Los hijos dormidos. Anthony Passeron

Desde Lecturas para compartir, en su cuenta de TikTok @biblioetsidiupm, la biblioteca ETSIDI UPM recomienda la lectura de “Los hijos dormidos” del escritor francés Anthony Passeron.

La obra es una apasionante investigación científica desarrollada en torno al virus del sida desde los años 80; y a su vez, es una historia personal donde el autor nos expone la repercusión de la irrupción del virus en su propia familia, cuando su tío Désiré, al igual que toda una generación de jóvenes de Europa y de Estados Unidos, se ve afectado por los estragos de la extensión del consumo de heroína en esta década.

A lo largo de la novela, el autor ahonda también en la soledad que sufrieron los enfermos y sus familias, cuando aún se desconocía la naturaleza de esta enfermedad, imperaba la negación de la sociedad de estos pacientes, tratados como parias.

Tras la muerte de su tío, el escritor decidió indagar sobre el silencio familiar en torno a la muerte de su tío y sobre la propia epidemia dando como resultado un libro que está a caballo entre la crónica, las memorias y la novela que donde se entrelaza la historia de una familia de un pequeño pueblo del Mediodía francés y la lucha contra el patógeno en los hospitales franceses y americanos.

Un libro conmovedor que ha sido considerado en Francia como uno de los mejores debuts del año.

En la familia, siempre hacemos lo mismo respecto a Désiré. Mi padre y mi abuelo jamás hablaban de él. Mi madre invariablemente dejaba de dar explicaciones demasiado pronto, con la misma fórmula: «La verdad es que todo eso fue muy triste». Mi abuela, por su parte, lo eludía con unos eufemismos ridículos, con cuentos de cadáveres que habían subido al cielo para observar a los vivos desde allí. Todos nos apropiamos de la verdad, cada cual a su manera. Hoy ya no queda casi nada de aquella historia. Mi padre abandonó el pueblo, mis abuelos fallecieron. Hasta el decorado se está desmoronando.

Este libro es la última tentativa de que algo subsista. Entremezcla recuerdos, confesiones incompletas y reconstrucciones documentadas. Es fruto de su silencio. He querido contar aquello que nuestra familia, como tantas otras, experimentó en una soledad absoluta. Pero ¿cómo imponer mis palabras a su historia sin arrebatársela? ¿Cómo hablar en su lugar sin que mi perspectiva y mis obsesiones suplanten las suyas? Durante mucho tiempo, estas preguntas me impidieron ponerme manos a la obra. Hasta que cobré conciencia de que escribir era la única solución para que la historia de mi tío y la de mi familia no desapareciera con ellos, con el pueblo. Para demostrarles que la vida de Désiré se enmarcaba en el caos del mundo, un caos de hechos históricos, geográficos y sociales. Y ayudarlos a liberarse de la pena, a dejar atrás la soledad en que los había sumido la tristeza y la vergüenza.
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La Inquebrantable Belleza de Rosalind Bone. Alex McCarthy

Desde Lecturas para compartir, en su cuenta de TikTok @biblioetsidiupm, la biblioteca ETSIDI UPM recomienda la lectura de “La inquebrantable belleza de Rosalind Bone” del escritora galesa Alex McCarthy.

La autora nos adentra en los oscuros hechos acontecidos en Cwmcysgod, un pueblecito escondido en los valles de Gales; donde aparentemente la vida transcurre con tranquilidad.

La extraña desaparición de una mujer joven en el pasado, Rosalind Bone, marcará la vida de sus personajes; cuya culpa les impedirá alcanzar una completa felicidad en un entorno paisajístico donde todo invita a la realización personal.

Si bien, cuando el valle comienza a arder a manos de los hermanos Clements, y el asfixiante humo del fuego obliga a una misteriosa anciana a abandonar su refugio; el mismo espíritu del bosque pareciera reflejar su propia frustración, desencadenando así los eventos indispensables para resolver el turbio pasado de esta comunidad y restablecer de nuevo un orden más armonioso en el corazón de sus habitantes.

Alex McCarthy ha sabido crear una inquietante fábula moderna sobre la resiliencia de las mujeres donde combina a la perfección lo atmosférico con un certero realismo social.

Alex McCarthy nació en Cardiff y creció en el sur de Gales. Alumna de la London Contemporary Dance School, trabajó como bailarina y coreógrafa durante varios años en teatro, cine y televisión. En 2017, tras un cambio de rumbo y varios años escribiendo, comenzó la que sería su primera novela, La inquebrantable belleza de Rosalind Bone

A las tres de la mañana, todos los pies estaban levantados, todas las cabezas estaban echadas, y los pensamientos correteaban por las mentes durmientes de Cwmcysgod, libres como niños sin vigilancia. Por encima del pueblo, sin embargo, en la linde del bosque, la anciana estaba despierta; el humo le quemaba en los pulmones. Con las prisas por escapar del incendio había tropezado con la raíz de un árbol y ahora yacía, herida y rota, dándose ánimos para coger aire una vez más.
Inspirar, retener, espirar.
Inspirar, retener, espirar.
Una cucaracha se le encaramó por la mejilla. Pensó en levantar una mano y sacudírsela, que cayera de nuevo a la hojarasca, pero el movimiento requería demasiado esfuerzo. Abrió y cerró los ojos y atisbó unos puntitos de luz centelleantes e inútiles abajo, en el pueblo.
Inspirar, retener, espirar.
Inspirar, retener, espirar.
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 “La inquebrantable belleza de Rosalind Bone” de Alex McCarthy es la novela que os recomendamos esta semana en “Lecturas para compartir” #lecturasparacompartir #novelacontemporanea #booktok

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Orbital. Samantha Harvey

Desde Lecturas para compartir, en su cuenta de Tiktok @biblioetsidiupm, la biblioteca ETSIDI UPM recomienda la lectura de Orbital, de Samantha Harvey.

En esta obra, Samantha Harvey -filósofa y profesora en la Universidad de Bath Spa- se mete en la piel de seis investigadores de la Estación Espacial Internacional. Este grupo de astronautas, compuesto por dos mujeres y cuatro hombres de diferentes nacionalidades, convive de forma rutinaria en un espacio reducido, claustrofóbico, pero desde el que se contempla el extraordinario planeta tierra. Durante nueve meses pasaran el tiempo desarrollando sus proyectos de investigación: monitorizar los microbios presentes en la nave, cultivar cristales de proteínas, observar qué les ocurre a las raíces de las plantas ante la falta de luz y gravedad, recoger datos sobre el desgaste muscular en el espacio… Y todos los tripulantes, a su vez, son objeto de estudio para determinar el impacto de la microgravedad en el funcionamiento neuronal de los humanos.

Pero Orbital va más allá del día a día interplanetario, ya que plantea cuestiones de naturaleza filosófica e íntima: ¿la realidad, cuando alcanzamos nuestros sueños, se asemeja a las expectativas creadas?

Finalmente podemos destacar que la escritora británica (Kent, 1975-) nos propone una novela singular, trufada de instantes en los que se inhala un placer inmenso derivado de las descripciones excelsas de la Tierra. Magistral la selección de esas imágenes y de las palabras.

Orbital ha cosechado éxitos como el premio Booker 2024, así como nominaciones al Premio Orwell de Ficción Política y al Ursula K. Le Guin de Ficción.

¿Os gustaría dar dieciséis vueltas al día alrededor del Planeta Tierra?

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Orbital nos invita a contemplar la belleza terrestre desde la Estación espacial internacional. Al tiempo que filosofa sobre nuestras expectativas de vida. lecturasparacompartir recomendacionesdelibros booktok samanthaharvey booker2024

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ÓRBITA MENOS 1

Girando en torno a la Tierra en su nave espacial se sienten tan unidos, y tan solos, que incluso sus pensamientos, sus mitologías íntimas, confluyen a veces. Tienen de vez en cuando los mismos sueños. Sueñan con fractales y esferas azules, y con rostros conocidos abismados en la oscuridad, y con el negro brillante y energético del espacio que azota sus sentidos. El espacio en crudo es una pantera, indómita y primaria; en sus sueños se les aparece merodeando por sus aposentos.
Están suspendidos en sus sacos de dormir. A un palmo de distancia, al otro lado de la piel de metal, se extiende el universo en sencillas eternidades. Su sueño comienza a diluirse y alborea una luz matinal lejana y terrestre, y sus portátiles se encienden con los primeros mensajes silenciosos del día; la estación, siempre alerta, siempre en vela, vibra con el ronroneo de ventiladores y filtros. En la cocina quedan los restos de la cena de la noche anterior: tenedores sucios sujetos con imanes a la mesa y palillos chinos metidos en una funda que hay en la pared. Cuatro globos azules se mecen en la corriente de aire, una guirnalda de papel de plata dice «Cumpleaños feliz», nadie cumplía años, pero estaban de celebración y no tenían otra cosa. Hay restos de chocolate en unas tijeras y una pequeña luna de fieltro sujeta a una cuerda, atada a las asas de la mesa plegable.
Fuera, la Tierra rueda en un compacto resplandor lunar mientras navegan con rumbo cierto hacia su filo infinito. Los penachos de nubes sobre el Pacífico proyectan un resplandor cobalto sobre el océano nocturno. Ahora divisan Santiago, arrimada al perfil de la costa sudamericana, bajo un fulgor de oro empañado por las nubes. Invisibles tras los postigos cerrados, los vientos alisios que soplan sobre las aguas cálidas del Pacífico occidental han fraguado una tormenta, una bomba de calor. Los vientos absorben el calor del océano, formando nubes que se espesan y cuajan, y empiezan a rotar en columnas verticales hasta formar un tifón. Mientras el tifón se desplaza hacia el oeste, en dirección al sur de Asia, su nave viaja hacia el este, siempre rumbo al este, descendiendo hacia la Patagonia, donde el temblor de una aurora distante forma una cúpula fluorescente sobre el horizonte. La Vía Láctea es un reguero humeante de pólvora esparcido sobre un cielo de raso.
A bordo de la nave, es una mañana de martes, las cuatro y cuarto, principios de octubre. Fuera, están Argentina, el Atlántico Sur, Ciudad del Cabo, Zimbabue. Sobre la amura derecha, el planeta susurra el amanecer, una tenue fisura de luz fundida. Se deslizan por los husos horarios en silencio.

Luciérnaga. Natalia Litvinova

Desde Lecturas para compartir, en su cuenta de TikTok @biblioetsidiupm, la biblioteca ETSIDI UPM recomienda la lectura de Luciérnaga”, novela de la escritora bielorrusa Natalia Litvinova.

La autora con esta novela tratará de reconstruir la silenciada historia de las mujeres de su familia desde su nacimiento, acontecido justo en el momento de la explosión de la central nuclear de Chernóbil, hasta su traslado a la ciudad de Buenos Aires, su lugar de residencia actual.

Natalia nace a pocos kilómetros de Chernóbil y crece en un país castigado por la confusión, la miseria y el silencio. Bielorrusia en ese momento era la tierra de los “niños radiactivos”, o “luciérnagas, como se les solía llamar, las frutas monstruosas de la Zona, los cielos rojos…; donde los hombres buscaban ahogar sus penas en el alcohol, mientras que las mujeres resistían haciendo de la cotidianidad un refugio.

Natalia Litvinova recrea una voz deslumbrante y conmovedora que pasa del realismo a lo mítico con naturalidad; recurriendo al humor y a la ironía para narrar la historia de una estirpe de mujeres que hasta ahora habían permanecido en el silencio.

Natalia Litvinova es poeta y editora. Nació en Bielorrusia en 1986 y vive en Buenos Aires desde 1996, donde imparte talleres de poesía. Ha publicado varios libros, entre ellos Todo ajeno (2013), Siguiente vitalidad (2016), Cesto de trenzas (2018), La nostalgia es un sello ardiente (2020) y Soñka, manos de oro (2022). Su obra ha sido publicada en Alemania, Francia, España, Argentina, Chile, Brasil, Colombia y Estados Unidos. Luciérnaga, ganadora del Premio Lumen de novela 2024, es su primera novela.

No quería nacer en otoño en un país radiactivo. Pero el médico me sacó a través de un corte realizado con bisturí, y con los pies toqué la tragedia, mientras que con las manos intentaba aferrarme a las entrañas de mi madre.

El tajo de mamá no cerró bien. Era demasiado largo y su organismo no tenía las vitaminas suficientes para curarse. Y aunque ya pasó mucho tiempo, cuando le cuento algo gracioso, al reír, se agarra de la panza como si fuera una granada a punto de estallar, y me dice: «Basta ya, me voy a descoser y se me van a salir las tripas».

Los primeros años de mi vida coincidieron con la recesión económica y el fin de la Unión Soviética. En los almacenes desaparecieron el jabón, los corpiños, el papel higiénico, el aceite, los pañales, la leche. Las góndolas de licores y conservas se llenaron de repollos y los mercados se transformaron en un huerto arrasado. La vida se convirtió en una extensa fila de espera; a cada familia se le entregaban cupones para los productos que podían adquirir cada mes, los más valiosos eran los de los cigarrillos y el alcohol. El vodka era un bien preciado, y en nuestra familia nadie tomaba. Mamá canjeaba los cupones de licor con los vecinos por los de aceite o manteca, y así pasó del anonimato a ser popular en el barrio: la llamaban «mujer con hijos que no bebe», «la que destila cupones» y «la patrona de los borrachos».

Mientras en la tele mostraban a un hombre rompiendo a martillazos el Muro de Berlín, mi madre y sus amigas sacaban de los baúles las cortinas de seda, las sábanas y los manteles de encaje que les habían dado sus madres para que pasaran de generación en generación. Y con esa tela nos cosían ropa a nosotros, sus hijos todavía sin memoria.

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“Luciérnaga” de la escritora bielorrusia, Natalia Litvinova, es nuestra primera recomendación 2025 en “Lecturas para compartir” #lecturasparacompartir #novelacontemporanea #BookTok #chernobyl

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Vendrán a detenerme a media noche. Tahir Hamut Izgill

Desde Lecturas para compartir, en su cuenta de TikTok @biblioetsidiupm, la biblioteca ETSIDI UPM recomienda la lectura de “Vendrán a detenerme a media noche”, un testimonio del escritor uigur Tahir Hamut Izgill.

El sofisticado control del pueblo uigur por parte del gobierno chino ha alcanzado desde 2017 una dimensión aterradora. Este grupo étnico, predominantemente musulmán y de lengua túrquica, habita en su mayoría en la región de Xinjiang, en el noroeste de China, y se encuentran reviviendo algunos de los peores momentos del S. XX.

El autor, un destacado poeta y cineasta uigur, narra en su obra su propia experiencia como víctima de esta represión. Tras un intento de viajar al extranjero en 1996, fue detenido, torturado y encarcelado durante 3 años en un campo de reeducación.

Dos décadas más tarde, junto a su esposa e hijas toma la decisión de nuevamente abandonar el país debido a la intensificación en los traslados de personas a campos de internamiento bajo cualquier pretexto.

Esta obra es uno de los escasos testimonios sobre la situación en Xinjiang durante la última década. Un libro esencial para entender una de las persecuciones políticas más graves de nuestros tiempos.

Una mañana hubo un enorme revuelo en el patio, delante de nuestra casa. Salí corriendo y vi a un policía con su gorra blanca con visera negra, chaqueta blanca y pantalón azul, con dos miembros de la Milicia Popular que iban armados, vestidos de civil y con el brazalete rojo. Llevaban a un hombre con las manos atadas a la espalda y un cucurucho de papel en la cabeza. Daba la impresión de que lo traían andando desde otra brigada de producción. El policía estaba diciendo algo a la gente que se había congregado en el patio. Mi madre dejó la colada y salió conmigo. Nos acercamos a la multitud. Yo no conseguía abrirme paso y no sabía qué estaba pasando. Al cabo de un rato la gente empezó a dispersarse y también nosotros volvimos a casa.
—¿Qué le pasaba a ese hombre? —le pregunté a mi madre.
—Que escuchaba la cadena de radio de los revisionistas soviéticos —dijo con tristeza.
Su respuesta aumentó mi interés.
—¿Cómo ha podido escucharla?
—Se excusó para ir al baño mientras estaban trabajando, se escondió detrás de un tamarisco y encendió la radio que llevaba debajo de la ropa. Estaba oyendo canciones obscenas de Taskent cuando alguien lo sorprendió y se lo dijo al jefe de la brigada —me explicó en tono solemne.
—¿Qué le van a hacer? —pregunté.
Mi madre bajó un poco la voz.
—Hace ya un mes que lo detuvieron. Desde entonces lo están paseando de brigada en brigada. Parece que lo sentenciarán pronto —añadió, mirando hacia la puerta como si estuviera nerviosa.
—¿Qué es una canción obscena?
Mi madre seguía lavando la ropa.
—Una canción obscena es una canción mala.
—¿Qué clase de canción mala? —insistí, sin darme por vencido.
—Todavía eres pequeño —suspiró mi madre—. No te preocupes por eso

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