El último encuentro. Sándor Márai
El último encuentro, Sándor Márai
Barcelona: Salamandra, 1999
Traducción: Judit Xantus
A gyertyák csonkig égnek (1942)
Tengo la sensación de que en las novelas de Sándor Márai todo encaja. La precisión en las descripciones, las frases brillantes, la presentación de los hechos, las cargas emocionales, todo está dispuesto con inusual sabiduría para alimentar una tensión que página a página amenaza con desbordarse.
En El último encuentro, dos amigos que llevan cuarenta y un años sin verse (pero esperando el encuentro que ha de producirse como un destino insoslayable) fijan una cita, la última. Ésta tiene como fin aclarar, dar espacio a los acontecimientos que condujeron a la ruptura. ¿Qué secretos, qué pasiones silenciadas abrieron brecha en una amistad pura, perfecta, tal vez indestructible?
No existe ningún ser humano lo bastante fuerte e inteligente para evitar mediante palabras o acciones el destino fatal que le deparan las leyes inevitables de su propia naturaleza y carácter.
En la primera parte, narrada en tercera persona, asistimos a la cristalización de este sentimiento; vemos cómo crece, qué iguala y qué diferencia a cada uno de los amigos. La segunda narra el enfrentamiento mismo, el duelo, sostenido en primera persona en forma de monólogo en el que el protagonista afila sus palabras, analiza hasta el último detalle la historia entre los dos y dirige, como quien afina la puntería de un fusil bien engrasado, su discurso hacia las preguntas cuyas respuestas lo llevan atormentando tanto tiempo. Pues lo que busca en su fuero interno no es completar el puzzle, la cronología de la historia, su plan es más ambicioso; desea conocer la verdad, el significado último de las intenciones que están detrás de los hechos. Y Sándor Márai es un mago en esta distancia, aquí cada palabra vale su peso en oro, cada detalle cuenta, cada pensamiento es una vuelta de tuerca. La historia profundiza en la personalidad y en los sentimientos de estos dos personajes hasta lo más hondo, retratándonos, haciéndonos asistir embelesados a un viaje hacia lo más auténtico del alma. A una reflexión, en fin, sobre la amistad y la fuerza ingobernable de las pasiones humanas.
Sin embargo, has vuelto, porque no has podido hacer otra cosa. Y yo te he estado esperando, porque no he podido hacer otra cosa. Los dos sabíamos que nos volveríamos a ver, y que con ello se acabaría todo. Se acabaría nuestra vida y todo lo que hasta ahora ha llenado nuestra vida de contenido y de tensión. Porque los secretos como el que se interpone entre nosotros tienen una fuerza peculiar. Queman los tejidos de la vida, como unos rayos maléficos, pero también confieren una tensión, cierto calor a la vida. Te obligan a seguir viviendo…
Sándor Márai en las Bibliotecas de la UPM