Viaje al oeste : las aventuras del Rey Mono

Corría el siglo XVI cuando un poeta sin grandes logros en su haber emprendió la ardua y colosal tarea de recrear la historia de un personaje histórico: Hüan Tsang, conocido también con el nombre de Tripitake. Desde el siglo VII muchas leyendas habían dado a conocer su historia, algunas dejándose llevar por un exceso de imaginación. Y, así, Wu Ch’êng-ên, basándose en estos antecedentes, orquestó un material casi inclasificable, un cuento de hadas que conocemos como Rey Mono.  Algunas ediciones ponen en duda su autoría, calificándola de probable.

No reflejaríamos toda la complejidad de la obra si dijéramos que es una novela histórica o de aventuras, porque Rey Mono también es una alegoría cargada de humor, una sátira antiburocrática. De su espectro temático tampoco quedan al margen el folclore, la religión o la poesía. En definitiva, es un relato bellísimo, profundo a veces y, otras, un sinsentido fabuloso. Según argumenta Jesús Ferrero, “Viaje al Oeste tiene su dimensión iniciática y su dimensión alquímica, pero ante todo es una novela de personajes y de peripecias, donde se ponen en funcionamiento todos los registros narrativos posibles, y presidida por un gran sentido del humor, que halla sus mejores efectos en Puerco y el Rey Mono”.

Un mono que había nacido de una piedra sobrenatural, gracias a su poderes, a su arrojo y valentía, encuentra un lugar idílico en el que podía habitar toda la manada protegida de peligros del exterior. Por esta hazaña se convierte en el Rey Mono. En la cueva de la Cortina de Agua, como líder, se queda largos años hasta que un día se siente terriblemente triste y comienza a llorar. Interrogado por sus súbditos, les cuenta que está muy preocupado porque ha comenzado a ver próxima su desaparición de este mundo. Apenados le aconsejan ir en busca del secreto de la eterna juventud. Pertrechado de avituallamientos y una balsa, emprende un peregrinaje en el que espera entrar en contacto con los inmortales y sus enseñanzas. Por el camino se encuentra con Tripitake, el monje que ansiaba localizar los verdaderos textos budistas, al que se une como discípulo en un viaje que los llevará hasta la India.

Esta novela popular china, y clásico universal, es casi inabarcable. La primera reedición de Siruela (1992, 2004, 2025) presenta 2154 páginas, 2260 con las anotaciones, el prólogo y la introducción.  También se han publicado versiones más breves, como la de Perla Ediciones (1905, 2020), en la que se han desechado los pasajes incidentales en verso debido a su dificultad para trasladarlos al inglés.

La huella tan profunda que esta historia ha dejado en la cultura oriental -sus personajes son tan populares como Don Quijote y Sancho Panza para nosotros- y en la occidental puede verse en cómics y series de animación, como Son Goku, el protagonista de Bola de Dragón, y en películas como El Rey Mono (disponible en Netflix) y un larguísimo etcétera.

Viaje al oeste. Las aventuras del rey mono. Jesús Ferrero (pról.), Edición y traducción del chino de Enrique P. Gatón e Imelda Huang-Wang. Madrid: Siruela, 2004. 2260 p.

Capítulo I. Cuanto existe tiene su origen en la raíz divina. El Tao surge directamente de la fuente misma de la moralidad.

La escritura dice: “En el principio sólo existía el Caos. El Cielo y la Tierra formaban una masa confusa, en la que el todo y la nada se entremezclaba como la suciedad en el agua. Por doquier reinaba una espesa niebla que jamás logró ver ojo humano y a la que Pan-Ku consiguió dispersar con su portentosa fuerza. Lo puro quedó entonces separado de lo impuro y apareció la suprema bondad, que esparce sus bendiciones sobre toda criatura. Su mundo es el de la luz. Quien a él se acerca descubre el camino que conduce al reino del bien. Mas el que quiera penetrar en el secreto del principio de cuanto existe debe leer La crónica de los orígenes.”

En ella se afirma que en el reino del Cielo y la Tierra el tiempo se divide en períodos de ciento veintinueve mil seiscientos años. Cada uno de ellos es subdividido, a su vez, en doce épocas de diez mil ochocientos años de duración, que responden a los siguientes nombre: …

Wu, C. Rey Mono [ebook]. Prefacio, versión y traducción al inglés de Arthur Waley, traducción al español de Wendolín Perla. México: Perla Ediciones, 2020. 464 p.

Había una roca que desde la creación del mundo fue labrada con las esencias puras del cielo y los magníficos sabores de la Tierra, el vigor de la luz del sol y la gracia de la luz de la luna, hasta que al final quedó mágicamente preñada y un día se abrió y dio a luz a un huevo de piedra casi del tamaño de una pelota. Fertilizado por el viento, se convirtió en un mono de piedra, con todos sus órganos y extremidades. Este mono enseguida aprendió a trepar y correr, pero su primer acto fue hacer una reverencia hacia cada una de las cuatro direcciones. Al hacerlo, una luz acerada salió como flecha de los ojos de este mono y su destello alcanzó el palacio de la Estrella Polar. Ese rayo de luz dejó estupefacto al Emperador de Jade, que estaba sentado en el palacio de Nube de los Portones de Oro, en el salón del Tesoro de los Sagrados Vapores, rodeado de sus ministros magos. Al ver ese extraño destello de luz, les ordenó al Ojo de las Mil Leguas y al Oído Bajo el Viento que abrieran la Puerta Sur del cielo y se asomaran. Estos dos capitanes obedecieron y salieron enseguida al portón; miraron con tal agudeza y escucharon tan bien que pronto pudieron informar:
—Esta luz acerada proviene de la montaña de Flores y Fruta, en las fronteras del pequeño país de Ao-lai, ubicado al este del sagrado continente. En dicha montaña hay una roca mágica que dio a luz a un huevo. Ese huevo se convirtió en un mono de piedra y, cuando hizo su reverencia a las cuatro direcciones, una luz acerada salió de sus ojos con un brillo que alcanzó el palacio de la Estrella Polar. Ahora está bebiendo algo y la luz se está apagando.
El Emperador de Jade condescendió a tener una opinión indulgente.
—Estas criaturas del mundo inferior —dijo— fueron compuestas de la esencia del cielo y la Tierra, y nada que pase ahí debe sorprendernos.

Jonathan Strange y el señor Norrell. Susanna Clarke

Susanna Clarke en la Biblioteca UPM

Se podría decir que Jonathan Strange y el señor Norrell es una obra clásica de corte decimonónico, puesto que sigue sus cánones: nos recuerda el estilo narrativo de Jane Austen y de Charles Dickens, incluso hace uso de términos de aquella época hoy en desuso. Los acontecimientos se desarrollan también en el siglo XIX, de forma que todos sus elementos se acomodan a la perfección.

Pero en su primera novela la escritora británica Susanna Clarke (1959-) se aleja de las vicisitudes cotidianas de la existencia para crear una fantasía en la que la magia, que había perdido su esplendor a lo largo de los siglos, vuelve a recuperar un papel esencial en la Inglaterra de 1806 gracias al talento del señor Norrell. Este mago excepcional acoge como discípulo al atractivo Jonathan Strange. Ambos protagonistas se postulan para dar apoyo al Duque de Wellington en la contienda que está librando contra Napoleón. El texto, para apuntalar aún más la veracidad y la credibilidad de la historia, aparece refrendado por múltiples referencias bibliográficas ficticias. De esta forma, entremezclando hechos y personajes reales con los poderes mágicos de Jonathan Strange y del señor Norrell, Sussana Clarke crea una obra única que podríamos calificar como maravillosa (perdonad la cursilería).

Después de diez años de arduo trabajo, se editó en 2004 en un volumen de 795-813 páginas (según la edición), e inmediatamente consiguió un éxito arrollador: la revista Time la nombró mejor novela de ficción y se coronó con los Premios Hugo, el World Fantasy y el Mythopoeic a la mejor novela fantástica. Como colofón a esta cosecha de éxitos, hace unos años (2015) la BBC realizó una brillante adaptación en formato miniserie de Jonathan Strange y el señor Norrell.

Jonathan Strange y el señor Norrell

Hace años, había en la ciudad de York una sociedad de magos. Los socios se reunían el tercer miércoles del mes y se leían unos a otros largos y aburridos trabajos sobre la historia de la magia en Inglaterra.

Eran caballeros magos, lo que significa que a nadie habían causado mal con la magia, como tampoco bien. A decir verdad, ninguno de ellos había obrado hechizo alguno, hecho temblar una hoja de un árbol, inducido a una mota de polvo a modificar su trayectoria ni movido un cabello de la cabeza de alguien. Pero, con esta pequeña reserva, tenían fama de ser los hombres más sabios y los caballeros más mágicos de Yorkshire.

Un mago eminente dijo de su profesión que sus practicantes “… han de estrujarse el cerebro para adquirir hasta el conocimiento más insignificantes, y muestran siempre una natural inclinación a la polémica, [1] y hacía años que los magos de York habían demostrado la exactitud del aserto.

En el otoño de 1806, se unió a ellos un caballero llamado John Segundus. En la primera reunión de la sociedad a la que asistía, el Señor Segundus se levantó para hacer uso de la palabra. Empezó su discurso felicitando a los reunidos por su relevante historial y enumeró los muchos y prestigiosos magos e historiadores que, en uno u otro momento, habían pertenecido a la Sociedad de York.   Insinuó que el conocimiento de la existencia de tal sociedad había influido no poco en su decisión de ir a York. Recordó a su auditorio que los magos del norte siempre habían sido más respetados que los del sur. Dijo también que había estudiado magia durante muchos años y conocía la historia de todos los grandes hechiceros de épocas pretéritas. Él leía las nuevas publicaciones sobre el tema e incluso había colaborado, modestamente, en algunas de ellas, pero había empezado a preguntarse por qué los grandes prodigios de la magia cuyos relatos leía, sólo existían en las páginas de los libros y ya no se los veía en la calle ni aparecían en los periódicos. Deseaba saber por qué los magos modernos no eran capaces de practicar la magia que describían. Ansiaba saber, en suma, por qué ya no se ‘hacía’ magia en Inglaterra.

Tantas mentiras. Paco Inclán

En Tantas mentiras encontramos doce actas de viaje y una novela. Nada más y nada menos. El título nos puede hacer pensar que nos vamos a sumergir en un mar de hechos irreales. Pero Paco Inclán lo que nos está proponiendo es la lectura de unos textos de trazo periodístico, con datos que atestiguan la veracidad de las actas. No obstante, pronto nos daremos cuenta de que estamos en el vórtice de un juego, un juego que alcanzará su culmen en la novela que cierra el volumen. Mi primera novela, que aparece enmarcada literalmente en un Epílogo que lleva por título Proceso de (des)escritura de mi primera novela, es un recital ingenioso de cómo escribir una obra de ficción. Hasta llegar a este desconcertante final, vamos a recorrer un camino que parece ligado a la trayectoria profesional de un joven periodista trotamundos. Y en esta recreación vamos a poder asistir a escenas de humor sublimes, como ocurre en el relato El show de Marcos (decadencia de un rebel star), en el que el revolucionario subcomandante protagoniza una gira de estrella del rock. En esta misma línea, encontramos el cuento Me confunden con un animal (arte), en el que el narrador se mimetiza con el bosque que le rodea durante su estancia en una residencia de verano para artistas.

Además de ejercer como editor de la revista de arte y pensamiento Bostezo e impartir cursos de formación en escritura creativa, entre otras múltiples actividades, Paco Inclán (Valencia, 1975) ha publicado títulos como La solidaridad no era esto, La vida póstuma, Hacia una psicogeografía de lo rural, etc.

El show de Marcos

El Zócalo capitalino ha sido uno de los lugares escogidos por el polifacético artista -escritor, conferenciante, rapsoda, clown- para su última propuesta escénica, en la que mezcla pantomima y compromiso, tragedia y farsa, divertimento y emotividad. El evento está organizado por los clubes de entusiastas fans -conocidos como adherentes- que permanecen activos en la ciudad, en su mayoría formados por jóvenes que eran niños cuando Marcos se dio a conocer en Chiapas. Hacia tiempo que no se presentaba en el Distrito Federal. El paso por la gran urbe servirá para devolverle por unos segundos a las portadas de los mass media y otorgarse un baño de minoritarias multitudes, tan necesario ahora que su carrera artística parece abocada a un irremediable declive.

Otra novelita rusa. Gonzalo Maier

Gonzalo Maier narra en Otra novelita rusa una historia casi conmovedora, delirante: la odisea de Emanuel Moraga, un arquitecto viudo y jubilado, que se considera un maestro del tablero de ajedrez. Sus victorias así lo avalan. Y, tras liquidar toda su vida, con el objetivo de revalidar ese sentimiento, decide irse a Rusia, al conocido Paseo Tverskoy, para competir al más alto nivel.

Hasta aquí parece un relato convencional. Pero pronto salimos de ese error. Porque la participación del lector resulta imprescindible para que la narración alcance un desenlace. Maier se toma la libertad de no finalizarla, la deja flotando para que, según nuestras convicciones, abracemos su propuesta o no.

Gonzalo Maier (Chile, 1989) desempeña su labor profesional como profesor de Literatura en la Universidad Andrés Bello de Santiago de Chile. Es PhD en Artes por la Universidad holandesa de Radbound, donde se doctoró con una tesis sobre la ironía. La crítica ha definido su obra como atípica, particular dentro del panorama literario chileno. Y han destacado la naturaleza híbrida entre novela y ensayo de sus trabajos anteriores (Leyendo a Vila-Matas y Material Rodante, por mencionar algunos ejemplos), y su enorme flexibilidad narrativa.

Recién comenzaban los años noventa: el rublo no valía nada, los puestos de trabajo desaparecían como a veces desaparecen las polillas –porque sí, de un momento a otro, sin que nadie se dé cuenta– y, a falta de una mejor idea, buena parte de Moscú tomaba sus maletas y escapaba: nueva York, Berlín, Marbella, daba exactamente igual mientras quedara lejos. el resto caminaba con la mirada perdida en las puntas de sus zapatos y lo pensaba dos o tres veces antes de prender un cigarro (….)

A miles de kilómetros –catorce mil ciento veintidós, para ser exacto–, en una Punta arenas sepultada por casi un metro y medio de nieve –«el feroz invierno blanco», decían los titulares del diario, que esa semana mostró una y otra vez las fotos de un gaucho recogiendo ovejas tiesas–, Emanuel Moraga miraba un documental sobre la vida cotidiana en rusia.

Cuentos Escogidos. Shirley Jackson

Shirley Jackson (1916-1965) saltó a la fama con un relato breve llamado La Lotería. A lo largo de sus trece páginas, de una manera aséptica, describe un sorteo que poco a poco va generando en el lector bastante inquietud, al mismo tiempo que lo van experimentando los habitantes del pequeño pueblo. Y esto lo consigue sin adornos y sin dar explicaciones, sólo haciendo una eficaz distribución de las pistas y llegando a un desenlace estremecedor. Sólo con “esto” consiguió desatar una oleada de críticas asombrosas e interpelaciones a nivel mundial. Las cartas, en las que le preguntaban, por ejemplo, en qué pueblo de EEUU sucedían estos hechos, inundaron la redacción de The New Yorker, revista en la que se publicó el cuento en 1948.

A pesar de que una parte sustancial de su obra ha sido llevada al cine y al teatro, su nombre ha permanecido en la sombra muchos años, quizá por los géneros que cultivó: el misterio y el terror, además de la poesía, el cuento infantil y el artículo periodístico. Han sido otros autores de renombre como Stephen King, Richard Matheson, Jonathan Lethem o Donna Tartt quienes la han catapultado al olimpo de las musas literarias al reconocerla como una de las autoras que más les ha influido.

Si hay algo que podemos destacar de esta escritora es su habilidad para trasformar un hecho cotidiano en algo excepcional, diferente. En el libro “Cuentos escogidos” podemos leer un relato en el que una noche de gripe familiar se convierte en un auténtico sketch, que termina convirtiéndose en una adivinanza. Este volumen incluye también una conferencia, en la que Shirley Jackson nos da las pautas para escribir una buena historia.

Jackson se había licenciado en periodismo en la Universidad de Siracusa pero, tras su matrimonio con el profesor universitario Stanley Edgar Hyman, se dedicó, por imposición familiar, a cuidar de la casa y de los niños. No obstante, y pese a su muerte prematura, la autora estadounidense nos dejó cientos de relatos cortos, como The possibility of evil», con el que obtuvo el Premio Edgar Allan Poe en 1966, y novelas como La maldición de Hill House (1959) o Siempre hemos vivido en el castillo (1962), escogida por la revista Time como uno de los 10 mejores libros de ese año.

La Lotería

La mañana del 27 de junio amaneció clara y soleada con el calor lozano de un día de pleno estío; las plantas mostraban profusión de flores y la hierba tenía un verdor intenso. La gente del pueblo empezó a congregarse en la plaza, entre la oficina de correos y el banco, alrededor de las diez; en algunos pueblos había tanta gente que la lotería duraba dos días y tenía que iniciarse el día 26, pero en aquel pueblecito, donde apenas había trescientas personas, todo el asunto ocupaba apenas un par de horas, de modo que podía iniciarse a las diez de la mañana y dar tiempo todavía a que los vecinos volvieran a sus casas a comer.

Los niños fueron los primeros en acercarse, por supuesto. La escuela acababa de cerrar para las vacaciones de verano y la sensación de libertad producía inquietud en la mayoría de los pequeños; tendían a formar grupos pacíficos durante un rato antes de romper a jugar con su habitual bullicio, y sus conversaciones seguían girando en torno a la clase y los profesores, los libros y las reprimendas. Bobby Martin ya se había llenado los bolsillos de piedras y los demás chicos no tardaron en seguir su ejemplo, seleccionando las piedras más lisas y redondeadas…

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