevar aún la señal de la mirada de adiós de mi padre moribundo. Pasaría la época horrible en que mis hijos ensuciaban y chillaban. Después serían semejantes a mí; yo los amaría según mi deber y sin esfuerzo. En la hermosa y vasta noche me serené del todo y sin necesidad de concebir propósitos. (Historia de una asociación comercial)   

Italo Svevo en: Biblioteca UPM.

El grito de la gaviota. Emmanuelle Laborit

El grito de la gaviota

Emmanuelle Laborit

Seix Barral, quinta reimpresión Mayo2020

El grito de la gaviota es un relato autobiográfico de una persona profundamente sorda desde su nacimiento. Uno asume que su periplo vital será diferente y que su particularidad sensorial dotará al relato de un carácter personal distante de nuestra experiencia, pero yo no auguraba la enorme lejanía que existe en su percepción del mundo. Al fin y al cabo, pensé, Emmanuelle nació en 1973 en una Francia moderna, en un entorno culto, en una familia “normal”.

Fotografía de Emmanuelle Laborit

¿Acaso podemos imaginar que la lengua de signos sólo se autorizó en Francia en los años 90 del siglo pasado? Anteriormente su uso era ilegal, y sus usuarios quedaban proscritos, bajo sospecha. Parece absurdo que un idioma de carácter universal quede al margen de la ley, y sin embargo así era (en España se reconoce la lengua de signos española en 2007).

El relato de Emmanuelle, no es un alegato, es su experiencia en primera persona. Transitamos por su infancia (incomunicada pero protegida), y recorremos con perplejidad su turbulenta adolescencia (enrabietada con el mundo), hasta su encuentro con el teatro con el que percibe su sitio en el mundo, y se reconcilia con su existencia.

El simple hecho de escribir para Emmanuelle es un hito pues en el lenguaje de signos, su entorno natural, la sintaxis es profundamente distinta, está constituida por expresiones visuales. El libro está escrito a dos manos, en colaboración con Marie-Thérese Cuny, con encanto y un estilo sencillo y voz propia. Esta simple expresión: “su propia voz”, no está exenta de anacronismo porque siendo profundamente sorda, el lenguaje oral entendido como vibraciones sonoras del aire le queda vedado, son los gritos de gaviota que dan título al libro.

Emmanuelle Laborit en la Biblioteca UPM

La mirada del adiós, Ross Macdonald

La mirada del adiós.
Ross Macdonald
Alianza Editorial

Un hombre alto, metido en los cincuenta, apareció en el vano de la puerta. De anchos hombros y elegantemente vestido, era de muy buena presencia y parecía saberlo. Su espesa cabellera blanca estaba arreglada con cuidado, con tanto cuidado como su expresión.

– ¿El señor Archer? Soy John Truttwell. – Me estrechó la mano con contenido entusiasmo y me condujo hasta su despacho.

Lew Archer es contratado por John Truttwell para investigar el robo de una caja de oro antigua en casa de los Chalmers, una familia adinerada de California. Lo que en un principio es un simple robo fácil de resolver, se va complicando con el asesinato. El hijo de los Chalmers, Nick, es el principal sospechoso, sin embargo, no todo está claro en este asunto. El pasado, la culpa permanente, las motivaciones ocultas, las conciencias atormentadas por hechos pretéritos salen a la luz. Archer tiene que encontrar la verdad. No le será fácil.

– Soy Lackland, capitán de inspectores. Me dicen que les ha hecho pasar un mal rato a mis muchachos.

– Creí que era el revés

Sus ojos examinaron mi cara

– No veo que tenga marca alguna

Tengo derecho de llamar a un abogado

– Y nosotros tenemos derecho de contar con su cooperación. Intente resistirse y verá cómo se queda sin su licencia

– Eso me recuerda que quiero que me la devuelvan.

Un clásico de la novela policiaca llega de nuevo a las páginas de NoSoloTécnica. Al igual que en ocasiones anteriores, el crimen es el hilo conductor de la narración. Sin embargo son las pasiones humanas las verdaderas razones de la historia. La ambición desmedida, la envidia, el ansia de poder, los deseos reprimidos, el pasado que sobrevuela sobre todos los protagonistas y que enturbia sus actos, los presentes y quizás los futuros.

En realidad, cuando leemos una novela policiaca, ya se encuentre ambientada en ambientes refinados o en turbios tugurios, el hecho delictivo que se cuente ya sea un robo, un secuestro o cualquier otra variante del crimen solo es la excusa para indagar en el alma humana, en la razón, en el motivo que lleva a un ser humano a cruzar la línea del bien al mal.

Y en casi todas ellas una figura, el detective, que desde su posición ajena a los acontecimientos intenta resolver los problemas que se les presentan intentando no dejarse arrastrar por ellos.

Lew Archer al igual que otros detectives clásicos como Sam Spade o Philip Marlow intentan actuar como meros observadores, duros, fríos, metódicos, como una manera de protegerse de esa crueldad moral que les rodea aunque no siempre lo consiguen. Son también humanos.

Tengo que resolver algunos problemas y mi ordenador es un modelo pre-binario bastante anticuado. No dice sí y no. La mayoría de las veces dice “puede ser “

– ¿Acerca de mí?

– Acerca de todo

Ross Macdonald nació en Los Gatos, California en 1915. Falleció en Santa Barbara, California en 1983-

Macdonald en la Biblioteca Universitaria UPM

La España negra / José Gutiérrez-Solana

José Gutiérrez-Solana: La España Negra.

Ediciones: Barral (1975), Comares (2000-).

Edición original (1920) accesible en: Internet Archive.

De aquí salgo al campo donde está la Plaza de Toros; al llegar a sus puertas veo mucha gente, que entra en la enfermería, y me entero que un toro acaba de matar a un torero. En una mesa se ve al muerto con el traje de luces; la taleguilla está agujereada por las cornadas, y en el pecho, desnudo, tiene un gran boquete, por el que ha salido la sangre a borbotones y teñido su camisa de rojo; rodean al muerto algunos picadores de su cuadrilla, que se quedarán esa noche a velarle; desde aquí se siente el ruido de los aplausos y los silbidos, pues la corrida sigue como si nada hubiera pasado.

(Medina del Campo – El Pueblo

¿A qué tuvo Solana la osadía de llamar España negra? Pues a un conjunto de impresiones suyas en forma de artículos de viajes sobre poblaciones situadas en su inmensa mayoría en los territorios de la antigua Corona de Castilla; lo que puede ser fruto de un itinerario casual o bien se podría interpretar como un guiño malicioso al castellanocentrismo noventayochista: recordemos que el autor sintoniza más bien con la sensibilidad crítica de la Generación del 14 (como otros de sus componentes tales que Ortega y Antonio Machado, por ejemplo). Dos aspectos son omnipresentes y conforman un nexo común a todos esos lugares visitados: el culto religioso y la miseria. 

El libro por tanto no trata ni de la leyenda negra clásica sobre la monarquía hispánica en la Edad Moderna ni mucho menos sobre la afrohispanidad. Solana utilizó el adjetivo negra en su sentido de negatividad, oscurantismo y truculencia pero refiriéndose a la propia realidad de su tiempo. Tampoco se debe confundir esta obra con el título análogo de 1899, debido a la colaboración entre Darío de Regoyos y Émile Verhaeren; y no sería prudente pensar en plagio por parte de Solana pues se trata de una expresión común utilizada en aquellos años de elucubraciones trágicas sobre las realidades nacionales.    

Personalmente estos escritos me han recordado a los Aguafuertes de Roberto Arlt, artículos viajeros aparecidos algo más tarde en los años 30, si bien un título tan pictórico como el utilizado por el autor argentino puede haberme inducido a relacionarlos.  En cualquier caso la escritura del pintor Solana tenía que ser forzosamente visual y dinámica. No brilla por su sintaxis, que denota un sustrato de notas a veces apresuradas y tomadas sobre la marcha, pero su vocabulario es rico y variado, evocando a menudo elementos de la indumentaria de los personajes, aperos, vehículos y animales. Un testimonio obviamente parcial pero no gratuito del panorama desorbitado, de lacerante desigualdad y pobreza con que la sociedad española se encaminaba hacia su gran crisis del siglo XX.  La mirada de Solana es crítica, incluso despiadada, combina la perspectiva estética con la antropológica, y tiene la baza de no estar demasiado condicionada por los alineamientos ideológicos más polarizados de tiempos posteriores. Nos presenta una sociedad tradicional con destellos sublimes pero en general tan embrutecida como exangüe, cuya próxima hecatombe no resulta difícil profetizar desde nuestro presente actual. Se diría que Alfred Döblin, que comparte expresionismo con Solana, le enviara un saludo de pariente no tan lejano, desde su descarnado e hipermoderno Berlín.  

La España negra de Solana apareció en 1920, de modo con esta reseña conmemoramos su centenario. Si además -como en mi caso- tenéis la suerte de conocer algunas de las localidades visitadas y descritas por el maestro, su lectura puede servir de instrumento de contraste para calibrar la magnitud y orientación de los cambios sociales producidos a lo largo de un siglo.  

Cuenta la tradición que los dueños de esta fortaleza sedujeron y secuestraron a cierta doncella, y los caballeros templarios la rescataron por peso de oro; de ahí le viene el nombre de Oropesa; por eso en su escudo de armas hay un peso y en una de sus balanzas está subida la doncella, y en otra hay una gran cantidad de oro, y en una tira puesta en forma de orla, como las que se ven en las tablas del siglo XV, se lee Oropesa.

(Oropesa

José Gutiérrez-Solana en: Bibliotecas UPM.

Sue Townsend. La mujer que vivió un año en la cama.

Sue Townsend. La mujer que vivió un año en la cama. Barcelona: Espasa libros, 2014.

No sabía que sería un año. Se metió en la cama pensando que volvería a levantarse media hora después, pero se trataba de una cama verdaderamente cómoda, las sábanas blancas estaban recién puestas y olían a nieve fresca. Se puso de lado, girándose hacia la ventana abierta y se quedó mirando cómo el sicómoro del jardín iba perdiendo sus flameantes hojas.

Estamos en septiembre de 2010. Eva es una mujer de 50 años, ama de casa, casada con un astrónomo adicto al trabajo y madre de unos mellizos superdotados. Todo parece ir bien hasta el día en que sus hijos, Brian Jr. y Brianne van a la universidad y  Eva decide que se va a meter en la cama y que no va a salir de ella. Su marido, Brian, achaca la actitud de su mujer al “síndrome del nido vacío”. Lo que no sabe Brian es que Eva no está enferma, está cansada. Ha decidido decir basta, parar y pensar qué hacer con su vida. Eva no tiene síndrome del nido vacío sino alivio del peso que le cayó hace 17 años cuando nacieron sus hijos.

Admítelo, estás consternada porque los niños se han ido de casa.

– Me alegra que se hayan ido.

La voz de Brian tembló de rabia.

-Es horrible que una madre diga algo así.

Eva se dio la vuelta y lo miró.

– Hemos sido un desastre a la hora de criarlos –dijo- . Brianne deja que la gente la pisotee y a Brian Júnior le entra el pánico cada vez que tiene que hablar con otro ser humano

Conforme los días van pasando el deseo de Eva de mantenerse en la cama se afianza y van transcurriendo los meses sin la intención de salir de allí. Eva gestiona su nueva vida desde la cama. Nada de cocinar, nada de poner lavadoras, fuera toda su ropa, fuera sus zapatos y bolsos y esos horribles muebles, que acabaron en su cuarto cuando su suegra se deshizo de ellos.

Puede que no me haya explicado bien –dijo-. Todas mis posesiones tienen que desaparecer. Estoy empezando de nuevo.

A su alrededor, su familia extrañada se pregunta la razón de tan excéntrica conducta mientras la ciudad acoge esta noticia con entusiasmo. Sin quererlo se ha convertido en un referente del barrio. Luego vendrá la televisión y la locura colectiva que convertirá a Eva en una especia de gurú o vidente y que muchos acampen en su calle esperando hablar con ella. Situaciones absurdas pero posibles en el mundo de los realitys y la telebasura.

Es una historia surrealista, aguda y profunda sobre lo que sucede cuando alguien deja de ser lo que los demás esperan que sea e intenta averiguar qué quiere hacer con su vida. Si queréis saber cómo acaba esta historia y si Eva sale de su cama no dejéis de leer esta novela y seguro que os reiréis y a ratos os identificaréis con ella.

Sue Townsend (Leicester, 2 de abril de 1946 – 10 de abril de 2014) fue una prolífica periodista que colaboró con The Observer, The Sunday Times y The Daily Mail. Autora de “El diario secreto de adrian Mole” un clásico de la literartura juvenil inglesa, muy divertida y que recomiendo muchísimo. Ha escrito seis volúmenes de los diarios de Adrian Mole y otras cinco novelas y numerosas obras de teatro.

Sue Townsend en la UPM

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